En la guarida de Andr¨¦s Roemer: tres v¨ªctimas relatan los abusos sexuales del comunicador
Los casos que implican al divulgador, diplom¨¢tico y fil¨¢ntropo mexicano est¨¢n estallando en las redes sociales. Todos comparten el mismo patr¨®n: chantaje, poder y citas en el s¨®tano de la casa
Las v¨ªctimas eran conducidas al s¨®tano de la casa, sin ventanas, las luces tenues, el vino dispuesto con alguna botana, una mesita de centro, dos sof¨¢s, si¨¦ntate, toma un trago, al fondo, la pantalla de cine y las bocinas. Y la puerta cerrada con llave. ?breme. ?No te vas a despedir? El dinero, al final, para comprar ropa, para cerrar bocas: la credibilidad la tengo yo, t¨² solo eres una ni?a. Y despu¨¦s, llegar a casa y vomitar para ver si sale la culpa, el miedo y el asco. La guarida de Andr¨¦s Roemer la describen a la perfecci¨®n las mujeres que han denunciado agresiones, todas el mismo relato, el mismo proceder del nuevo ¡°depredador sexual¡±, como le llaman, que estos d¨ªas se desayuna, merienda y cena con confesiones en Twitter calladas por mucho tiempo. ¡°Nunca hab¨ªa vivido un dolor tan grande¡±, ha dicho a este peri¨®dico. ¡°Ahora te linchan igual si echas un piropo que si descuartizas a una persona¡±, afirma.
Andr¨¦s Roemer es un hombre prestigioso en M¨¦xico: profesor, diplom¨¢tico, conductor del programa dominical ADN40 en TV Azteca, divulgador cient¨ªfico, actividades pol¨ªticas, galardonado en las mejores casas acad¨¦micas, cofundador junto al magnate Ricardo Salinas Pliego -cuya amistad enarbolaba ante las v¨ªctimas, seg¨²n dicen estas- del Festival La Ciudad de las Ideas, un semillero de proyectos para mentes brillantes. Un hombre de poder con los mejores contactos. La reputaci¨®n le da estos d¨ªas la espalda gravemente. Tres mujeres han contado su caso, con nombre y apellidos, a este peri¨®dico. Otras han dejado amargas experiencias bajo el anonimato en redes sociales. Hasta seis mujeres lo acusan, sin denuncia en tribunales, de violaci¨®n o abusos y el asunto tiene visos de seguir. Los mensajes en internet dicen ahora que muchos sab¨ªan lo que escond¨ªa bajo tantos honores este hombre que sigue conservando su trabajo en la televisora mexicana.
Roemer lo niega todo y asegura que se trata de un complot contra ¨¦l urdido en otras esferas, empresariales. ¡°El linchamiento medi¨¢tico ha sido exagerado¡±, se queja. Dice que no tuvo nunca mala intenci¨®n con nadie, pero que no sabe si son reales o no algunas acusaciones. En todo caso, ¡°nunca hay que desmentir a un ser humano, solo escucharle y crecer¡±. ¡°Ofrezco, en nombre de muchos hombres, nuestra ignorancia en temas que tenemos trabados inconscientemente¡±.
La bailarina Itzel Schnaas ha hecho saltar por los aires el ¨²ltimo esc¨¢ndalo de abusos sexuales en M¨¦xico, cuando a¨²n no se apaga el incendio originado por la candidatura electoral para gobernador de Guerrero de Salgado Macedonio, acusado de dos violaciones y varios abusos. Ella ha grabado un video contando su experiencia en aquella c¨¢mara subterr¨¢nea. Schnaas se defendi¨® bien de los manoseos. Otras corrieron peor suerte. Lo sucedido con Andr¨¦s Roemer, a decir de las v¨ªctimas, guarda similitudes con el caso de Harvey Weinstein, el famoso productor de cine estadounidense que dio origen al Me Too. Hombres de poder que chantajean a las mujeres con jugosas oportunidades laborales o con arruinar sus trabajos si no acceden a sus criminales deseos.
