Refugiados encerrados como animales y deportados como criminales, con dinero de la UE
Una investigaci¨®n de varios medios, entre ellos EL PA?S, revela que el Gobierno turco ha creado una amplia red de centros de internamiento y deportaci¨®n financiados con dinero de la UE. En esas instalaciones se violan sistem¨¢ticamente los derechos de los extranjeros para luego expulsarlos a pa¨ªses como Afganist¨¢n y Siria
Sami, Zurmat, Abdul, Ghani, Amer, Jamshid proced¨ªan de diferentes lugares, jam¨¢s se conocieron. Pero tienen al menos dos cosas en com¨²n: huyeron de pa¨ªses sumidos en graves conflictos y estuvieron a las puertas de la UE, donde sus casos les podr¨ªan haber facilitado un estatus de refugiado. Hay una tercera caracter¨ªstica que les une: han sido deportados de vuelta a sus pa¨ªses. Y all¨ª han sido asesinados o han muerto en bombardeos; otros permanecen escondidos, temerosos por sus vidas, pensando c¨®mo volver a escapar.
El pa¨ªs desde el que fueron deportados, Turqu¨ªa, ha recibido m¨¢s de 11.500 millones de euros en fondos de la Uni¨®n Europea desde que firm¨® el pacto para frenar la inmigraci¨®n en 2016. En principio, ese dinero se destinaba a atender las necesidades de los refugiados que llegasen a suelo turco, que rondan los tres millones de personas, y favorecer su integraci¨®n, pero, cada vez m¨¢s, se dirige a convertir al pa¨ªs en un muro infranqueable que cierre el paso a migrantes y refugiados en la frontera oriental de Europa. Para ello, la UE ha financiado la construcci¨®n y mantenimiento de una vasta red de centros de internamiento y deportaci¨®n de extranjeros, que la ONG Global Detention Project ha definido como ¡°uno de los sistemas de detenci¨®n de migrantes m¨¢s grandes del mundo¡±, con una capacidad similar a la de toda la UE y donde se conculcan sistem¨¢ticamente los derechos humanos.
Durante los ¨²ltimos 10 meses, un grupo de periodistas de EL PA?S, NRC, L¡¯Espresso, Etilaat Roz, SIRAJ, Der Spiegel, Le Monde y Politico coordinados por Lighthouse Reports, ha sacado a la luz documentos, ha analizado im¨¢genes de sat¨¦lite y redes sociales y ha entrevistado a m¨¢s de un centenar de fuentes en Turqu¨ªa, Siria, Afganist¨¢n y varios pa¨ªses europeos para reconstruir c¨®mo funciona este sistema de externalizaci¨®n de la gesti¨®n migratoria. Y c¨®mo las autoridades de Bruselas est¨¢n al corriente de la situaci¨®n e incluso se muestran satisfechas con ella.
A principios de julio, el sirio Sami, de 26 a?os, se debat¨ªa entre la vida y la muerte esposado a una camilla de un hospital turco cercano a la frontera con Siria. Hab¨ªa sido ingresado para tratarle una tuberculosis que, por falta de medicaci¨®n, le hab¨ªa hinchado el est¨®mago y envenenado la sangre. Sin embargo, al cabo de unos d¨ªas, la polic¨ªa entr¨® en el hospital y se lo llev¨® de vuelta a Siria pese a las protestas de los m¨¦dicos.
Sami (cuyo nombre, como el de otros protagonistas, ha sido modificado para proteger su identidad) perdi¨® a su padre y sus cuatro hermanos en un bombardeo en Alepo en 2016. As¨ª que ¨¦l y su madre, ¨²nicos supervivientes, decidieron escapar a Turqu¨ªa. Lo lograron en 2019, pero para entonces el sentimiento antisirio estaba empezando a calar en la sociedad turca y el Gobierno decidi¨® dejar de aceptar a nuevos refugiados y restringir las localidades y barrios donde pod¨ªan residir. Sami y su madre se vieron obligados a vivir sin papeles y ¨¦l, como muchos compatriotas, comenz¨® a trabajar en negro en los talleres que suministran a las marcas textiles turcas e internacionales. En diciembre del a?o pasado, mientras caminaba por el barrio estambul¨ª de Esenyurt, una patrulla de polic¨ªa le dio el alto al escuchar que hablaba en ¨¢rabe por el m¨®vil: al descubrir que no ten¨ªa papeles, explica por tel¨¦fono, le propinaron una paliza y se lo llevaron detenido. Entraba as¨ª en la red de centros de detenci¨®n y deportaci¨®n turcos que culminar¨ªa este pasado verano en su expulsi¨®n a Siria.
Desde la entrada en vigor del acuerdo migratorio firmado con la UE, Turqu¨ªa ha detenido a m¨¢s de dos millones de extranjeros en situaci¨®n irregular, sobre todo afganos (m¨¢s de 700.000) y sirios (unos 400.000), seg¨²n datos del Ministerio de Interior. En el ¨²ltimo a?o, los controles se han acelerado con la puesta en marcha de piquetes policiales m¨®viles desplegados en barrios con fuerte presencia extranjera para comprobar los papeles a trav¨¦s de un sistema inform¨¢tico financiado por la UE.
En principio, solo quienes carecen de documentos en regla deber¨ªan temer una detenci¨®n, pero seg¨²n denuncian abogados y las v¨ªctimas, en muchos casos tambi¨¦n se arresta a personas en proceso de renovaci¨®n de sus permisos de residencia o por quejas de ciudadanos turcos. ¡°En cuanto estos veh¨ªculos aparecen, nadie se atreve a salir a la calle. Nada m¨¢s [los inmigrantes irregulares] dejan su casa, los apresamos¡±, se vanaglori¨® en una reciente entrevista el ministro de Interior, Ali Yerlikaya.
