El D¨ªa de las Escritoras reivindica el ¡°doloroso ejercicio¡± de sacar a las silenciadas al espacio p¨²blico
Carmen Boullosa, Alejandra Costamagna, Mar¨ªa Fernanda Ampuero y Socorro Venegas defienden la necesidad de seguir reparando las firmas aplastadas bajo el canon literario masculino
Hay toda una generaci¨®n de mujeres a las que les ha tocado rescatar la memoria de sus antepasadas, madres, abuelas, cient¨ªficas, abogadas, artistas¡ M¨¦xico celebra hoy el D¨ªa de las Escritoras, un acontecimiento m¨¢s para allanar el camino a las que vendr¨¢n, para que no tengan que buscar en viejas analog¨ªas, bucear a la caza del libro que nunca se reedit¨® o indagar en unos or¨ªgenes literarios que se han perdido en el silencio espeso del patriarcado. ¡°Nos ha tocado ser la generaci¨®n bisagra, ojal¨¢ seamos la ¨²ltima que tiene que hacer esto, se trata de un momento hist¨®rico doloroso, pero emocionante¡±, ha resumido la escritora ecuatoriana Mar¨ªa Fernanda Ampuero en una charla digital compartida con la mexicana Carmen Boullosa y la chilena Alejandra Costamagna.
¡°No se trata de una moda. Es ofensivo pensar que dar voz al 50% de la poblaci¨®n es una moda. El canon literario ha sido el verdadero mansplaining¡±, ha dicho Ampuero, rememorando el famoso concepto que populariz¨® otra escritora, Rebeca Solnit, cuando puso blanco sobre negro el hartazgo de muchas mujeres aleccionadas por hombres que saben del asunto en cuesti¨®n menos que ellas. ¡°Debi¨¦ramos apropiarnos como mujeres de la naturaleza misma de la literatura, del arte de narrar y de contar historias. Lo ¨²nico que est¨¢ haciendo la literatura es lo que siempre hizo: responder de forma profunda a lo que ocurre¡±, ha a?adido Boullosa (autora de El libro de Eva) .
Y lo que ocurre en estos d¨ªas es que muchas mujeres y algunos hombres se est¨¢n dedicando a dar voz a aquellas que fueron silenciadas. Tal es el caso de la colecci¨®n Vindictas, de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM) que acaba de incorporar dos nuevos libros: La ruta de su evasi¨®n, de Yolanda Oreamuno, y La octava maravilla, de Vlady Kocianchich. Adem¨¢s, Vindictas. Cuentistas Latinoamericanas re¨²ne relatos de escritoras de la segunda mitad del siglo XX cuyos nombres son muy desconocidos para el gran p¨²blico, incluso para los m¨¢s acendrados lectores. Estar¨¢ en la librer¨ªas el 25 de noviembre, editado por la UNAM junto con la editorial espa?ola P¨¢ginas de Espuma. La edici¨®n est¨¢ a cargo de Juan Casamayor y de Socorro Venegas, quien esta ma?ana ha ejercido de anfitriona para las compa?eras antes mencionadas en una reuni¨®n virtual para Libros de la UNAM, que se puede ver en Youtube.
¡°Ha sido un gran desaf¨ªo tejer muchas miradas, pero siempre que exhumamos la obra de mujeres se nos suele decir que estamos cubriendo cuotas, ?acaso se cubre una cuota de g¨¦nero con la mitad del planeta silenciada? La ausencia de las mujeres [en la obra literaria] solo puede ser dolorosa. Siguen necesitando reivindicaci¨®n¡±, ha dicho Venegas.
Alejandra Costamagna, autora de El sistema del tacto, ha abundado en la necesidad de equilibrar ambos sexos en las librer¨ªas: ¡°Solo el d¨ªa que emparejemos la cancha el esfuerzo de reivindicar a las mujeres ya no ser¨¢ necesario; ni tampoco los Ministerios de Igualdad, que ahora siguen siendo instancias reparadoras. Sue?o con ese d¨ªa¡±. La chilena ha defendido que hay una nueva formar de mirar el mundo de la literatura propiciada por el feminismo, un movimiento ¡°que tiene mucho que ver con lo colectivo, una gran red, formas de pensar en estructuras comunitarias. Se trata de escritoras que se contin¨²an, que tejen desde lo que se viene haciendo¡±, en contra de ese universo de la autor¨ªa y de la propiedad ¡°tan masculino¡±. La posici¨®n de la mujer ¡°se ubica en un lugar distinto, y eso tiene que ver con c¨®mo se sit¨²a frente a lo literario, no solo con lo que escribe, porque yo estoy en contra de que la literatura se biologice¡±.
Si cualquier escritor debe llegar a la literatura ya sonrojado, empu?ando el escucho contra los prejuicios y liberado de mordazas cotidianas o familiares, las mujeres, adem¨¢s, quiz¨¢ han de desprenderse de una autocensura propia de las imposiciones de g¨¦nero, de lo que se espera de ellas. Mar¨ªa Fernando Ampuero, por ejemplo, ha reconocido que si su padre siguiera vivo su Pelea de Gallos no habr¨ªa visto la luz. Hasta ah¨ª el reconocimiento de su autocensura cuando ha sido interpelada por ello en la charla virtual.
Se trataba hoy de desenterrar nombres de mujeres que merecen un lugar en el espacio p¨²blico y que incluso lo resignifiquen con su presencia p¨®stuma, y entre todas las contertulias han ido apareciendo nombres femeninos y sonando sus voces a trav¨¦s de la lectura que han hecho sus colegas actuales. Costamagna ha mencionado a Marta Brunet, que muri¨® cuando fue a Uruguay a pronunciar su discurso para el ingreso en la Academia de las Letras y cuyas recetas de cocina apagaron otros brillos literarios. Ampuero ha tra¨ªdo a colaci¨®n a Gilda Holst y su cuento Reuni¨®n, donde el olor de la vagina femenina ¡°molesta y perturba¡± a la reuni¨®n de hombres. Y ha mencionado tambi¨¦n la escatolog¨ªa literaria de la tambi¨¦n ecuatoriana Ileana Espinel. La guatemalteca Ala¨ªde Foppa, desaparecida, torturada y cuyos restos no aparecieron, ha sido la elegida por Carmen Boullosa, de quien ha seleccionado un poema dedicado a su propio sexo, que dice as¨ª:
Oculta rosa palpitante
en el oscuro surco,
pozo de estremecida alegr¨ªa
que incendia en un instante
el turbio curso de mi vida,
secreto siempre inviolado,
fecunda herida.
¡°?Qui¨¦n eres t¨²?¡±
?Qui¨¦n eres t¨², hijo tard¨ªo?
De los otros me parece
que algo sab¨ªa
desde el primer d¨ªa
de duda y esperanza.
Pero t¨², inesperado,
?qui¨¦n eres?
en ti nunca hab¨ªa pensado.
?C¨®mo vas a llegar
a este mundo enemigo
si ni siquiera yo te conozco?
Perd¨®name, hijo:
hasta me ha parecido
que no hab¨ªa lugar para ti.
Mi coraz¨®n, ya lo ver¨¢s,
es una sangrienta granada abierta.
Y yo estoy cansada.
Adem¨¢s,
t¨² me vas a quitar
ese retazo de mi vida
que me han dejado los otros:
casi nada,
pero me duele desprenderme
de lo ¨²ltimo que me queda.
Tendr¨¢s que ayudarme a conocerte.
Y ha de ser tu vida,
tan vigorosa y fuerte,
que devore la m¨ªa, alegremente,
y yo lejana de m¨ª misma
y distra¨ªda,
apenas lo lamente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.