Los muros de Trump
El muro m¨¢s eficaz que ha construido el 45? presidente de Estados Unidos no es de cemento ni de acero. Se trata de una implacable red de acciones ejecutivas, ¨®rdenes administrativas y acuerdos con otros pa¨ªses obtenidos bajo amenaza que han conseguido frenar la inmigraci¨®n legal e ilegal. Las barreras levantadas en estos cuatro a?os han afectado a decenas de miles de personas
Donald Trump no ha podido cumplir la gran promesa de la campa?a que le llev¨® a la Casa Blanca en 2016. No ha construido el muro a lo largo de toda la frontera sur, ese lema pegadizo (We¡¯re going to build a wall, and Mexico will pay for it [Vamos a construir un muro y M¨¦xico va a pagarlo) que repet¨ªa incansablemente en los actos electorales hace cuatro a?os para apelar a su base m¨¢s nacionalista, y que los expertos advert¨ªan imposible por una orograf¨ªa de m¨¢s de 3.100 kil¨®metros de monta?as, r¨ªos y ranchos privados que dividen Estados Unidos y M¨¦xico.
Durante el Gobierno de Trump se han levantado al menos 597 kil¨®metros de barreras fronterizas, el 90% de ellas para reemplazar vallas antiguas, seg¨²n le dijo un portavoz de la Agencia de Aduanas y Protecci¨®n Fronteriza (CBP, por sus siglas en ingl¨¦s) a EL PA?S. La Agencia asegura que la construcci¨®n ¡°ha ayudado a frenar los comportamientos y actividades de los traficantes¡± y los cruces de indocumentados. Sin embargo, el muro, que antes de que Trump llegara a la Casa Blanca ya se extend¨ªa por un tercio de la frontera, no parece la t¨¦cnica m¨¢s eficiente para evitar la migraci¨®n: durante la primera mitad de su mandato hubo un n¨²mero r¨¦cord de llegadas a EE UU, principalmente de familias centroamericanas que cruzaban M¨¦xico huyendo de un c¨®ctel de pobreza, violencia y falta de oportunidades en sus pa¨ªses de origen. Y con el sue?o de que en el norte, con trabajo, s¨ª que podr¨ªan asegurar un futuro a sus hijos.
Pero eso no quiere decir que el presidente no haya conseguido su objetivo. A trav¨¦s de una serie de decretos, cambios de normativas, pol¨ªticas brutales como la separaci¨®n de ni?os de sus padres en la frontera y acuerdos con terceros pa¨ªses, Trump ha creado una serie de barreras a la migraci¨®n legal e ilegal y, con la ayuda inesperada del coronavirus, ha conseguido cerrar virtualmente la frontera sur a quienes llegaban a EEUU buscando refugio.
EL PA?S viaj¨® a las zonas remotas de la frontera donde se construye la valla contra el reloj, provocando severos da?os al medioambiente y a territorios ancestrales de gran valor cultural para pueblos ind¨ªgenas. Mientras, los muros administrativos construidos minuciosamente desde los despachos de la Casa Blanca han trasladado la persecuci¨®n de la migraci¨®n a los pa¨ªses del sur, dejando a decenas de miles de inmigrantes en un limbo y dando un golpe al derecho de asilo en Estados Unidos que, seg¨²n los expertos, podr¨ªa costar a?os revertir.
Lo que separa el muro
Ellos estaban ah¨ª antes que M¨¦xico y que Estados Unidos. Y, por supuesto, estaban much¨ªsimo antes de que se levantara la primera valla, una barrera rudimentaria que se construy¨® entre Tijuana y San Diego en 1989, el a?o de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. Los Tohono O¡¯odham y los Kumiai son dos naciones originarias binacionales que viven divididas por l¨ªneas imaginarias que los pa¨ªses llamaron fronteras y que con el tiempo se convirtieron en barreras f¨ªsicas, las que separan California, en EE UU, de Baja California (M¨¦xico) y Arizona de Sonora. Ahora, con la ampliaci¨®n del muro promovida por Donald Trump, estos grupos ind¨ªgenas, junto a organizaciones ambientalistas, han denunciado destrozos en zonas que consideran sagradas y alteraciones en el medioambiente que pueden tener profundas consecuencias para la migraci¨®n de la fauna, e incluso llevar a la desaparici¨®n de especies.
