Derribando subjetividades: ni los ni?os son m¨¢s brutos ni las ni?as m¨¢s finas
Donde m¨¢s se percibe las diferentes asignaciones son en las tareas de casa, en la comunicaci¨®n sobre temas afectivo-sexuales y en la infancia, en la elecci¨®n de regalos o prendas
Nos preguntamos si los ni?os por el hecho de ser ni?os son m¨¢s brutos y las ni?as m¨¢s finas. ?Hay algo biol¨®gico en esto o es una cuesti¨®n social y educacional? La educadora social en el ¨¢mbito de intervenci¨®n familiar, adem¨¢s de miembro de la consultora especializada en temas de igualdad Geuk, Patricia Carde?osa, contesta que las personas reproducimos roles, estereotipos, conductas y pensamientos que desde hace siglos se han ido asignando, absorbiendo e interiorizando por hombres y mujeres.
¡°Podemos decir que el sexo biol¨®gico es el conjunto de caracter¨ªsticas anat¨®micas y fisiol¨®gicas que diferencia a los machos de las hembras, es decir, las diferencias sexuales entre varones y mujeres (teniendo en cuenta solo la categor¨ªa binaria) son las diferencias basadas en algunas caracter¨ªsticas meramente biol¨®gicas¡±, asegura Carde?osa y se?ala que es por eso que, ¡°muchas veces se hace referencia al sexo como biol¨®gico, ya que estas caracter¨ªsticas se originan naturalmente, pero son asignadas a un sexo o al otro (binarismo)¡±. As¨ª que considera que la idea generalizada de ni?os-brutos y las ni?as-finas es ¨²nicamente una percepci¨®n social y educacional y que los estudios de g¨¦nero as¨ª lo muestran.
Prosigue: ¡°El g¨¦nero es la construcci¨®n social y cultural que se le da al hecho de ser hombre o mujer definiendo valores, conductas y expectativas propiamente femeninas y masculinas¡±. Las culturas, las sociedades y los sistemas pol¨ªticos construyen marcos de referencia en cuanto al conjunto de ideas, creencias, representaciones y atribuciones relativas a la diferencia sexual. As¨ª que la construcci¨®n de la identidad de g¨¦nero se basa en una sucesi¨®n de estereotipos asignados culturalmente para cada sexo. Es por eso que los atributos de g¨¦nero var¨ªan en funci¨®n de la ¨¦poca y de la cultura en la que nos encontremos. Carde?osa asegura que hasta el siglo XX no se distingu¨ªa la vestimenta de ni?os y ni?as: ¡°Lo habitual era vestir a los beb¨¦s con vestidos blancos. Los ni?os empezaron a usar pantalones y camisas y llevar el pelo corto a partir de los 6 o 7 a?os, y hasta los a?os 40 se usaron indistintamente los colores pastel incluidos el rosa y el azul¡±.
Algunas madres y padres tenemos interiorizado (y no nos damos cuenta) el sistema sexo-g¨¦nero: ¡°Con ¨¦l asignamos diferentes roles y posiciones y adem¨¢s establecemos normas tanto sociales como legales en funci¨®n de cada g¨¦nero¡±. Carde?osa asegura que las distintas expectativas que ponemos en nuestras hijas e hijos est¨¢n totalmente ligadas al sistema sexo-g¨¦nero y esto ¡°evidentemente puede condicionar y limitar su desarrollo en el futuro¡±. Donde m¨¢s se percibe las diferentes asignaciones ni?o-ni?a son en las tareas de casa, en la comunicaci¨®n sobre temas afectivo-sexuales y en la infancia, en la elecci¨®n de regalos, prendas o actividades extraescolares.
La experta dice que el sistema sexo-g¨¦nero (con sus estereotipos, opresiones y limitaciones) es una organizaci¨®n dualista y discriminatoria que generalmente se apoya en la vinculaci¨®n de la mujer con lo natural y biol¨®gico en contraposici¨®n con el var¨®n relacionado con lo cultural y pol¨ªtico. ¡°Esto posiciona a la mujer en una situaci¨®n de desventaja permanente dado que las mujeres estamos situadas en el hogar, la crianza, el cuidado y ocup¨¢ndose del ¨¢mbito dom¨¦stico, mientras que a ellos se les sit¨²a en la econom¨ªa, el poder, la pol¨ªtica, el conocimiento y se les reconoce en el ¨¢mbito p¨²blico¡±, asegura. He ah¨ª por qu¨¦ a las mujeres se nos inculca la finura y a los hombres la brutalidad, dureza y seguridad en s¨ª mismos.
Si bien ninguno de los roles polarizados es bueno, seg¨²n la agente de igualdad y experta en g¨¦nero Mar¨ªa Gij¨®n (creadora de la cuenta @educarsinestereotipos), los que recaen sobre las ni?as como es ser cuidadoras, tranquilas o recatadas produce unas desigualdades mayores: ¡°Son mujeres las que sufren violencia machista, las que padecen la pobreza a nivel mundial y las que estamos invisibilizadas en todos los ¨¢mbitos¡±. En los ni?os los estereotipos y los roles ¡°producen hombres emocionalmente incapaces, con gran presi¨®n sobre lo que la sociedad espera de ellos sin poder salirse de la norma y, si se salen, corriendo el riesgo de sufrir violencia¡±, afirma.
Educar a los ni?os como fieras esconde ¡°hacerles creer que tienen m¨¢s derecho al espacio que las ni?as tanto f¨ªsico como a la hora de expresar su opini¨®n¡±, dice Mar¨ªa Gij¨®n. Interiorizan que el espacio p¨²blico es suyo. ¡°Ellos importan porque son fuertes, sus cosas valen m¨¢s que las de las ni?as y, por tanto, todo lo que se parece a algo de ni?a tiene menos valor¡±. Gij¨®n considera que esto a los ni?os les hace crecer ocultando lo que parece femenino como los afectos: ¡°No desarrollan la empat¨ªa de igual forma ni saben expresar sentimientos¡±. He ah¨ª que los hombres adultos sean incapaces de llorar, expresar sobre sus emociones o pedir ayuda.
Con las ni?as ocurre al contrario, se?ala la experta en g¨¦nero, crecen pensando que los dem¨¢s son lo importante, que hay que cuidar al resto y desarrollan su empat¨ªa pero supedit¨¢ndose muchas veces a los dem¨¢s. ¡°Interiorizan que el espacio privado es lo suyo, no deben molestar ni importunar a los dem¨¢s, y, por tanto, se identifican con roles cuidadores que, adem¨¢s, o no son retribuidos o lo son en una cuant¨ªa mucho menor que los roles productivos con lo que se identifican los ni?os¡±. Tanto para Mar¨ªa Gij¨®n como para Patricia Carde?osa si no rompemos con los estereotipos seguiremos perpetuando las desigualdades de g¨¦nero de adultos.
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