Nancy Pelosi, el mazo del ¡®impeachment¡¯
La l¨ªder dem¨®crata, que accedi¨® a la presidencia de la C¨¢mara cuestionada por los izquierdistas de su partido, trata de dar solemnidad institucional a este momento hist¨®rico
Esta semana de diciembre, la C¨¢mara de Representantes de Estados Unidos ha apoyado dos importantes leyes con amplio apoyo de los dos partidos y que convienen pol¨ªticamente al presidente Donald Trump. La primera, una ampliaci¨®n del gasto para evitar que el Gobierno se quede sin fondos. La segunda, la ratificaci¨®n del nuevo tratado comercial de Am¨¦rica del Norte, impulsado por Trump. Entre medias, ha aprobado el impeachment del presidente, el momento m¨¢s solemne y de mayor trascendencia hasta ahora entre la oposici¨®n a Trump. El contraste es revelador de las habilidades pol¨ªticas de Nancy Pelosi, la presidenta de la C¨¢mara de Representantes y la mujer que est¨¢ dirigiendo Washington a golpe de mazo.
La imagen del d¨ªa que comenz¨® el proceso de impeachment es Nancy Pelosi dando una rueda de prensa sola en la C¨¢mara el pasado 24 de septiembre. La imagen del d¨ªa que se aprob¨®, el pasado mi¨¦rcoles, es Pelosi sellando la votaci¨®n con el mazo de presidenta. Ella es el rostro de este momento para la Historia, los dem¨¢s son secundarios a los que solo recordar¨¢n los cronistas. Poco pod¨ªa imaginar que ser la primera mujer en la historia en presidir la C¨¢mara estadounidense no ser¨ªa el punto m¨¢s importante de su biograf¨ªa.
Nancy Pelosi tiene 79 a?os. Creci¨® en una familia italoamericana en Baltimore en los a?os 50 entregada a la pol¨ªtica. Su padre fue congresista y alcalde de Baltimore. Su hermano tambi¨¦n fue alcalde de la ciudad. Su propia carrera pol¨ªtica la hizo en San Francisco, en una California conservadora que hab¨ªa entregado el pa¨ªs a Richard Nixon. Cuando ella accedi¨® al Congreso, en los ochenta, la alianza de conservadores y evang¨¦licos que encumbr¨® a Ronald Reagan en aquella California hab¨ªa tomado los mandos del Partido Republicano y de la Casa Blanca. Su carrera fue cuidada desde el principio por la ¨¦lite de San Francisco. Representa a la ciudad o sus alrededores desde hace 32 a?os.
Hasta esta semana, el momento cumbre de su biograf¨ªa sucedi¨® en 2007. Cuando los dem¨®cratas consiguieron el control de la C¨¢mara de Representantes durante el segundo mandato de George W. Bush. Pelosi hab¨ªa ejercido de whip de los dem¨®cratas (el que se asegura de tener los votos en cada votaci¨®n, equivalente al secretario de grupo en Espa?a) y su ascenso como presidenta marcar¨ªa un antes y un despu¨¦s. Al a?o siguiente, los dem¨®cratas se dispon¨ªan a elegir a la primera mujer presidenta de EE UU, pero en lugar de eso eligieron al primer afroamericano.
Durante la presidencia de Barack Obama, Pelosi super¨® el que sigue considerando el mayor logro de su carrera y por el que cre¨ªa que ser¨ªa recordada. Logr¨® poner de acuerdo al ala m¨¢s progresista de su partido y a los congresistas m¨¢s conservadores para sacar adelante la reforma sanitaria de Obama en el Congreso. Ya no era un personaje hist¨®rico por ser mujer. Lo era por haber sabido navegar por uno de los asuntos m¨¢s controvertidos y peligrosos pol¨ªticamente que haya impulsado un presidente dem¨®crata, que todav¨ªa hoy marca la pol¨ªtica estadounidense.
Esa experiencia es la que estaba sobre la mesa en las elecciones del pasado noviembre. Para bien y para mal. En medio de una sensaci¨®n de emergencia por la Presidencia de Trump, la posibilidad de que Pelosi volviera a ser la l¨ªder de la C¨¢mara en caso de ganar las elecciones se convirti¨® en el gran debate interno del Partido Dem¨®crata. El ala m¨¢s activista ve¨ªa en ella todos los problemas y contradicciones que hicieron perder a Hillary Clinton en las elecciones de 2016. Hasta 60 candidatos, entre ellos Alexandria Ocasio-Cortez, de Nueva York, prometieron a sus votantes que no apoyar¨ªan a Pelosi como presidenta. ¡°Si no fuera eficiente, no me atacar¨ªan¡±, dec¨ªa en una entrevista con Time poco antes de las elecciones.
Nancy Pelosi se enfrenta a un periodista que le pregunta si "odia al presidente".
Pelosi no solo no eludi¨® las cr¨ªticas, sino que de una manera impl¨ªcita las anim¨®. Si atacarme hace que los candidatos j¨®venes e izquierdistas tengan m¨¢s posibilidades de ganar en sus distritos, vino a decir, adelante. Al mismo tiempo, tenerla a ella como candidata principal a presidir la C¨¢mara daba argumentos a los moderados que trataban de recuperar esca?os republicanos en distritos bisagra. El mensaje era: miren, no somos socialistas, si ganamos pondremos a Pelosi. Su figura val¨ªa para todo. Los dem¨®cratas ganaron 41 esca?os, casi todos los distritos que se hab¨ªan propuesto.
Durante aquella campa?a, hasta The New York Times puso en duda que Pelosi debiera ser presidenta de la C¨¢mara. Sin embargo, despu¨¦s de las elecciones, reconoci¨® en un editorial que nadie mantiene firmes las filas como Nancy Pelosi. Eso ha hecho desde entonces.
Con una carrera de primarias muy abierta e incierta, hoy por hoy la principal baza de los dem¨®cratas para presentarse como partido de la estabilidad y la Constituci¨®n es lo que haga Nancy Pelosi. Ir a todas las reuniones a la Casa Blanca. Mostrar serenidad, respeto a los procedimientos y a la Constituci¨®n. Y, al mismo tiempo, contentar a una parte del pa¨ªs que desea ver a Trump derrotado, humillado, cuanto antes.
Todo est¨¢ en esa imagen del mi¨¦rcoles que ya es un meme para la Historia. Pelosi lee el resultado de la votaci¨®n del impeachment. La ratifica con el mazo de presidenta. Se oyen unos t¨ªmidos aplausos. Con un gesto de los ojos y la mano, los calla inmediatamente. Pelosi ha cargado sobre sus hombros ser todo lo que quieren los dem¨®cratas. La poderosa imagen segu¨ªa a unas palabras que tambi¨¦n estar¨¢n ligadas a este momento. Un periodista le pregunt¨® ¡°si odiaba al presidente¡±. Indignada, le contest¨® se?al¨¢ndole con el dedo delante de las c¨¢maras: ¡°Yo no odio a nadie (¡) Como cat¨®lica, me ofende que utilice la palabra odiar en una frase sobre m¨ª¡±.
Este viernes, Pelosi envi¨® a la Casa Blanca una invitaci¨®n para que el presidente Trump acuda a la C¨¢mara a dar el discurso del estado de la Uni¨®n el pr¨®ximo 4 de febrero. Son detalles fundamentales para la coherencia del mensaje: todo lo que hacen los dem¨®cratas, lo hacen por deber institucional. Todo. El impeachment, tambi¨¦n. Nada de aplausos.
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