Mitch McConnell, el cortafuegos republicano en el Senado
El l¨ªder de la mayor¨ªa conservadora en la C¨¢mara alta se presenta como el cancerbero que puede frenar el programa supuestamente radical de Joe Biden en la Casa Blanca
¡°Que yo siga siendo el l¨ªder de la mayor¨ªa en el Senado es el cortafuegos contra el desastre¡±. En esta frase, el desastre, es una mayor¨ªa dem¨®crata en el Congreso de Estados Unidos y un presidente dem¨®crata en la Casa Blanca. El cortafuegos es Mitch McConnell, senador republicano por Kentucky. Se puede argumentar que Donald Trump ha sido una de las personas con m¨¢s poder sobre el Partido Republicano en este siglo. Pero McConnell ha sido, y sigue siendo, la llave de ese poder, el que ha decidido de verdad lo que se hace y lo que no. Con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, ya no hay duda. Mitch McConnell es el republicano m¨¢s poderoso de Estados Unidos. A los 78 a?os, se prepara para ser la ¨²ltima l¨ªnea de defensa del conservadurismo en Washington.
Addison Mitchell McConnell Jr. es desde hace una d¨¦cada el rostro del poder republicano en los pasillos de Washington como Nancy Pelosi lo es del poder dem¨®crata. Tiene la misma edad que Joe Biden y una carrera parecida. Pero mientras Biden lleva cuatro d¨¦cadas queriendo ser presidente de Estados Unidos, McConnell vio colmadas todas sus ambiciones al llegar en 2014 al puesto de l¨ªder de la mayor¨ªa en el Senado, una C¨¢mara con amplias funciones constitucionales, como el nombramiento de puestos federales. Ah¨ª ha demostrado que con un buen conocimiento del proceso legislativo y de su grupo parlamentario, se puede ejercer un poder ineludible en el entramado constitucional de EE UU. McConnell ha sido el cuello de botella por el que han tenido que pasar Barack Obama, Donald Trump y Nancy Pelosi. Tiene una coraza notable para las cr¨ªticas que le permite incurrir en contradicciones ignorando absolutamente lo que se diga de ¨¦l.
McConnell es un tipo tan soso y metido en s¨ª mismo como eficiente. Los propios republicanos se refieren a ¨¦l como el cerrojo, por lo introvertido que es y lo poco que comparte sobre su vida. Est¨¢ casado en segundas nupcias con Elaine Chao, la actual secretaria de Transporte, y tiene tres hijas de un matrimonio anterior. En su autobiograf¨ªa, The long game (Juego a largo plazo), atribuye en parte su dureza y paciencia a haber padecido polio a los dos a?os de edad, en 1944. Faltaban diez a?os para que se descubriera la vacuna. El ni?o McConnell qued¨® parcialmente paralizado. Mientras los otros ni?os aprend¨ªan a correr y saltar, para ¨¦l salir de su cama era un sufrimiento, relata. Hizo rehabilitaci¨®n con su madre hasta que finalmente logr¨® caminar, a la edad de cuatro a?os.
Su carrera pol¨ªtica empieza en los a?os setenta, como la de Biden, y entr¨® en el Senado en 1985, considerado entonces como un republicano moderado y pragm¨¢tico. Su obsesi¨®n por el procedimiento le gan¨® fama de institucional, alguien dispuesto a defender la independencia y el poder de la instituci¨®n del Senado por encima de ideolog¨ªas. Como l¨ªder de la minor¨ªa republicana, utiliz¨® a fondo la norma del filibuster (que permite a la minor¨ªa retrasar las decisiones hasta hundirlas). Hasta que alcanz¨® el poder de verdad. Su llegada al puesto de l¨ªder de la mayor¨ªa, en 2014, supuso de facto el fin de la presidencia de Barack Obama y la preparaci¨®n del camino para la llegada de alguien como Donald Trump, quiz¨¢ una consecuencia no esperada del h¨ªper partidismo que impuso en Capitolio.
El objetivo a largo plazo de McConnell ha sido cimentar el poder conservador en Washington m¨¢s all¨¢ de lo que puedan decir las urnas. En esa estrategia, ¡°la contribuci¨®n m¨¢s duradera¡± que se puede hacer es nombrar jueces federales. Los jueces, como los miembros de la Administraci¨®n, los propone el presidente y los confirma el Senado por mayor¨ªa. Durante el Gobierno de Obama, McConnell bloque¨® m¨¢s de 100 puestos de jueces federales.
Su mayor contribuci¨®n a la causa del conservadurismo a largo plazo fue bloquear el nombramiento de un magistrado del Supremo que le correspond¨ªa nombrar a Obama. El nominado, Merrick Garland, ni siquiera fue recibido en el Senado para comparecer. McConnell, simplemente, ni lo puso en la agenda. Esa vacante en el Supremo fue una de las razones principales que llevaron a la derecha religiosa y a todo el Partido Republicano, escandalizado con Trump, a votar por ¨¦l de todas maneras en 2016. La palanca electoral creada por McConnell de la nada fue fundamental para aquella sorpresiva movilizaci¨®n.