¡°El respetable, el fil¨¢ntropo, el intelectual, te enga?a. Mucha gente lo admira, no puedes creer que vaya a actuar as¨ª¡±, dice la periodista Monserrat Ortiz. Ella solo ten¨ªa 22 a?os, ahora 27, cuando el ch¨®fer privado la introdujo a la casa por el garaje hasta el estudio del s¨®tano donde Roemer celebraba sus ¡°reuniones importantes¡±. Le hab¨ªa ofrecido un trabajo como traductora en sus ratos libres, bien pagado. Las condiciones las discutir¨ªan en casa, hasta donde la traslad¨® el ch¨®fer desde las oficinas de TV Azteca, su trabajo en aquel entonces. Hasta ahora, no hab¨ªa contado con detalle, dice por tel¨¦fono, lo que ocurri¨® aquella noche. El vino que no bebi¨®, los ojos de ¨¦l que no se quitaban de sus piernas. ¡°Llevaba un vestido y me coloqu¨¦ la chamarra sobre las rodillas porque me sent¨ªa inc¨®moda, pero me la quit¨® y la puso en el perchero. Entonces me cubr¨ª con un coj¨ªn, me lo quit¨® tambi¨¦n. Qu¨¦ bonitas piernas, ?te has puesto el vestido para m¨ª? Ortiz se fue paralizando por completo. Cuando todo acab¨® y ¨¦l se subi¨® el pantal¨®n le ofreci¨® unos siete mil pesos, que la muchacha dej¨® all¨ª. ¡°La pr¨®xima c¨®mprate un vestido caro para m¨ª¡±. Y a¨²n se sac¨® del bolsillo algunos d¨®lares. ¡°Por si te falta¡±, le dijo, siempre seg¨²n el relato de la mujer.
Antes de todo aquello, Ortiz no comprend¨ªa por qu¨¦ las v¨ªctimas se paralizaban, por qu¨¦ no denunciaban, por qu¨¦ no hu¨ªan. Ahora ya lo sabe. Y no puede olvidarlo. Lleg¨® a casa con una tonelada de culpa. Se indujo el v¨®mito, se ba?¨® y tir¨® el vestido manchado a la basura. Nunca llor¨®, nunca se lo cont¨® a nadie hasta a?os despu¨¦s, a su hermana. Solo pidi¨® a su jefa que no le mandara m¨¢s entrevistar a ese se?or, sin detalles, y ella accedi¨®. La culpa no le abandonaba. ¡°?C¨®mo pude caer en su juego, por qu¨¦ me puse ese vestido? Pens¨¦ que igual ¨¦l ten¨ªa raz¨®n para pensar que yo buscaba otra cosa. No sent¨ªa coraje contra ¨¦l, sino contra m¨ª¡±, se sorprende todav¨ªa. ¡°Aquella noche le ped¨ª que respetara a su esposa en lugar de pedir respeto para m¨ª. Yo ten¨ªa toda la culpa. Incluso llegu¨¦ a pensar que hab¨ªa sido una relaci¨®n consensuada de tanto como me culp¨¦¡±.
Aunque nunca denunci¨®, -acudir a las autoridades no es un camino de rosas en M¨¦xico-, son muchos los detalles y escenarios que guarda en su cabeza. Los que han de salir a la luz en una demanda colectiva si las mujeres que trabajan en eso consiguen redondear la causa jur¨ªdica. Periodistas Unidas de M¨¦xico (PUM), la organizaci¨®n que ha estado canalizando estos mensajes acusatorios contra Roemer, trabaja en armar una red entre todas ellas, sumar esfuerzos y denuncias hasta que todo tenga su aterrizaje en los tribunales.
Son, en efecto, muchos los testimonios que ponen sobre la misma pista. Talia Margolis, que trabaja en comunicaci¨®n para una empresa de pinturas, tambi¨¦n se cruz¨® en su d¨ªa con Andr¨¦s Roemer. Entonces el ¨¢mbito com¨²n de ambos era la Ciudad de las Ideas. La empresa de Margolis gestionaba las becas para los talentosos. Ten¨ªa 21 a?os. ¡°Se sent¨® frente a m¨ª, tan pegado que sus rodillas rodeaban las m¨ªas. Alab¨® mi talento y luego me dijo: qu¨¦ ricas chichis [tetas] tienes. Me par¨¦. Yo aqu¨ª he venido a hablar de trabajo, le dije. Me acuerdo de aquella sonrisa. Est¨¢ bien, me dijo, perd¨®n. Pero al momento volvi¨® a las andadas: ?est¨¢s depilada?, me pregunt¨®¡±. Margolis temblaba. ¡°Hace 10 a?os no exist¨ªa toda esta conciencia que hay ahora. Solo lo ve¨ªa como un hombre importante que me dec¨ªa que iba a llegar muy lejos con su apoyo. Hac¨ªa tres o cuatro a?os que ten¨ªa ganas de denunciar, pero no quer¨ªa hacerlo sola, quer¨ªa estar acompa?ada. Y sab¨ªa que no era la ¨²nica. Somos tantas¡¡±.