Zurmat, oficial de las Fuerzas Armadas de Afganist¨¢n que sirvi¨® durante siete a?os junto a los militares de EE UU, fue capturado el pasado mayo junto a un grupo de compa?eros con los que iba a intentar cruzar irregularmente a Grecia. ¡°Cuando cay¨® el Gobierno [de Kabul, ante el avance talib¨¢n, en agosto de 2021] nos dejaron tirados. Nos prometieron que nos evacuar¨ªan en un avi¨®n militar estadounidense, pero eso nunca ocurri¨®¡±, lamenta. Tras ver c¨®mo las nuevas autoridades talibanas arrestaban y torturaban a sus camaradas, decidi¨® escapar. Durante casi dos a?os, entr¨® hasta en nueve ocasiones en Turqu¨ªa, pero fue devuelto a Ir¨¢n por los militares en la monta?osa frontera oriental del pa¨ªs, cuya seguridad tambi¨¦n ha sido reforzada con dinero europeo. Finalmente, en junio de 2023 logr¨® llegar hasta el oeste de Turqu¨ªa sin ser descubierto. Tras trabajar durante meses en la ciudad de Tekirdag, junto a otros compa?eros decidi¨® pagar a un traficante para que los llevara a la UE. Pero fueron sorprendidos e internados en el centro de detenci¨®n de Edirne, para luego ser trasladados al de Binkili? (en el extrarradio de Estambul): ¡°All¨ª sufr¨ª insultos y torturas¡±.
Al sirio Abdul Eyse, que ten¨ªa los papeles en regla, lo detuvieron en plena calle despu¨¦s de publicar un v¨ªdeo en internet en el que denunciaba la detenci¨®n de su esposa e hijo, afectado por un grave problema cardiaco. Despu¨¦s de recibir una paliza en comisar¨ªa, lo enviaron al centro de internamiento de Antioqu¨ªa, una antigua residencia de estudiantes reconvertida con fondos europeos: ¡°Era un centro peque?o, pero funcionaba bien¡±, asegura en una entrevista telem¨¢tica. Sin embargo, el 6 de febrero de 2023 dos potentes terremotos sacudieron la zona y parte del edificio se vino abajo: ¡°Salimos de entre los escombros y trajeron a polic¨ªas que nos rodearon para que no pudi¨¦ramos escapar. Luego nos metieron en buses¡±. Tras un corto paso por otro campo, Abdul y sus compa?eros fueron transportados al centro de deportaci¨®n de Kayseri: un edificio levantado ¨ªntegramente con fondos europeos. ¡°Cuando llegamos¡±, relata Abdul, ¡°un polic¨ªa nos dijo: ¡®Bienvenidos al infierno¡±.
En el infierno de los centros
Desde el pacto firmado con la UE, el n¨²mero de centros de internamiento y deportaci¨®n de extranjeros se ha multiplicado. Seg¨²n el Ministerio de Interior turco, actualmente hay 32 en funcionamiento, bajo supervisi¨®n de la Presidencia de Gesti¨®n de Migraciones (PGM), si bien esta investigaci¨®n ha detectado el uso de al menos una decena m¨¢s de recintos, desde zonas valladas dentro de campos de refugiados a comisar¨ªas y edificios abandonados.
La UE reconoce haber financiado la construcci¨®n de 14 de estos centros ¨Dseis de ellos destinados a ser de acogida, pero convertidos en instalaciones de deportaci¨®n en 2015 con el visto bueno de Bruselas¨D y la renovaci¨®n de otros 5, adem¨¢s de haber comprado el equipamiento ¨Dmobiliario, material de seguridad¨D de 11 de ellos. En cambio, documentos y contratos obtenidos por EL PA?S muestran que el apoyo financiero de la UE se extiende a casi todos los centros oficiales en funcionamiento, sea a trav¨¦s de la contrataci¨®n de personal o el pago de suministros. Por ejemplo, en 2017 se hicieron tres contratos por valor de 1,43 millones de euros para ¡°incrementar la altura de los muros exteriores¡± con ¡°cemento y alambre de espino¡± en siete centros, lo que un informe posterior de la UE afirma que contribuy¨® a ¡°reducir sustancialmente el n¨²mero de fugas¡±.
¡°La bandera de la UE est¨¢ por todas partes: en las puertas, las ventanas, los envoltorios del jab¨®n, incluso en los colchones y almohadas¡±, afirma Sami sobre el centro de detenci¨®n de Sanliurfa, cerca de la frontera con Siria, donde fue internado dos meses y medio. Antes pas¨® por el de Tuzla. Situado en una colina a las afueras de Estambul, asemeja un castillo, con sus murallas y sus torres de vigilancia. Una fortaleza edificada con barracones de obra, uno encima del otro, hasta sumar varios pisos. En total, tiene capacidad para alojar a un millar de detenidos. All¨ª cree Sami que contrajo la tuberculosis que lo ha dejado postrado.
La capacidad de toda la red de centros de detenci¨®n oficiales es de 18.780 personas, y cada mes son detenidos entre 15.000 y 25.000 extranjeros, as¨ª que es habitual que est¨¦n abarrotados. ¡°Me pusieron en una habitaci¨®n con seis camas y dorm¨ªamos dos por cama, cada uno con los pies en la cabeza del otro. No hab¨ªa s¨¢banas¡±, relata Karim, un profesor marroqu¨ª que fue detenido e internado el a?o pasado en Tuzla tras intentar denunciar en una comisar¨ªa un ataque que hab¨ªa sufrido. Al entrar en el centro le pidieron firmar un documento ¡°en el que aparec¨ªa la bandera de la UE¡± para dar su conformidad a que hab¨ªa recibido una treintena de ¨²tiles, entre ellos ropa de cama y materiales de higiene personal: ¡°Me negu¨¦ a firmar porque no hab¨ªa recibido nada, as¨ª que uno de los guardas lo firm¨® por m¨ª¡±.
Las condiciones var¨ªan entre un centro y otro y seg¨²n la ¨¦poca del a?o, pero en la mayor¨ªa, debido al hacinamiento, la higiene es deplorable. Incluso organismos vinculados al Estado turco como la Instituci¨®n de Derechos Humanos (TIHEK), normalmente muy timorata en sus cr¨ªticas, han se?alado en sus informes las p¨¦simas condiciones higi¨¦nicas de centros como Tuzla. ¡°Nos dieron una manta para cuatro y tuve que dormir abrazados a extra?os para no congelarme, con las ratas paseando a un metro de nosotros¡±, denuncia un azerbaiyano que fue obligado a dormir en el patio de Tuzla el pasado oto?o. Esto provoca constantes epidemias, de enfermedades cut¨¢neas como la sarna o infecciones respiratorias, incluidos brotes de tuberculosis que se han denunciado en al menos dos centros.