Cuando Trump lleg¨® a la Casa Blanca, hab¨ªa unos 1.100 kil¨®metros de muro fronterizo entre M¨¦xico y EE UU: desde vallas para frenar el paso de indocumentados en las zonas cercanas a n¨²cleos urbanos hasta bolardos que evitaban el trasiego de autos en los lugares m¨¢s remotos. En su campa?a de 2016, el magnate republicano prometi¨® construir un muro en 1.600 kil¨®metros de la frontera. Con el tiempo, fue bajando sus objetivos hasta poco m¨¢s de 800 kil¨®metros. Hasta ahora, Washington ha construido 597 kil¨®metros y, para fin de a?o, pretenden llegar a los 724. Pero M¨¦xico no ha pagado ni un d¨®lar por ¨¦l, pese a que el presidente sigue repiti¨¦ndolo en sus eventos de campa?a. De hecho, su lucha para conseguir financiaci¨®n para su obra estrella llev¨® al Gobierno al cierre de la Administraci¨®n m¨¢s largo de su historia para presionar al Congreso a que le diera los recursos necesarios y tambi¨¦n declar¨® una emergencia nacional en la frontera para desviar fondos de otros departamentos. Adem¨¢s, una investigaci¨®n reciente de Propublica y The Texas Tribune revel¨® que la infraestructura les est¨¢ costando a los contribuyentes estadounidenses miles de millones de d¨®lares m¨¢s de lo que preve¨ªan los contratos iniciales.
Los muros virtuales
Las aldeas ind¨ªgenas de Guatemala que durante d¨¦cadas han enviado a sus j¨®venes al norte en busca del sue?o americano, casi como un ritual de paso a la madurez, comenzaron a recibir en 2018 llamadas que les informaban de la muerte de ni?os y adolescentes bajo custodia de las agencias migratorias estadounidenses. Tambi¨¦n escuchaban casos de menores indocumentados que enfermaban tras cruzar la frontera y que no recib¨ªan la asistencia necesaria. Una familia, la de Claudia Patricia G¨®mez, una joven de 20 a?os de San Juan Ostuncalco, en Quetzaltenango, tuvo que enterrar el cad¨¢ver de su hija despu¨¦s de que ¨¦sta fuera asesinada de un disparo en la cabeza por un agente de la Patrulla Fronteriza. Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, las noticias sobre los ¡°tratos inhumanos¡± en los centros de detenci¨®n fueron en aumento, recuerda Pedro Pablo Solares, un abogado guatemalteco que lleva a?os estudiando los patrones migratorios de sus paisanos en EE UU. Sembrar el terror para disuadir la migraci¨®n fue una de las primeras estrategias del Gobierno estadounidense para levantar muros virtuales, pero no la m¨¢s efectiva.
El muro m¨¢s eficiente que ha construido Donald Trump no es de cemento ni de acero ni tiene varios metros de alto. Es una truculenta mara?a de acciones ejecutivas, ¨®rdenes administrativas y acuerdos con terceros pa¨ªses que la Administraci¨®n del 45? presidente de Estados Unidos alcanz¨® a golpe de amenazas y que ha conseguido frenar la inmigraci¨®n legal e ilegal.
¡°La Administraci¨®n de Trump ha logrado redefinir el sistema migratorio estadounidense dram¨¢ticamente desde su llegada al poder en enero de 2017, tanto a trav¨¦s de cambios de gran envergadura, que han tenido gran repercusi¨®n p¨²blica, como de ajustes t¨¦cnicos que han pasado m¨¢s desapercibidos¡±, se lee en un informe del Migration Policy Institute publicado en julio pasado que recopila m¨¢s de 400 acciones ejecutivas en inmigraci¨®n llevadas a cabo por el Gobierno.
