Estereotipos de g¨¦nero: cuando los ni?os no pueden ser princesas
A los tres a?os es cuando los menores comienzan a tener conciencia del g¨¦nero y dejan de hacer cosas que hab¨ªan hecho hasta el momento
Durante una entrevista, le preguntaba a Elena Crespi, psic¨®loga y autora de Habla con ellos de sexualidad (Lunwerg Editores), hasta qu¨¦ punto influye una educaci¨®n sexista en la sexualidad. Su respuesta fue clara: ¡°Influye much¨ªsimo¡±. Seg¨²n Crespi, cuando nos relacionamos sexualmente con alguien tenemos muy integrado c¨®mo debemos comportarnos desde nuestra posici¨®n femenina o masculina en funci¨®n de un estereotipo de g¨¦nero. Un estereotipo que comienza a construirse desde el mismo nacimiento y que influye de manera irremediable en el resto de ¨¢mbitos de nuestras vidas. ¡°Ya a los beb¨¦s les tratamos de diferente manera en funci¨®n de si son ni?os o ni?as: de una manera m¨¢s dulce a las ni?as, con una actitud m¨¢s fuerte a los ni?os. Y esto, que puede pasar desapercibido, termina marcando en el futuro que nos comportemos como se supone que debemos comportarnos; en funci¨®n del rol que se nos ha impuesto¡±, se?alaba.
Un estudio publicado en la revista Science en 2017 conclu¨ªa que las ni?as se sienten menos inteligentes que los ni?os a partir de los seis a?os como consecuencia de la integraci¨®n de un estereotipo que otorga una mayor inteligencia al g¨¦nero masculino. Y esto, seg¨²n los autores de la investigaci¨®n, tiene un impacto sobre las aspiraciones profesionales de las mujeres en el futuro. Pero no es solo c¨®mo tratamos a ni?os y ni?as sino tambi¨¦n qu¨¦ censuramos seg¨²n el g¨¦nero. En el caso de los ni?os ocurre con los juguetes, con la ropa, con la tem¨¢tica de los disfraces e, incluso, con los colores. Rosa y azul siguen siendo elegantes sexadores. ¡°No es que yo tenga nada en contra del rosa o el azul, el problema est¨¢ en el hecho de que solo puedas vestir de rosa si eres una ni?a, y que esto sea exclusivo de las ni?as. Una ni?a puede vestirse de rojo, de rosa, de naranja, de azul, de negro. Del color que quiera. En cambio, los ni?os no, y aqu¨ª es donde est¨¢ el desequilibrio¡±, cuenta Elena Crespi. ?Qu¨¦ sucede con todo aquello relacionado con lo ¡°femenino¡±? ?Por qu¨¦ se excluye a los ni?os? ?Qu¨¦ se les transmite cuando a ellos no se les permite ¡°hacer¡± seg¨²n qu¨¦ cosas por su g¨¦nero?
Lo masculino en positivo
Este verano, mi hijo de poco m¨¢s de dos a?os entonces, observaba con atenci¨®n a una madre y a su hija. Ambas jugaban a pintarse las u?as sentadas en el espacio de c¨¦sped que queda en los m¨¢rgenes de la piscina. Ten¨ªan un estuche transparente, de esos con cierre de cremallera, que dejaba ver un variado cat¨¢logo de esmaltes. Rosa, verde, morado, azul el¨¦ctrico¡ Al momento se uni¨® otro ni?o un poco m¨¢s mayor a la contemplaci¨®n y entonces ambos mostraron inter¨¦s por participar. Si para ellos se trataba de un juego, no lo fue para la familia del ni?o: le prohibieron que se pintara las u?as. ¡°Eso solo lo hacen las ni?as. Los ni?os no se pintan las u?as¡±. M¨¢s all¨¢ de lo anecd¨®tico ¨Cy aparentemente insignificante¨C de la situaci¨®n, la cuesti¨®n es cu¨¢ntas veces aplicamos supuestos similares en la vida de los ni?os y ni?as. Cu¨¢ntas cosas no pueden hacer los unos o las otras. Recuerdo entonces una entrevista a Iria Mara?¨®n, autora de Educar en el feminismo. Dec¨ªa que es fundamental educar en igualdad para que nuestras ni?as y ni?os sientan que pueden ser capaces de las mismas cosas. ¡°Coeducar no significa educar ni?as y ni?os, sino educar en igualdad. Con los mismos referentes, rompiendo los estereotipos, forzando un cambio¡±.