Tres antiguos empleados de instalaciones de detenci¨®n entrevistados coinciden en se?alar que ¡°son peores que una prisi¨®n¡±, pues los internos tienen menos derechos y sufren peores condiciones que los reclusos en el sistema penitenciario normal. ¡°Estos edificios no fueron dise?ados para convertirse en c¨¢rceles, que es lo que son hoy¡±, afirma uno de ellos, y otro asegura que los internos son v¨ªctimas del racismo de los guardas: ¡°Para ellos los extranjeros son solo n¨²meros¡±.
En ocasiones, cuando los centros est¨¢n repletos, se obliga a los detenidos a quedarse en el patio durante horas e incluso a dormir a la intemperie, seg¨²n ha podido comprobar esta investigaci¨®n verificando v¨ªdeos e im¨¢genes. A la cubana Leya y a su marido e hijo los mantuvieron durante cinco d¨ªas en el patio del centro de detenci¨®n de Edirne antes de trasladarlos a un edificio: ¡°En pleno agosto nos sentaban en el pavimento, con el sol que quemaba, y si te mov¨ªas de la posici¨®n, los g¨¹venli [guardas] te daban tremendo golpe con sus bastones¡±.
De izquierda a derecha: detenidos forzados a dormir fuera de los barracones debido al hacinamiento en verano de 2023; aglomeraci¨®n en el exterior del centro de Tuzla en 2024; e internos en una de las pistas de baloncesto, donde a veces se les obliga a dormir por el hacinamiento.
¡°No te asignan una celda, te dan una almohada y una frazada, y tienes que acomodarte como puedes¡±, explica B, una latinoamericana (que pide ocultar su identidad) sobre el centro para mujeres de Silivri (Estambul), donde permaneci¨® dos meses tras ser denunciada por su expareja turca: ¡°Entras y despu¨¦s de la reja ya te buscas t¨² la vida. No sabes d¨®nde est¨¢s ni qu¨¦ hacer¡±. Cuando accedi¨®, perdida y asustada como estaba, una interna africana con la que hab¨ªa sido trasladada al centro se apiad¨® de ella y la coloc¨® bajo la protecci¨®n de sus compa?eras.
¡°Gracias a Dios, ellas me protegieron. Porque dentro hay mucha violencia. Se agarran del pelo, se dan pu?etazos. Es como un corral en el que nadie pone orden. Los gendarmes est¨¢n detr¨¢s de la reja y solo intervienen si las peleas se ponen muy feas¡±, prosigue B: ¡°Las detenidas est¨¢n muy estresadas y si te ven llorando se estresan m¨¢s, as¨ª que te pegan hasta por llorar. Es un infierno, un campo de batalla. Hay que pelear por todo¡±. Por utilizar alguna de las cabinas de tel¨¦fono e intentar contactar con el mundo exterior, por ejemplo, o por el agua: las internas solo reciben medio litro con cada una de las tres comidas que se reparten y, si necesitan m¨¢s, deben comprarla en la cantina (tambi¨¦n el champ¨², ropa o comida extra), as¨ª que las que no tienen dinero deben cambiar parte de su rancho por agua.
Las duras condiciones en el interior y la incertidumbre de no saber qu¨¦ va a ser de ellos hace que muchos de los detenidos tomen decisiones dr¨¢sticas. ¡°Vi a muchas chicas que se hac¨ªan cortes en los brazos y en el cuello¡±, asegura B: ¡°Y una chica ¨¢rabe, embarazada, que subi¨® llorando a nuestro piso y se fue a la ducha despu¨¦s de que le dijeran no s¨¦ qu¨¦ en la oficina. La encontr¨® colgada otra compa?era que hab¨ªa ido tambi¨¦n a ducharse, y empez¨® a gritar. Los gendarmes se la llevaron. Fue la ¨²ltima vez que vi a esa chica¡±. Datos en documentos de la propia UE ¨Dobtenidos por EL PA?S mediante una petici¨®n de transparencia¨D indican que los casos de da?o autoinfligido y violencia en los centros de detenci¨®n turcos pasaron de 70 en 2019 a 218 en 2022. Seg¨²n un informe de TIHEK, solo en el centro de la provincia de ?anakkale se han registrados 23 intentos de suicidio en cinco a?os y en el de Harran un interno asegura: ¡°Ha habido tantos intentos que ya ni los contamos¡±.
El Ministerio del Interior turco ha enviado una directiva a todos los centros indicando que deben ser inspeccionados cada dos meses por instituciones p¨²blicas y de derechos humanos. Y tambi¨¦n por la UE, que los financia. Con todo, reconoce un miembro del servicio diplom¨¢tico europeo, ¡°probablemente se organizan para hacer que las condiciones parezcan mejor de lo que son¡±. Lo confirma la cubana Leya, que asegura que en el centro de detenci¨®n de Edirne, ¡°el cuarto para los ni?os estaba siempre cerrado, solo lo abr¨ªan si hab¨ªa visita de la UE¡±. Y tambi¨¦n el sirio Sami: ¡°Cuando estaba en el centro de Sanliurfa, una delegaci¨®n vino a inspeccionar la situaci¨®n. Yo estaba muy enfermo y en muy malas condiciones, as¨ª que durante dos d¨ªas me transfirieron al campo de Harran junto a otros sirios, algunos de los cuales tambi¨¦n estaban enfermos¡±. ¡°Como parlamentaria, puedo visitar f¨¢cilmente las c¨¢rceles. Pero jam¨¢s he logrado acceso a un centro de deportaci¨®n¡±, critica la diputada turca Sevda Karaca.
