Restos ¨®seos e instrumentos musicales: la rica ofrenda mexica descubierta en la Plaza Garibaldi
Arque¨®logos hallan los vestigios de la vivienda de una familia azteca que sobrevivi¨® a la invasi¨®n espa?ola. En el patio central de la casa, y enterrada bajo tierra, descubren flautas, vasijas y utensilios rituales prehisp¨¢nicos
Una olla llena de restos ¨®seos de m¨¢s de un metro de di¨¢metro, 13 enormes sahumadores con forma de serpiente de agua con mangos huecos en colores rojo, negro y azul; flautas con figurillas en forma de animales, cajetes, copal, resinas, hierbas¡ todos estos elementos enterrados cuatro metros bajo tierra en el patio central de una antigua casa mexica. Esta ofrenda permanec¨ªa recubierta con varias capas de adobes bien consolidados para mantenerla fuera de miradas ajenas. Se trata del ¨²ltimo hallazgo de los arque¨®logos mexicanos en el Centro Hist¨®rico, muy cerca de la Plaza Garibaldi. M¨¢s cerca de Tlatelolco, que de Tenochtitlan. El ritual, afirman los especialistas, fue realizado tras la invasi¨®n espa?ola, en el siglo XVI, posiblemente entre los a?os 1521 y 1610 d.C., para dar testimonio de que as¨ª terminaba un ciclo de sus vidas y su civilizaci¨®n.
¡°Yo me imagino un ritual lleno de m¨²sica. Ol¨ªa a copal. La gente cantaba. Se escuchaban las flautas y sonaban los sahumadores ¡ª cuando los mueves tintinean por el choque de las bolitas de arcilla que se encuentran en la boca de la serpiente ¡ª, los integrantes de la familia buscaban alg¨²n lugar para excavar y colocar los restos cremados de un infante, probablemente. Hac¨ªan una limpia, como se hace ahora con hierbas y humos que paseaban por el cuerpo¡±, conjetura Mara Becerra Amezcua, arque¨®loga de la Direcci¨®n de Salvamento Arqueol¨®gico, del Instituto Nacional de Antropolog¨ªa e Historia (INAH), en entrevista con EL PA?S.
La ofrenda fue encontrada en un predio ubicado en el coraz¨®n de Eje Central, una de las avenidas m¨¢s importantes de Ciudad de M¨¦xico que cruza de sur a norte. Mara Becerra y su colega Ximena Andrea Castro investigaron las diversas capas de un sitio que se ha mantenido como vivienda al paso de siglos, hasta llegar a los arranques de muros de esa primera casa que perteneci¨® a Tezcatzonco, un barrio menor de Cuepopan-Tlaquechiuhca, una de las cuatro parcialidades que integraban Tenochtitlan. ¡°A cuatro metros de profundidad fue donde ya empezamos a encontrar los restos de la vivienda mexica, que ten¨ªa un patio interior, caracter¨ªstico de las casas de ese periodo. El patio se un¨ªa con un corredor y alrededor estaban los cuartos. Todos los pisos eran de estuco y tambi¨¦n sus paredes. Los muros se conformaban por una cama de tezontle y tierra bien compacta y de adobes. En uno de los cuartos encontramos un fog¨®n, seguramente destinado para la cocina. Pero, justo en el patio interior encontramos la ofrenda. Bastante interesante y bonita¡±, cuenta la arque¨®loga.
El ritual mexica reci¨¦n hallado ten¨ªa una cantidad excepcional de sahumadores: 13 en total. Aunque es sabido que toda casa mexica ten¨ªa por lo menos un sahumador, no se hab¨ªan encontrado tantos en un mismo hogar, solo en sitios sagrados como el Templo Mayor. El copal ¡ª resina arom¨¢tica vegetal ¡ª y el yauhtli ¡ª planta muy medicinal que tiene gusto y olor del an¨ªs ¡ª eran considerados indispensables en toda suerte de ritos, especialmente en los agr¨ªcolas y en las peticiones de lluvia, explica la antrop¨®loga Doris Heyden en su libro Mitolog¨ªa y simbolismos de la flora en el M¨¦xico prehisp¨¢nico. Se cre¨ªa que el copal calentaba el aire previniendo las heladas. Tambi¨¦n se pensaba que el humo del copal atra¨ªa a las nubes que producen la lluvia, ya que al hacer combusti¨®n, de la resina emana un humo denso, muy blanquecino y muy fragante, que recuerda los c¨²mulos de nubes que se forman por la condensaci¨®n del agua en la troposfera terrestre, similares a bolas de algod¨®n y que se aprecian durante el verano, las nubes que presagian el buen clima.
Por otra parte, el n¨²mero de estos objetos rituales no es casual. ¡°El n¨²mero 13 tiene muchas connotaciones en la cosmovisi¨®n tenochca, tiene que ver con las trecenas de los d¨ªas¡±, explica la arque¨®loga Mara Becerra a este diario. Una trecena es un periodo de 13 d¨ªas usado en los calendarios mesoamericanos, que divide el calendario ceremonial de 260 d¨ªas en 20 trecenas. Un ejemplo de esto es el tonalpohualli mexica, un libro de los d¨ªas hecho en piel de venado o papel de corteza a partir del cual un sacerdote determinaba las influencias que ejerc¨ªan cada d¨ªa, comunicando los d¨ªas fastos y nefastos del ciclo.
¡°Los 13 sahumadores expresa un simbolismo particular, ya que fueron dispuestos en dos niveles y en dos orientaciones distintas: unos en sentido este-oeste, y otros en direcci¨®n norte-sur, como una evocaci¨®n de las 20 trecenas que conformaban el tonalpohualli, el calendario ritual mexica de 260 d¨ªas; asimismo, cabe mencionar que el n¨²mero 13 alud¨ªa a los niveles del cielo. Las caracter¨ªsticas de los sahumadores tambi¨¦n refuerzan la concepci¨®n nahua del universo, por ejemplo, la cruz calada de las cazoletas de los sahumadores representa el quincunce, s¨ªmbolo del axis mundi; mientras que los mangos huecos en colores rojo, negro y azul ¡ªque serv¨ªan de instrumento de viento¡ª, y su remate con la representaci¨®n de la cabeza de una serpiente de agua, remiten a las fuerzas del inframundo¡±, explica la arque¨®loga.
Los antiguos cre¨ªan que el car¨¢cter de una persona y su suerte en la vida estaban asociados al transcurso del calendario sagrado de 260 d¨ªas: el tonalpohualli. Hab¨ªa un especialista en consultar aquel libro de los d¨ªas, al que se conoc¨ªa como tonalpouhqui: el lector de los destinos. En el siglo XVI y con la llegada de los espa?oles el destino estaba marcado: cambiar¨ªa el mundo que conoc¨ªan en cualquier momento y para siempre. Quiz¨¢ por esa raz¨®n los mexicas comenzaron aquel ritual a las orillas de Tenochtitlan con sahumerios, m¨²sica y copal, como presintiendo el futuro.
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