Rikers Island: la c¨¢rcel de los horrores de Nueva York
Palizas, peleas y abusos son comunes en una prisi¨®n donde el 90% de los presos son negros o latinos
La colonia penitenciaria de Rikers Island est¨¢ clavada en un trozo de tierra que emerge del East River. La ¨²nica v¨ªa de acceso al enorme correccional es un puente desde el barrio neoyorquino de Queens. Lleva tres minutos recorrerlo con el autob¨²s de la l¨ªnea Q100. Es el tiempo que necesita Hannah para retocarse antes de dejar todas sus pertenencias en la taquilla y pasar a ver a su novio. Ah¨ª estuvo ella encerrada antes por drogas.
Al llegar al centro de visitas, un par de guardias suben e invitan a los pasajeros a dejar cualquier droga o arma antes de bajar. Al abrirse las puertas se siente un fuerte olor a queroseno. Todos se ponen en fila para que les olfatee un perro en medio del estruendo de los motores de los aviones que cruzan la bah¨ªa de Bowery en vuelo rasante hacia el aeropuerto de LaGuardia.
El conductor del Q100 es la primera persona que encuentran los presos de Rikers cuando son puestos en libertad. ¡°Los sueltan a las cuatro de la madrugada¡±, comenta Jorge Farez. ¡°Salen desesperados¡±, indica el empleado. Algunos le piden un cigarrillo. Otros ni siquiera pueden pagar el billete, as¨ª que a Farez no le queda otra que hacer la vista gorda, porque el puente no se puede cruzar a pie. ¡°Es triste¡±, dice, ¡°cada tres meses pido cambio de ruta¡±.
El viaje de ida y vuelta a Rikers invita a reflexionar sobre todo lo que va mal en el sistema penal en Estados Unidos y la masificaci¨®n penitenciaria. El consejo municipal de la ciudad de Nueva York aprob¨® el pasado octubre el plan definitivo para cerrar esta prisi¨®n, a m¨¢s tardar en 2026, y sustituirla por cuatro c¨¢rceles m¨¢s peque?as en los barrios del Bronx, Brooklyn, Queens y Manhattan, ubicadas junto a los tribunales.
La c¨¢rcel de Rikers Island abri¨® en 1932 como un centro de detenci¨®n temporal para las personas que esperan juicio o para convictos que cumpl¨ªan una condena corta. Est¨¢ integrada por diez unidades y ocupa una superficie equivalente a 300 campos de f¨²tbol. Tiene capacidad para acoger a 14.000 presos de media, aunque durante la crisis de la droga del crack hace tres d¨¦cadas llegaron a contarse m¨¢s de 20.000 reclusos.
¡°La roca no es un lugar para un ser humano¡±, dice V¨ªctor Herrera al relatar los abusos que sufri¨® las dos veces que estuvo encerrado, hace una d¨¦cada. ¡°Los guardias me pegaron y me metieron durante d¨ªas en una celda aislado¡±. Estuvo en Rikers un total de cuatro a?os. La primera vez por asalto en segundo grado y despu¨¦s por un caso de droga. ¡°Sienten que tienen la autoridad para hacerlo¡±, dice.
La m¨¢s peligrosa
Marco Barrios corrobora sus palabras. Este veterano de la guerra del Golfo pas¨® dos veces por Rikers en relaci¨®n con un proceso por asesinato. Recuerda la violencia de las peleas entre bandas. ¡°Los guardias no actuaban hasta que [los presos] casi se mataban [entre s¨ª]¡±, cuenta. Tuvo suerte de no haber estado en verano. Otros reclusos le contaron que ¡°las paredes se calientan tanto que sudan¡±.
El abogado Juan Cartajena la visit¨® como observador cuando integr¨® la comisi¨®n especial que elabor¨® las propuestas para su cierre. ¡°Es una de las m¨¢s peligrosas del mundo¡±, asegura el tambi¨¦n presidente de la organizaci¨®n de derechos civiles Latino Justice. ¡°Los que llegan ah¨ª tienen que adaptarse a pelear¡±. Es lo que hizo Tamika Graham. Estuvo en Rikers por primera vez en 1995, con 16 a?os. ¡°La piel se me hizo callo para que la isla no me comiera viva¡±, relata.
