Javier Coello Trejo: ¡°Lo del PRI fue una dictadura democr¨¢tica¡±
Sin palabras amables para los vivos, el veterano penalista, antiguo abogado de Gertz o Lozoya, repasa su epopeya vital, trufada de persecuciones a narcos y corruptos
A cierta edad, hay personas que transmutan en verdaderas met¨¢foras, perfectas en su representaci¨®n de ¨¦pocas pasadas. Es el caso de Javier Coello Trejo, ¨®leo sobre lienzo del PRI transicional que domin¨® M¨¦xico en las d¨¦cadas de 1970 y 1980. Fue una ¨¦poca extra?a, el final del r¨¦gimen posrevolucionario y el inicio de uno nuevo, el tecn¨®crata, siempre en manos de la familia priista. En ese cruce de caminos, el abogado Coello Trejo construy¨® su camino como fiscal, persiguiendo pol¨ªticos corruptos, narcotraficantes, pero tambi¨¦n estudiantes.
Como buena met¨¢fora del viejo r¨¦gimen, el abogado critica el pasado mientras lo defiende, matizando las palabras que Mario Vargas Llosa le dedic¨® una vez, la dictadura perfecta. Nacido en Ciudad de M¨¦xico en 1948, Coello Trejo presenta ahora sus memorias, El Fiscal de Hierro (Planeta, 2021), y dice que lo del PRI fue una ¡°dictadura democr¨¢tica¡±, contradicci¨®n de contradicciones verbalizada con la facilidad con que se bebe un vaso de agua. ¡°?Qu¨¦ pas¨® con la dictadura democr¨¢tica? Que se olvidaron y usaron a los campesinos y al pueblo como votos. ?Me entiende?¡±, dice enf¨¢tico.
Pol¨¦mico, enorme, hombre-cordillera, el penalista ha dedicado los ¨²ltimos 30 a?os de ejercicio profesional a su despacho, Coello y Asociados, en el que emplea a su hijo y su nieto. El libro habla poco de esta etapa, pr¨¢cticamente nada. Y eso duele porque hay personajes muy presentes en la vida nacional, caso de Emilio Lozoya o Alejandro Gertz, con quienes ha tenido una relaci¨®n y que apenas figuran. El fiscal Gertz, por ejemplo, apenas asoma de pasada en una p¨¢gina. De Lozoya, a qui¨¦n defendi¨®, no hay nada.
Pregunta. Echo de menos a Gertz en el libro. Solo sale una vez, en la p¨¢gina 83. Pensaba que iba a salir m¨¢s.
Respuesta. A ver. Yo conoc¨ª a Gertz en la vieja Procuradur¨ªa. ?l fue oficial mayor hasta que sale don Pedro Ojeda [fiscal en a?os de Luis Echeverr¨ªa, presidente de 1970 a 1976]. Luego desaparece del mapa.
P. ?l coordin¨® los esfuerzos de erradicaci¨®n de cultivos il¨ªcitos en el tri¨¢ngulo dorado, ?no?
R. ?l dirige la Operaci¨®n C¨®ndor, no lo del tri¨¢ngulo dorado. Esto es en Sinaloa, cuando persiguen a los narcos y se van todos a Guadalajara. ?l estaba a cargo de eso.
P. Y luego desaparece.
R. Se va Ojeda de secretario del Trabajo y yo lo pierdo de vista. Me vuelvo a encontrar con ¨¦l hace 15 o 16 a?os. Yo soy abogado de una familia que tiene problemas de tierras y casas. Ellos me piden si se puede incorporar al equipo de abogados m¨ªos el doctor Gertz. Y dije, ¡®claro que s¨ª'. Y ah¨ª nos hicimos amigos.
P. ?Eso fue antes o despu¨¦s de que Gertz fungiera de secretario de Seguridad?
R. Despu¨¦s, despu¨¦s. Trabajamos juntos, le divorcio a la hija, luego me pide lo de su hermano, lo hago, denuncio. Y con todo respeto, ?ah¨ª tiene raz¨®n el doctor Gertz! Est¨¢ probado eso. Yo no s¨¦ si la que est¨¢ en la c¨¢rcel [su sobrina pol¨ªtica, Alejandra Cuevas] ha tenido que ver, pero la esposa, la concubina de su hermano, s¨ª.
