El crimen invisible de cuatro ni?as y sus madres en su casa del Estado de M¨¦xico
Los altos niveles de violencia e impunidad que sacuden al pa¨ªs relegan el brutal asesinato a un segundo plano para las autoridades
En la colonia El Tr¨¢fico, como en tantas otras del Estado de M¨¦xico, la situaci¨®n socioecon¨®mica de una familia se mide seg¨²n lo cerca que est¨¦ su casa de oler a basura. A veces, el hedor dulz¨®n tambi¨¦n acompa?a un destino tr¨¢gico. En la ¨²ltima casa pegada a la barranca de un r¨ªo de aguas negras viv¨ªan Lucrecia (de 50 a?os), Nancy (de 33), Karen (de 16), Yanahi (de 10), Abril (de 10) y Karla (de 12). El mi¨¦rcoles por la noche un grupo armado irrumpi¨® en el domicilio de la familia y las acribill¨® a m¨¢s de 20 balazos. Solo una de las ni?as, Karla, con seis impactos de bala ¡ªseg¨²n los medios locales¡ª ha sobrevivido y se encuentra grave en un hospital.
Las im¨¢genes que han circulado en redes sociales publicadas por los peri¨®dicos de sucesos muestran la brutalidad de un ataque perpetrado en este municipio, de 282.000 habitantes, a 30 kil¨®metros al norte de la capital de M¨¦xico. Las peque?as trataron de esconderse bajo la cama, seg¨²n las fotograf¨ªas. Pero la sangre empap¨® un cuarto de no m¨¢s de 15 metros cuadrados, de obra gris, donde viv¨ªa toda la familia. La ma?ana de este jueves todav¨ªa quedaba la ropa tendida de las ni?as, pijamas rosas y fucsias y una sudadera abandonada en las escaleras de piedra que suben al domicilio.
¡°Desde aqu¨ª escuch¨¦ los gritos¡±, cuenta una vecina de 65 a?os que lleva toda la vida en esta colonia. Las casas de este barrio edificado en la ladera de un cerro son un laberinto sin asfaltar de escalones de piedra, ladrillos a la vista, escombros en cada esquina. La cocina de la se?ora que habla ¡ªque prefiere no mencionar su nombre por miedo¡ª se encuentra frente al cuarto donde viv¨ªan las mujeres, aunque para llegar hasta ah¨ª, es necesario serpentear los callejones de construcciones levantadas sin ning¨²n orden. ¡°En esta colonia hay gente que vive al d¨ªa, pero hay otros que viven cada dos d¨ªas, tres... Ellas eran as¨ª. No ten¨ªan un peso¡±, apunta su esposo.
Los disparos retumbaron en los cristales de la cocina de esta familia. ¡°Se escucharon como unos 10 balazos de un arma y luego muchos m¨¢s, como otros 15, de otra m¨¢s pesada. Nos metimos aqu¨ª por miedo a una bala perdida¡±, explica el hijo de ambos, que vive en esa casa con su esposa. Fuentes de la Fiscal¨ªa confirman que los casquillos encontrados correspond¨ªan a pistolas de nueve mil¨ªmetros y al menos un fusil de asalto AR15. Esta ma?ana del jueves estos vecinos est¨¢n reunidos en la mesa del comedor pregunt¨¢ndose c¨®mo es posible que en su barrio se disparen armas propias del Ej¨¦rcito para masacrar a cuatro ni?as y a sus madres.
Un d¨ªa despu¨¦s, no hay ning¨²n detenido. Pese a que del otro lado del r¨ªo, en la carretera principal, hay c¨¢maras de videovigilancia, los criminales escaparon sin que nadie los persiguiera. La Fiscal¨ªa del Estado de M¨¦xico, una entidad que rodea la capital, que soporta una de las tasas de pobreza urbana y violencia m¨¢s altas del pa¨ªs, investiga un caso de ajuste de cuentas del crimen organizado, seg¨²n declaraciones de fuentes del organismo a este diario. La brutalidad del crimen y el tipo de armas empleadas responden al esquema propio del narco, en el que se ha podido utilizar a las mujeres y a las ni?as como moneda de cambio, una constante de violencia machista que han denunciado las organizaciones de derechos humanos. Hace solo una semana, en un bald¨ªo de la misma colonia, los vecinos encontraron los cad¨¢veres de cinco j¨®venes ¡ªtres hombres y dos mujeres¡ª con heridas de bala.
En la ma?ana de este jueves no camina casi nadie por la cuesta principal del cerro. La calle que da al predio donde se encuentra la casa de las v¨ªctimas estaba cerrada por un cord¨®n policial que alguien hab¨ªa levantado para poder pasar con su coche. Al medio d¨ªa, solo una patrulla de la polic¨ªa estatal con dos agentes somnolientos vigilaba la escena del crimen. Unos minutos despu¨¦s de la llegada de algunos reporteros, un despliegue de tres patrullas de la polic¨ªa local y dos camionetas de la Guardia Nacional con una decena de soldados cercaban la zona. ¡°Es todo un show. ?Por qu¨¦ no estaban aqu¨ª desde anoche? ?Por qu¨¦ no han dado con los que hicieron esto?¡±, comenta la ¨²nica vecina que baja la pendiente.
En un pa¨ªs que soporta casi 100 homicidios al d¨ªa y donde mueren asesinadas 10 mujeres cada 24 horas, la masacre de Nicol¨¢s Romero supone un expediente nuevo, una tragedia m¨¢s con la que desayuna este pa¨ªs. La posibilidad de que el crimen se resuelva es, adem¨¢s, remota: en M¨¦xico por cada 10 v¨ªctimas de asesinato, solo dos obtienen una sentencia condenatoria, seg¨²n los datos de Transparencia publicados por un informe de la ONG Impunidad Cero hace dos a?os.
El caso de las cuatro ni?as y sus madres no ha ocupado la portada de ning¨²n peri¨®dico nacional este jueves, tampoco una conferencia de prensa ni un solo acto extraordinario de las autoridades. Y la espantosa noticia ha quedado relegada a algunas columnas de los peri¨®dicos de nota roja. En este pa¨ªs hay rincones donde la muerte completa de una familia pobre y marginal parece invisible. Y lo ¨²nico que circula son las im¨¢genes de las ni?as empapadas en sangre bajo la cama.
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