Adem¨¢s de cambios en el sistema de recepci¨®n de solicitantes de asilo en la frontera sur, reducciones en el n¨²mero de refugiados que acoge EE UU, prohibiciones de entrada a ciudadanos de ciertos pa¨ªses, restricciones a las visas, trabas para conseguir la residencia e incluso ¨®rdenes para desestimar los casos de asilo de quienes huyen de la violencia de g¨¦nero o de las pandillas; el Gobierno de Trump rest¨® poder a los jueces de inmigraci¨®n, llen¨® las cortes de apelaciones de magistrados nombrados por su fiscal general y trat¨® de quitar la protecci¨®n a indocumentados arraigados en el pa¨ªs como los dreamers, miles de j¨®venes a los que sus padres llevaron a EE UU cuando eran ni?os y a los que el expresidente Barack Obama ofreci¨® un alivio migratorio. Muchas de estas medidas han sido desafiadas en los tribunales, que han revertido algunas de ellas, mientras que otras siguen en disputa.
La llegada del discurso xen¨®fobo a la Casa Blanca sembr¨® el temor en las comunidades indocumentadas del pa¨ªs. Asesorado por Stephen Miller, un californiano de 35 a?os al que se ha vinculado con el supremacismo blanco y es considerado el principal arquitecto de las pol¨ªticas m¨¢s duras en la frontera, Trump trat¨® tambi¨¦n de usar el miedo como elemento disuasorio de la migraci¨®n. ¡°Pero estas acciones que sumaban a un clima de crueldad no tuvieron ning¨²n efecto en la disminuci¨®n del flujo migratorio¡±, apunta Solares, el abogado guatemalteco. De hecho, durante la presidencia de Trump se han alcanzado r¨¦cords de detenciones de indocumentados, especialmente despu¨¦s de que se regara el rumor en Centroam¨¦rica de que si llegaban a EE UU con un hijo, la Patrulla Fronteriza los dejar¨ªa pasar. Entre mediados de 2018 y 2019, a la frontera sur de EE UU comenzaron a llegar miles de padres que hab¨ªan recorrido M¨¦xico con hijos de la mano e incluso con beb¨¦s cargados en brazos. Al contrario de lo que suced¨ªa antes, esos migrantes ya no recurr¨ªan a lugares remotos para pasar desapercibidos. Simplemente cruzaban y buscaban a los agentes de la Patrulla Fronteriza para entregarse.
Una vez en territorio estadounidense, las autoridades los procesaban y los liberaban con una citaci¨®n para ver a un juez. Pero, con las cortes de migraci¨®n saturadas, ese proceso pod¨ªa durar meses e incluso a?os, un tiempo en que los migrantes empezaban a trabajar y enviar dinero a sus familias, mientras los ni?os estudiaban en escuelas estadounidenses. Eso era posible, en parte, gracias a dos leyes de protecci¨®n a la infancia que imped¨ªan que los menores migrantes fueran encarcelados. A esa tendencia se les sumaron las caravanas: los grupos de centroamericanos que cruzaban M¨¦xico juntos para llegar a EE UU m¨¢s seguros y sin endeudarse para pagar a los coyotes (traficantes de personas), que pod¨ªan cobrar hasta 10.000 d¨®lares (unos 8.500 euros) por ese trayecto.
Las im¨¢genes de los ¨¦xodos de centroamericanos enfurecieron a Trump. Para ¨¦l, esos migrantes que entraban a su pa¨ªs con ni?os se estaban aprovechando de los ¡°vac¨ªos legales¡± del sistema estadounidense. Su respuesta fue la pol¨ªtica de tolerancia cero: un plan que, entre otras cosas, contemplaba la separaci¨®n de los padres indocumentados de sus hijos ¡°sin importar lo peque?os que fueran¡± ni el trauma que eso les pudiera generar. El presidente quer¨ªa mandar un mensaje claro a los centroamericanos: si vienes con un menor, te lo vamos a quitar. Pero las historias y los audios de algunos de esos ni?os llorando desesperados por ver a sus progenitores conmocionaron al pa¨ªs y le obligaron a dar marcha atr¨¢s. Para entonces, miles de familias ya hab¨ªan sido separadas y, m¨¢s de tres a?os despu¨¦s, hay m¨¢s de 540 ni?os que siguen lejos de sus padres porque el Gobierno los deport¨® a sus pa¨ªses de origen y ahora no puede encontrarlos.
