Gaza, un Ramad¨¢n con miedo al fin de la tregua y sin ayuda humanitaria: ¡°Ya no tenemos fuerzas para que nos corten la comida¡±
Los habitantes de la Franja se aprovisionan de productos b¨¢sicos por temor a la escasez y a la reanudaci¨®n de la guerra


En el mundo musulm¨¢n, el Ramad¨¢n -que comenz¨® el pasado s¨¢bado- es un mes de celebraci¨®n comunitaria, rezo y beneficencia en el que las calles se decoran y -por las tardes, tras la ruptura del ayuno- se llenan de gente y puestos de comida. Para el gazat¨ª Hossam Nasser est¨¢n siendo, en cambio, d¨ªas de ¡°gran ansiedad¡±, por los crecientes tambores de guerra del Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu y su decisi¨®n el domingo de cortar indefinidamente la entrada de ayuda humanitaria, para forzar a Ham¨¢s a aceptar cambios y vulneraciones del alto el fuego que acordaron en enero. ¡°Por desgracia, dependemos de esa ayuda. De la poca que nos llega, como harina, arroz y lentejas. Vivo con mis hijos, mi hermano y su familia en una tienda de campa?a. Y lo digo con franqueza: malditas sean la vida y los a?os, si esto es la vida¡±, lamenta a trav¨¦s de mensajes de WhatsApp (Israel impide la entrada libre a la prensa desde el inicio de la guerra). En la noche del domingo, la primera del castigo colectivo israel¨ª, los gazat¨ªes se han apresurado a aprovisionarse. Productos b¨¢sicos, como la harina, han duplicado su precio.
Como tantos gazat¨ªes, Nasser, de 35 a?os, ha acabado en una tienda de campa?a tras m¨¢s de un a?o de tumbo en tumbo. Primero, cuenta, sobrevivi¨® (sepultado bajo los escombros) al bombardeo de su edificio familiar. Lo describe como una de las tres veces en que ¡°la protecci¨®n de Dios¡± salv¨® a su familia de ¡°convertirse en pedazos¡±.
Luego embuti¨® a su esposa e hijos en el apartamento que otro familiar hab¨ªa alquilado cerca de la capital. Hasta finales de enero, cuando el ej¨¦rcito israel¨ª permiti¨® (en virtud del acuerdo de alto el fuego) a cientos de miles de desplazados del norte al sur de Gaza regresar a sus hogares. Entre ellos, los propietarios de la casa. ¡°Nos pidieron desalojarla¡±, explica Nasser, que dibuja as¨ª su vida hoy: ¡°En la calle, sin un techo, ni calor, ni trabajo, ni carne, a causa del asedio y la pobreza¡±.
Ahora, teme la ¡°humillaci¨®n¡± de que se prolongue el corte de la ayuda humanitaria y le toque buscar a diario comida y bebida, ya sin ¡°poder ni fuerzas¡± tras 16 meses de invasi¨®n israel¨ª. ¡°Adem¨¢s, si la guerra vuelve de nuevo, ser¨¢ una guerra de supervivencia o de extinci¨®n¡±, advierte.

La agencia de la ONU para la infancia, Unicef, ha dado este lunes la voz de alarma de la ¡°rapidez¡± con que la decisi¨®n israel¨ª puede tener ¡°consecuencias devastadoras para los ni?os y familias en Gaza que luchan por sobrevivir¡±. Unicef explica en un comunicado que pudo introducir en las seis semanas de la primera fase de la tregua (concluida este s¨¢bado sin continuidad, por el rechazo de Netanyahu a negociar la segunda fase) hasta mil camiones con agua, medicamentos o vacunas, entre otros. Es el triple que en las seis semanas previas, pero la situaci¨®n de la infancia en Gaza sigue siendo ¡°nefasta¡±, tambi¨¦n durante el alto el fuego. As¨ª lo evidenci¨® la semana pasada la muerte de siete reci¨¦n nacidos por hipotermia, seg¨²n informaron los servicios sanitarios.
Es tambi¨¦n un Ramad¨¢n con el amenazante zumbido de fondo de los drones. Como los que sobrevuelan a la familia Maruf mientras rompe el ayuno sobre los escombros de su casa en Yabalia, en el norte de Gaza. ¡°No puedo traer a mis hijos comida, ni ropa para cubrirse, [¡] pero aqu¨ª seguimos, tambi¨¦n en el mes de Ramad¨¢n, haciendo el iftar [la comida con la que se rompe el ayuno en Ramad¨¢n] entre escombros, viviendo entre escombros¡±, se?ala el padre de familia.
Un v¨ªdeo difundido por medios locales muestra a la familia comiendo en el suelo o cortando madera para preparar una hoguera. Colocan el puchero sobre dos ladrillos y un hierro agujereado. Con 200.000 habitantes antes de la guerra, Yabalia es la localidad m¨¢s destrozada, por una mezcla de bombardeos, incursiones, explosiones controladas y enfrentamientos entre soldados y milicianos, con un duro cerco como colof¨®n, entre octubre pasado y el inicio de la tregua, en diciembre.
Algunos, como los Maruf, se quedaron durante la guerra en una de las zonas m¨¢s peligrosas, ¡°pese a la destrucci¨®n y las p¨¦rdidas¡±. Otros, como Salah al-Hajj Hassan, han aprovechado la tregua para regresar a Yabalia y plantar su tienda de campa?a sobre los escombros. O para reestablecerse en lo que queda de sus casas, en ocasiones sin ventanas e incluso fachada para protegerse del fr¨ªo de las ¨²ltimas semanas. ¡°Estamos muriendo y no queremos guerra, ni las alertas de desplazamiento, ni hambre para nuestros hijos¡±, declaraba Salah este lunes a la agencia Reuters. ¡°?De d¨®nde vendr¨¢ nuestra comida?¡±, se preguntaba.
El ambiente en Gaza (donde casi toda la poblaci¨®n profesa el islam) parec¨ªa distinto el s¨¢bado, cuando recibi¨® el mes sagrado musulm¨¢n con eventos colectivos. En Rafah, miles de palestinos compart¨ªan el iftar en una mesa corrida que se extend¨ªa cientos de metros. A los lados, una hilera gris de edificios en ruinas ilustraba una destrucci¨®n sin precedentes desde la II Guerra Mundial. En Yabalia, juntaron decenas de sillas de pl¨¢sticos para la ocasi¨®n, que en tiempos de paz suele disfrutarse en el hogar, con platos cocinados a lo largo de la jornada y dulces especiales.