En eso lleg¨® la rabia de Itzel Schnaas, de 31 a?os, y todo salt¨® por los aires, la verg¨¹enza de las v¨ªctimas y el prestigio de Andr¨¦s Roemer. La historia de Itzel Schnaas, video incluido, es algo distinta de las dem¨¢s, porque ella procede de una familia con contactos entre la clase poderosa de M¨¦xico. Su padre es juez internacional de barcos de vela, comparte espacios de lujo con las altas esferas en Valle del Bravo, Puerto Vallarta. All¨ª recalan los altos ejecutivos de Salinas Pliego, y Roemer y ella tienen conocidos en com¨²n. Schnaas lleg¨® a la casa advertida, pero sin intimidarse, aunque sali¨® llorando, pero nunca mostr¨® miedo ante ¨¦l, dice. No se libr¨® de sus manoseos que dejaban caricias no pedidas entre sus piernas ¡°mientras ¨¦l se agarraba el pene¡±. Roemer tambi¨¦n le ofreci¨® dinero para comprarse una bonita falda ¡°para la pr¨®xima¡±, asegura. Y, como en el resto de casos, sufri¨® los mensajes de wasap. A pesar de ello, repite varias veces por tel¨¦fono: ¡°Yo s¨¦ que soy la menor de sus v¨ªctimas¡±.
Ella lo ha denunciado p¨²blicamente tras emprender un proceso en la Unidad de G¨¦nero del Grupo Salinas Pliego del que sali¨®, afirma, con credibilidad, y ¨¦l con una enorme mancha en su expediente que no le ha apeado de su trabajo. Roemer niega que este proceso existiera. ¡°Le vi un d¨ªa antes de publicar el video, por mediaci¨®n de una conocida com¨²n. Me dijo que no esperaba eso de m¨ª, que a m¨ª no me hab¨ªa violentado. Se iba de hocico, con esa frase. Le le¨ª el texto de mi video. Llor¨®, tembl¨® y me pidi¨® que no lo hiciera¡±, asegura Schnaas.
Roemer tiene previsto publicar un comunicado con sus explicaciones, pero antes, ha hablado con este peri¨®dico: ¡°Es importante no hacerle a los dem¨¢s lo que no quieren que les hagan¡±, dice, pero ofrece disculpas ¡°a cualquier ser humano al que haya faltado¡±. Achaca estos comportamientos, cuando ocurren, a un ¡°patriarcado mal manejado¡±. ¡°Nunca he percibido que no hubiera un mutuo consentimiento. Entiendo perfectamente que los hombres tenemos una educaci¨®n patriarcal muy equivocada y tenemos que aprender, crecer, escuchar, comunicarnos, madurar enormemente¡±. Niega ¡°al cien por cien¡± la violaci¨®n de la que le acusa Monserrat Ortiz, a quien dice no conocer. ¡°En eso no hay la m¨¢s remota duda, eso no es interpretable, eso ya es llevar al extremo las ganas de hacerme da?o. Hasta yo recomiendo que si te dan una bofetada pongas una denuncia penal, cosa que yo no tengo. Eso es absurdo, barb¨¢rico, incre¨ªble, doloroso¡±, dice.
¡°He aprendido dos cosas¡±, sigue Roemer en conversaci¨®n con este peri¨®dico: ¡°Que probablemente tengo enormes enemigos y que, con independencia de mi caso, es imprescindible que en las escuelas, en las universidades, en los foros formales e informales, hay que ense?ar [a los hombres] a superar y madurar¡±. Cuando habla de enemigos y de un complot, Roemer se refiere a los amigos que comparte con Itzel Schnaas o su familia, altos ejecutivos del grupo Salinas Pliego, de quienes infiere que quieren apartarle del negocio. La propia Schnaas, en declaraciones a este peri¨®dico, cont¨® que tambi¨¦n se sinti¨® utilizada cuando vio ¡°esa pelea de machos¡± desatada que usaba su caso de abuso para dejar caer a Roemer del grupo.
El doctor y la bailarina, en efecto, se vieron en un restaurante del sur de la Ciudad de M¨¦xico un d¨ªa antes de que ella lo acusara p¨²blicamente en un video. Aquella conversaci¨®n fue grabada y Roemer ha extra¨ªdo un fragmento que ha publicado en Twitter en la que se habla de esos supuestos enemigos empresariales. ¡°Detr¨¢s de esta denuncia est¨¢n los intereses de dos personas, ajenos a los derechos de la mujer, que para m¨ª son imprescindibles¡±, concluye Roemer en Twitter. ¡°Mi ¨²nico prop¨®sito es que se esclarezca la verdad¡±, se despide.
La bailarina recuerda la frase que le dijo el doctor aquel d¨ªa en el s¨®tano: ¡°T¨² y yo nos vamos a llevar muy bien¡±. El hombre no sab¨ªa la tormenta que se le ven¨ªa encima.
@carmenmoranb
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