P. ?Por qu¨¦?
R. Porque se quer¨ªa quedar con el billete. Me consta. El billete de Don Federico [hermano de Gertz]. Vamos a ser claros: Los dos hermanos Gertz heredaron un mundo de dinero. Ellos descienden de los due?os de Casa Boker, la ferreter¨ªa m¨¢s grande de M¨¦xico durante muchos a?os, que estaba en el centro de la ciudad. Y ellos heredan.
P. ?Tanto dinero da una ferreter¨ªa?
R. S¨ª, vend¨ªan todo. Por eso me da risa cuando leo lo de El Universal. Que compr¨® 122 carros. ?Por Dios! Ja, ja, ja.
P. ?Por qu¨¦ le da risa?
R. ?Porque es bien marro [taca?o]! Lo conozco bien.
P. Su libro parece a veces el cat¨¢logo de series de Netflix. Trae lo del hallazgo de las joyas robadas del museo de antropolog¨ªa, la detenci¨®n de F¨¦lix Gallardo, la de La Quina, la no detenci¨®n de Juan Garc¨ªa Abrego¡
R. Y Amado Carrillo
P. Se entretuvo bastante, ?no?
R. Yo¡ Le quiero decir, mi amigo, por qu¨¦ escrib¨ª el libro. Primero, tengo un sentido de la lealtad muy especial. He sido un hombre institucional. Desde los 19 fui ministerio p¨²blico en Chiapas. Llegu¨¦ a ser jefe de la polic¨ªa a los 21 a?os. Fue secretario particular del procurador¡. Respeto mucho la ley. Pero¡ Yo no iba a ser abogado.
P. M¨¦dico
R. S¨ª. El problema fue que yo¡ Mira, yo viv¨ªa en Ciudad de M¨¦xico, de adolescente. Y tuve un conflicto con un maestro.
P. Bueno, no tuvo un conflicto, le peg¨® un madrazo.
R. Varios. Pero porque no me gustan las injusticias. Ayud¨¦ a un amigo en un examen y bueno. El se?or se ofendi¨®, yo le ped¨ª que me lo repitiera y en lugar de entender a la juventud, el se?or bueno, pues¡ Tuve que irme a Chiapas y el gobernador entonces me dijo, ¡®yo te ayudo, pero en Chiapas, maestro o abogado¡¯. Y as¨ª fue como empec¨¦ a estudiar leyes.
P. As¨ª empez¨®, pero me iba a contar por qu¨¦ escribi¨® el libro
R. Lo escrib¨ª porque ya me lo hab¨ªan pedido muchos amigos. Por mi institucionalidad no lo quer¨ªa hacer, pero me di cuenta de que hace dos sexenios, y m¨¢s con este nuevo sexenio, se hablaba mucho de combatir la corrupci¨®n. Y no se combat¨ªa. Se hablaba mucho de combatir la criminalidad y no se combat¨ªa. Es m¨¢s, no se combate. Nosotros, cuando tuvimos la oportunidad, hablo de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Pedro Aspe, varios, no supimos cumplir con nuestro mandato. En mi caso, el mandato me lo otorg¨® el presidente Salinas. Pero no supimos cumplir.
P. Leyendo me daba la sensaci¨®n contraria. Que usted sent¨ªa que s¨ª hab¨ªa cumplido.
R. Se sentaron bases, pero no... Mi posici¨®n como subprocurador de lucha contra el narco, siempre apoyado por el presidente [Salinas], fue cruenta.
P. Ya que lo menciona, hay una parte del libro que cuenta los d¨ªas finales de esa ¨¦poca. Es octubre de 1990, es un momento feliz, han hecho un gran decomiso en Ju¨¢rez y han acordado la entrega de Garc¨ªa Abrego [l¨ªder del cartel del Golfo]. Usted va a Los Pinos, espera una felicitaci¨®n, pero Salinas lo saca de la lucha contra el narco. Luego escribe: ¡°Todav¨ªa sostengo que Salinas no ten¨ªa nada que ver con el jefe del cartel del Golfo. Igual alguien de su alrededor s¨ª¡±. ?Sigue pensando eso?
R. No me lo va a creer. Hasta ahorita, a pesar de que el presidente es mi amigo, no entiendo por qu¨¦ me saca. Siempre me otorg¨® todo su apoyo. A lo mejor mi error fue haberle informado de la entrega de Garc¨ªa Abrego. Deb¨ª haber callado y presentar resultados.