A¨²n quedaban entonces unas pocas horas antes de que terminase la primera fase del alto el fuego y Netanyahu anunciase el bloqueo a la ayuda humanitaria, as¨ª que el cl¨¦rigo musulm¨¢n Mufid Al Hasanat manifestaba ante las c¨¢maras su alegr¨ªa por un Ramad¨¢n sin los bombardeos constantes ni las estrecheces del anterior.
¡°El pasado Ramad¨¢n no vivimos d¨ªas as¨ª, ni esta espiritualidad, porque sol¨ªamos vivir bajo bombas, destrucci¨®n y muerte¡±, dec¨ªa Al Hasanat. ¡°Pero este, si Dios quiere, viviremos d¨ªas distintos, en los que el coraz¨®n se llenar¨¢ de alegr¨ªa, porque lo recibimos sin sangre ni muertes¡±. El de 2024 comenz¨® tras cinco meses de guerra, ya con m¨¢s de 30.000 muertos, la ONU advirtiendo del riesgo de hambruna en el norte y decenas de gazat¨ªes perdiendo la vida aplastados o ahogados tratando de alcanzar los primeros los cargamentos de ayuda que pa¨ªses como EE UU, Jordania o el Reino Unido lanzaban desde el aire.
Desde el domingo, las im¨¢genes del lado egipcio del paso fronterizo de Rafah recuerdan a las previas a las de entonces, cuando Israel decidi¨® usar el hambre como arma de guerra y los saqueos y problemas log¨ªsticos dificultaban el reparto. Cientos de camiones esperan en fila en Egipto su momento para entrar.
Los bombardeos han sido mucho m¨¢s puntuales durante el alto el fuego, pero han matado a m¨¢s de cien personas en seis semanas, seg¨²n el Ministerio de Sanidad del Gobierno de Ham¨¢s en Gaza. Desde este domingo, Israel los ha incrementado ligeramente. Los vecinos del este y el sur hablan de m¨¢s disparos con armas largas y tanques desde la zona tamp¨®n en la que siguen las tropas.
El temor a que sea solo el principio se alimenta de las declaraciones de los dirigentes israel¨ªes en los ¨²ltimos d¨ªas. Bezalel Smotrich, uno de los ministros con m¨¢s poder y parte del pu?ado al que Netanyahu consult¨® antes de anunciar el bloqueo a la ayuda, pide ¡°abrir las puertas del infierno¡±, calcando la expresi¨®n del presidente de EE UU, Donald Trump. El vicepresidente del Parlamento, Nisim Vaturi, abog¨® en una entrevista televisiva, el pasado d¨ªa 17, por aprovechar las nuevas bombas enviadas por Trump para reanudar los ataques con m¨¢s fuerza que en los 16 meses previos, en los que el ej¨¦rcito israel¨ª combati¨®, dijo, ¡°con las manos atadas a la espalda¡±.
El ¨²ltimo llamamiento, este lunes, proviene de Itamar Ben Gvir, el l¨ªder ultraderechista que renunci¨® hace dos meses (en protesta por el alto el fuego en Gaza) a la cartera al mando de la polic¨ªa y las prisiones y promete regresar a la coalici¨®n de Netanyahu si aplica la iniciativa de limpieza ¨¦tnica de Trump. Quiere que Netanyahu vaya m¨¢s lejos y ordene ¡°bombardear los almacenes¡± en Gaza que guardan la ayuda humanitaria y corte tambi¨¦n totalmente el agua y la electricidad. ¡°Debemos hacer pasar hambre a los terroristas de Ham¨¢s, antes de volver a la lucha, para poderlos aplastar despu¨¦s con facilidad¡±, ha asegurado.
El director general de Planificaci¨®n, Agua y Saneamiento del Ayuntamiento de Gaza capital, Maher Ashur Salem, ha afirmado a la cadena Al Jazeera que el enclave cuenta con alrededor del 25% del agua previa a la guerra. El 80% proviene de la compa?¨ªa israel¨ª Mekorot (que luego pasa la factura a la Autoridad Nacional Palestina), por lo que un corte del suministro tendr¨ªa consecuencias terribles. M¨¢s a¨²n, agreg¨®, cuando las Fuerzas Armadas de Israel han destruido ya un 75% de las alternativas, como pozos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
