Del Azteca a Sinaloa, ascenso y ca¨ªda de Maradona en M¨¦xico
El Diez toc¨® la cima del mundo como futbolista y tres d¨¦cadas despu¨¦s regres¨® como entrenador, golpeado por los excesos
Diego Armando Maradona (1960-2020), invitado especial en todos los pa¨ªses, encontr¨® en M¨¦xico un inesperado oasis. El Diez conquist¨® un fulgurante Mundial en 1986 en el c¨¦sped del estadio Azteca. Se despidi¨® del pa¨ªs como un campe¨®n en su apogeo y regres¨® 32 a?os despu¨¦s, golpeado por los excesos, para disfrutar su mejor etapa como entrenador de clubes en Culiac¨¢n (Sinaloa) donde estuvo cerca de ganar su primer trofeo como estratega. Su esplendor y declive se mezclaron en M¨¦xico.
El Maradona jugador aterriz¨® en Ciudad de M¨¦xico con 26 a?os. La selecci¨®n argentina estaba lejos de ser la favorita para conquistar la Copa del Mundo. Y las primeras sensaciones del Pelusa sobre M¨¦xico no eran las mejores. Hab¨ªa cierta zozobra entre los futbolistas porque un a?o antes un fuerte terremoto hab¨ªa cimbrado a la capital mexicana. Al conjunto albiceleste le toc¨® instalarse en el centro de entrenamiento de uno de los clubes de mayor abolengo en M¨¦xico, el Am¨¦rica. El Diez reproch¨® que las instalaciones no estuviesen terminadas. ¡°Era un burdel¡±, dijo Maradona, seg¨²n se lee en el libro M¨¦xico 86. Mi mundial, mi verdad. As¨ª ganamos la Copa. Otro asunto que incomodaba a los argentinos fue la altura de la ciudad, de 2.250 metros sobre el mar.
Maradona era el centro de atenci¨®n para los fot¨®grafos que le hicieron posar con un sombrero de mariachi y con los juveniles del Am¨¦rica. Uno de ellos fue Ricardo Pel¨¢ez. ¡°Nos toc¨® ser el sparring de Argentina, estuvimos entrenando al parejo con ellos durante un mes. Era una selecci¨®n extraordinaria¡±, cuenta Pel¨¢ez a EL PA?S. ¡°Ven¨ªamos de jugar contra Brasil en el centro de capacitaci¨®n, regresamos a las instalaciones del Am¨¦rica y Diego Armando Maradona estaba tirando balones a la porter¨ªa desde el centro del campo. Me par¨¦ fuera de la cancha con mi c¨¢mara. Me dijo: ¡®?P¨¢sale!¡±, describe el exfutbolista mexicano el d¨ªa que consigui¨® su fotograf¨ªa m¨¢s preciada. Ese ¡°?p¨¢sale!¡± fue la ¨²nica frase que pudo arrebatarle al argentino, bajo la mira de los periodistas que se colocaban hacinados sobre unas vallas para intentar robar una declaraci¨®n.
El Diez y sus compa?eros hicieron una tradici¨®n en M¨¦xico: ir de compras al entonces lujoso centro comercial Perisur. Maradona hac¨ªa de unos hotdogs su dieta especial, aunque el equipo albiceleste se volvi¨® el cliente asiduo de un restaurante llamado Mi Viejo, en el acomodado barrio de Polanco. Esos peque?os momentos blindaron a los pupilos de Carlos Bilardo.
