?Cu¨¢nto dolor sienten los beb¨¦s?
No es hasta varias semanas o incluso meses despu¨¦s del nacimiento, cuando los reto?os desarrollan los mecanismos de control o reducci¨®n de las dolencias
Cada vez es m¨¢s habitual que las parejas que van a ser padres acudan, entre la semana 24 a la 32 de gestaci¨®n de la madre, a cl¨ªnicas especializadas para captar im¨¢genes del beb¨¦ antes de que nazca. Un primer encuentro, digital, antes de abrazarle. Las im¨¢genes se repiten, con la mirada atenta a la pantalla del ec¨®grafo, los futuros progenitores se sorprenden y, en la mayor¨ªa de las ocasiones, no pueden evitar emocionarse e incluso dejar deslizar una peque?a l¨¢grima por sus mejillas, cuando la cara de su hijo o hija aparece por primera vez ante ellos. Retratos en color sepia que con una alta definici¨®n muestran como el ni?o o ni?a sonr¨ªe, bosteza, parpadea, hace una mueca de enfado, se toca la mejilla o tiene su pulgar en la boca. Algunas grabaciones han llegado a reproducir expresiones cercanas a muecas de dolor.
Gestos que, posteriormente, en los primeros meses de vida de los m¨¢s peque?os, se repiten y que, en el caso de tratarse de dolor, las familias no suelen acertar a descifrar, confundi¨¦ndolas con calor, hambre, cansancio o sue?o. Y es que, hasta principios de los a?os 80, los m¨¦dicos pensaban que los reci¨¦n nacidos apenas sent¨ªan dolor bas¨¢ndose en que su sistema nervioso no era lo suficiente maduro como para procesar los est¨ªmulos de dolor de manera adecuada. A?os m¨¢s tarde, la doctora Ruth Grunau y Kenneth Craig, del departamento de Psicolog¨ªa de BC Children?s Hospital de Vancouver (Canad¨¢), realizaron un estudio en el que filmaron las caras de los reci¨¦n nacidos a los dos d¨ªas de nacimiento mientras les extra¨ªan sangre. Observaron que los beb¨¦s, tras recibir el pinchazo, ten¨ªan una expresi¨®n facial concreta: apretaban los ojos con fuerza, arrugaban las cejas, abr¨ªan mucho la boca y tensaban la lengua. Un conjunto de muecas que los adultos tambi¨¦n hacen cuando sufren dolor.
La definici¨®n de dolor ha sufrido distintas versiones. La m¨¢s actualizada data de 2020, y ha sido elaborada por un grupo de trabajo de expertos de la Asociaci¨®n Internacional para el Estudio del Dolor. La nueva interpretaci¨®n dice que ¡°el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada a una lesi¨®n tisular real o potencial¡±. Jordi Mir¨®, director de la C¨¢tedra de Dolor Infantil Universidad Rovira i Virgili-Fundaci¨®n Gr¨¹nenthal, lo define como ¡°aquella experiencia sensorial y emocional, determinada por m¨²ltiples factores, f¨ªsicos, emocionales, cognitivos, conductuales, contextuales, culturales¡ y las diferencias en estos factores, determinan las diferencias en la experiencia de dolor¡±.
Aunque el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable con un marcado componente subjetivo, Mercedes Alonso Prieto, anestesi¨®loga pedi¨¢trica y coordinadora de la Unidad del Dolor Infantil del madrile?o Hospital Universitario La Paz, sostiene que, ¡°sin embargo, existen una serie de respuestas fisiol¨®gicas a los est¨ªmulos da?inos que son bastante constantes entre los distintos individuos, si bien es cierto que, especialmente en los ni?os m¨¢s peque?os, pueden ser dif¨ªciles de diferenciar de otras causas de malestar, como el hambre o la necesidad de apego¡±.
Diversas investigaciones han demostrado en los ¨²ltimos a?os que la inmadurez del sistema nervioso central de los reci¨¦n nacidos los hace m¨¢s vulnerables al dolor, puesto que, ya desde la etapa fetal, los sistemas de activaci¨®n de la percepci¨®n dolorosa est¨¢n perfectamente funcionales, pero hasta varias semanas o incluso meses despu¨¦s del nacimiento no se desarrollan los mecanismos de control o reducci¨®n de esta. ¡°La respuesta al dolor de los ni?os m¨¢s peque?os supone, al igual que para los adultos, el principal activador de los mecanismos de alerta frente a una amenaza y, en este sentido, las respuestas corporales que desencadena son similares. Sin embargo, a nivel emocional carecen de las estrategias de afrontamiento de las que disponen los adultos y se ha demostrado que, en los beb¨¦s m¨¢s peque?os, cuando el dolor es intenso o se prolonga en el tiempo puede predisponer a estados de hipersensibilidad al dolor a largo plazo¡±, comenta Mercedes Alonso Prieto.
