Ventanas al pasado: la ciudad bajo la Ciudad de M¨¦xico
El ¡®Pabell¨®n de Ventanas Arqueol¨®gicas¡¯ muestra un recuento por los trabajos que han permitido desenterrar y exhibir los vestigios de la plaza principal de Tenochtitlan, que permanecen en el subsuelo del primer cuadro de la capital
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De la llamada gran Tenochtitlan conocemos apenas un fragmento diminuto. La fracci¨®n mejor explorada de aquella antigua y enorme ciudad se llama Huey-Teocalli ¡ª el Templo Mayor, centro absoluto de la vida religiosa mexica ¡ª enterrado piedra sobre piedra, tras el sometimiento de la Triple Alianza por el ej¨¦rcito espa?ol y sus aliados. La primera piedra la coloc¨® Hern¨¢n Cort¨¦s hacia 1524 para edificar la imponente Catedral Metropolitana, la m¨¢s grande de Latinoam¨¦rica. Se fundaba as¨ª una ciudad sobre otra, hasta que el 21 de febrero de 1978 ocurri¨® un milagro. Un grupo de trabajadores, que buscaba colocar cableado subterr¨¢neo para el metro, se encontr¨® con otra piedra: era la diosa de la luna, la c¨¦lebre Coyolxauhqui. Su hallazgo precipit¨® el rescate de su recinto sagrado atrapado por siglos bajo la ahora Ciudad de M¨¦xico. ¡°Expr¨®piense las casas. Derr¨ªbense. Y desc¨²brase, para el d¨ªa y la noche, el Templo Mayor de los aztecas¡±, dijo el presidente Jos¨¦ L¨®pez Portillo impresionado por el monolito.
Era apenas el comienzo. Nueve a?os despu¨¦s, el 12 de octubre de 1987, abri¨® sus puertas el Museo del Templo Mayor con el fin de exhibir las piezas encontradas en las excavaciones. Pero, no era suficiente. Bajo los cimientos de construcciones virreinales y decimon¨®nicas, todav¨ªa se hallaban los vestigios de Tenochtitlan, una ciudad extens¨ªsima. ¡°Tan solo el recinto sagrado mide 500 metros por lado. Son siete manzanas y 78 grandes edificaciones, que gracias al trabajo del Programa de Arqueolog¨ªa Urbana (PAU), fundado en 1991 por el maestro Eduardo Matos Moctezuma, se est¨¢n recuperando¡±, cuenta a EL PA?S el arque¨®logo Ra¨²l Barrera, director del programa desde 2007 y curador de la exposici¨®n gr¨¢fica ¡®Pabell¨®n de Ventanas Arqueol¨®gicas¡¯, inaugurada esta semana en la Casa del Marqu¨¦s del Apartado, donde se repasan algunos de los hallazgos m¨¢s importantes desenterrados y luego exhibidos en 42 rendijas, de 16 inmuebles, para observar el pasado del centro del imperio: los restos de templos y palacios mexicas, las casas solariegas de conquistadores espa?oles, las iglesias cristianas y hasta las residencias del gobierno virreinal.
En la exposici¨®n, enmarcada en la conmemoraci¨®n de la ca¨ªda de Tenochtitlan, se muestran, adem¨¢s, cinco esculturas mexicas de gran formato, tres de ellas descubiertas en la Casa del Marqu¨¦s del Apartado, un par de cr¨¢neos procedentes del Huei Tzompantli y videos testimoniales de los arque¨®logos, antrop¨®logos f¨ªsicos, ingenieros y trabajadores de apoyo que se han especializado en temas de restauraci¨®n y pertenecen al programa de arqueolog¨ªa urbana.

Durante los ¨²ltimos 30 a?os, por lo menos, los arque¨®logos han permanecido alerta de cualquier movimiento bajo tierra en el primer cuadro de la ciudad: obras p¨²blicas, remodelaci¨®n de calles, la introducci¨®n de drenaje, de l¨ªneas el¨¦ctricas; de agua potable, de tel¨¦fono, fibra ¨®ptica... todo vale para encontrar las joyas de los aztecas.
¡°Nosotros las atendemos y hacemos un seguimiento con el fin de investigar, pero tambi¨¦n de proteger el patrimonio arqueol¨®gico¡±, explica Barrera, que enumera algunos de los hallazgos encontrados por el PAU, como le llama familiarmente: el Templo de Eh¨¦catl, dios del viento, un edificio que consta de una plataforma rectangular de dos cuerpos de aproximadamente 34 metros de longitud; restos de una cabecera de la principal cancha de Juego de Pelota; el Huey Tzompantli, una estructura de postes y varas de madera que forman una torre de cabezas humanas dedicadas a Huitzilopochtli, dios de la guerra; el Calm¨¦cac, la escuela donde se formaban y entrenaban para gobernar los hijos de la nobleza mexica, incluso el hallazgo m¨¢s reciente ocurrido en el Nacional Monte de Piedad: un piso del patio del Palacio de Axay¨¢catl y testimonios de la destrucci¨®n del tecpan, sede del poder pol¨ªtico y econ¨®mico, una vez ca¨ªda Tenochtitlan.
Ah¨ª tambi¨¦n se ubicaron restos de un cuarto que form¨® parte de la casa que habit¨® por algunos a?os el mism¨ªsimo Hern¨¢n Cort¨¦s. En el Pabell¨®n de Ventanas Arqueol¨®gicas se muestran otros salvamentos arqueol¨®gicos anteriores a la instauraci¨®n del Programa de Arqueolog¨ªa: restos del Templo del Sol, debajo del Sagrario de la Catedral Metropolitana; del Templo de Tezcatlipoca, en el Museo de la Secretar¨ªa de Hacienda y Cr¨¦dito P¨²blico, Antiguo Palacio del Arzobispado y del Palacio de Moctezuma II, en Palacio Nacional.
Cada salvamento, cada hallazgo, es una pieza de un rompecabezas que parece interminable. M¨¢s que piezas, piedras, que parecen desenterrarse una a una, como si estuvieran vivas. La primera piedra en rebelarse fue la monumental escultura de la Coatlicue, que se encontr¨® el 13 de agosto de 1790, en la Plaza de Armas de Ciudad de M¨¦xico, poco despu¨¦s, el 17 de diciembre del mismo a?o y a poca distancia de la anterior, la Piedra del Sol o Calendario Azteca. Y, a partir de aquel momento, no dejaron de salir a la superficie como si no quisieran ser olvidadas, ?qu¨¦ ciudad est¨¢ sobre qu¨¦ ciudad?
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