Wolfgang Schmidt, ministro alem¨¢n: ¡°Los ¡®tecnooligarcas¡¯ de EE UU tienen su programa. En Europa debemos unirnos¡±
El jefe de la Canciller¨ªa, el colaborador m¨¢s cercano de Scholz, rechaza las cr¨ªticas de haber arrastrado los pies en la ayuda a Ucrania y admite que las peleas internas en la coalici¨®n de Gobierno han lastrado su actuaci¨®n

Hamburgo. Diez de la ma?ana. Varios grados bajo cero. El ministro Wolfgang Schmidt trata de ara?ar los ¨²ltimos votos para el Partido Socialdem¨®crata (SPD) en las elecciones de dentro de tres d¨ªas. Un hombre en silla de ruedas se le acerca para pedirle, por encima de todas las cosas, que despu¨¦s del domingo no pacten con los democristianos. ¡°Y menos con Friedrich Merz como jefe, que se ha aliado con los ultras¡±, le espeta. ¡°Sigo luchando hasta el final para que Olaf Scholz siga siendo canciller. Pero para eso necesito su voto¡±, responde Schmidt. La conversaci¨®n ilustra a la perfecci¨®n lo que est¨¢ a punto de pasar en Alemania: las encuestas se?alan una realidad tozuda: que la CDU de Merz ganar¨¢ las elecciones y que los socialdem¨®cratas aspiran, como mucho, a entrar en una coalici¨®n como socio menor, ya sin Scholz en el Gobierno.
Schmidt (Hamburgo, 54 a?os) no es solo ministro para Asuntos Especiales y jefe de la Canciller¨ªa. Se le considera el cerebro en la sombra de Scholz, su colaborar m¨¢s cercano tras acompa?arlo durante 20 a?os, desde su etapa como alcalde de Hamburgo, como ministro de Angela Merkel y ahora en el cargo m¨¢s importante de la pol¨ªtica alemana. En un espa?ol impecable, fruto de su Erasmus en Bilbao y de su matrimonio con una mexicana, este pol¨ªtico rechazaba con pasi¨®n este jueves las injerencias de Estados Unidos en su pa¨ªs; y defend¨ªa el balance del Gobierno, aunque admitiendo que las peleas internas han lastrado a veces su actuaci¨®n.
Pregunta. Si las encuestas no se equivocan, Scholz saldr¨¢ del Gobierno tras las elecciones, convirti¨¦ndose en uno de los cancilleres m¨¢s breves de la historia de la Rep¨²blica Federal de Alemania. ?Cu¨¢l ser¨¢ su legado?
Respuesta. Antes que nada: seguimos en campa?a hasta el domingo e intentamos hacer todo para que siga siendo canciller. Scholz ha liderado bien a Alemania en medio de muchas crisis, como la pandemia y la invasi¨®n rusa de Ucrania. No era nada f¨¢cil. La guerra de agresi¨®n tuvo un impacto masivo en Alemania, por ejemplo, con el aumento extremo de los precios de la energ¨ªa. La alta inflaci¨®n ha causado problemas en toda Europa, lo que ha dificultado la reelecci¨®n de muchos gobiernos. Alemania, adem¨¢s, ha estado por primera vez gobernada por una coalici¨®n de tres partidos con puntos de vista muy distintos. Las discusiones a veces dificultaron la b¨²squeda de soluciones. M¨¢s all¨¢ de la gesti¨®n de crisis, el mandato de Scholz se ha caracterizado por abordar los problemas estructurales. Se trata, sobre todo, de la gran transformaci¨®n que tenemos por delante: lograr en 20 a?os la neutralidad en emisiones, lo que requiere un cambio radical en la econom¨ªa.
P. Su Gobierno ha recibido cr¨ªticas por arrastrar los pies en su ayuda a Ucrania, por darle los medios necesarios para que no perdiera la guerra, pero no para que la ganara.
R. Esta cr¨ªtica no es justa. Alemania es, con mucha diferencia, el pa¨ªs europeo que m¨¢s ayuda ha dado a Ucrania. Incluyendo el coste de los refugiados, hemos gastado m¨¢s de 40.000 millones de euros. Si Estados Unidos quisiera igualarnos en proporci¨®n a su econom¨ªa, tendr¨ªa que multiplicar esta cifra por cuatro. Cuando estall¨® la guerra no ten¨ªamos una industria de defensa suficientemente grande como para cubrir las necesidades. Adem¨¢s, incluso para un pa¨ªs rico como Alemania, es un gran desaf¨ªo movilizar tales sumas de dinero. En la coalici¨®n de Gobierno no hubo consenso sobre la posibilidad de utilizar nuevos cr¨¦ditos para apoyar a Ucrania. Uno de los socios insisti¨® en una interpretaci¨®n muy estricta de las reglas fiscales.
P. Muchas veces han titubeado en la entrega de armas.
R. Eso tampoco es cierto. Hemos entregado lo que era posible y necesario. Al mismo tiempo, era y sigue siendo nuestra tarea garantizar que la sociedad respaldara este apoyo masivo a Ucrania. Y ah¨ª hubo un fen¨®meno interesante: los medios nos criticaban por no enviar suficientes armas, mientras que casi la mitad de la poblaci¨®n, especialmente en el este de Alemania, nos acusaba de belicistas y de prolongar la guerra con nuestra ayuda.
P. Estos d¨ªas asistimos al acercamiento a Rusia de los EE UU de Donald Trump. ?C¨®mo debe responder el pr¨®ximo Gobierno alem¨¢n?
R. Toda Europa debe actuar unida. Debemos asegurar que no es aceptable negociar nada sobre Ucrania sin Ucrania; insistir en que Europa debe sentarse en la mesa de negociaciones; y resaltar una obviedad: Ucrania no es una dictadura, como han dicho. Si no hay elecciones, es por la guerra que inici¨® Rusia.