Los muros del sur
Pocos meses despu¨¦s de ese rev¨¦s para el Gobierno, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) anunci¨® su nueva estrategia para frenar la migraci¨®n en la frontera sur: quienes trataran de ingresar sin papeles podr¨ªan ser devueltos a M¨¦xico mientras esperaban la resoluci¨®n de sus casos en cortes de EE UU. El programa de los Protocolos de Protecci¨®n de Migrantes (MPP, por sus siglas en ingl¨¦s) comenz¨® en enero de 2019 en Tijuana y poco a poco se fue extendiendo a otros puntos de la frontera. Pero el descenso en los flujos migratorios no se produjo hasta junio de ese a?o, despu¨¦s de que el Gabinete del presidente mexicano, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, se comprometiera a aplicar m¨¢s mano dura con los centroamericanos que cruzaban su territorio.
El convenio, alcanzado despu¨¦s de que Trump amenazara a M¨¦xico con imponer aranceles a sus productos si no hac¨ªa m¨¢s por frenar la migraci¨®n, contemplaba el despliegue de la reci¨¦n creada Guardia Nacional mexicana en las fronteras y aumentar el n¨²mero de personas retornadas bajo el MPP. ¡°Amenazaron con unos aranceles que iban a afectar de manera terrible la econom¨ªa del pa¨ªs, y M¨¦xico decidi¨® convertirse en el muro, externalizar la frontera de EE UU a nuestra frontera sur [la de M¨¦xico]¡±, dice Soraya V¨¢zquez, subdirectora de la organizaci¨®n binacional Al Otro Lado, que asiste a solicitantes de asilo en Tijuana. ¡°Trump dice burlonamente y sarc¨¢sticamente: ¡®Ya tienen 25.000 guardias cuidando la frontera, est¨¢n pagando por el muro¡¯. Y ciertamente no es una construcci¨®n, pero es un muro conformado por agentes de la Guardia Nacional, del Ej¨¦rcito y de varias corporaciones y as¨ª se ha evitado que las nuevas caravanas que se han formado logren llegar¡±, agrega.
Las im¨¢genes de la Guardia Nacional reprimiendo a las caravanas sorprendieron en M¨¦xico, donde el presidente L¨®pez Obrador hab¨ªa llegado a la presidencia promoviendo un discurso humanitario con los centroamericanos, que se fue transformando a medida que llegaban las presiones de Washington. Pero ¨¦l no fue el ¨²nico en comprometerse con Trump a frenar el tr¨¢nsito de migrantes rumbo al norte: los presidentes de Guatemala, primero, y El Salvador y Honduras, despu¨¦s, tambi¨¦n aceptaron, tras unas negociaciones no exentas de amenazas, que EE UU les enviara a migrantes de otros pa¨ªses que llegaron a su territorio a pedir refugio.
En la pr¨¢ctica, el pa¨ªs centroamericano donde m¨¢s se han visto los efectos de esos acuerdos ha sido Guatemala, que recibi¨® a cientos de hondure?os y salvadore?os retornados desde EE UU antes de la pandemia y que tuvo un rol importante en la disoluci¨®n de la ¨²ltima caravana de migrantes formada a principios de octubre en Honduras. Sin embargo, el abogado guatemalteco Pedro Pablo Solares cree que la ¡°deportaci¨®n masiva¡± no era el principal objetivo del convenio, sino el mensaje que podr¨ªa enviar a las ¡°poblaciones migrantes de que ir a EE UU a solicitar asilo ya no iba a ser una opci¨®n¡±.
Adem¨¢s, Solares sospecha que los anexos del acuerdo alcanzado entre ambos pa¨ªses, que no se han hecho p¨²blicos, podr¨ªan tener las bases que permiten a Washington llevar a cabo operaciones ilegales como las recientemente reveladas por un informe del Senado estadounidense, seg¨²n el cual agentes de la guardia fronteriza de ese pa¨ªs (la CBP) participaron en la deportaci¨®n de migrantes hondure?os en territorio guatemalteco sin tener autorizaci¨®n para ello.
