El acoso escolar no es cosa de ni?os
El ¡®bullying¡¯ contin¨²a siendo uno de los principales problemas en las aulas espa?olas. Con el confinamiento las vejaciones se trasladaron a la las redes sociales
Nos hemos deshumanizado, empobrecido en valores, nos hemos acostumbrado a los desplantes. Hemos normalizado que en las escuelas o institutos muchos ni?os y j¨®venes sufran a diario vejaciones o insultos. El bullying contin¨²a siendo uno de los principales problemas en las aulas espa?olas. Con el confinamiento este acoso se traslad¨® a las redes sociales agudizando el sufrimiento de quien lo padece al convertirlo en an¨®nimo y mucho m¨¢s prolongado en el tiempo.
Hemos aceptado en muchas ocasiones la mala educaci¨®n, las ofensas desmesuradas, los gritos o los insultos. Las peleas de gallos donde ganan siempre los m¨¢s irrespetuosos, donde pierden siempre los m¨¢s desfavorecidos. Sin ser conscientes que hemos empoderado, con nuestro silencio, a aquellos que se sienten con el poder de humillar, agredir o intimidar ya sea cara a cara o en el ciberespacio. Provocadores que con crueldad tienen comportamientos ruines ante sus compa?eros de clase por el simple hecho de ser, pensar o actuar diferente a ellos. Ni?os y j¨®venes que entienden la violencia como una forma leg¨ªtima de resolver los conflictos, de imponer sus ideas, de liderar err¨®neamente como tiranos.
Y no, no son bromas ni malentendidos ni cosas de ni?os. Son agresiones verbales, burlas que hieren, amenazas que atemorizan. Ataques reiterados que parten el alma, que intoxican, que llenan de reproches. Violencia entre iguales que rompen vidas, que roban infancias, que siembran p¨¢nico, que rompen familias. Que generan autolesiones o suicidios. Ataques sin sentido con consecuencias devastadoras para todos los actores implicados, para sus familias, para el entorno.
Agresores con conductas que someten, con l¨ªmites inexistentes, con falta de referentes, sin capacidad de gestionar la frustraci¨®n. Que a menudo copian modelos de adultos agresivos que pagan con ellos sus miserias, que viven regidos por la ley del m¨¢s fuerte.
Espectadores que encubren, que ocultan miserias, que aceptan en silencio la situaci¨®n de acoso. Que r¨ªen las gracias, que apoyan al que ataca, que se sienten c¨®modos ante la injusticia. Que sin ser conscientes pasan a ser c¨®mplices de la atrocidad y facilitan a los cobardes el camino.
V¨ªctimas que se sienten vulnerables, d¨¦biles, indefensos, humillados. Con personalidades quebradas por los insultos que reciben a diario, por las conductas a las que son sometidos, por las veces que se han sentido excluidos. Con una autoestima rota que los arrastra a la tristeza, el miedo y la depresi¨®n.
Y no:
1. No es cosa de ni?os cuando una ni?a ridiculiza a otra con un v¨ªdeo en redes sociales.
2. No es cosa de ni?os cuando un chico usa un lenguaje irrespetuoso contra otro y le hace sentir peque?o.
3. No es cosa de ni?os cuando una ni?a ofende a otra por su color de piel o religi¨®n.
4. No es cosa de ni?os cuando un ni?o le pega una colleja a otro para demostrar al resto lo fuerte que es.
5. No es cosa de ni?os cuando una ni?a se siente invisible ante el resto de sus compa?eros por haber nacido en un pa¨ªs diferente o no llevar la ropa que ¡°mola¡±.
6. No es cosa de ni?os cuando un ni?o no quiere ir al colegio porque se siente desprotegido ante las constantes amenazas que recibe.
7. No es cosa de ni?os cuando una ni?a deja de comer porque se ve gorda ante el espejo tras soportar insultos constantes hacia su f¨ªsico.
8. No es cosa de ni?os cuando un menor decide esconder el odio al que es sometido por pavor a que lo culpabilicen.
9. No es cosa de ni?os cuando duele, asusta, amenaza.
10. No es cosa de ni?os cuando limita, margina y te colma de miedo.
11. No es cosa de ni?os cuando la autoestima se hace pedazos
?Qu¨¦ hacer?
- Sumemos esfuerzos para dar visibilidad a la pesadilla que sufren a diario muchos ni?os y j¨®venes inocentes, no esperemos que el conflicto se convierta en urgencia, trabajemos interdisciplinarmente con todos los afectados.
- Busquemos consecuencias razonables para los que agreden sin sentido y eduqu¨¦mosles para cambiar. Abramos canales de comunicaci¨®n eficientes con los que observan para que dejen de permitir y sobre todo protejamos a los que sufren sin fingir que no somos consciente de ello.
- Aseguramos que todos nuestros peque?os y j¨®venes tengan el derecho a sentirse seguros, a ser aceptados y valorados dentro de un grupo, a poder disfrutar de la ni?ez. Consigamos que todos se sientan queridos, protegidos, acompa?ados.
- Potenciando el di¨¢logo, marcando l¨ªmites que protejan, hablando de las emociones, estando muy atentos a las se?ales de alarma como el insomnio, un bajo rendimiento escolar o los cambios de humor injustificados.
- Con adultos que sean referentes, modelos a la hora de solucionar conflictos, que intervengan reforzando las conductas positivas. Profesionales capaces de realizar una pronta detenci¨®n del problema, elaborando protocolos que ayuden a actuar eficazmente ante las se?ales de alarma, creando estructuras donde nuestros peque?os puedan expresar sus miedos.
- Busquemos soluciones r¨¢pidas y eficaces para hacer frente a los abusos centrando nuestro acompa?amiento en la educaci¨®n en el respecto, la igualdad de oportunidades, en la aceptaci¨®n de la diferencia. Eduquemos la empat¨ªa, realicemos un acompa?amiento emocional que proteja, que trabaje la autoestima, que ense?e a escuchar activamente.
- Ense?emos a pedir ayuda a los que sufren, empoderemos a los observadores a romper su silencio, a denunciar el acoso, a no permitir que la v¨ªctima se sienta solo. Prevengamos situaciones, ense?emos a reconocer las diferentes formas de acoso, a detectar el abuso, a intervenir eficientemente.
- Trabajemos codo a codo familia y escuela, exijamos a las administraciones actuaciones que eviten infancias robadas.
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