P. Europa ya ha comprobado que no puede fiarse del amigo americano. ?Qu¨¦ hacer ante este giro sustancial en la arquitectura de seguridad creada tras la II Guerra Mundial?
R. EE UU sigue siendo nuestro aliado m¨¢s importante. Parece que en el nuevo Gobierno hay distintas opiniones. El nuevo presidente act¨²a como un disruptor: hay que tomarlo en serio, pero no hay que interpretar literalmente cada frase que diga o cada tuit que escriba.
P. S¨ª, pero vemos al vicepresidente J. D. Vance apoyando a pocos d¨ªas de las elecciones al partido ultra AfD. Y lanzando un ataque brutal, el pasado fin de semana en M¨²nich, al coraz¨®n de los valores del continente. ?C¨®mo debe Alemania defenderse de estas injerencias?
R. La respuesta es muy clara. Solo nosotros decidimos nuestro destino. No necesitamos sugerencias de nadie. Para los socialdem¨®cratas, no es ninguna novedad que gente con mucho dinero y poder quiera destruir nuestro partido o el sistema. Es algo que hemos visto en los m¨¢s de 160 a?os de nuestra historia. Los tecnooligarcas tienen su propio programa: deshacerse del Estado y de todas las reglas que nos hemos dado. Es un proceso que ya han comenzado en EE UU. Y es importante que nos defendamos. Mi impresi¨®n es que en Europa hemos entendido el mensaje de que tenemos que unirnos.
P. Hace cuatro a?os, la ultraderecha logr¨® el 10% de los votos. El domingo puede superar el 20%, convirti¨¦ndose en el segundo partido m¨¢s votado, por delante de los socialdem¨®cratas. ?Qu¨¦ ha fallado?
R. Por desgracia, la ultraderecha se ha normalizado en Alemania. Somos un pa¨ªs con un Estado de bienestar fuerte, pero mucha gente est¨¢ muy enfadada. Empez¨® con la pandemia y continu¨® con la subida de los precios de la energ¨ªa tras la guerra contra Ucrania. Luego subieron los precios de los alimentos. Llegamos a tener la inflaci¨®n m¨¢s alta en 50 a?os y los salarios reales cayeron como no hab¨ªamos visto desde la II Guerra Mundial. Adem¨¢s, en dos a?os llegaron 1,6 millones de refugiados, la mayor¨ªa de Ucrania. Pero hemos logrado mejorar la situaci¨®n. La inflaci¨®n ya est¨¢ casi en el 2%, el objetivo del BCE. Los salarios reales est¨¢n subiendo. Y el a?o pasado tuvimos un 34% menos de entradas de refugiados. El Gobierno ha logrado avances, pero no tenemos una varita m¨¢gica para solucionarlo de golpe. Los ataques terroristas han intensificado a¨²n m¨¢s el debate sobre la migraci¨®n. Y en estas circunstancias, el partido m¨¢s grande de la oposici¨®n [la CDU de Merz] ha decidido usar el populismo como respuesta a la migraci¨®n.
P. Muchos alemanes piensan que es necesario reducir las llegadas de migrantes. Parece haber un consenso en que el pr¨®ximo Gobierno ser¨¢ mucho m¨¢s duro en este asunto.
R. Ya hemos hecho mucho para reducir significativamente la migraci¨®n irregular. Pero, de nuevo: no hay una varita m¨¢gica para reducirla a cero. Se aplican el derecho europeo y el derecho internacional, no vivimos en un espacio sin normas.
P. ?Ha desaparecido la llamada ¡°cultura de la bienvenida¡± con la que Alemania recibi¨® a un mill¨®n de refugiados en 2015?
R. Muchos municipios han dicho que ya no pueden m¨¢s. Vimos que hab¨ªa un problema y por eso actuamos ya desde finales de 2022. Ahora hace falta poner en pr¨¢ctica el pacto de asilo europeo que se acord¨® despu¨¦s de ocho a?os de negociaciones muy intensas. Los intereses de pa¨ªses con fronteras externas (como Espa?a, Italia o Grecia) son muy distintos de los de Alemania. Necesitamos un sistema europeo. Que en lugar de hablar de eso estemos debatiendo sobre soluciones irreales no es una buena se?al.
P. Si Merz es el nuevo canciller, solo Espa?a, Dinamarca, Rumania y Malta tendr¨¢n l¨ªderes socialistas en la UE. ?Qu¨¦ papel debe jugar la socialdemocracia en Europa? ?Y Pedro S¨¢nchez, como ¨²nico gobernante de su partido en uno de los grandes pa¨ªses?
R. Obviamente, Pedro S¨¢nchez es una voz muy importante a nivel internacional, tambi¨¦n como presidente de la Internacional Socialista. En toda Europa hemos visto la fragmentaci¨®n del sistema pol¨ªtico. Mucha gente ya no vota a los partidos de masas, sino a formaciones que les representan por motivos distintos. Despu¨¦s, estos partidos deben formar coaliciones, que acaban decepcionando muy r¨¢pidamente a los votantes porque no responden a las expectativas. Si a?adimos a eso las redes sociales, en las que todos tenemos opiniones muy fuertes, todo esto va en contra de la necesidad de llegar a acuerdos, de tener unos consensos b¨¢sicos. El gran desaf¨ªo de los socialdem¨®cratas es buscar respuestas a los problemas que m¨¢s preocupan a la gente, como la econom¨ªa y c¨®mo asegurar y crear empleos. Y despu¨¦s enfrentar estas propuestas con las de los partidos conservadores.
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