Una de las cuestiones que m¨¢s angustia produce a los detenidos es no saber d¨®nde van a estar al d¨ªa siguiente. ¡°Yo le ten¨ªa terror a los martes y los viernes, los d¨ªas de los traslados. Cada vez que empezaban a anunciar los nombres, yo lloraba¡±, explica B: ¡°A la gente no la avisan de que la van a transferir a otra ciudad. Ni siquiera a su abogado. Puede venir a visitarte ese d¨ªa y t¨² ya no est¨¢s ah¨ª¡±.
Sin sus tel¨¦fonos m¨®viles ¨Dcasi siempre confiscados¨D, con acceso limitado a las cabinas telef¨®nicas de los centros y sometidos a traslados sin notificaci¨®n, los detenidos se pierden dentro del sistema. ¡°Los llevan al l¨ªmite de la desaparici¨®n forzosa¡±, denuncia Taha Elgazi, un destacado activista de derechos humanos. Las autoridades turcas arguyen que los traslados se producen para solucionar el hacinamiento, pero esto provoca problemas para el acceso a la defensa de los detenidos y si un letrado no recurre la orden de deportaci¨®n en una semana, la maquinaria se pone en marcha. Adem¨¢s, explica la abogada Gizem Metindag, cada vez que un detenido es enviado a otra localidad, el letrado debe iniciar una nueva diligencia solicitando su libertad en los tribunales de esa provincia, que puede estar a cientos de kil¨®metros del lugar donde fue apresado inicialmente.
Los centros funcionan como parte de un engranaje y los detenidos son transportados incluso a algunos que ni siquiera figuran como oficiales y donde los derechos de los detenidos son conculcados a¨²n m¨¢s frecuentemente. El Gobierno turco niega que se usen lugares extraoficiales, aunque esta investigaci¨®n ha obtenido evidencias que indican lo contrario. Es el caso de Harran, a escasos 20 kil¨®metros de la frontera siria, que Abdullah ?ncel, presidente del Colegio de Abogados provincial, define como ¡°un Guant¨¢namo: nadie sabe lo que ocurre dentro, no hay garant¨ªas legales y los abogados no tienen acceso¡±.
Ghani, un int¨¦rprete que sirvi¨® junto a las fuerzas militares brit¨¢nicas en Afganist¨¢n, lleg¨® a Turqu¨ªa en oto?o de 2021. Su objetivo era alcanzar el Reino Unido, pero, entre tanto, pens¨® que, en un pa¨ªs miembro de la OTAN, cuyas fuerzas militares tambi¨¦n sirvieron en Afganist¨¢n, estar¨ªa seguro. Sin embargo, fue detenido y pas¨® por cinco centros diferentes, lo que impidi¨® su acceso a una defensa jur¨ªdica: ¡°Mi amigo me envi¨® a un abogado y no me dejaron verlo. Mi antiguo jefe tambi¨¦n trat¨® de ayudarme, pero el mismo d¨ªa me pusieron en un autob¨²s y me enviaron a otro centro¡±.
Parte de los autobuses con los que se efect¨²an los traslados han sido adquiridos con fondos de la UE, seg¨²n varios contratos e informes consultados por EL PA?S. Al mismo tiempo, la UE ha financiado un programa del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Colegio de Abogados de Turqu¨ªa para mejorar la defensa de los extranjeros detenidos (seg¨²n datos de la UE, solo el 21% de los arrestados accedieron a un letrado en 2022, aunque abogados locales creen que la cifra normalmente no llega ni al 5%). Con lo cual se da la paradoja de que el contribuyente europeo financia a la vez un proyecto para defender a los detenidos y los instrumentos que obstaculizan ese acceso a la defensa.
¡°Estamos hartos de vosotros. Sois como animales¡±
De los 37 extranjeros que pasaron por estos centros y han sido entrevistados por esta investigaci¨®n, 30 aseguran haber sufrido o presenciado violencia f¨ªsica. En el ¡°infierno¡± de Kayseri, adonde enviaron a Abdul Eyse, ¡°los polic¨ªas ven¨ªan cada tres d¨ªas y pegaban a los prisioneros¡±, explica el sirio, quien tambi¨¦n asegura que los met¨ªan en una c¨¢mara frigor¨ªfica por turnos para torturarlos. El Gobierno turco niega tajantemente la existencia de este tipo de lugares, pero cuatro detenidos y dos abogados entrevistados han mencionado el uso de estas c¨¢maras en este y otros centros.
Lucas, un espa?ol que se encontraba en Estambul de turismo, tambi¨¦n pas¨® por ello. Fue detenido el pasado mayo por hacer una foto de extranjis en la que aparec¨ªa una joven con velo y, aunque al ser descubierto pidi¨® disculpas y borr¨® la imagen, termin¨® en comisar¨ªa. De all¨ª, lo transfirieron al centro de Arnavutk?y, inaugurado en octubre de 2023. ¡°Es como un campo de concentraci¨®n, con vallas altas, alambre de espino, torretas, militares con metralleta. Entre los barracones se ve¨ªa a grupos de migrantes en cuclillas custodiados por polic¨ªas¡±, relata por tel¨¦fono: ¡°Me llevaron a una sala a hacer tr¨¢mites. Primero metieron a un argelino a una sala, se empezaron a escuchar golpes y luego lo sacaron a hostias de all¨ª. Luego me llamaron a m¨ª y miraron mi expediente. Me dieron un bofet¨®n y luego vino otro con una porra y empezaron a golpearme y a darme patadas¡±. Como resultado de la paliza, Lucas sufri¨® una ¡°perforaci¨®n de la membrana del t¨ªmpano¡±, seg¨²n acredita un informe m¨¦dico del Hospital de Sant Pau de Barcelona, donde fue examinado nada m¨¢s ser deportado de vuelta a Espa?a.
Respecto a este caso, la PGM turca afirma que a Lucas, como a otros presos, el personal del centro le pregunt¨® si hab¨ªa sufrido malos tratos y la respuesta fue negativa. El espa?ol admite que se dieron estas consultas, pero matiza: ¡°El d¨ªa anterior me hab¨ªan preguntado por agresiones y justo despu¨¦s fui v¨ªctima de una. Eso no crea un clima de confianza para acusar a tu agresor¡±.