De pronto, los republicanos se encontraron con todo el poder. Trump ha nombrado en su mandato m¨¢s de 200 jueces federales, un tercio de todo este nivel judicial. En algunos casos se trata de j¨®venes muy ideologizados, que ocupar¨¢n el cargo de por vida. Adem¨¢s, pudo nombrar a un magistrado conservador, Neil Gorsuch, para el puesto que iba a ocupar Garland. McConnell no tuvo ning¨²n problema en eliminar la regla que permit¨ªa a la minor¨ªa bloquear un nombramiento de este tipo sin consenso. Trump ha nombrado dos magistrados m¨¢s. La ¨²ltima, Amy Coney Barrett, cuya confirmaci¨®n pilot¨® McConnell de manera expr¨¦s en menos de un mes antes de las elecciones.
¡°Creo que es la cosa con m¨¢s consecuencias que hayamos hecho en los ¨²ltimos cuatro a?os, y la que m¨¢s va a durar¡±, ha reconocido McConnell. El senador y Trump van a dejar tras de s¨ª una mayor¨ªa conservadora en el Supremo de 6-3 que durar¨¢ a?os, a pesar de que los republicanos solo han ganado la mayor¨ªa de los votos en una elecci¨®n (2004) de las ¨²ltimas ocho presidenciales.
En el resto, ha ejercido un duro control sobre el proceso legislativo. El propio Trump expres¨® su frustraci¨®n con McConnell en el primer a?o de presidencia hasta que entendi¨® que no ten¨ªa nada que hacer. Trump intentaba legislar a ritmo de Twitter, pero las cosas en estos cuatro a?os se han hecho al ritmo de McConnell. El l¨ªder de la mayor¨ªa le ha negado sistem¨¢ticamente, por ejemplo, incluir en los presupuestos los fondos para construir su muro fronterizo. Trump tuvo que recurrir a una emergencia nacional para desviar fondos del Ej¨¦rcito y poder iniciar la construcci¨®n.
Para los dem¨®cratas ha sido a¨²n peor. La l¨ªder dem¨®crata de la C¨¢mara de Representantes, Nancy Pelosi, llama a McConnell ¡°la parca¡± porque manda al cementerio los cientos de leyes que le ha enviado la C¨¢mara baja desde que est¨¢ controlada por los dem¨®cratas. McConnell lleva el apodo con orgullo. Lo utiliz¨® en un evento republicano en el que prometi¨® matar cualquier legislaci¨®n que considera izquierdista si manten¨ªa su poder en el Senado, como el plan contra el cambio clim¨¢tico llamado Green New Deal: ¡°Pensad en m¨ª como la parca. Ninguna cosa de esas va a ser aprobada¡±.
Solo hay un apodo que ha sacado de sus casillas a este pol¨ªtico con piel de rinoceronte: Moscow Mitch (Mitch, el de Mosc¨²), un nombre que comenz¨® a circular cuando el republicano bloque¨® dos leyes dem¨®cratas que pretend¨ªan reforzar la seguridad de las elecciones, tras la advertencia de que Rusia planeaba interferir en la contienda de 2020 como hizo en 2016. ¡°Esto es McCartismo moderno¡±, dijo McConnell en una entrevista, muy irritado con la idea de que se le llame traidor despu¨¦s de tantos a?os en pol¨ªtica. ¡°Me puedo re¨ªr de cosas como la parca, pero llamarme Moscow Mitch es pasarse de la raya¡±. Por supuesto, la izquierda de los dem¨®cratas no ha dejado de utilizarlo.
Con la llegada de Biden a la Casa Blanca, todas las miradas est¨¢n puestas en McConnell y su capacidad de bloquear al nuevo presidente. Hasta este s¨¢bado no hab¨ªa hablado. En la apertura del periodo de sesiones, la semana pasada, McConnell rompi¨® con la tradici¨®n y se neg¨® a reconocer la victoria de Biden, argumentando que el presidente tiene derecho a recurrir a los tribunales y que no pasa nada por esperar. En su estilo m¨¢s aut¨¦ntico, revisti¨® de normalidad procedimental lo que es un asalto a las costuras de la democracia de EE UU. McConnell y Biden se conocen desde hace tres d¨¦cadas y han negociado leyes juntos. No est¨¢ claro que sean amigos.
¡°Esta es una batalla por nuestro modo de vida¡±, lleg¨® a decir McConnell en la campa?a electoral. No se refer¨ªa a Trump, sino a su mayor¨ªa en el Senado. El grupo republicano se ha defendido muy bien en las urnas y McConnell solo ha perdido un esca?o. Pero est¨¢ pendiente de dos esca?os en Georgia que se decidir¨¢n en una segunda vuelta el 5 de enero. De esos dos esca?os depende que McConnell siga siendo el republicano m¨¢s poderoso de Washington, o que pase a la irrelevancia. En sus propias palabras, el desastre.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter sobre las elecciones en Estados Unidos
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.