La evaluaci¨®n del dolor en los beb¨¦s es todo un reto debido a la incapacidad del lactante para comunicarse. Por eso, Beatriz de la Calle, m¨¦dico rehabilitador, especializada en manejo del dolor de la Sociedad Espa?ola de Rehabilitaci¨®n Infantil (SERI), cita algunas herramientas de evaluaci¨®n como las que se basan en factores contextuales (como la edad gestacional) y en las respuestas fisiol¨®gicas y conductuales al dolor para detectar y medir la intensidad del dolor neonatal, ¡°como, por ejemplo, la rPIPP (Perfil de dolor del lactante prematuro revisado), NIPS (Escala de Dolor Infantil Neonatal), CRIES (Llanto, requiere saturaci¨®n de ox¨ªgeno, aumento de los signos vitales, expresi¨®n, insomnio), entre otras¡±.
En los ni?os menores de tres a?os, que no pueden ¡°autoinformar¡± si tienen dolor, d¨®nde lo tienen, o cu¨¢nto dolor tienen, prosigue la especialista en manejo del dolor de SERI, ¡°se utilizan escalas de observaci¨®n del comportamiento, basadas en la puntuaci¨®n de las expresiones faciales, la capacidad de ser consolado, el nivel de interacci¨®n, las respuestas motoras de las extremidades y el tronco, y las respuestas verbales; entre ellas, destaca por su utilidad cl¨ªnica, la Herramienta verificada de Cara, Piernas, Actividad, Llanto, Consolabilidad (r-FLACC) o la NAPI (Evaluaci¨®n de Enfermer¨ªa de la Intensidad del Dolor)¡±.
La capacidad de adquirir memoria expl¨ªcita de las experiencias dolorosas va asociada con un grado de desarrollo cerebral y maduraci¨®n de las cortezas asociativas que se produce alrededor de los tres a?os de vida. ¡°Eso no significa que en el sistema nervioso de los ni?os cuando son mayores no queden algunas ¡°muescas¡± de haber sufrido dolor en edades tempranas, especialmente con una mayor vulnerabilidad para padecer dolor cr¨®nico. Por ejemplo, se constat¨® que los ni?os que padec¨ªan dolor en una unidad de cuidados intensivos neonatales cuando llegaban a los siete a?os eran m¨¢s proclives a sufrir cefaleas. Muchos cambios comportamentales a largo plazo de los ni?os mayores y adolescentes, hoy en d¨ªa, se relacionan con estas experiencias dolorosas. En el caso del adulto, la experiencia del dolor se integra en la propia biograf¨ªa de un modo m¨¢s determinado en cuanto a la fecha de inicio y las circunstancias acompa?antes¡±, afirma la anestesi¨®loga pedi¨¢trica.
Por eso, es importante que los progenitores sean capaces de diferenciar cu¨¢ndo un ni?o est¨¢ molesto por el dolor o cu¨¢ndo est¨¢ inquieto por otras causas. Beatriz de la Calle mantiene que ¡°en los ni?os ¡°no verbales¡± es decir, aquellos que no pueden expresarse por su edad o por discapacidad (neurol¨®gica fundamentalmente); hay que complementar la informaci¨®n acerca de lo observado por los padres o cuidadores, buscando conductas espec¨ªficas de cada ni?o, conductas de dolor t¨ªpicas (respuesta de llanto, gemidos, incapacidad para ser consolado, aumentos del tono¡) y tambi¨¦n at¨ªpicas (risa, volverse retra¨ªdos, aumento de agresividad o reducci¨®n de la expresividad facial)¡±. Adem¨¢s, es crucial valorar el contexto en el cual se produce el llanto del ni?o, pues ¡°no hay que olvidar que la respuesta de los padres ante un episodio de llanto puede influir en su comportamiento posterior, ya que los ni?os aprenden de nuestras reacciones¡±, asegura este miembro de la SERI.
Para Jordi Mir¨®, director de la C¨¢tedra de Dolor Infantil Universidad Rovira i Virgili-Fundaci¨®n Gr¨¹nenthal, es necesario que los padres y madres den importancia a sus hijos cuando dicen que les duele algo. Y tambi¨¦n los profesionales. De hecho, en su opini¨®n, ¡°la escasa formaci¨®n de los profesionales sanitarios en relaci¨®n con el manejo del dolor (particularmente con el cr¨®nico infantil) es una de las principales barreras para mejorar la atenci¨®n que reciben estos ni?os y sus familias¡±.
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