Disciplina positiva: estos son los cuatro motivos por los que no debes castigar ni gritar a tu hijo
Hay d¨ªas que nos vemos incapaces de acompa?ar a nuestros peque?os desde la calma y nos instalamos en una absurda avalancha de gritos y amenazas
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¡°Castigado sin ver la tele¡±. ¡°Castigado sin el m¨®vil o los videojuegos¡±. ¡°Castigado sin jugar¡±. ¡°Castigado en tu habitaci¨®n¡±. ¡°Castigado sin quedar o salir con tus amigos¡±. ¡°Castigado sin¡¡±. Hay d¨ªas que nos vemos incapaces de acompa?ar a nuestros hijos desde la calma y nos instalamos en una absurda avalancha de gritos y amenazas. Jornadas repletas de reproches, de conversaciones fuera de tono, de silencios inc¨®modos y lloros incontrolables.
Situaciones que provocan que perdamos los nervios, sancionemos sin sentido y creemos en casa un ambiente de desconexi¨®n o tensi¨®n y desconfianza. Donde es imposible solucionar los conflictos desde la empat¨ªa y buscar soluciones que satisfagan a ambas partes.
El ritmo acelerado en el que vivimos, las dificultades que tenemos para conciliar trabajo y familia, el cansancio extremo que arrastramos, las miles de tareas por hacer se convierten en el gran enemigo de la educaci¨®n respetuosa. La vor¨¢gine de obligaciones a las que debemos hacer frente en nuestro d¨ªa a d¨ªa nos llevan a educar des la impaciencia, la reactividad y a utilizar el castigo como ¨²nica alternativa para que nuestros peque?os nos hagan caso.
Una herramienta educativa carente de contenido pedag¨®gico que ¨²nicamente busca sancionar o reprimir el comportamiento de nuestros hijos. Unos castigos que surgen desde el enfado, la ira y la desesperaci¨®n cuando somos incapaces de interpretar el comportamiento de nuestros peque?os y dar respuesta a todo aquello que necesitan.
Los castigos son actos putativos que carecen de significado y aprendizaje. Los usamos cuando no realizamos una buena canalizaci¨®n de nuestras propias emociones o cuando entramos en una espiral de malestar o contradicciones internas que ¨²nicamente consiguen romper el v¨ªnculo con nuestros hijos.
Los castigos afectan negativamente al desarrollo armonioso de la personalidad de nuestros peque?os y mellan seriamente su autoestima. En muchas ocasiones, van acompa?ados de etiquetas que les ridiculizan o les llenan de culpabilidad, tristeza e inseguridad.
Estas sanciones ¨²nicamente infunden miedo, ira o frustraci¨®n y no ayudan a nuestros hijos a saber qu¨¦ conductas deben modificar. Dejar de castigar no significa que nuestros hijos puedan hacer todo aquello que quieran o les apetezca siempre.
Todas las acciones incorrectas deben tener unas consecuencias l¨®gicas y naturales relacionadas directamente con la conducta inapropiada. El objetivo de aplicar consecuencias es hacer entender poco a poco a nuestros hijos que sus actos siempre tienen consecuencias sobre ellos mismos y los dem¨¢s. Deben ayudarles a analizar aquello que no hayan hecho bien y a hacerse responsables de sus comportamientos sin hacerles sentir mal.
Ante un comportamiento inadecuado debemos favorecer el aprendizaje ¨²til que motive a nuestro hijo a reflexionar, conversar y buscar soluciones para reparar el fallo. Establecer normas y l¨ªmites claros que den a nuestros hijos confianza y seguridad ser¨¢ la clave para que sepan c¨®mo deben actuar en cada momento.
Una base afectiva segura nos ayudar¨¢ a conectar con ellos y a poder ayudarles a reparar aquello que no han hecho del todo bien. Los ni?os que son educados en un equilibrio de firmeza y amabilidad son mucho m¨¢s aut¨®nomos y seguros de s¨ª mismos.
Utilizar un modelo educativo en positivo nos permitir¨¢ acompa?ar el desarrollo y crecimiento de nuestros hijos desde el respeto mutuo, el amor incondicional, la empat¨ªa y la comprensi¨®n. Donde prime el v¨ªnculo, el sentido com¨²n, la mirada c¨®mplice y el entendimiento. Donde no haya espacio para las sanciones sin sentido, para los sermones y el mal humor.
Siendo adultos significativos que cuidan y protegen, amables y firmes al mismo tiempo. Que les ofrecen el tiempo necesario para aprender y les ense?an a aceptar el error como parte imprescindible para el aprendizaje. Que conf¨ªan en las capacidades de sus peque?os y les dejan que resuelvan sus problemas de forma aut¨®noma y tomen sus propias decisiones sin sobreprotegerlos.
Adultos que establecen expectativas acertadas hacia sus hijos y los aceptan tal y como son de manera incondicional deseando hijos felices y no perfectos. Que conocen las caracter¨ªsticas propias de cada etapa educativa para poder dar respuesta a las necesidades e inquietudes.
?Por qu¨¦ debemos dejar de castigar a nuestros hijos?
- Los castigos vulneran los derechos del ni?o y generan conductas evitativas o de sumisi¨®n. Crean deseos de revancha y potencian el mal comportamiento. Los ni?os que son castigados habitualmente muestran muchas dificultades para establecer buenas relaciones sociales y tienen un peor autoconcepto.
- Ante estas sanciones nuestros hijos no se sienten respetados, escuchados ni acompa?ados. Los castigos, que suelen ir acompa?ados de gritos o amenazas, humillan y debilitan emocionalmente a nuestros hijos. No son respetuosos y generan relaciones verticales en el que hay uno que gana y otro que pierde.
- Los castigos ¨²nicamente act¨²an sobre el comportamiento inmediato y no modifican la conducta a largo plazo. Carecen de aprendizaje, reflexi¨®n, reparaci¨®n y no invitan al razonamiento o la reflexi¨®n.
- Los castigos promueven la mentira, la desconfianza y la venganza. No permiten que el ni?o vaya interiorizando las normas sociales ni se haga responsable de sus actuaciones. Las sanciones sin sentido suelen hacer m¨¢s grandes los problemas.
El mal comportamiento es el lenguaje que tienen los ni?os para expresar que tienen necesidades o emociones no resueltas. En vez de sancionarles por ello, aprendamos a ofrecerles nuestro ejemplo y nuestra ayuda. A validar todo aquello que sienten para que no sientan verg¨¹enza o culpa y puedan actuar serenidad. A resolver los conflictos de forma positiva sin utilizar las sanciones, los chantajes o las amenazas.
Mostrarnos disponibles y comprensivos ayudar¨¢ a que la conducta de nuestros peque?os y j¨®venes sea mucho m¨¢s adecuada. Como dec¨ªa Michel de Montaigne: ¡°El que, estando enfadado, impone un castigo, no corrige si no se venga¡±.
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