Encerrados al otro lado
Cada vez que atraviesa la puerta de un negocio, Josu¨¦, que pide no revelar su apellido por seguridad, dice que siente que vuelve a tener una vida. Hace un a?o y tres meses que este hondure?o de 29 a?os vive rodeado de cientos de migrantes en una tienda de campa?a que comparte con su pareja y sus tres hijos de siete, 10 y 14 a?os en la ciudad fronteriza de Matamoros, en M¨¦xico. Volver a estar entre cuatro paredes, aunque sea por unos minutos, le hace so?ar con un poco de normalidad.
¡°En el tiempo que llevo aqu¨ª, he visto muchas cosas: personas que se han quedado locas, mujeres dando a luz con la ayuda de otros migrantes, delincuentes, c¨¢rteles golpeando a la gente, y nadie hace nada¡±, relata. As¨ª describe su experiencia viviendo en un campamento de refugiados situado en un margen del r¨ªo Bravo, un lugar que est¨¢ simult¨¢neamente a solo unos metros y a a?os luz de Estados Unidos. ¡°He visto a ni?os con una mente diferente, no como un ni?o normal, porque est¨¢n aqu¨ª sin poder distraerse y sin estudiar, y en el fondo estamos viviendo en una carpa que es peque?a, que no es como una casa y no tenemos luz. Yo tengo m¨¢s de un a?o de no ir a un sanitario que no sea compartido¡±.
Josu¨¦ sali¨® de la colonia L¨®pez Arellano, en el departamento hondure?o de Cort¨¦s, el 17 de mayo de 2019, dos d¨ªas despu¨¦s de que la mara Barrio 18 matara a una de sus t¨ªas y al esposo de esta. Su familia cree que el asesinato fue una represalia por el trabajo que hac¨ªa su padre en una iglesia evang¨¦lica rehabilitando a j¨®venes pandilleros. Decidieron migrar porque sent¨ªan que, si se quedaban, su vida tambi¨¦n corr¨ªa peligro. Pero, seg¨²n dice, su intenci¨®n nunca fue llegar a EE UU. De hecho, hizo los tr¨¢mites para pedir una visa humanitaria en Tapachula, en el sur de M¨¦xico, pero un d¨ªa se encontr¨® a dos pandilleros del grupo que mat¨® a sus t¨ªos y tuvo que huir de nuevo con su mujer y sus tres hijos, esta vez rumbo al norte. Tras varias semanas en tr¨¢nsito, haciendo autostop y buscando cualquier trabajo temporal para sobrevivir, el 29 de julio los cinco cruzaron el r¨ªo Bravo desde Reynosa (Tamaulipas) y llegaron a Hidalgo (Texas), para pedir asilo. ¡°Les dije a los oficiales: ¡®Ayuda, por favor. No podemos regresar porque tenemos miedo¡±, recuerda Josu¨¦. ¡°Y me dijeron que estaba en un programa que se llamaba MPP y que iba de regreso para M¨¦xico¡±.
El acr¨®nimo con el que se choc¨® la familia hondure?a, MPP, son las siglas que definen a otro de los muros virtuales con los que el Gobierno de Trump ha conseguido frenar la llegada de inmigrantes y solicitantes de asilo. Desde que se implement¨® el programa en enero de 2019, EE UU ha regresado a m¨¢s de 67.000 personas, la mayor¨ªa centroamericanas, a peligrosas ciudades fronterizas mexicanas mientras esperan que una corte estadounidense vea sus casos de asilo. Una vez en M¨¦xico, los afectados no pueden hacer mucho m¨¢s que preocuparse por sobrevivir. Para la mayor¨ªa, conseguir un abogado que les ayude a defender y traducir sus casos es casi imposible.
¡°Se llaman Protocolos de Protecci¨®n de Migrantes pero no tiene nada que ver con protegerlos. De hecho, los pone en un gran peligro y les hace mucho m¨¢s dif¨ªcil conseguir protecci¨®n y asilo en EE UU¡±, afirma Kennji Kizuka, un investigador especializado en derechos de los refugiados de la organizaci¨®n no gubernamental Human Rights First. Hasta mayo de este a?o, ese grupo hab¨ªa registrado al menos 1.114 casos de asesinatos, violaciones, secuestros, torturas y otro tipo de ataques violentos de los que fueron v¨ªctimas los migrantes de ese programa, y es probable que el n¨²mero sea mucho mayor, ya que muchos no se atreven a denunciar.