¡°Los guardas nos gritaban e insultaban: ¡®?Sois como animales!¡¯, ¡®?Volved a Siria!¡¯, ¡®?Estamos hartos de vosotros!¡¯ y utilizaban sus porras para pegarnos¡±, explica Davud, un antiguo miembro de la organizaci¨®n de los Cascos Blancos sirios que fue detenido cuando trataba de cruzar ilegalmente de Turqu¨ªa a Bulgaria y fue internado en el centro de Kirklareli, construido con dinero de la UE y conocido entre los internos por la brutalidad de su personal. All¨ª, el pasado julio falleci¨® uno de los detenidos, el sirio Ibrahim Izziddin: seg¨²n varios testigos, recibi¨® una brutal paliza y, pese a que se encontraba mal y pidi¨® ser llevado a un hospital, se le neg¨® atenci¨®n m¨¦dica hasta que fue demasiado tarde. Durante el ¨²ltimo a?o, se han producido al menos cuatro muertes sospechosas en los centros de detenci¨®n turcos, seg¨²n diferentes testimonios, si bien las autoridades turcas las atribuyen a causas naturales.
¡°Tenemos una pol¨ªtica de tolerancia cero hacia el maltrato. Los centros de deportaci¨®n est¨¢n monitorizados 24 horas al d¨ªa por c¨¢maras de seguridad y todas las quejas recibidas son examinadas detalladamente¡±, afirma la PGM en respuesta a esta investigaci¨®n. Como muestra, alega que en los casos detectados, los acusados fueron apartados de sus puestos y castigados. Por ejemplo, dos guardas del centro de Van fueron condenados a 15 a?os de c¨¢rcel por violar a una interna en 2022.
La mayor¨ªa de abogados, activistas y antiguos detenidos consultados mantienen que la violencia y los malos tratos ocurren de forma sistem¨¢tica. ¡°Es dif¨ªcil de probar porque, conscientemente, se tortura en lugares alejados de las c¨¢maras de vigilancia, pero ocurre todo el tiempo. Lo que pasa es que los detenidos tienen miedo de denunciarlo porque creen que afectar¨¢ negativamente a su procesamiento¡±, afirma el abogado Ahmet Rodi Polat. En varios centros se ha denunciado la existencia de estancias espec¨ªficamente dedicadas a ello: en Kirklareli, seg¨²n un interno, se utilizan los vestuarios, donde no hay c¨¢maras y adonde se lleva a los detenidos, se les obliga a desnudarse y se les pega. En Tuzla, cuando la delegaci¨®n de TIHEK visit¨® el centro, algunos de los internos se?alaron una habitaci¨®n en la que supuestamente hab¨ªan recibido palizas: ¡°En la puerta estaba escrito ¡®En renovaci¨®n¡¯. Se observ¨® que, dentro, la c¨¢mara de seguridad hab¨ªa sido cegada con pl¨¢stico y cinta aislante¡±.
La violencia, de hecho, parece desempe?ar un papel clave: quebrar la voluntad de los detenidos.
En los ¨²ltimos tres a?os, el n¨²mero de extranjeros deportados desde Turqu¨ªa se ha doblado respecto a la media de los cinco a?os anteriores. Seg¨²n cifras de la PGM, en 2023 las deportaciones ascendieron a 130.000. El a?o anterior fueron m¨¢s de 120.000, la mitad de ellas de afganos (una nacionalidad que la UE y ACNUR recomiendan no devolver a su pa¨ªs por el riesgo que corren). Este a?o, hasta septiembre, se hab¨ªan superado las 93.000 deportaciones y el ministro Yerlikaya presumi¨® de que se lograr¨¢ un nuevo r¨¦cord.
Estas cifras no incluyen datos de deportaciones de sirios porque la legislaci¨®n de Turqu¨ªa, al igual que la de la UE, proh¨ªbe enviar personas a un pa¨ªs en guerra. As¨ª que, oficialmente, en el caso de los sirios, son todo ¡°retornos voluntarios¡±. Desde 2016, seg¨²n datos del ministerio, 715.000 sirios han vuelto a su pa¨ªs. Esta investigaci¨®n ha obtenido datos de los principales puestos fronterizos sirios bajo control rebelde que muestran un aumento considerable de las deportaciones. Un empleado del paso de Bab al Hawa explic¨® que aproximadamente la mitad son retornos voluntarios y la otra mitad ¡°deportaciones forzosas¡±. Tambi¨¦n a?adi¨® que Turqu¨ªa les ha pedido no registrar las deportaciones, aunque lo han seguido haciendo.
¡°Lo que ocurre aqu¨ª es indescriptible. Nos pegan para forzarnos a firmar los formularios de deportaci¨®n¡±, asegura un sirio que pide el anonimato desde el centro de detenci¨®n extraoficial de Harran. En total, 25 de los entrevistados aseguran haber sido presionados mediante violencia o amenazas para firmar los documentos de ¡°retorno voluntario¡±.
Abdul Eyse, tras pasar por el ¡°infierno¡± de Kayseri, fue trasladado al centro de Sanliurfa, muy cercano a la frontera con Siria: ¡°Nos forzaron a firmar los papeles de la deportaci¨®n. El 14 de julio de 2023, comenzaron a llamar a los detenidos por su nombre. ?ramos unos 1.000. Nos pusieron en buses y los gendarmes comenzaron a pegarnos. Hab¨ªa uno al que los gendarmes le hab¨ªan roto una pierna para forzarlo a firmar. Pero a¨²n as¨ª se negaba. As¨ª que un funcionario firm¨® por ¨¦l¡±.
Un funcionario de la PGM destacado en la frontera con Siria reconoci¨® que le sabe mal, pero no le queda m¨¢s remedio que enviar de vuelta a todo sirio que carezca de documentos en regla. ¡°Mis amigos en la Presidencia de Migraciones tienen miedo a hablar. Saben que lo que est¨¢n haciendo est¨¢ muy mal, algunos de ellos han comenzado a tomar antidepresivos, porque no hay otra manera de soportar esta situaci¨®n¡±, asegura el diputado Mustafa Yeneroglu, anta?o miembro del partido gobernante en Turqu¨ªa.
