¡°Cari?o, ten cuidado que te vas a caer¡±: por qu¨¦ los ni?os necesitan menos sobreprotecci¨®n y m¨¢s juego libre

¡°Cuidado que te vas a caer¡±. ¡°B¨¢jate de ah¨ª¡±. Seguro que recuerdas haber dicho alguna de estas frases. Los adultos a menudo estamos preocupados y en alerta mientras los ni?os juegan, la raz¨®n: el miedo a que se puedan caer o se hagan da?o. Sin embargo, a veces nos cuesta diferenciar su miedo del nuestro.

Sobre este tema, cada vez hay m¨¢s investigaciones como las llevadas a cabo por Mariana Brussoni, psic¨®loga del desarrollo infantil, que sostienen que los ni?os necesitan menos sobreprotecci¨®n y m¨¢s oportunidades de juego libre y espont¨¢neo. Las investigaciones muestran que ese juego est¨¢ asociado con una mayor actividad f¨ªsica, habilidades sociales, habilidades de gesti¨®n de riesgos, resiliencia y confianza en uno mismo.

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El juego y la actividad f¨ªsica, esenciales en el desarrollo emocional y cognitivo de los ni?os

Desde que son beb¨¦s, los adultos, sin ser conscientes, entorpecemos el desarrollo natural del ni?o por miedo a que se lastimen.

Como educadora suelo observar algo com¨²n en los adultos, en la etapa en la que los beb¨¦s est¨¢n aprendiendo a ponerse de pie, el beb¨¦ se apoya en alg¨²n sitio para lograr la bipedestaci¨®n y luego no son capaces de volver a su posici¨®n inicial. Es entonces cuando nuestro instinto de protecci¨®n nos lleva r¨¢pido a ofrecerles ayuda sin darles la oportunidad de intentarlo. En ese momento, es m¨¢s importante acompa?ar que rescatarle, de esta manera ganar¨¢ confianza y seguridad en s¨ª mismo.

De igual modo, intervenimos de manera innecesaria cuando los ni?os comienzan a andar y sujetamos sus manos o van atados con una correa. El cuerpo del beb¨¦ est¨¢ preparado para alcanzar una determinada postura necesaria para caminar, por s¨ª mismo. Es por ello, que no es necesaria nuestra intervenci¨®n directa. Llevarlos atados con una correa impedir¨¢ que integren algo indispensable para futuras ca¨ªdas, aprender a poner las manos en el suelo. El beb¨¦ caminar¨¢ cuando est¨¦ preparado, ni antes ni despu¨¦s.

No es el riesgo, es tratar de permitir

No se trata de que los ni?os corran riesgo o se hagan da?o para poder aprender, sino se trata de permitir, que sea el ni?o qui¨¦n desarrolle el conocimiento de sus propias capacidades, no interferido por los miedos adultos. Encontrar el equilibrio a veces es dif¨ªcil pero no imposible.

Mar¨ªa Reboul, psicopedagoga y maestra, nos recuerda que no debemos evitar a toda costa que los ni?os experimenten miedo, se trata de una emoci¨®n adaptativa. Los ni?os poseen la capacidad de autorregularse y medir hasta donde pueden llegar.

Un buen ejemplo de la poca conciencia que tenemos sobre los beneficios que aporta el juego libre en la infancia y la sobreprotecci¨®n son los parques acolchados y con elementos que no permiten m¨¢s que un uso estructurado del mismo. Podemos encontrar pocos parques con arena y agua o tronco o estructuras para trepar. Las experiencias espont¨¢neas relacionadas con la naturaleza son perfectas para el desarrollo del cuerpo y de la mente.

Muchos de los que somos padres ahora podemos lucir en nuestras rodillas las cicatrices del juego en la calle asfalto y los columpios de hierro. Pero eran otros tiempos, en los que no nos encontr¨¢bamos abducidos con las pantallas y disfrut¨¢bamos durante horas en la calle de juegos ya olvidados como el pa?uelo o bote.

La infancia cada vez dispone de menos tiempo para el juego libre, a pesar de que las investigaciones demuestran que los ni?os que tienen la oportunidad de jugar al aire libre y de forma espont¨¢nea se adaptan mejor a su cultura, a la sociedad y al mundo. Construyen habilidades motrices, desarrollan la autonom¨ªa y la capacidad en la toma de decisiones.

¡°Jugar no es un descanso del aprendizaje. Es un aprendizaje interminable, encantador, profundo, atractivo y pr¨¢ctico. Es la puerta al coraz¨®n del ni?o¡±, dijo Vince Gowmon.

*Ruth Alfonso Arias es educadora Infantil y educadora de familias de Disciplina Positiva

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