Adem¨¢s, seg¨²n un an¨¢lisis de casos de las cortes de migraci¨®n del Centro de Informaci¨®n y Acceso de Registros Transaccionales (TRAC) de la Universidad de Syracuse de Nueva York, apenas el 7,3% de los solicitantes de asilo llega a sus audiencias judiciales con representaci¨®n legal, mientras que solo 585 de los m¨¢s de 43.250 casos cerrados (un 1,3%) han obtenido refugio o alg¨²n tipo de alivio migratorio. ¡°El Gobierno de EE UU est¨¢ poniendo todos los obst¨¢culos que puede y est¨¢ haciendo sufrir a las personas de una forma inhumana con el fin de que ya no vengan. Es una forma de cerrar la frontera¡±, asegura Jodi Goodwill, una veterana abogada de inmigraci¨®n de Harlingen (Texas). Ella es una de las pocas que se atreve a cruzar el puente fronterizo a Matamoros para asistir legalmente a los afectados por el programa en Tamaulipas, a donde el Gobierno estadounidense recomienda no viajar a sus ciudadanos por el incremento de la actividad criminal, la violencia y riesgo de secuestros.
La pandemia, una inesperada aliada de Trump
A pesar de todo, ninguna medida tomada por la presidencia de Trump hasta ahora parece haber sido tan potente como el coronavirus, que ha conseguido de manera efectiva cerrar la frontera sur a nuevos solicitantes de asilo. Para combatir la pandemia, el 21 de marzo, EE UU acord¨® con M¨¦xico y Canad¨¢ prohibir los viajes no esenciales por tierra entre sus fronteras. Invocando el t¨ªtulo 42 de la ley de inmigraci¨®n estadounidense, la Patrulla Fronteriza ha expulsado de manera inmediata a m¨¢s de 197.000 migrantes, con el pretexto de preservar la salud p¨²blica. Adem¨¢s, miles de solicitantes de asilo que hab¨ªan sido enviados a M¨¦xico en el ¨²ltimo a?o mientras esperaban sus audiencias en EE UU han visto sus citas postergadas en numerosas ocasiones y viven con la incertidumbre de cu¨¢ndo volver¨¢n a recibirlos.
Ese es el caso de Josu¨¦. ?l y su familia ya hab¨ªan ido dos veces a las carpas improvisadas en la frontera en las que los migrantes devueltos a M¨¦xico se presentan ante un juez a trav¨¦s de videollamada. ¡°La primera vez fue uno de los d¨ªas m¨¢s feos de mi vida. Nos dijeron: ¡®?Por qu¨¦ vinieron ustedes aqu¨ª? ?Qui¨¦n les dio permiso?¡¯ Nos trataron como terroristas, una humillaci¨®n muy exagerada¡±, recuerda. La tercera audiencia, en la que deb¨ªan defender su caso de asilo, estaba programada para marzo, pero cuando llegaron al puente se encontraron con la frontera cerrada. Tras postergar sus citas varias veces, les han convocado el 19 de enero de 2021, aunque las cortes no retomar¨¢n los casos hasta que no bajen considerablemente los contagios en ambos pa¨ªses.
Con la frontera cerrada y una pandemia que paraliz¨® el mundo, la incertidumbre aument¨® para los migrantes. El limbo se volvi¨® todav¨ªa un poco m¨¢s profundo. La desesperaci¨®n hizo que algunos regresaran a sus pa¨ªses o buscaran lugares m¨¢s seguros donde vivir dentro de M¨¦xico, mientras que otros optaron por pedir miles de d¨®lares prestados a familiares y amigos en Estados Unidos para poder pagar a los coyotes y cruzar ilegalmente por el r¨ªo o por zonas m¨¢s remotas y peligrosas del desierto. EL PA?S pudo verificar c¨®mo un traficante de personas ten¨ªa a unos 50 migrantes vestidos de camuflaje y esperando para cruzar en una casa de seguridad a unos tres kil¨®metros de la frontera entre Naco (Arizona) y Naco (Sonora). En el campamento de Matamoros, donde est¨¢n Josu¨¦ y su familia, pas¨® de haber m¨¢s de 2.000 personas a unos 500, seg¨²n la estimaci¨®n de varios migrantes y organizaciones que los asisten.