Im¨¢genes del interior del centro de deportaci¨®n de Kayseri en 2022, donde uno de los entrevistados para este reportaje fue recibido con las palabras "Bienvenido al infierno".
Ghani, el traductor afgano, finalmente dio su brazo a torcer tras pasar tres semanas en el centro de Igdir, que define como ¡°infernal¡±: ¡°El papel que me dieron dec¨ªa que regresaba a Afganist¨¢n por mi propia voluntad. Llor¨¦, grit¨¦, dije que no quer¨ªa firmar. Me dieron un pu?etazo. Me dijeron que si no iba a Afganist¨¢n me deportar¨ªan a Ir¨¢n. Yo sab¨ªa por otros que, si me deportaban a Ir¨¢n, me dejar¨ªan en las monta?as y me robar¨ªan todo. Me dije que si hab¨ªa que morir, mejor en mi propio pa¨ªs. Al cabo de unos d¨ªas firm¨¦¡±. Y lo pusieron en un avi¨®n rumbo a Kabul.
Solo en la primavera de 2022, el Colegio de Abogados de Esmirna denunci¨® la deportaci¨®n de m¨¢s de 300 afganos en dos tandas desde el centro de deportaci¨®n de esa provincia. En una de las ocasiones, los abogados acudieron al centro y trataron de bloquear los autobuses con su propio cuerpo, exigiendo reunirse con sus clientes y detener la deportaci¨®n, puesto que entre los afectados hab¨ªa miembros de minor¨ªas como la hazara y empleados del antiguo Gobierno que pod¨ªan correr riesgo de muerte de volver al Afganist¨¢n bajo control talib¨¢n. Pero los autobuses siguieron hacia el aeropuerto.
¡°Transportar deportados se ha convertido en la mayor y m¨¢s rentable operaci¨®n de nuestra compa?¨ªa¡±, explica un empleado de Ariana, la aerol¨ªnea estatal de Afganist¨¢n. Aunque tras la ca¨ªda de Kabul en 2021, Ankara detuvo moment¨¢neamente las deportaciones a ese pa¨ªs, las ha reiniciado y no solo de hombres j¨®venes, sino tambi¨¦n de familias, asegura un extrabajador de centros de deportaci¨®n. En los ¨²ltimos a?os, Ariana ha transportado a m¨¢s de 100.000 afganos de vuelta a su pa¨ªs, que, seg¨²n ha podido apreciar el empleado de la aerol¨ªnea, lo hacen mayormente en contra de su voluntad: ¡°No solemos llevar pasajeros en nuestros vuelos desde Kabul a las provincias turcas, pero a la vuelta no hay un solo sitio libre¡±. Tanto esta fuente como otros dos exaltos cargos afganos aseguran que la UE da dinero por estos vuelos, cosa que niegan desde Bruselas y Ankara. Esta investigaci¨®n no ha podido verificar si es cierto o no.
Zurmat, el militar afgano, no lleg¨® a firmar nada. Un d¨ªa, en el centro de Binkili? (Estambul), un gendarme le avis¨® de que estuviera preparado porque el d¨ªa siguiente saldr¨ªa su vuelo: ¡°Le dije que no quer¨ªa ir. ?l me ense?¨® mi documento de retorno voluntario. Mi huella y mi firma hab¨ªan sido falsificadas por alguien del consulado¡±. Seg¨²n Zurmat y otras fuentes afganas, el consulado y la embajada de Afganist¨¢n en Turqu¨ªa se han llenado de funcionarios afectos a los talibanes, pese a lo cual las autoridades turcas trabajan codo con codo con ellos para llenar los aviones.
Sirios son trasladados con las manos atadas fuera del centro de internamiento de Tuzla (Estambul) para su presunta deportaci¨®n.
La PGM considera ¡°falsas¡± estas acusaciones y asegura que todos los retornos voluntarios se realizan teniendo en cuenta la ley turca, que establece claramente que ¡°nadie debe ser devuelto a un lugar donde pueda ser sujeto a tortura, castigos o tratos degradantes e inhumanos o donde su vida o libertad puedan estar amenazados por su raza, religi¨®n, nacionalidad o pertenencia a un grupo social o pol¨ªtico¡±.
Por ley, los retornos voluntarios deber¨ªan ser monitorizados por personal de ACNUR, o en su defecto por una ONG autorizada. Sin embargo, los datos de la UE reflejan que menos de un cuarto de los retornos voluntarios de sirios entre 2016 y 2023 fueron monitorizados por la agencia de la ONU. ¡°ACNUR sabe que estos son retornos forzosos y est¨¢ cada vez m¨¢s preocupada por ello. Pero [el Gobierno turco] no atiende a las recomendaciones¡±, afirma una fuente humanitaria conocedora del funcionamiento de esta instituci¨®n en Turqu¨ªa.
¡°Hay muchos n¨²meros circulando por ah¨ª, pero confirmar la escala de lo que est¨¢ ocurriendo es muy dif¨ªcil¡±, afirma un diplom¨¢tico europeo: ¡°Puede que sean deportaciones forzosas, a veces no por torturas, sino porque hacen que las condiciones en los centros sean tan duras que la gente se rinde y firma¡±.
Aunque la mayor¨ªa de estos casos nunca llegan a los juzgados ¨Dporque sus v¨ªctimas tienen miedo o carecen de los recursos necesarios¨D, algunos s¨ª han sido recurridos. El Tribunal Constitucional turco dictamin¨® este a?o que los derechos de un centenar de sirios y afganos fueron violados al deportarlos por la fuerza sin tener en cuenta el riesgo que pod¨ªan sufrir. Tambi¨¦n el Tribunal Europeo de Derechos Humanos conden¨® en 2022 a Turqu¨ªa por la deportaci¨®n forzosa de un sirio y est¨¢ examinando otros casos similares.
