La hora de la verdad para Donald Trump: el primer juicio penal contra el expresidente empieza en Nueva York
La selecci¨®n de los 12 miembros del jurado marca el arranque del primer proceso penal contra un antiguo mandatario estadounidense, que se prolongar¨¢ entre seis y ocho semanas
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De los 1,4 millones de adultos que viven en Manhattan, 12 de ellos est¨¢n a punto de convertirse en los primeros estadounidenses que juzguen a un expresidente del pa¨ªs. El juicio penal contra Donald Trump por el supuesto pago de un soborno a una actriz porno para comprar su silencio introducir¨¢ en la ciudad elementos dist¨®picos y otros propios de una superproducci¨®n: un descomunal despliegue de fuerzas de seguridad y agentes secretos, con caravanas de cristales tintados; dos zonas prohibidas, o ¡°no zonas¡±, como se denominan en ingl¨¦s, alrededor del Tribunal Penal de Manhattan y de la Torre Trump ¨Ddonde el acusado se alojar¨¢ durante el juicio¨D, y una vigilancia orwelliana sobre las redes sociales para tratar de detectar cualquier amenaza.
Aunque Trump se ha resistido en¨¦rgicamente, con la esperanza de aplazar sus cuatro juicios penales hasta despu¨¦s de las elecciones de noviembre ¨Dpara congelar las causas si resultara reelegido¨D, no lo ha conseguido en el de Nueva York, el conocido como caso Stormy Daniels, una bater¨ªa de 34 delitos de serie E, los m¨¢s leves dentro de la categor¨ªa de las infracciones graves en ese Estado, por la falsificaci¨®n de asientos contables para encubrir el soborno a Daniels en 2016 (supuestamente para que la relaci¨®n extramatrimonial no perjudicase su carrera electoral); el pago, de hecho, fue registrado como ¡°gastos legales¡±. Trump, que rechaza las acusaciones, se sentar¨¢ en el banquillo a partir de este lunes durante las entre seis y ocho semanas que est¨¢ previsto dure el proceso, con sesiones diarias salvo los recesos de los mi¨¦rcoles.
Lo har¨¢ protegido de la mirada p¨²blica, porque las leyes del Estado de Nueva York proh¨ªben que se televise, pero el enjambre de c¨¢maras a la entrada del tribunal y en el pasillo que conduce a la sala le conceder¨¢ un altavoz impagable en plena campa?a electoral. La voz del candidato y la del acusado se fundir¨¢n en una, la de una v¨ªctima de una persecuci¨®n pol¨ªtica, como se presenta desde hace meses ante la opini¨®n p¨²blica y, sobre todo, sus adeptos. La victimizaci¨®n le ha dado buenos resultados electorales en las primarias y tambi¨¦n financieros, pues ha hecho abundante caja tras cada imputaci¨®n. Pero los desorbitantes gastos legales que supone afrontar cuatro procesos penales y otros dos civiles han drenado las arcas de su campa?a, con un trasvase de fondos del candidato al acusado que algunos republicanos creen injustificable.
Para la constituci¨®n del jurado, que est¨¢ previsto se prolongue de una a dos semanas, pero que podr¨ªa demorarse por las objeciones de los fiscales y la defensa, ser¨¢n convocados varios centenares de vecinos de Manhattan. Es un periodo cr¨ªtico del proceso: tanto la acusaci¨®n como la defensa tratar¨¢n de detectar prejuicios ocultos, con la ayuda de un cuestionario de 42 preguntas. En la selecci¨®n, a los candidatos no se les interrogar¨¢ por sus opiniones o su afiliaci¨®n pol¨ªtica, pero s¨ª sobre sus fuentes de informaci¨®n ¨Del formulario recoge una veintena, entre medios convencionales, redes sociales y la casilla ¡°no sigo las noticias¡±¨D, si han trabajado para Trump o han asistido a alguno de sus m¨ªtines, y si alguna vez han sido miembros de los Proud Boys, el llamado ej¨¦rcito de Trump, algunos de cuyos militantes participaron en el asalto al Capitolio de 2021, o del movimiento conspiratorio QAnon, que propag¨® bulos antisistema a mayor gloria electoral de Trump. Tambi¨¦n se les preguntar¨¢ si tienen alg¨²n sentimiento u opini¨®n formada sobre c¨®mo se est¨¢ tratando al candidato republicano en el caso, una pregunta resbaladiza cualquiera que sea la respuesta.
El magistrado del caso, Juan Merchan, de origen colombiano, ha emitido una orden de silencio, u orden mordaza, que proh¨ªbe al expresidente atacar a los fiscales, los testigos, el personal del tribunal y los propios familiares del juez, despu¨¦s de una serie de publicaciones airadas del magnate en su plataforma Truth Social. No es la primera vez que un magistrado trata de embridar su incontinencia, pero casos previos confirman que resulta casi imposible ponerle l¨ªmites, aunque ello le suponga incurrir en el desacato. En el juicio civil por fraude empresarial por el que ha sido condenado a pagar 464 millones de d¨®lares [unos 435,6 millones de euros], el juez debi¨® pedir incluso a los letrados que controlasen a su desaforado cliente. Y el caso Stormy Daniels, plagado de trapos sucios, se presta especialmente a la excitaci¨®n verbal. El juez Merchan ha mantenido hasta ahora a la defensa a raya.

El republicano ya ha anunciado su intenci¨®n de declarar ¨Dpor consejo legal, podr¨ªa declinar hacerlo para no incriminarse¨D, pero ese ser¨ªa otro momento sin precedentes en un juicio lleno de detalles in¨¦ditos. Muchos expertos legales dudan de que realmente se arriesgue a tener que responder a una serie de preguntas muy personales bajo juramento, para no cometer perjurio. Durante una rueda de prensa celebrada esta semana con el presidente de la C¨¢mara de Representantes, el republicano Mike Johnson, en Mar-a-Lago (Palm Beach), Trump asegur¨® al ser preguntado sobre el juicio: ¡°Testificar¨¦, absolutamente¡±. Pero, imprevisible como suele, tampoco se descarta que protagonice una espantada.
Sus abogados esperan una absoluci¨®n o que un miembro del jurado se abstenga ¨Dpara alcanzar un veredicto se requiere unanimidad¨D, lo que podr¨ªa provocar la anulaci¨®n del juicio. Si el expresidente es declarado culpable, cada cargo conlleva una pena m¨¢xima de prisi¨®n de cuatro a?os.
El proceso de Manhattan puede ser el ¨²nico juicio de Trump antes de las elecciones. Dos casos federales, as¨ª como otro caso estatal en Georgia, podr¨ªan aplazarse hasta despu¨¦s de las votaciones. Sin embargo, el primer juicio penal de la historia a un expresidente representa la colisi¨®n definitiva entre el viacrucis legal de Trump y sus ambiciones presidenciales. El proceso cambiar¨¢ la campa?a presidencial de una forma sin precedentes. El acusado volver¨¢ a ser candidato los mi¨¦rcoles y los fines de semana. Pero el hecho de que haya trasladado a Nueva York parte de su equipo de campa?a permite suponer que aprovechar¨¢ cada aparici¨®n en el juzgado para sus habituales soflamas. Si, adem¨¢s, recauda m¨¢s dinero para su alica¨ªda campa?a, podr¨ªa sacar alg¨²n provecho del calvario.
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