¡°Lo quiero, lo necesito, me lo pido¡±: as¨ª escapa un padre de la avalancha de peticiones de juguetes en Navidad
Los ni?os deben recordar que no todo se reduce a los cat¨¢logos, pueden pedir libros o experiencias. Si parte del esp¨ªritu navide?o es pasar tiempo en familia, escribir juntos la carta har¨¢ que los progenitores, adem¨¢s, controlen lo que quieren
La Navidad se acerca y con ella otra carrera de obst¨¢culos de la crianza: regalos a los profesores, conciliaci¨®n durante las vacaciones escolares, celebraci¨®n de comilonas y lo que les hace m¨¢s ilusi¨®n a nuestros hijos: la petici¨®n de los regalos en La Carta, ese documento escrito que para ellos tiene m¨¢s valor y poder que la Constituci¨®n espa?ola o la declaraci¨®n de independencia de Estados Unidos. Con la misiva surgen los dilemas recurrentes: ?qu¨¦ tipo de regalos aconsejamos los padres que se pidan? ?Y en qu¨¦ n¨²mero, viendo como est¨¢n casi todos los armarios a rebosar? Y es que los ni?os piden con alegr¨ªa y generosidad, porque el m¨¢ximo esfuerzo que esto implica es escribirlo o marcar algo en un cat¨¢logo.
Ya sabemos que existe el peligro de que nos salgan ni?os hiperregalados (o sea, que reciban demasiados regalos de golpe, no que los vendan barat¨ªsimos en alguna gran superficie por la campa?a navide?a), pero eso es un problema para el futuro. Porque, de momento, los est¨ªmulos est¨¢n por todas partes y nos quedan unas cuantas semanas hasta la ma?ana de Reyes. Entonces, ?podemos exponerlos a la avalancha de novedades jugueteras que luchan por su atenci¨®n? ?O debemos mantenerlos puros lejos de todo comercio con luces y m¨²sica? Porque si dejamos que un ni?o entre en una jugueter¨ªa en fiestas navide?as se produce un fen¨®meno mucho m¨¢s bestia que si cruza la misma puerta en marzo, por ejemplo. Sus energ¨ªas se multiplican, su avidez tambi¨¦n. Es m¨¢s distra¨ªdo y movido que seguir la F¨®rmula 1 en directo. Lo mira todo, lo toca todo, lo comenta todo. Y, sobre todo, dice cada tres segundos: ¡°Lo quiero, lo necesito, me lo pido¡±. A ver, lo entiendo, porque yo en una librer¨ªa o un buf¨¦ libre soy igual.
Es normal que los ni?os lo quieran y lo pidan todo, porque la magia no tiene l¨ªmites. Pero no los tendr¨¢s encerrados en un s¨®tano durante tres meses hasta mitad de enero, porque entonces las cartas las recibir¨¢s t¨², pero de los asistentes sociales para quitarte la custodia.
Por un lado, piensas: ?para qu¨¦ darles m¨¢s est¨ªmulos, si ya tienen juguetes de sobra para varios a?os? Si realmente tus hijos quisieran o necesitaran algo de verdad, con todo el amor de su coraz¨®n, lo tendr¨ªan bien claro y podr¨ªan hacer la carta de memoria, sin consultar ning¨²n cat¨¢logo ni visitar ninguna tienda. De hecho, hay familias que hacen una lista abierta con todo lo que les gusta a los ni?os durante todo el a?o, para que pidan con esa base y no se dejen marear por publicidades de ¨²ltima hora.
Por otro lado, cuando se visitan jugueter¨ªas en invierno no siempre estamos fomentando el consumismo. A veces, simplemente, somos padres que ya han agotado todas las ideas de planes, desde los m¨¢s comerciales hasta los m¨¢s saludables. Hace fr¨ªo y no siempre apetece ir a la naturaleza, participar en talleres constructivos o crear recuerdos emocionantes para el futuro y para Instagram. A veces simplemente necesitamos una manera barata y cercana de pasar el s¨¢bado. Y esto las jugueter¨ªas en Navidad te lo dan con todo el pack. Los ni?os corretean arriba y abajo felices y sobreestimulados. Y mientras los va siguiendo, vigilando que no rompan nada ni atropellen a otros ni?os felices y sobreestimulados, tambi¨¦n avanzas el marcador para tus 10.000 pasos diarios. Cualquier m¨¦dico lo recomendar¨ªa. Adem¨¢s, mirar no significa comprar. Que pidan verbalmente lo que quieran en el momento, que si no est¨¢ escrito en el contrato vinculante que es La Carta, no vale. Y ya sabemos que la misiva puede tener siete kil¨®metros de largo, pero al final los Reyes traen lo que quieren, porque son sabios y saben lo que los ni?os necesitan de verdad. Y, a veces, son calcetines.
Eso s¨ª, en estos tours jugueteros hay que ir con mucho cuidado, porque junto a las familias sin plan tambi¨¦n coincidir¨¦is con adultos comprando sin ning¨²n disimulo. Y, por supuesto, hablar¨¢n en voz alta sin fijarse en que est¨¢n rodeados de ni?os inocentes.
Busquemos la parte positiva de ense?arles a los hijos todo lo que les puede ofrecer el mercado sin que el capitalismo los convierta en esclavos. Esta experiencia te puede servir para fomentar el criterio propio de tus hijos, ense?¨¢ndoles a aplicar razonamientos de selecci¨®n como si se tratara de expertos en Recursos Humanos. En la vida siempre hay que elegir, as¨ª que cuanto antes empiecen a tener una mirada cr¨ªtica para valorar lo que les gusta y encaja m¨¢s, mejor para todos.
Tras el momento fugaz y voraz de corretear por todos los pasillos de las jugueter¨ªas y despu¨¦s en casa pasar las p¨¢ginas del cat¨¢logo y marcarlo todo, puedes hacer con ellos el proceso de cribaje. Reun¨ªos con calma, revisando los cat¨¢logos uno por uno, y escucha c¨®mo te venden la moto explicando por qu¨¦ necesitan de verdad cada juguete. As¨ª anticipan c¨®mo jugar¨ªan con ¨¦l o se dan cuenta al momento de que tampoco les gusta tanto. De 50 peticiones, pas¨¢is a 20, y de aqu¨ª a sus 10 preferidas. Valorando y razonando cada elecci¨®n hasta tener los finalistas m¨¢s deseados.
Y, de paso, recu¨¦rdales que no todo se reduce a los cat¨¢logos, que pueden pedir libros, experiencias, entradas de espect¨¢culos, salidas en familia¡ Si parte del esp¨ªritu navide?o es pasar tiempo juntos con amor y harmon¨ªa, escribir juntos estas semifinales de la Champions de los regalos os hace felices a todos. No s¨¦ si se le puede llamar Montessori, pero, a la pr¨¢ctica, tus hijos practican psicomotricidad, lectoescritura, memoria, organizaci¨®n, reflexi¨®n, debate¡ Y lo que es mejor, los tienes calentitos en casa alrededor de una mesa, en vez de estarte agobiando con multitudes y fr¨ªo. Y oye, si despu¨¦s las peticiones no coinciden mucho con los paquetes envueltos que acab¨¢is encontrando en casa, siempre puedes culpar a Pap¨¢ Noel o a los Reyes Magos.