La Uni¨®n Europea se desentiende
Lo que ocurre en Turqu¨ªa no es un secreto. Organizaciones de derechos humanos turcas e internacionales han elaborado informes sobre el asunto, el Parlamento Europeo lo ha debatido e incluso se menciona, aunque sea de pasada, en los informes de la Comisi¨®n Europea sobre Turqu¨ªa. Siete diplom¨¢ticos europeos han reconocido haber recibido denuncias de que se est¨¢n violando los derechos de los detenidos y practicando deportaciones forzosas prohibidas. Tres diplom¨¢ticos europeos y un exfuncionario de la Comisi¨®n han asegurado a esta investigaci¨®n que han trasladado su preocupaci¨®n a sus superiores, pero sus mensajes han sido ignorados.
¡°El objetivo de estos centros de recepci¨®n era inicialmente diferente¡±, se queja un diplom¨¢tico de un pa¨ªs europeo que ha planteado a su capital la necesidad de ¡°revisar qu¨¦ se hace¡± en Turqu¨ªa con el dinero de la UE, pero solo ha recibido silencio o respuestas despectivas.
Una figura clave para bendecir este sistema ha sido el hasta ahora comisario de Vecindad y Ampliaci¨®n, el h¨²ngaro Oliver Varhelyi, el hombre de Viktor Orb¨¢n en la Comisi¨®n Europea. ¡°Ten¨ªamos instrucciones de incrementar la inversi¨®n en reforzar la seguridad fronteriza de nuestros vecinos¡±, explica el antiguo funcionario de la Comisi¨®n Europea: ¡°Mis colegas y yo no est¨¢bamos a favor porque [Turqu¨ªa] no respetaba el esp¨ªritu de la decisi¨®n original, que era apoyar a los refugiados. Pero el Colegio [de Comisarios] y la presidenta [Ursula von der Leyen] estuvieron de acuerdo [con Varhelyi]¡±. Seg¨²n esta fuente, el comisario h¨²ngaro siempre ha estado a favor de los retornos de refugiados desde Turqu¨ªa, pese al malestar mostrado por funcionarios de varias direcciones generales. ¡°[Ankara] est¨¢ llevando a cabo una cantidad masiva de deportaciones forzosas a Afganist¨¢n, y nuestro comisario est¨¢ muy contento con ello. Por supuesto, le planteamos cuestiones sobre el respeto a la legislaci¨®n internacional, pero seg¨²n Varhelyi y el resto del Colegio [de Comisarios], eso no es algo en lo que debamos meternos¡±, afirma la fuente, seg¨²n la cual parte de las cr¨ªticas m¨¢s duras en este tema son ¡°sistem¨¢ticamente borradas¡± de los informes sobre Turqu¨ªa.
Es dif¨ªcil rastrear cu¨¢nto dinero ha desembolsado la UE para financiar este sistema, porque proviene de diferentes instrumentos. Tras liberar algunos documentos ¨Dinformes, auditor¨ªas, contratos¨D que han sido claves para este reportaje, las sucesivas solicitudes de documentaci¨®n hechas desde mayo por EL PA?S y esta investigaci¨®n a la Comisi¨®n han sido denegadas una tras otra. La respuesta alega que estos documentos contienen ¡°observaciones cr¨ªticas¡± que ¡°podr¨ªan da?ar las relaciones entre la Comisi¨®n Europea y Turqu¨ªa¡±.
Pese a ello, a trav¨¦s de los cientos de p¨¢ginas obtenidas, as¨ª como de documentos p¨²blicos, se ha podido corroborar que la UE ha destinado a Turqu¨ªa al menos 1.000 millones de euros en concepto de ¡°gesti¨®n de la migraci¨®n y protecci¨®n de fronteras¡± (una d¨¦cima parte de lo desembolsado por el pacto migratorio). De este monto, unos 200 millones han ido a pagar los centros de detenci¨®n y deportaci¨®n de extranjeros.
Las fuentes europeas consultadas alegan que la mayor parte de la financiaci¨®n comprometida a cambio del pacto para frenar las llegadas migratorias se ha destinado a proyectos de educaci¨®n, sanidad, ayuda a los refugiados¡ pero que es la propia Turqu¨ªa la que reclama que los fondos se centren a partir de ahora en ¡°contener la migraci¨®n irregular¡± e incrementar ¡°los retornos a Siria¡±. ¡°Todo esfuerzo por integrar a los refugiados ha sido abandonado, ahora todo se centra en deportar a cuanta m¨¢s gente sea posible¡±, opina el acad¨¦mico turco Murat Erdogan.
Turqu¨ªa es el segundo pa¨ªs que m¨¢s refugiados acoge en el mundo (tres millones), si bien la proporci¨®n de poblaci¨®n extranjera (5%) es muy inferior a la media europea. Pero en los ¨²ltimos a?os, en un contexto de crisis econ¨®mica, ha aumentado el recelo de la sociedad turca hacia los migrantes y refugiados, azuzado por discursos xen¨®fobos de medios y partidos pol¨ªticos que se quejan de que la UE haya convertido a su pa¨ªs en ¡°un almac¨¦n de refugiados¡±. Esto ha desembocado en ataques y pogromos, el m¨¢s reciente el pasado julio. ¡°Turqu¨ªa quiere dejar de ser un pa¨ªs de tr¨¢nsito [para los flujos migratorios]¡±, explica un tercer diplom¨¢tico europeo.
Disturbios xen¨®fobos en la ciudad de Kayseri (Anatolia Central) el pasado 2 de julio. Durante tres noches, manifestantes turcos atacaron negocios y viviendas de refugiados sirios en esta y otras localidades de Turqu¨ªa.