Y para los que siguen all¨ª, la situaci¨®n es cada vez peor. En junio, en el campamento se detectaron los primeros casos de coronavirus; en julio, los migrantes fueron afectados por el hurac¨¢n Hanna, que inund¨® parte del asentamiento y oblig¨® a desplazar algunas carpas e incluso el hospital de campa?a que una organizaci¨®n mont¨® para atender la crisis sanitaria. Con las inundaciones lleg¨® una invasi¨®n de roedores y serpientes y, en agosto, encontraron ahogado en el r¨ªo Grande al l¨ªder de los migrantes guatemaltecos, Rodrigo Castro de la Parra, de 20 a?os. Adem¨¢s, con la llegada de la pandemia, las autoridades mexicanas restringieron el acceso a los voluntarios que llevaban comida y otro tipo de ayudas, como programas para los ni?os que viven ah¨ª sin acceso a educaci¨®n formal.
¡°La pandemia ha agudizado las condiciones de precariedad en las que viven. Hay una situaci¨®n tambi¨¦n muy delicada en t¨¦rminos de salud mental: hay una crisis generalizada de mucha ansiedad, depresi¨®n, incertidumbre... Ese estado de salud emocional generalizado no les ayuda a tomar buenas decisiones¡±, dice Soraya V¨¢zquez, de Al Otro Lado.
Kennji Kizuka, de Human Rights First, asegura que la situaci¨®n en lugares como Matamoros se est¨¢ volviendo m¨¢s violenta. ¡°Estamos oyendo que los migrantes se est¨¢n convirtiendo cada vez m¨¢s en objetivo de los carteles¡±, cuenta. ¡°Hace unos meses, a un hombre bajo MPP le secuestraron y le cortaron el dedo porque la familia no pod¨ªa pagar el rescate. Cuando le liberaron se fue al puerto de entrada a pedir que le sacaran del programa por lo que le hab¨ªa pasado y los agentes fronterizos no le quisieron ni dar una entrevista porque le dijeron que la frontera estaba cerrada por la covid¡±.
Grupos de derechos humanos y abogados de migraci¨®n han advertido de que el Gobierno de Trump est¨¢ usando la crisis sanitaria para dar un ¨²ltimo golpe a las leyes de asilo. ¡°El presidente est¨¢ tratando de explotar la crisis mundial vigente para tratar de llevar a cabo su agenda antiinmigrante al usar los CDC (Centros de Control de Enfermedades) con fines ideol¨®gicos¡±, escribi¨® en un comunicado Melissa Crow, abogada del proyecto de justicia migratoria del Southern Poverty Law Center (SPLC).
Pero los motivos por los que huyen los migrantes son dif¨ªciles de frenar y, aunque el temor a la enfermedad gener¨® una ca¨ªda en el flujo en la frontera los dos meses posteriores a su cierre, en junio el n¨²mero de aprehensiones regres¨® a los niveles previos a la pandemia y no ha parado de crecer desde entonces.
Y los migrantes siguen siendo expulsados de sus pa¨ªses, empujados ahora por unas econom¨ªas muy golpeadas por la pandemia en M¨¦xico y Centroam¨¦rica. ¡°Si algo nos ha ense?ado la historia reciente es que, independientemente de las medidas de coerci¨®n establecidas por los Gobiernos, el flujo migratorio responde a dos grandes preguntas: cu¨¢ntas personas necesitan irse de los pa¨ªses expulsores y cu¨¢ntos trabajadores necesita la econom¨ªa estadounidense para poderse mantener a flote¡±, reflexiona el abogado guatemalteco Pedro Pablo Solares. ¡°Creo que independientemente de qui¨¦n gane la elecci¨®n del 3 de noviembre, va a ser la respuesta a esas dos preguntas la que va a determinar cu¨¢nto va a aumentar o decrecer el flujo migratorio¡±.