Volvi¨® 14 a?os despu¨¦s. ¡°Nada hab¨ªa cambiado¡±, dice al hablar del ambiente t¨®xico en la prisi¨®n. El 90% de la poblaci¨®n reclusa es negra o latina y el 40% sufre problemas mentales. Cartajena se?ala que el 78% de los reos ¡°sufre la penalidad de no tener los recursos para pagar los 1.000 d¨®lares de fianza que le permitir¨¢n esperar en libertad su fecha de juicio¡±. ¡°Si una persona es inocente hasta que es declarada culpable¡±, reflexiona, ¡°entonces Rikers no tiene raz¨®n de existir¡±.
Denuncias
El alcalde Bill de Blasio coloc¨® el desmantelamiento de la c¨¢rcel de los horrores entre sus prioridades. Asegura que con esta acci¨®n se evitar¨¢ ¡°enviar a personas que cometieron un error en sus vidas por un camino que solo les empeorar¨¢¡±. ¡°Creemos en un sistema judicial que se centra en lo positivo de cada persona, en su humanidad y sus posibilidades¡±, declar¨® tras decidir el cierre. ¡°Creemos en la redenci¨®n¡±.
El aislamiento del complejo provoc¨® que durante d¨¦cadas se ignorara lo que pasaba tras sus muros. El antiguo fiscal Preet Bharara ya expuso en 2014 el patr¨®n de uso sistem¨¢tico de la fuerza por los guardas. Algunos edificios no contaban con aire acondicionado y hab¨ªa ratas por todas partes. El Departamento de Justicia emprendi¨® entonces acciones legales contra la ciudad al entender que se estaban violando los derechos constitucionales de los internos.
Rikers, como dijo Jonathan Lippman en un coloquio sobre centros penitenciarios masificados, se convirti¨® as¨ª en ¡°un acelerador de la miseria humana¡±. Este antiguo juez lider¨® el panel de expertos que recomend¨® su desmantelamiento. ¡°No hay duda de que un lugar que brutaliza al ser humano da?a la seguridad p¨²blica m¨¢s que protegerla¡±, denuncia. ¡°Sab¨ªamos qu¨¦ hab¨ªa que hacer¡±.
La batalla para acabar con Rikers dura ya tres d¨¦cadas. Pero como recuerda Herbert Sturz, de la fundaci¨®n Open Society, el caso de Kalief Browder fue crucial. Ten¨ªa 16 a?os cuando fue arrestado por robar una mochila. Su familia no pudo pagar la fianza. Estuvo 800 d¨ªas aislado y sufri¨® palizas. Qued¨® en libertad tras tres a?os preso. El da?o estaba hecho y se suicid¨® en casa de sus padres en 2015.
Cr¨ªticas
La tragedia de Kalief, comenta Sturz, ¡°ayud¨® a humanizar el problema¡±. El panel concluy¨® que la cultura de violencia est¨¢ tan arraigada en Rikers que es imposible corregirla. Pero para que se pueda cerrar, la soluci¨®n pasa antes por reducir la poblaci¨®n reclusa. Actualmente hay 7.300 presos. El plan es dejarlos en la mitad para poder traspasarlos. El proyecto costar¨¢ 8.700 millones.
El proceso para cerrar Rikers ser¨¢ complicado. El sindicato de funcionarios de prisiones considera que es ambiguo, costoso y que depende de que la ca¨ªda de la criminalidad reduzca la poblaci¨®n penitenciaria. Rafael Mangual, del conservador centro de estudios Manhattan Institute, duda de que pueda hacerse ¡°sin dejar a gente peligrosa en la calle¡±. El 60% de los reclusos esperan juicio por cr¨ªmenes violentos.
Los cr¨ªticos tambi¨¦n explican que los planes de clausura ignoran el hecho de que la mitad de los presos liberados vuelven a ser arrestados antes de un a?o. Jonathan Lippman responde que ¡°tratar a la gente como animales no es como debe comportarse una sociedad moderna¡±. ¡°No se puede dar la espalda a esta gente¡±, dice Carmen Silva, tras llevar ropa de invierno a un amigo preso, ¡°porque obtienes m¨¢s violencia. Hay que buscar la raz¨®n¡±.
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