Merkel en el purgatorio
La excanciller cristianodem¨®crata prepara el lanzamiento de sus memorias mientras su propio partido reniega de ella y Alemania revisa su legado
Fue una fiesta extra?a, la que se celebr¨® el pasado 25 de septiembre en la Academia de las Ciencias de Berl¨ªn y Brandeburgo. Angela Merkel, canciller de Alemania entre 2005 y 2021, hab¨ªa cumplido 70 a?os y su partido, la Uni¨®n Cristianodem¨®crata (CDU), quer¨ªa rendirle un homenaje. Pero fue un homenaje particular. Perfil bajo. Palabras medidas. ¡°Acercamiento de puntillas¡±, resumi¨® el semanario Die Zeit. Porque Merkel y la CDU, que aspira a recuperar el poder despu¨¦s de cuatro a?os en la oposici¨®n, se observan con distancia. Su partido no reivindica a Merkel. Ni ning¨²n otro.
Merkel fue la canciller que gan¨® cuatro elecciones seguidas. La que ocup¨® 16 a?os el poder. La que contribuy¨® a mantener Europa unida en a?os de turbulencias. Tambi¨¦n la de la dolorosa austeridad para los pa¨ªses del sur y la que gobern¨® en unos a?os de relativa prosperidad la primera econom¨ªa del continente. La que cape¨® los vientos de la pandemia. La que abandon¨® la canciller¨ªa celebrada como una estadista, un modelo para muchos.
Pero hoy Merkel, la ¨²nica mujer en el cargo y la primera procedente del este tras la reunificaci¨®n, una figura hist¨®rica ya, est¨¢ en el purgatorio. Su legado es objeto de revisi¨®n, como si, tras un primer borrador de la historia m¨¢s bien positivo, el segundo adquiriese tonos menos amables. Gajes del oficio de todo exestadista, podr¨ªa decirse, sometido al caprichoso vaiv¨¦n del juicio de sus contempor¨¢neos y de los historiadores. Y ahora, tras a?os manteni¨¦ndose elegantemente apartada del fragor pol¨ªtico, se prepara para ofrecer su propio borrador, con el lanzamiento internacional, el 26 de noviembre, de Libertad, sus esperadas memorias (RBA, en castellano).
En Alemania, reniega de ella Friedrich Merz, actual l¨ªder de la CDU y candidato para suceder al canciller, Olaf Scholz. Merz es, desde hace m¨¢s de 20 a?os, el enemigo ¨ªntimo de Merkel, el hombre de la pr¨®spera Alemania occidental que le disputaba el poder a la pol¨ªtica de la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, ¨¦l m¨¢s conservador y m¨¢s liberal que ella.
Desde la pol¨ªtica migratoria de Merkel, que en 2015 permiti¨® que Alemania acogiera a un mill¨®n de extranjeros, hasta el abandono repentino de la energ¨ªa nuclear tras el accidente de Fukushima en 2011, es dif¨ªcil encontrar una pol¨ªtica de la excanciller que los democristianos ¡ªsus democristianos¡ª asuman como una bandera. Y no es solo su partido. Tambi¨¦n el Partido Socialdem¨®crata (SPD) de Scholz, que gobern¨® con ella durante buena parte de sus mandatos, marca las distancias.
La pol¨ªtica socialdem¨®crata de controles en las fronteras y la promesa de ¡°expulsiones a gran escala¡± tambi¨¦n puede interpretarse como una desautorizaci¨®n de su legado. Aquellas pol¨ªticas de acogida se releen bajo otro prisma. Ya no son (solo) una muestra de la Alemania humanista que hab¨ªa asumido y corregido plenamente sus cr¨ªmenes y errores; tambi¨¦n aparece como el combustible del ascenso de la extrema derecha, hasta entonces marginal en Alemania. Lo dicen antiguos ministros suyos, como Horst Seehofer, que fue titular de Interior y tambi¨¦n presidente de Baviera: ¡°La decisi¨®n de 2015 llev¨® a Alternativa por Alemania [el partido ultra AfD] a los parlamentos¡±.
Seehofer hizo estas declaraciones al periodista Ekhart Lohse, autor del reci¨¦n publicado Die T?uschung (El enga?o), un examen riguroso e implacable del legado merkeliano. Seg¨²n Lohse, hay una fecha en la que cambia la percepci¨®n de Merkel y de su lugar en la historia, ¡°el momento en el que incluso los simpatizantes de Merkel empiezan a preguntarse qu¨¦ sali¨® mal durante su mandato en la canciller¨ªa¡±.
