¡°El acceso a las vacunas desnuda la desigualdad en la regi¨®n m¨¢s desigual del mundo¡±
La encargada de la CIDH sobre derechos econ¨®micos, sociales, culturales y ambientales afirma que la pandemia es una oportunidad hist¨®rica para impulsar sociedades m¨¢s justas


A m¨¢s de un a?o del inicio de la pandemia, al menos 60 millones de personas se han contagiado en Am¨¦rica y casi 1,5 millones han muerto de covid-19, seg¨²n cifras oficiales. El virus no ha distinguido fronteras, desde los pa¨ªses ricos del norte global hasta los gigantes emergentes y los territorios insulares m¨¢s pobres y rezagados. Pero la vacunaci¨®n s¨ª. Mientras Estados Unidos se afianza por mucho como el pa¨ªs m¨¢s con m¨¢s inmunizaciones, Latinoam¨¦rica concentra alrededor del 30% de las defunciones mundiales, pero menos del 10% de las dosis aplicadas. ¡°El acceso a las vacunas desnuda la desigualdad en la regi¨®n m¨¢s desigual del mundo¡±, afirma Soledad Garc¨ªa Mu?oz (Arenas de San Pedro, 1969), al frente de la Relator¨ªa Especial sobre Derechos Econ¨®micos, Sociales, Culturales y Ambientales (Redesca).
La oficina, abierta apenas en 2017 por la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), ha tenido que asumir con la llegada del virus el diagn¨®stico de un continente que parece haberlo visto todo en poco m¨¢s de 12 meses: el desabasto de medicamentos e insumos cruciales, la corrupci¨®n en el reparto de inyecciones, el aumento de la pobreza y la vulneraci¨®n recurrente de las garant¨ªas fundamentales. ¡°La crisis que estamos viviendo no tiene precedentes y es sanitaria, econ¨®mica y social¡±, se?ala Garc¨ªa Mu?oz en entrevista telef¨®nica.
A principios de abril, la Redesca y la CIDH emitieron una resoluci¨®n para impulsar el reparto equitativo de vacunas en 35 pa¨ªses del continente y que insta a sus Gobiernos a reconocer la vacunaci¨®n como un derecho humano b¨¢sico. Un documento que ata?e, por los compromisos internacionales de cada Estado, tanto a Paraguay que ha aplicado menos de 100.000 dosis como a Chile, el pa¨ªs latinoamericano m¨¢s avanzado respecto del tama?o de su poblaci¨®n. En el mapa de la desigualdad, pa¨ªses caribe?os como San Crist¨®bal y Nieves han aplicado poco menos de 11.500 vacunas; Dominica, 18.400, y Santa Luc¨ªa, alrededor de 24.000 dosis.

Garc¨ªa Mu?oz cita las desigualdades de origen como uno de los principales factores para explicar las diferencias entre pa¨ªses y dentro de ellos en la vacunaci¨®n, pero en el medio hay variables como la geopol¨ªtica, la corrupci¨®n y las posiciones aislacionistas y nacionalistas. ¡°Las personas con m¨¢s necesidad son a menudo tambi¨¦n las ¨²ltimas en la fila¡±, lamenta la abogada hispanoargentina. Para muestra, nueve de cada diez personas en pa¨ªses pobres no tendr¨¢n a acceso a ninguna vacuna contra la covid en 2021, advierte la Organizaci¨®n de Estados Americanos.
Ese mapa de la desigualdad tiene varios focos rojos identificados por la CIDH, marcada por una gama de claroscuros en la respuesta a la pandemia. ¡°Por ejemplo, la politizaci¨®n y opacidad de los procesos de vacunaci¨®n, como ocurre en Venezuela, donde el acceso a las vacunas est¨¢ determinado por la pertenencia pol¨ªtica¡±, alerta la relatora. En Nicaragua y Venezuela, comenta, ¡°la situaci¨®n de las personas que trabajan en el sector salud es cr¨ªtica¡±, por el desabasto de dosis y de equipos de protecci¨®n personal. ¡°En la mayor parte de la regi¨®n, el ritmo de vacunaci¨®n es demasiado lento, lo que resulta especialmente preocupante en un pa¨ªs de dimensiones continentales como Brasil, con el mayor n¨²mero de contagios y muertes tras Estados Unidos¡±, agrega Garc¨ªa Mu?oz.
El impacto de la pandemia en el continente tambi¨¦n ha dado la vuelta al mundo por las gestiones y declaraciones p¨²blicas de varios gobernantes, como Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil o Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador en M¨¦xico. Y cada vez m¨¢s voces abogan por que tribunales internacionales se pronuncien sobre las respuestas y el negacionismo de la crisis sanitaria de varios Gobiernos. ¡°Es un debate que est¨¢ muy en la agenda de la sociedad civil y la academia¡±, cuenta. ?C¨®mo se ver¨ªa esto? Al menos en el sistema interamericano, no se podr¨ªa hablar de ¡°delitos¡± con ¡°nombre y apellido¡±, sino de ¡°responsabilidades internacionales¡± con llamamientos a los Estados. Se hablar¨ªa de cambios y revisiones que tendr¨ªa que impulsar Brasil, con todas sus instituciones, por ejemplo.
Los se?alados no son solo pol¨ªticos, tambi¨¦n el sector privado. ¡°Este momento es hist¨®rico para el rol de las empresas, principalmente las farmac¨¦uticas¡±, dice Garc¨ªa Mu?oz, ¡°cada vez se hace m¨¢s urgente que las empresas tomen el tema de los derechos humanos en serio¡±. La opacidad en los contratos firmados y los precios pactados para enviar ant¨ªgenos, la reticencia a no compartir las patentes y los problemas de abasto que han provocado demoras siguen poniendo en la mira a los principales laboratorios.
En un horizonte que ha puesto de manifiesto lo mejor y lo peor de los valores humanos, Garc¨ªa Mu?oz se confiesa optimista. ¡°Estamos ante una tesitura hist¨®rica y cr¨ªtica para cambiar las cosas en favor de la humanidad del planeta¡±, afirma. Las vacunas se perfilan como la salida m¨¢s viable, pero si la aplicaci¨®n sigue siendo desigual, los problemas ser¨¢n cada vez m¨¢s graves. ¡°Si no lo hacemos juntos, no vamos a salir¡±, insiste. Desde su perspectiva, la variable determinante ser¨¢ poner los derechos humanos en el centro de la respuesta. ¡°Se necesita un replanteamiento profundo en la manera que vivimos como sociedades¡±, plantea, ¡°en la medida que nuestra regi¨®n sea capaz de desarrollar una actitud m¨¢s emp¨¢tica, m¨¢s solidaria, m¨¢s de aprecio a la dignidad humana, hay esperanza¡±.
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