Agua: fuente de vida y arma de guerra
En la franja de Gaza, la cantidad de agua disponible por persona es casi un 70% inferior al m¨ªnimo necesario para sobrevivir en situaciones de emergencia
Si preguntamos a una criatura de qu¨¦ sirve el agua, probablemente lo primero que nos responda es: para beber. Claro y raso. En cambio, si la pregunta la dirigimos a una persona adulta, la respuesta se llenar¨ªa de matices y nuevos usos: para regar, cocinar, llenar las piscinas o para hacer funcionar algunas empresas. A medida que nos hacemos mayores, perdemos de vista que el uso primordial del agua es mantener la vida, tanto de las personas como de la naturaleza. Esto provoca que muchas veces nos olvidemos de que es un derecho humano y que se puede hacer un mal uso en materia social. Un ejemplo es lo que est¨¢ pasando este ¨²ltimo a?o en la franja de Gaza. Seg¨²n declaran los relatores de Naciones Unidas, el agua en el asedio a Gaza se ha convertido en un arma. Su uso es hacer la guerra.
Durante el a?o que lleva activo el asedio, Israel ha boicoteado las infraestructuras h¨ªdricas de Palestina y ha contaminado las fuentes de agua. Para hacernos una idea, est¨¢ calculado que una persona necesita para vivir unos 100 litros de agua de media al d¨ªa y 15 litros para sobrevivir en un conflicto ¨Cla dosis llamada de emergencia¨C. Actualmente, la cifra media que llega a Gaza es de 4,7 litros por persona y d¨ªa; a¨²n menor que la dosis requerida para sobrevivir. Para Israel es una estrategia b¨¦lica: de esta falta de agua potable y saneamiento se derivan casi 2 millones de casos de enfermedades, seg¨²n ha anunciado Oxfam en las ¨²ltimas semanas.
Claramente, esta situaci¨®n pone a la poblaci¨®n de Gaza en una posici¨®n todav¨ªa m¨¢s vulnerable y tiene impactos sobre el entorno en el que viven. La ¨²nica fuente natural de agua dulce en Gaza es el acu¨ªfero costero y, para paliar la gran sed, la gente est¨¢ intentando extraer hasta la ¨²ltima gota. Pedro Arrojo, relator de Naciones Unidas y fundador de la Fundaci¨®n Nueva Cultura del Agua, aportaba los datos hace un par de semanas en una rueda de prensa: una poblaci¨®n de 2,3 millones de personas se ha visto obligada a bombear tres veces m¨¢s agua del acu¨ªfero de lo que recibe ¨¦ste por reposici¨®n natural. Las consecuencias de esta explotaci¨®n se asemejan a un pez que se muerde la cola, porque un acu¨ªfero agotado tarda mucho en recargarse y significa la p¨¦rdida de agua potable durante m¨¢s a?os todav¨ªa. Adem¨¢s, en el caso concreto de Gaza, el acu¨ªfero est¨¢ muy cerca del mar, lo que facilita que reciba la intrusi¨®n del agua marina si est¨¢ da?ado, y tiene poca profundidad, as¨ª que la salinizaci¨®n tambi¨¦n afecta a los suelos. Como bien sabe el campesinado, en una tierra salada no se podr¨¢ cultivar en d¨¦cadas.
Otro punto que acostumbramos a olvidar es que el agua, adem¨¢s de un derecho humano, es un bien com¨²n. Si el agua la pueden utilizar unos por encima de otros es porque la sociedad que vive en las mismas cuencas hidrogr¨¢ficas de los r¨ªos no tiene poder ni derecho a decidir sobre ellas. Y esto tiene que cambiar. Necesitamos crear procesos de gobernanza del agua que sean colaborativos, justos y equitativos y que puedan mantener la salud de la fuente com¨²n; es un reto may¨²sculo que compartimos tanto en nuestro pa¨ªs como en el resto de pueblos. Evitar estos abusos de poder en el uso del agua es una tarea tit¨¢nica ya en momentos de paz, as¨ª que en tiempos de guerra es imposible, pero sigue teniendo un papel muy importante para gestionar las tensiones y los conflictos que aparecen con la escasez de agua y es fundamental para recuperar el equilibrio socioecon¨®mico en un territorio una vez que se acabe la guerra. La gobernanza compartida nos recuerda que el agua es de todas y nos devuelve a la idea intr¨ªnseca de las criaturas: el primer uso del agua es dar vida. Utilizarla como arma es un crimen de guerra.
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