La fecha es el 24 de febrero de 2022, unos meses despu¨¦s del cambio de Gobierno. Rusia invade Ucrania y las viejas certezas de Alemania ¡ªel gas barato ruso, la confianza en una paz eterna en el continente, la seguridad que garantizaba el paraguas estadounidenses¡ª se tambalean, o directamente se derrumban.
Dif¨ªcil despertar
¡°El balance, poco despu¨¦s del traspaso de poderes en Berl¨ªn, significa un dif¨ªcil despertar¡±, escribe Lohse, periodista del Frankfurter Allgemeine Zeitung. ¡°Alemania se ha acomodado a la energ¨ªa barata de Rusia, a la tecnolog¨ªa barata de China y la presunci¨®n inquebrantable de que Estados Unidos se preocupar¨ªa adem¨¢s por la seguridad de la naci¨®n que m¨¢s exporta y con una mayor econom¨ªa en el coraz¨®n de Europa¡±.
Merkel, seg¨²n esta lectura de su mandato, se hab¨ªa esforzado por ¡°preservar¡± a Alemania y los alemanes de un mundo en turbulencias, pero hab¨ªa hecho poco por ¡°transformarla¡±. ¡°En aquel momento, todo nos parec¨ªa estable¡±, dice Lohse en conversaci¨®n telef¨®nica, y alude al t¨ªtulo del libro, que describe un enga?o que tambi¨¦n es una ilusi¨®n, la de la seguridad y el bienestar. ¡°Nos enga?¨®, nos enga?amos. Pero aquella estabilidad no era para la eternidad¡±.
Y hoy esta Alemania posmerkeliana ¡ªuna Alemania econ¨®micamente estancada, con una coalici¨®n dividida y en el tiempo de descuento hasta las pr¨®ximas elecciones, y una sucesi¨®n de noticias sobre trenes que llegan tarde o industrias en crisis¡ª mira sin nostalgia a la etapa anterior. Los cr¨ªticos achacan a Merkel que, con su talante pragm¨¢tico, su reticencia a las visiones grandilocuentes y la tendencia a evitar decisiones rupturistas o a tomar riesgos innecesarios, anestesiase el pa¨ªs. Comenta en privado un pol¨ªtico de centroderecha: ¡°Los 2010 fueron a?os de crecimiento y estabilidad para Alemania, pero este tiempo se desaprovech¨®¡±.
Lohse, el autor de Die T?uschung, cree que hay algo m¨¢s complejo en la relaci¨®n de alemanes con Merkel y de Merkel con los alemanes. Primero: no fue solo Merkel la responsable del ¡°enga?o¡± o la ¡°ilusi¨®n¡±. Todo el pa¨ªs particip¨® de aquel teatro de ilusiones, como demuestra el amplio apoyo del que disfrut¨®. Y segundo: hasta los ¨²ltimos d¨ªas de sus 16 a?os en el poder, en un discurso en el que expuso con franqueza su sentimiento, como muchos alemanes del Este de ser ciudadanos de segunda clase, la canciller evit¨® poner en primer plano su origen en la RDA. Como si hubiera querido adaptarse a un sistema, y un partido, modelado por la Alemania occidental, sin molestar demasiado. Como si hubiera barrido bajo la alfombra las dificultades de reunificaci¨®n de las dos Alemanias y sus ciudadanos tras la ca¨ªda del Muro en 1989.
¡°Como ella quer¨ªa demostrar a toda costa que como alemana del este pod¨ªa sobrevivir en este sistema, no corri¨® riesgos¡±, analiza Lohse. Existe, salvando las distancias, un paralelismo con Barack Obama, el primer negro en la Casa Blanca. Despu¨¦s de Obama, vino Donald Trump. Despu¨¦s de Merkel, que podr¨ªa haber sido un s¨ªmbolo de la unidad definitiva del este y el oeste, la extrema derecha se ha instalado, sobre todo en el este. Y vuelve con fuerza la sensaci¨®n del muro mental entre el este y oeste. ¡°Ahora¡±, dice el autor, ¡°vemos que nunca hab¨ªamos estado tan alejados¡±.
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