Explica Elena Crespi que es a partir de los tres a?os cuando los ni?os y las ni?as comienzan a tener conciencia del g¨¦nero y dejan de hacer cosas que hab¨ªan hecho hasta el momento porque sienten un condicionante de g¨¦nero. ¡°Los ni?os dejan de pintarse las u?as, dejan de querer llevar faldas si en alg¨²n momento les han llamado la atenci¨®n, ya no quieren cualquier color porque el rosa es de ¡°ni?as¡±. Hemos puesto en una balanza que lo de los ni?os es mejor que lo de las ni?as¡±, se?ala. Lo vemos en c¨®mo las ni?as van ganando, en cierta medida, terreno: ellas pueden jugar al f¨²tbol, llevar pantalones y disfrazarse de superh¨¦roes masculinos porque lo que entendemos propio del universo masculino es siempre m¨¢s positivo que lo femenino. ¡°Nosotras podemos hacer cosas que est¨¦n ¡°etiquetadas¡± como masculinas, pero que un hombre haga algo que se contempla como ¡°femenino¡± es mucho m¨¢s dif¨ªcil. De lo masculino no nos re¨ªmos, pero de lo femenino s¨ª¡±, lamenta la psic¨®loga.
Esta misma idea me transmite Violeta Buckley, sex¨®loga y formadora en Pandora Mirabilia. ¡°Encontramos muchas m¨¢s dificultades para que los ni?os jueguen a cosas que ¡°tradicionalmente¡± se consideran ¡°de ni?as¡±. Por ejemplo, los ni?os a los que les gusta disfrazarse de princesas y hadas a partir de cierta edad lo hacen en la intimidad, si es que en su casa se lo permiten, porque fuera est¨¢ censurado socialmente. Aprenden muy pronto que no pueden salir a la calle disfrazados de princesas aunque eso sea algo que les gustar¨ªa hacer¡±, explica. Para Buckley ocurre que, si bien a las mujeres nos ha costado mucho incorporarnos a mundos masculinizados, a lo masculino, es cierto que ahora lo complicado est¨¢ siendo que los hombres se incorporen a ¨¢mbitos como los cuidados o el trabajo dom¨¦stico. ¡°Esto ocurre porque en nuestra cultura lo femenino est¨¢ menos valorado, se impulsa mucho menos que los hombres se incorporen a cosas ¡°femeninas¡±, algo que no sucede al rev¨¦s. Pasa tambi¨¦n que cuando un hombre hace este tipo de cosas, la percepci¨®n es que est¨¢ cuestionando su masculinidad. La masculinidad se construye, aunque no solo, como oposici¨®n a lo que socialmente se identifica con ser mujer¡±, apunta.
?C¨®mo lograr que ese avance sea real, o positivo? ?Qu¨¦ se puede hacer desde nuestro lugar en la sociedad como familia para cambiar los estereotipos de g¨¦nero? Responde Violeta Buckley que para avanzar en la igualdad debe hacerse de una manera integral. ¡°Es muy importante lo que ya se est¨¢ intentando hacer: favorecer que ni?os y ni?as jueguen a todo tipo de juegos, que tengan tambi¨¦n lecturas y juegos que rompan con roles tradicionales de g¨¦nero¡ Pero tambi¨¦n es importante el modelo que construimos como familia¡±. Insiste la formadora de Pandora Mirabilia que, a menudo, en las charlas que imparten en AMPAS sobre cuestiones de igualdad y g¨¦nero observan una gran preocupaci¨®n en general con cuestiones como que haya ni?as de cuatro o cinco a?os a las que les guste jugar a princesas. ¡°Hay un gran sufrimiento por eso¡±, dice. Para la experta si bien est¨¢ claro que el juego es importante en la construcci¨®n de la identidad, tambi¨¦n es importante saber que esa identidad se construye de otras muchas maneras. ¡°Tenemos que dejar de preocuparnos por el tipo de juego que les gusta y ocuparnos m¨¢s de que tengan modelos de relaciones igualitarias y buen trato. Que tengan figuras que rompan con los roles de g¨¦nero¡±, concluye.
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