As¨ª se acaba con el discurso trumpista
Kamala Harris roz¨® la perfecci¨®n t¨¦cnica al combinar un discurso propositivo con duros ataques a Trump. Los moderadores impidieron que el candidato republicano mintiera impunemente
El esperado debate entre Donald Trump y Kamala Harris ofreci¨®, por primera vez, de una forma n¨ªtida e incontrovertible, c¨®mo el discurso populista era arrasado en una confrontaci¨®n que pasar¨¢ a la historia de los debates electorales. Posiblemente, Trump nunca haya sido un buen debatiente televisivo. Su estilo matonista, basado en el uso de las mentiras, el insulto y la mala educaci¨®n, rompi¨® moldes y sirvi¨® para extender en todo el mundo un estilo imbatible.
Quiz¨¢ fue un error concluir que Trump gan¨® en junio en el debate celebrado en Atlanta. Aquella aciaga noche el que perdi¨® fue Biden. En Filadelfia, no solo se enfrentaban los candidatos a ocupar la presidencia de Estados Unidos. Tambi¨¦n se produc¨ªa una batalla encarnizada entre dos grupos de asesores que plantearon dos modelos de trabajo y dos estrategias completamente diferentes.
Jason Miller encabezaba un equipo de dur¨ªsimos expertos en el juego sucio y en la extensi¨®n del trumpismo como lenguaje. Es un habitual de las tertulias de extrema derecha, despu¨¦s de haber sido expulsado de CNN, tras hacerse p¨²blico que hab¨ªa administrado a escondidas una p¨ªldora abortiva a una estr¨ªper a la que hab¨ªa dejado embarazada. En el equipo de preparadores de Trump tambi¨¦n estaba el congresista Matt Gaetz, defensor de los ultras de los Proud Boys y que mantuvo, tras el asalto al Capitolio, la teor¨ªa de que hab¨ªa sido organizada por grupos antifascistas encubiertos. Finalmente, otro de los hombres fuertes de su equipo ha sido Stephen Miller, un conocido nacionalista blanco de ultraderecha, con una larga trayectoria de obsesiva lucha contra la inmigraci¨®n.
La estrategia planteada para el debate con Harris se centraba en preparar argumentos para ignorar displicentemente a la candidata dem¨®crata y dirigir sus cr¨ªticas hacia el ausente Joe Biden. Sus principales invectivas se ce?¨ªan a la econom¨ªa, la inmigraci¨®n y la falta de autoridad del actual presidente. As¨ª les hab¨ªa ido bien en junio y no hab¨ªa motivos para pensar que una aspirante como Kamala Harris fuera capaz de cambiar la suerte.
Por su parte, la vicepresidenta contaba curiosamente con el mismo equipo que acompa?¨® a Biden hasta el d¨ªa de su retirada y que ten¨ªa clavada la espina de lo ocurrido en el debate de junio. Al frente de la preparaci¨®n estaba la abogada Karen Dunn. Se trata de una especialista que ha desarrollado su participaci¨®n en debates presidenciales junto a Ron Klain desde los tiempos de Obama.
La estrategia que plantearon en el debate se basaba en conseguir ofrecer una imagen presidencial de Harris, alejada completamente de Biden, que representara frente a Trump una figura renovadora, esperanzadora y s¨®lida. Como Dunn ha explicado en alguna ocasi¨®n, atacar a un oponente puede ser efectivo, pero si consigues contraatacar a alguien que se cree favorito y va contra ti es demoledor.
Kamala Harris roz¨® la perfecci¨®n t¨¦cnica en el debate. Mostr¨® una extraordinaria capacidad gestual que contrastaba con el rostro molesto y despectivo de Trump. En todas sus intervenciones, la vicepresidenta combin¨® un discurso propositivo con duros ataques contra un Trump que perdi¨® los papeles en diversos momentos. Harris y su equipo demostraron c¨®mo se fulmina el discurso demag¨®gico y populista que le ha permitido a Trump imponer su estilo estos a?os. El trumpismo qued¨® sepultado con coherencia, firmeza, positivismo y una lucha sin pausa.
La ¨²ltima y obligada menci¨®n debe ser para David Muir y Linsey Davis, los moderadores de ABC News. Ambos impidieron que Trump mintiera impunemente. Le rectificaron cuando dio datos falsos y le repreguntaron cuando elud¨ªa cada respuesta. Contra la demagogia extremista, los pol¨ªticos pueden enfrentarse utilizando la extraordinaria arma democr¨¢tica que implica un debate p¨²blico y limpio. Pero siempre ser¨¢ poco eficaz si los moderadores no colaboran en defensa de la verdad y de su propia integridad profesional.
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