Varias fuentes de la UE han confirmado que la financiaci¨®n europea continuar¨¢ aumentando en los pr¨®ximos a?os. No solo eso: tambi¨¦n los fondos que otorgan por su cuenta los Estados miembro de la UE. ¡°Estamos planteando m¨¢s fondos para los centros de deportaci¨®n¡±, reconoce otro diplom¨¢tico de un pa¨ªs comunitario: ¡°Creo que mucho de esto tiene que ver con la pol¨ªtica interna [de mi pa¨ªs], del Gobierno mostrando que son duros en la cuesti¨®n migratoria¡±. De hecho, Turqu¨ªa considera que la ayuda europea ¨Dtanto en lo que respecta a apoyo a los refugiados como en protecci¨®n fronteriza¨D ¡°ha sido extremadamente limitada¡± y ¡°deber¨ªa incrementarse¡± para que la ¡°carga¡± de la gesti¨®n migratoria sea distribuida de manera m¨¢s equitativa, se?ala la PGM.
La cuesti¨®n es que las reglas de la UE supeditan la asistencia financiera al cumplimiento de una serie de normas, entre ellas, los derechos humanos. ¡°El respeto de los derechos fundamentales es uno de los principales valores en las relaciones de la UE con terceros pa¨ªses¡±, asegura una portavoz de la Comisi¨®n Europea en respuesta a este diario. En caso de incumplimiento, ¡°la Comisi¨®n puede suspender la financiaci¨®n e iniciar los procedimientos para la recuperaci¨®n de los fondos¡±.
M¨¢s importante a¨²n: tal y como se refleja con cierta preocupaci¨®n en varios documentos internos de Frontex, la agencia de vigilancia fronteriza europea, el hecho de que Turqu¨ªa lleve a cabo deportaciones forzosas pondr¨ªa en duda su categor¨ªa de ¡°tercer pa¨ªs seguro¡±, impidiendo que se devuelvan a su territorio migrantes que tratan de llegar a la UE. Es m¨¢s, toda la arquitectura del pacto migratorio firmado en 2016 descansa sobre la asunci¨®n de Turqu¨ªa como tercer pa¨ªs seguro.
De momento, la UE se desentiende. ¡°La aplicaci¨®n y protecci¨®n de estos derechos es responsabilidad de Turqu¨ªa¡±, afirma una portavoz de la Comisi¨®n Europea.
¡°La UE no tiene reparos en subcontratar a terceros para que se ocupen de las violaciones de los derechos humanos¡±, afirma Emma Sinclair-Webb, directora de Human Rights Watch en Turqu¨ªa: ¡°Por supuesto que saben lo que ocurre en los centros de deportaci¨®n que han financiado, pero se tapan la nariz y miran para otro lado, porque si admitieran lo que est¨¢ pasando, la externalizaci¨®n de su pol¨ªtica migratoria ser¨ªa insostenible¡±.
Y al regreso, la muerte
Si la legislaci¨®n internacional proh¨ªbe las deportaciones forzosas a pa¨ªses en guerra es por algo. ¡°S¨¦ que si me deportan, los talibanes me matar¨¢n en el mismo aeropuerto¡±, afirma preocupada Maryam, una artista afgana cuyo marido e hijo fueron devueltos a su pa¨ªs pese a tener los papeles en regla en Turqu¨ªa. Esta investigaci¨®n ha podido comprobar que, entre los sirios y afganos deportados por este sistema apoyado por la UE, algunos han muerto, otros est¨¢n escondidos por miedo a represalias o malviven sin poder cubrir sus necesidades b¨¢sicas. Algunos han regresado a Turqu¨ªa cruzando irregularmente la frontera y viven con miedo a volver a ser detenidos. De hecho, buscan la manera de llegar a territorio europeo para ponerse a salvo.
Por ejemplo Zurmat, que, desde que fue deportado, vive en Afganist¨¢n en la clandestinidad, temeroso de que le descubran: ¡°Cambio peri¨®dicamente mi residencia. S¨¦ que los talibanes no tendr¨¢n piedad de m¨ª si me atrapan¡±. Podr¨ªa ocurrirle como a Jamshid, un antiguo comandante afgano que huy¨® de su pa¨ªs despu¨¦s de que los talibanes tomasen el poder. Fue detenido en Turqu¨ªa y deportado pese a que aleg¨® que su vida corr¨ªa peligro. Trat¨® de vivir ocultando su identidad, pero, unos meses despu¨¦s, fue asesinado junto a un riachuelo, seg¨²n explica su hermano.
Amer, un sirio que trabajaba desde 2020 en una f¨¢brica textil de la ciudad turca de Kayseri, fue deportado en 2022 cuando lo sorprendieron tratando de viajar a Estambul sin el preceptivo permiso. En Idlib, la provincia siria bajo control del grupo salafista HTS y que se ha convertido en un inmenso campo de desplazados, ante la falta de oportunidades, decidi¨® enrolarse: al cabo de unos meses, relata su hermano, muri¨® en un bombardeo de artiller¨ªa del r¨¦gimen sirio que mat¨® a nueve personas, incluidos cuatro ni?os. La UE conden¨® el ataque, ignorante de que lo que hab¨ªa llevado a una de las v¨ªctimas a acabar en ese lugar era la maquinar¨ªa de las deportaciones que su dinero engrasa en Turqu¨ªa.
Organizaciones sirias han informado tambi¨¦n sobre la muerte a manos del r¨¦gimen de Damasco de varios sirios deportados desde Turqu¨ªa y esta investigaci¨®n ha podido confirmar al menos un caso.
En el norte de Siria, la salud de Sami se ha estabilizado, pero a¨²n sigue sufriendo las secuelas de la tuberculosis porque no tiene dinero para adquirir todas las medicinas que le han recetado. Su madre, todav¨ªa en Turqu¨ªa, sobrevive gracias a la ayuda de otros compatriotas. Sami era todo lo que le quedaba de una familia aniquilada por la guerra: ¡°Pese a lo joven que era, trabajaba y se encargaba de ambos, me cuidaba cuando estaba enferma, lo era todo para m¨ª. Pero lo capturaron, lo enfermaron y se deshicieron de ¨¦l¡±. El joven sirio se lamenta de su suerte y entona una acusaci¨®n desesperada: ¡°Quienes financian estas deportaciones, ?han tenido en cuenta que Siria no es un pa¨ªs seguro y que no hay recursos para aquellos a los que deportan? Deber¨ªan pensar c¨®mo afectan a la vida y al futuro de la gente. Es inhumano¡±.