El descenso irregular de la pandemia en la nueva normalidad mexicana
Los gr¨¢ficos dibujan una meseta descendente, pero desigual: mientras pierde incidencia en el sur del pa¨ªs, sigue siendo notable en el centro y en el Estado norte?o de Nuevo Le¨®n
Han pasado meses desde que M¨¦xico anunci¨® de qu¨¦ modo se desmontar¨ªan paulatinamente las estrategias puestas en marcha para combatir la pandemia y anunci¨® su sem¨¢foro para ir pasando a la nueva normalidad. Aquella prematura iniciativa y declaraciones optimistas sobre el fin de la covid-19 se ponen de manifiesto de nuevo cuando ya ha pasado el verano, se anuncian las campa?as de vacunaci¨®n contra la influenza y la curva epidemiol¨®gica sigue siendo preocupante en el pa¨ªs. Aunque ya hay un Estado, Campeche, que ha alcanzado el verde en el sem¨¢foro y otros presentan un panorama m¨¢s halag¨¹e?o, la presencia del virus sigue siendo irregular y a veces da sorpresas: caprichosas vueltas atr¨¢s cuando todo iba a mejor. ¡°No hay que confiarse¡±, ha dicho el subsecretario de Salud, Hugo L¨®pez Gatell en su ¨²ltima conferencia.
La silueta fundamental de la gesti¨®n de la pandemia, que ya se ha cobrado m¨¢s de 76.600 muertes -las cifras de exceso de muertes no se conocer¨¢n hasta dentro de dos a?os, seg¨²n las autoridades-, la dibuja, como siempre, la curva de infecciones semanales. Agregando positivos, negativos y en duda, el gr¨¢fico dibuja dos momentos claramente definidos y un presente m¨¢s complicado de leer. La primera fase lleg¨® hasta mediados de julio y fue de crecimiento sostenido: cada semana hab¨ªa m¨¢s casos que la anterior. A partir del 20 de julio aproximadamente, este aumento se fren¨®, siendo sustituido por un descenso paulatino, aunque notablemente m¨¢s lento que el crecimiento anterior.
La ¨²ltima semana de agosto marc¨® un nuevo punto de inflexi¨®n con resultado a¨²n incierto. Se produjo entonces el primer aumento en m¨¢s de un mes. Quiz¨¢s no es coincidencia que en esos d¨ªas se ampliase la definici¨®n de ¡°caso sospechoso¡±: el d¨ªa 24, el subsecretario L¨®pez-Gatell avis¨® que a partir de entonces se incluir¨ªan nuevos ¡°s¨ªntomas accesorios¡±, tales como ¡°p¨¦rdida del olfato, p¨¦rdida del gusto, diarrea¡±. Adem¨¢s, se asum¨ªa que un solo s¨ªntoma accesorio disparaba la sospecha de covid. El cambio alineaba a M¨¦xico con el creciente consenso cient¨ªfico internacional sobre la naturaleza del virus y la enfermedad que provoca: no estrictamente respiratoria, sino m¨¢s bien capaz de atacar en varios frentes seg¨²n las personas.
Pero su principal variante, estad¨ªsticamente hablando, sigue presentando un cuadro sintomatol¨®gico similar al de una infecci¨®n respiratoria habitual. Por eso, la mejor manera de contrastar si el repunte obedece m¨¢s al cambio de definici¨®n que a un verdadero incremento agregado de casos es emplear los informes semanales de la red de vigilancia epidemiol¨®gica (Centinela) de la Secretar¨ªa de Salud. Dicha red recoge todos los casos con s¨ªntomas de tipo influenza (ETI) o infecci¨®n respiratoria aguda grave (IRAG) en sus m¨¢s de 400 centros-alarma. El valor arrojado no sirve para determinar el tama?o de la epidemia por s¨ª solo, pero s¨ª su tendencia, sobre todo si es comparado con la media de a?os anteriores.