Diego Armando Maradona dej¨® la huella de su gambeta en tres estadios mexicanos: el Ol¨ªmpico Universitario de la UNAM, el Cuauht¨¦moc en Puebla y, claro, el Azteca, escenario donde marc¨® dos goles indelebles en la historia del f¨²tbol contra Inglaterra. En la final frente a Alemania, el Diez tuvo un momento de bronca con los aficionados a los que semanas antes hab¨ªa sorprendido con sus goles. ¡°Me jodi¨® que gritaran los goles de Alemania. No creo que lo hicieran por antiargentinos ni nada de eso¡±, dijo, seg¨²n cont¨® al periodista Daniel Arcucci. ¡°En M¨¦xico al principio no se le festej¨® tanto a Argentina porque el favorito, despu¨¦s del local, era Brasil. Al final la gente s¨ª se decant¨® por los argentinos¡±, cuenta Carlos Calder¨®n, historiador mexicano. Los mexicanos, que en 1970 hab¨ªan festejado el triunfo de Pel¨¦ en el Azteca, se encomendaron a Maradona como el gran h¨¦roe del f¨²tbol del mundo. El Diez ya hab¨ªa tocado la cima del mundo.
Sinaloa, refugio para Maradona
Pasaron 32 a?os para que Maradona regresara a M¨¦xico. Una s¨²bita noticia sacudi¨® al ecosistema del bal¨®n: el astro argentino iba a dirigir en la Segunda Divisi¨®n mexicana a los Dorados. Las miradas se postraron sobre Sinaloa, un Estado golpeado por la violencia del narcotr¨¢fico. El Maradona que regres¨® al pa¨ªs que lo coron¨® ya no era tan ¨¢gil, caminaba como un gigante torpe. Hab¨ªa ganado varios kilos y hab¨ªa sobrevivido a una sobredosis que lo orill¨® a la muerte. Y cuando hablaba sus palabras se arrastraban, como si estuvieran lesionadas. El que era el rey del f¨²tbol en los ochenta, regres¨® en 2018 visto como el rey de los excesos.
¡°Quiero darle a Dorados lo que me perd¨ª cuando estaba enfermo. Hoy quiero ver el sol, quiero acostarme de noche¡±, dijo el argentino el d¨ªa de su presentaci¨®n. Ese d¨ªa los periodistas mexicanos le aplaudieron de pie. El efecto Maradona le dio un vuelco al club que sufr¨ªa en la media tabla y los llev¨® a disputar dos finales. Ambas las perdi¨®. Lo que gan¨® fue un billete a la tranquilidad. Tras triunfar como futbolista, Maradona era una celebridad que no pod¨ªa caminar sin ser acosado por una fotograf¨ªa. En Culiac¨¢n (Sinaloa) la gente respet¨® su entorno. ¡°Si Diego va a N¨¢poles se llena la plaza. Ac¨¢ lo han visto en el supermercado comprando con su pareja. El d¨ªa del ni?o fue por su nene al colegio. Es alguien aut¨¦ntico y su vida en Culiac¨¢n es trabajo, familia y paz¡±, cont¨® a este diario Javier Llaus¨¢s, un trabajador del club en 2019.
¡°De ahora en m¨¢s para nosotros t¨² ser¨¢s El Diego de Sinaloa¡±, rezaba uno de los corridos que le dedicaron al argentino, que vivi¨® durante varios meses en el s¨¦ptimo piso del hotel Lucerna. Un deteriorado Maradona dej¨® escenas que alertaban a sus seguidores: en una entrevista con la ESPN no pod¨ªa hilvanar las palabras en su respuesta y tras perder una de las finales con Dorados el Diez ret¨® a golpes a unos aficionados que le vociferaban ¡°?Maradona se la come!¡±.
Maradona pudo reiniciar su vida familiar en Culiac¨¢n y nada pod¨ªa perturbarlo, salvo su salud. El argentino renunci¨® a su cargo en 2019 para viajar a Buenos Aires a someterse a operaciones de rodilla y hombro. Unos meses despu¨¦s se convirti¨® en estratega de Gimnasia y Esgrima, su ¨²ltimo club. No pudo convertirse en campe¨®n como entrenador y en M¨¦xico, su gran talism¨¢n, casi lo logra. El Azteca y los Dorados lloran la partida de El Diez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.