Dar mensajes claros, estar serenos y otras claves para educar a los hijos sin gritos
Muchas veces los adultos alzan la voz porque sienten que no pueden manejar una situaci¨®n, est¨¢n cansados o saturados. Pero los chillidos pueden deteriorar la relaci¨®n paternofilial y producir en los menores miedo o da?ar su autoestima
Fui una ni?a bastante traviesa a la que le costaba mucho respetar las normas, especialmente las que no acababa de entender. Siempre encontraba un buen motivo para ir a contracorriente, para llamar la atenci¨®n o hacer lo que no tocaba. En clase, los profesores me rega?aban a menudo porque no dejaba de hablar con mis compa?eros, perd¨ªa el tiempo embelesada en mis pensamientos o distorsionaba las explicaciones haciendo tont...
Fui una ni?a bastante traviesa a la que le costaba mucho respetar las normas, especialmente las que no acababa de entender. Siempre encontraba un buen motivo para ir a contracorriente, para llamar la atenci¨®n o hacer lo que no tocaba. En clase, los profesores me rega?aban a menudo porque no dejaba de hablar con mis compa?eros, perd¨ªa el tiempo embelesada en mis pensamientos o distorsionaba las explicaciones haciendo tonter¨ªas para que todos se rieran y ser as¨ª el centro de atenci¨®n. Tuve la suerte de tener unos padres y maestros muy pacientes que me aceptaban tal y como era e intentaban hacerme comprender que no pod¨ªa hacer siempre aquello que me apetec¨ªa. Ahora que soy madre y profesora admiro mucho m¨¢s la paciencia que tuvieron conmigo.
Si algo no funcionaba conmigo era que un adulto me gritase, que me alzase la voz de forma violenta para intentar que mejorase mi comportamiento. Eso me generaba mucho estr¨¦s y ¨²nicamente consegu¨ªa que empeorase mi forma de comportarme.
En ocasiones, los adultos, especialmente los padres, ante las conductas desajustadas de los ni?os se sienten desbordados, perdidos o frustrados al sentir que no pueden o saben reconducirlas desde la calma. Son muchos los motivos que pueden llevar a levantar la voz a un hijo: por ejemplo, esos momentos en los que uno est¨¢ cansado de repetir una y otra vez lo mismo, las peleas constantes entre hermanos o salir siempre de casa con prisa porque no se han levantado y desayunado cuando tocaba.
Los progenitores alzan la voz para intentar que as¨ª los hijos les hagan caso, les escuchen o cumplan con sus responsabilidades. Unos chillidos que no educan porque carecen de aprendizaje y llenan los hogares de nerviosismo, mal humor y afectan muy negativamente al v¨ªnculo que se establece entre padres e hijos. Los ni?os que est¨¢n acostumbrados a que siempre les griten se vuelven sordos y se hacen inmunes a ellos. Gritar entrena a los ni?os a no escuchar hasta que se alza la voz.
Aunque sea muy dif¨ªcil controlar la ira, la rabia o el enfado cuando un ni?o no se comporta de forma correcta todos los adultos deber¨ªan intentar desarrollar estrategias que les permitan reducir los chillidos y las malas contestaciones. Los gritos pueden lograr que moment¨¢neamente los ni?os hagan caso, pero no consiguen que aprendan a actuar correctamente si la situaci¨®n se repite. El grito, adem¨¢s, implica un abuso de poder que descalifica al ni?o, le intimida, le humilla y le genera sentimientos de inferioridad y culpa. ?nicamente producen en ¨¦l miedo, da?an su autoestima y generan mucha incomprensi¨®n.
Por supuesto que se debe corregir a un ni?o cuando no haga algo bien, pero hay que hacerlo desde la tranquilidad, sin hacerle sentir mal y siendo muy conscientes que seguramente no ha actuado correctamente porque no sabe hacerlo de otra forma o a¨²n no ha desarrollado las habilidades que necesita para lograrlo.
Dejar de gritar no es f¨¢cil porque supone tener un gran autocontrol para poder gestionar emociones como la ira y la rabia cuando un ni?o desobedece o se salta un l¨ªmite, pero es imprescindible hacerlo para poder conseguir educar desde el respeto y la comprensi¨®n convirti¨¦ndose en un modelo a seguir. Si no se logra, el ni?o har¨¢ lo mismo, usar¨¢ el grito o la agresividad para solucionar los conflictos. Educar sin gritos utilizando l¨ªmites consensuados, comprensi¨®n y empat¨ªa ayuda a los menores a aprender mucho m¨¢s r¨¢pido.
Estas son unas claves que las familias pueden poner en pr¨¢ctica para educar a sus hijos sin alzar la voz:
- Establecer normas claras, conocidas y consensuadas que faciliten la convivencia y las relaciones en casa. Si un ni?o tiene claro qu¨¦ es lo que debe hacer o la manera en la que debe comportarse ser¨¢ mucho m¨¢s f¨¢cil que su comportamiento sea el adecuado.
- El adulto debe ser el mejor modelo comunicativo que el ni?o pueda tener. Si le grita cada vez que tengan una discusi¨®n o las cosas no est¨¦n saliendo bien el ni?o entender¨¢ que los problemas se solucionan alzando la voz porque as¨ª se consigue la raz¨®n y el poder. La comunicaci¨®n debe estar basada en los mensajes positivos, la cordialidad y la serenidad.
- Adquirir un compromiso familiar por parte de todos los miembros llegando al acuerdo de que en casa ni las desavenencias ni los problemas se solucionan alzando la voz. En el acuerdo, todos se comprometer¨¢n a hablar con respeto y altas dosis de cari?o. A partir de ahora los errores se superan con paciencia y con la ayuda de los dem¨¢s.
- Los padres deben ser capaces de gestionar correctamente sus propias emociones para evitar que el agotamiento, el enfado o la saturaci¨®n les lleve a gritar cuando las cosas se compliquen en casa. Cuando est¨¦n a punto de estallar deber¨¢n poner distancia con la situaci¨®n y no intervenir hasta que se hayan calmado, evitando as¨ª perder los nervios.
- Tener muy presente que los aprendizajes requieren tiempo y que debemos respetar el ritmo de cada ni?o para aprender y actuar de manera adecuada. As¨ª las expectativas hacia ellos ser¨¢n mucho m¨¢s acertadas y los ni?os no tendr¨¢n miedo a actuar o equivocarse.
Los gritos no educan, por el contrario, deterioran el amor y la relaci¨®n entre padres e hijos y generan consecuencias negativas en el desarrollo socioafectivo. Educar sin gritar es simplemente decir lo mismo, pero en otro tono. Como dec¨ªa el dramaturgo y maestro espa?ol Alejandro Casona: ¡°No es m¨¢s fuerte la raz¨®n, porque se diga a gritos¡±.
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