Efectivamente, en las cifras de Centinela se aprecia un descenso m¨¢s sostenido, e incluso anterior (la diferencia entre ¡°picos¡± en ambos gr¨¢ficos coincide casi perfectamente con el retraso medio en el diagn¨®stico por prueba PCR de covid: entre una y dos semanas), indicando que probablemente el repunte se deba m¨¢s al cambio de definici¨®n de ¡°caso sospechoso¡± que a un incremento agregado parejo.
Esta consideraci¨®n deja a M¨¦xico inmerso en una suerte de meseta irregular: el primer gr¨¢fico, de pruebas y casos, indica que tras la correcci¨®n de finales de agosto, la primera semana de septiembre (¨²ltima cuyos datos son plenamente fiables, debido al ya mentado retraso) mantuvo unos valores muy similares a la anterior. El segundo confirma la estabilidad durante la primera mitad del mes, dejando en duda si el vaiv¨¦n posterior al d¨ªa 12 dibujar¨¢ una tendencia ascendente o descendente. Y, sobre todo, indica con nitidez que las infecciones respiratorias detectadas por la red de vigilancia epidemiol¨®gica multiplican por cincuenta o sesenta la cifra media de 2017 a 2019: la epidemia, a nadie sorprender¨¢ saberlo, sigue firme en M¨¦xico pese a su descenso.
Aclarada la imagen general, la cuesti¨®n central es d¨®nde est¨¢ el virus. La pol¨ªtica federal, de hecho, se basa en esta misma l¨®gica: la aplicaci¨®n de un ¡°sem¨¢foro¡± de riesgo basado en una serie de indicadores para cada uno de los Estados que conforman el pa¨ªs. La atenci¨®n se centra en la cifra aparentemente m¨¢s rocosa: la ocupaci¨®n de camas hospitalarias. Es s¨®lo una apariencia, porque las bajas tasas de acceso al sistema de salud en M¨¦xico impiden considerar los porcentajes absolutos como un indicador definitivo de incidencia. Pero al menos s¨ª permiten cierta comparaci¨®n entre regiones, as¨ª como una consideraci¨®n de la evoluci¨®n dentro de cada una de ellas.
Nuevo Le¨®n y Nayarit encabezan las tasas, si bien el segundo muestra un cierto descenso que no se da en el primero. En la misma liga de peligro juegan Colima y la Ciudad de M¨¦xico. La capital, de hecho, ha mantenido una epidemia notablemente estable, caracter¨ªstica de un ¨¢rea metropolitana profundamente conectada. En el otro extremo, Campeche (primera entidad que ha accedido oficialmente al mejor grado en el famoso ¡°sem¨¢foro¡±: verde), Chiapas y en realidad todo el extremo suroriental de la naci¨®n presenta valores mucho m¨¢s tranquilos. Resta la cuesti¨®n de si se debe a alguna condici¨®n estructural (n¨²cleos urbanos menos concentrados que las grandes capitales centrales y norte?as, quiz¨¢s) o si la cifra enmascara un diferencial negativo: precisamente el de acceso a servicios de salud en las que son algunas de las ¨¢reas peor equipadas de M¨¦xico.
Sea como fuere, lo cierto es que Campeche y Chiapas (y tambi¨¦n Tabasco, Yucat¨¢n, Tlaxcala o Quintana Roo) est¨¢n alcanzando niveles casi de supresi¨®n, as¨ª sea temporal: no hay que perder de vista que siempre hay espacio para repuntes y segundos picos, como muestran las experiencias en sitios tan dispares como Per¨², Israel o Espa?a. Mientras, la incidencia en Colima se acerca a 40 muertes por mill¨®n de habitantes cada semana, durante el periodo que va de finales de agosto al 20 de septiembre.
Aguascalientes, Jalisco, Nayarit y Nuevo Le¨®n son, por su parte, ejemplos de mesetas m¨¢s o menos continuadas. Mientras, el verdadero epicentro de la pandemia en el pa¨ªs, la capital y su ¨¢rea metropolitana, siguen buscando una salida ayudados por una disposici¨®n de medios inigualable. Tras tres meses de descenso irregular pero sostenido en muertes, esa luz al final del t¨²nel sigue sin distinguirse con claridad. A ellos, como al resto, les toca administrar la pandemia.
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