Nueve estrategias para educar a los ni?os sin gritar
Ante los chillidos, los menores llegan a experimentar impotencia, inseguridad o angustia y puede trascender a baja autoestima, ansiedad o ira
La tarea de ser padre es ardua. Como en El grito de Munch, los adultos pueden llegar a desesperarse y expresar ese estado an¨ªmico con sus consiguientes riesgos. ¡°Vivimos en una sociedad acelerada, con una rutina muy estructurada y caracterizada por las prisas. Pretendemos llegar a todo. Debemos sacar adelante vida laboral, familiar y social. Y cuando tenemos hijos, las cosas se complican¡±, explica la psic¨®loga Maria Pons Obrador. Es dif¨ªcil cumplir con todo y suele llegarse al l¨ªmite con mayor facilidad. ¡°Por norma general, no estallamos en el trabajo ni en nuestra vida social. Lo hacemos en un lugar seguro y de confianza: En nuestro hogar¡±, refiere la experta.
Al gritar o ¡°vociferar de modo ruidoso¡± el ni?o sufre y se le inculca un modelo err¨®neo en cuanto a la gesti¨®n de las emociones. ¡°Los gritos son respuestas violentas a los sentimientos mal canalizados y circunstancias del estr¨¦s¡±, sostiene Amparo Palacios Mellado, pediatra en el Hospital de Poniente, El Ejido (Almer¨ªa). Para la profesional m¨¦dica no es una buena forma de resolver los problemas y el ejemplo a los hijos es nefasto. ¡°El receptor no solo no escucha el mensaje, sino que lo recibe como un hecho iracundo, traum¨¢tico e incomprensible. El ni?o utilizar¨¢ el enfado de un modo m¨¢s recurrente¡±. ¡°Gritar a los ni?os conlleva un sentimiento de arrepentimiento y no es forma de ejercer la autoridad¡±, asegura Palacios Mellado.
El estr¨¦s, agotamiento y deseo de desahogarse suelen manifestarse en una elevaci¨®n del volumen y descontrol al hablar. No obstante, en demasiadas ocasiones se obvia c¨®mo afecta a los ni?os. ¡°Para empezar, hay que dejar claro que, los gritos son una forma de maltrato psicol¨®gico y por mucho que despu¨¦s de haberles gritado les pidamos disculpas, el da?o ya est¨¢ hecho. Tras eso, el ni?o se bloquea y no logra reaccionar¡±, argumenta Pons Obrador.
Llegada la adolescencia, el ni?o logra detectar ese tipo de maltrato y se rebela de diferentes formas, es decir, empeora ciertas conductas. ¡°La labor del padre es escuchar y comprender lo que ocurre a su hijo, no gritarle todav¨ªa m¨¢s por su comportamiento. Se entra as¨ª en un c¨ªrculo t¨®xico y da?ino para ambas partes. Para mejorar la situaci¨®n, es el adulto quien debe poner de su parte. Es ¨¦l quien est¨¢ m¨¢s preparado, tanto emocional como cognitivamente¡±, manifiesta Pons Obrador. Al vocear, se le est¨¢ ense?ando al ni?o que gritando ser¨¢ ¨¦l quien gane la batalla o logre lo que ans¨ªa. ¡°Aprende que el mejor recurso para imponer sus ideas, manifestar sus necesidades, hacerse escuchar o sentirse realizado, es el grito¡±, finaliza la experta.
Gritar a un ni?o le altera emocionalmente
Existen evidencias cient¨ªficas que demuestran que los gritos a los ni?os causan problemas emocionales y alteran varias regiones cerebrales de un modo permanente. ¡°El ritmo de vida desenfrenado y de ansiedad al que est¨¢n sometidas muchas personas provoca que en ocasiones no se encuentren las estrategias de comunicaci¨®n m¨¢s acertadas¡±, refiere Nuria Vergara, psic¨®loga. Para la profesional, hay una creencia muy arraigada, sobre que el grito es un signo de autoridad y disciplina, ¡°por esto suele concurrir un error en su uso como herramienta educativa¡±, declara.
El ni?o puede llegar a crecer sinti¨¦ndose inseguro, poco capaz y con sentimiento de culpa. ¡°Si en pleno proceso de formaci¨®n de su personalidad, sus creencias y sus capacidades, gritamos a los ni?os, estamos atacando directamente a su autoestima, autoconfianza y sensaci¨®n de seguridad. Los gritos dejan secuelas emocionales, pudiendo afectar a la vida adulta¡±, afirma Pons Obrador.
Al chillar se libera energ¨ªa moment¨¢neamente y se refleja la falta de autocontrol de quien lo hace. ¡°El grito genera miedo y activa una de las zonas m¨¢s primitivas del cerebro: la am¨ªgdala, encargada de regular e integrar las emociones¡±, expone Vergara ¡°Cuando esta se activa, los ni?os entran en modo de supervivencia, por lo que la atenci¨®n disminuye y el mensaje se pierde¡±, prosigue.
Los ni?os llegan a experimentar impotencia, inseguridad o angustia y puede trascender a baja autoestima, ansiedad o ira. Seg¨²n los expertos, el cerebro aprende mejor en un contexto agradable. ¡°Los adultos, en este caso los padres, deben verse como figuras que cuidan y protegen, no que hieren, ni representan una amenaza¡±, enuncia la experta.
No es una opci¨®n gritar al ni?o
Nuria Vergara apunta una serie de pautas alternativas al uso del grito con los ni?os, ¡°salvo en situaciones que supongan un peligro para ¨¦l¡±, apostilla:
- Intentar averiguar el adulto, qu¨¦ situaciones le llevan a desarrollar esa conducta, para procurar anteponerse a ella.
- Utilizar t¨¦cnicas de relajaci¨®n, deportes o actividades placenteras para reducir el estr¨¦s y la ansiedad.
- Buscar alguna t¨¦cnica de autocontrol y gesti¨®n emocional. Por ejemplo, alejarse del lugar del conflicto y respirar pausadamente unos minutos. Se puede acompa?ar la respiraci¨®n con la visualizaci¨®n de una imagen que inspire tranquilidad y paz.
- Dialogar: Aprender a comunicarse de una forma asertiva, expresando los deseos, mostrando las opiniones¡, de un modo respetuoso.
- Mantener con el ni?o el contacto visual y procurar utilizar un tono de voz sosegado.
- Tener normas y l¨ªmites bien definidos.
- Utilizar el refuerzo positivo para premiar conductas positivas y convenientes. No humillar ni insultar para reprender otras.
- Muy importante: No pretender que un ni?o se comporte como un adulto.
- Y por supuesto, amar y respetar al ni?o y su forma de ser.
Vergara puntualiza que: ¡°Si se ha producido el grito, hay que responsabilizarse del acto, pedir disculpas y comprometerse a no repetirlo¡±. Pueden extraerse claros mensajes de todo esto: ¡°Gritando no se extrae ense?anza alguna¡±. ¡°Los gritos no son una opci¨®n para mejorar la conducta de nuestros hijos¡±, concluye Pons Obrador.? ¡°Cuando se le grita al ni?o, no solo se evidencia que como adulto no hay capacidad de dar respuesta a una situaci¨®n, sino tambi¨¦n el equ¨ªvoco aprendizaje de que todo tiene m¨¢s inter¨¦s, verdad y valor cuando se alza la voz¡±, concluye Vergara.
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