C¨®mo fomentar la solidaridad en los hijos en Navidad (y el resto del a?o)
Estas fechas son id¨®neas para que los ni?os y adolescentes conozcan distintas realidades y la situaci¨®n de vulnerabilidad que viven otras personas. Sin embargo, los valores de ayudar y compartir de forma desinteresada no deben cultivarse ¨²nicamente en estas fiestas y la clave para conseguirlo es dar ejemplo como padres
Un a?o m¨¢s, coincidiendo con las fiestas navide?as, es habitual encontrar personas uniformadas con chalecos identificativos de distintas ONG, apostadas en las entradas de mercados tradicionales, supermercados o centros comerciales, que informan y solicitan a los clientes una ayuda en forma de pasta, garbanzos o leche para nutrir los bancos de alimentos. O, en su defecto, piden una aportaci¨®n econ¨®mica para la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable. Una actividad solidaria de la que muchas familias participan y sirve de ense?anza para los m¨¢s j¨®venes de la casa.
La Navidad se considera una ¨¦poca especialmente propicia para fomentar la solidaridad porque culturalmente se asocia al hecho de compartir y ayudar a los dem¨¢s. ¡°Es un buen momento para que los ni?os y ni?as conozcan otras realidades y la situaci¨®n de vulnerabilidad que vive otra parte de la poblaci¨®n infantil que no tiene las mismas oportunidades¡±, declara David Fern¨¢ndez, director estatal de Cruz Roja Juventud. Sin embargo, contin¨²a, ¡°los valores solidarios deben cultivarse durante todo el a?o¡±. Asimismo, Fern¨¢ndez recuerda que esta instituci¨®n posee el proyecto Juguete Educativo, a trav¨¦s del cual recogen juegos y juguetes para la infancia y juventud en situaci¨®n de vulnerabilidad durante esta ¨¦poca: ¡°Esta iniciativa que est¨¢ activa todo el a?o, ya que existen m¨¢s momentos en los que estos ni?os y ni?as pueden quedarse sin juegos, como cumplea?os, celebraciones...¡±.
¡°Nadie nace solidario o solidaria, sino que se hace¡±, afirma Carmelo Marc¨¦n, profesor y especialista en ecolog¨ªa, educaci¨®n y ¨¦tica social. La solidaridad se asocia a valores como el respeto y la tolerancia a los dem¨¢s, el trabajo en equipo para buscar soluciones, la capacidad para desprenderse algo del yo e incorporar el nuestro, la asunci¨®n de responsabilidades o desarrollar y compartir habilidades emocionales. Un conjunto de competencias que hacen que la persona ¡°se acerque a la justicia en la vida, asuma la propia responsabilidad, practique el consumo responsable no acumulativo, y apoye a alguien pr¨®ximo de manera desinteresada¡±, a?ade.
Para que los ni?os se conviertan en un agente activo en la ayuda al otro, ¡°las familias deben recuperar el enorme valor de lo necesario y la magnitud de lo innecesario¡±, declara Marc¨¦n. Los padres y madres son personas de referencia durante la infancia y, por tanto, son el principal ejemplo para los hijos. ¡°De nada sirve que les hablemos de la importancia de la solidaridad si no ven que la ejercemos y nos implicamos. Un ejemplo que, adem¨¢s, se basa en la repetici¨®n de las acciones y no en acciones sueltas. En resumen, en la coherencia de lo que decimos con lo que hacemos¡±, a?ade Carmen Garc¨ªa, responsable del programa de Infancia de C¨¢ritas Espa?ola.
Educar en la solidaridad hace que los ni?os sean conocedores de la realidad que viven y les ayudar¨¢ a que de mayores tambi¨¦n lo sean. ¡°Los valores entendidos desde la pr¨¢ctica habitual de cada uno se transforman en los valores de los ciudadanos libres y buenas personas del futuro¡±, asegura Mar¨ªa Solano, profesora de la Universidad CEU San Pablo. En esta actitud entra en juego no solo su formaci¨®n, sino tambi¨¦n la personalidad. Las familias deben saber c¨®mo son sus hijos ¡°para poder enfocar de la manera m¨¢s adecuada el tipo de solidaridad que pueden llevar a cabo¡±, explica.
Desde edades tempranas se pueden incorporar ense?anzas asociadas con el valor de la solidaridad. ¡°Entre los tres y los seis a?os interiorizan conceptos b¨¢sicos como compartir, ayudar y colaborar en acciones sencillas. De los 7 a los 12 a?os comienzan a comprender mejor las emociones y necesidades de otras personas, lo que les permite participar de forma m¨¢s activa en actividades solidarias: replantaciones, recogida de alimentos o juguetes o intercambio de libros¡±, apunta Fern¨¢ndez. Posteriormente, seg¨²n informa, durante la adolescencia, entre los 13 y 18 a?os, las personas desarrollan una mayor conciencia social. ¡°Este es un momento clave para profundizar en su papel como agentes de cambio, dot¨¢ndoles de autonom¨ªa y capacidad para decidir y participar en acciones solidarias seg¨²n sus preferencias¡±, declara Fern¨¢ndez. ¡°Con esta edad ya pueden realizar voluntariado e incluso integrarse en actividades organizativas y en la toma de decisiones a trav¨¦s de los ¨®rganos de gobierno de la secci¨®n juvenil¡±, prosigue este experto, ¡°o ver qu¨¦ siguen o comparten en sus redes sociales es otra herramienta a trav¨¦s de la que pueden crear consciencia entre sus amistades sobre la importancia de la solidaridad¡±.
Para que los ni?os sean solidarios, seg¨²n explica Garc¨ªa, primero de todo deben saber estar en familia: ¡°Compartir momentos de ocio en los que expresar c¨®mo estamos, c¨®mo nos sentimos y qu¨¦ expectativas vitales tenemos hacia nosotros y hacia los dem¨¢s¡±. Al mismo tiempo, asegura que es necesario compartir tiempo con otros hogares para que entiendan el mundo en todas sus dimensiones y diversidad. ¡°Los ni?os que viven en ambientes solidarios, posiblemente de adultos, recordar¨¢n algo de su vida compartida y formar¨¢n parte del voluntariado solidario en un futuro¡±, declara Marc¨¦n. Y recuerda que ¡°ser solidarios es ayudar a disminuir las desigualdades, no donar lo que sobra¡±.