La migraci¨®n y el muro, los temas que coparon los titulares en su carrera a la presidencia y a los que Trump ha recurrido a menudo durante su Administraci¨®n, han estado pr¨¢cticamente ausentes de la campa?a de este a?o, marcada por la crisis sanitaria y la debacle econ¨®mica. En el ¨²ltimo debate, cuando le preguntaron por los m¨¢s de 500 ni?os separados de sus padres en la frontera que su Gobierno a¨²n no hab¨ªa conseguido reunir, el mandatario dijo que estaban trabajando en ello y defendi¨® sus pol¨ªticas de inmigraci¨®n: seg¨²n ¨¦l, la pr¨¢ctica anterior de soltar a los inmigrantes en territorio estadounidense mientras esperaban la resoluci¨®n de sus casos era ¡°un desastre¡± que permit¨ªa entrar al pa¨ªs a asesinos, violadores y malas personas, un discurso que recuerda al de su campa?a en 2016.
Joe Biden acus¨® a Trump de ser ¡°el primer presidente de la historia de EE UU¡± en mandar a los solicitantes de asilo a otro pa¨ªs a ¡°esperar en medio de la mugre al otro lado del r¨ªo¡±. El candidato dem¨®crata, que ha prometido acabar con MPP el primer d¨ªa de su mandato si llega a ganar, conoce la situaci¨®n en la que viven los migrantes bajo ese programa despu¨¦s de que su esposa Jill visitara el campamento de Matamoros en diciembre pasado.
Para los expertos en derecho migratorio y de asilo, aunque gane Biden, algunos de los cambios implementados por Trump podr¨ªan tardar mucho en revertirse y tener efectos a largo plazo en el sistema estadounidense. ¡°Algunas cosas se podr¨¢n cambiar muy r¨¢pido porque ha sido a trav¨¦s de ¨®rdenes ejecutivas o normas internas. Otras tardar¨¢n m¨¢s, como las que tienen que ver con los jueces que fueron contratados, y habr¨¢ algunos cambios de m¨¢s largo plazo, como ajustar los estatutos de inmigraci¨®n y asilo para hacer m¨¢s claro lo que dice la ley y evitar que esto se repita en el futuro¡±, afirma Kennji Kizuka. Aunque cree que, con la apremiante crisis del coronavirus, es probable que muchas cosas nunca se cambien.
Un editorial reciente del diario The New York Times titulado ¡®La reforma de migraci¨®n de Trump es peor de lo que piensas¡¯ insta a ¡°rechazar, con leyes y acciones, el racismo, la crueldad y la xenofobia de la Administraci¨®n Trump, lo que reafirmar¨¢ que EE UU es una naci¨®n de inmigrantes¡±.
Cuando Jill Biden visit¨® Matamoros, Josu¨¦ pudo hablar con ella. Le dijo que si ganaba su esposo iban a ayudar a los migrantes del campamento. ¡°Esperemos en Dios que las palabras que me dijo se cumplan¡±, afirma el migrante hondure?o. Josu¨¦ dice que no le tiene rencor a Trump, pero que reza todos los d¨ªas para que ¡°cambie su coraz¨®n¡± y para que el pr¨®ximo presidente de EE UU ¡°acabe con el sufrimiento¡± que viven. ¡°Lo que quiero es ver a mis hijos estudiando, trabajar por ellos, verlos durmiendo en una cama. Eso es lo que pido, que nos dejen entrar para luchar por nuestra familia. EE UU es un pa¨ªs en el que se respetan las leyes y eso es lo m¨¢s importante¡±, dice en un mensaje que, con unas u otras palabras, suelen repetir los migrantes centroamericanos.
Por eso, sin importar cu¨¢ntas trabas les pongan, siguen esperando una oportunidad. Siguen creyendo en el famoso ¡®sue?o americano¡¯, esa idea de que cualquiera, con trabajo y esfuerzo, puede progresar sin importar su origen; un sue?o que, en la parte de Am¨¦rica en la que nacieron, en los m¨¢rgenes m¨¢s pobres, desiguales y violentos de los pa¨ªses m¨¢s castigados, se les hace inalcanzable.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter sobre las elecciones en Estados Unidos