P. Haberlo detenido antes.
R. Claro. Hay una cosa que escribo. Me contacta el hermano de Garc¨ªa Abrego. Le recibo y me explica, ¡®oiga licenciado, nosotros no entendemos si usted recib¨ªa tanto dinero del cartel del Golfo, ?c¨®mo sigue persiguiendo a mi hermano?
P. Usted dice que hab¨ªa gente de su confianza recibiendo dinero en su nombre.
R. As¨ª es.
P. Eso explica la confusi¨®n de Garc¨ªa Abrego, pero no la decisi¨®n del presidente.
R. Pues es que¡ Acu¨¦rdese de algo. Hay fuego amigo muy fuerte. Yo asevero que Salinas no ten¨ªa nada que ver, pero posteriormente me enter¨¦ de varias gentes que s¨ª.
P. Pero eso ya no lo escribe
R. No lo digo, por respeto al presidente.
P. Deb¨ªa ser gente muy cercana
(Suena el tel¨¦fono. Es su hija).
R. Es que est¨¢ en una diligencia de Lozoya.
P. Atienda, atienda.
(Acaba la llamada)
P. Pero ustedes, ?no hab¨ªan dejado ya a Lozoya?
R. Lo que pasa es que nosotros estamos¡ Mi hija, que trabaja aparte, est¨¢ asesorando a Lourdes Mendoza, la periodista [que fotografi¨® a Lozoya en un restaurante de lujo, provocando en ¨²ltima instancia su entrada en prisi¨®n].
P. Ah ya. Bueno¡ L¨®pez Portillo le pone el nombre de fiscal de hierro. Usted luego cuenta que en ese tiempo, 1976 a 1982, realiza 4000 interrogatorios y provoca 200 renuncias.
R. A ver. El presidente L¨®pez Portillo designa como procurador a ?scar Flores, exgobernador de Chihuahua, con unos pantalones impresionantes. No le interesaba subir m¨¢s¡ Ese es el problema del pol¨ªtico. El que llega al cargo quiere seguir. Y evita hacer muchas cosas para no quemarse o disgustar al jefe, etc¨¦tera. Pero Flores no. ?l dec¨ªa, a ver, ¡®justicia sin reo no es justicia¡¯. Me convierto en su mano derecha y gracias a eso y a la voluntad pol¨ªtica del presidente¡ Porque si le quiero decir, si no hay voluntad pol¨ªtica no se hace nada. Bueno, gracias a eso pudimos combatir la corrupci¨®n en serio. Consignamos a secretarios de Estado, a directores de paraestatales¡
P. ?Usted cree que los m¨¦todos de esos a?os, 70, 80, ser¨ªan aplicables hoy en d¨ªa?
R. Claro que s¨ª.
P. Hay un momento en que dos agentes de la PGR mueren en un operativo. Y escribe que luego cita a todos los compa?eros a un desayuno. Y les dice: ¡°De ahora en adelante, por cada uno de nosotros, diez de ellos¡±. No me imagino a un procurador diciendo eso hoy en d¨ªa, que se sepa y que contin¨²e en el cargo
R. Bueno, lo que pasa es que hoy decimos abrazos y no balazos. Con todo el respeto a mi presidente, que no vot¨¦ pero sigue siendo mi presidente, a la delincuencia no se le combate con abrazos. Para combatir el crimen y la corrupci¨®n hay que aplicar la ley.
P. Usted escribe, ¡°?c¨®mo se combate el crimen y la delincuencia? Con g¨¹evos¡±.
R. Absolutamente. A ver, cuando usted acepta un cargo, usted se subi¨® al caballo. Aguante los reparos. Usted no tiene por qu¨¦ tener temor de cumplir con su deber, siempre y cuando no se encochupe con los delincuentes. Aquel que le agarra dinero a un delincuente ya se freg¨®. M¨¢s a un narco. Todos los narcos saben que cometen delitos. Ahora se sienten empresarios. Pues lo que usted debe decirles es, ¡®a ver amigo, t¨² eres delincuente, yo soy la ley. Si te agarro te reviento¡¯. Por eso tengo 73 a?os y estoy vivo.
P. ?Por qu¨¦?
R. Porque nunca les agarr¨¦ dinero. Nunca me encochup¨¦. Nunca me prest¨¦ a una tonter¨ªa. No tiene usted idea de cu¨¢nto me ofrecieron.
P. ?Y no hab¨ªa entonces una dosis exagerada de testosterona ba?ando la labor policial?
R. Mire, yo lo que creo es que la falta de Estado de Derecho, la criminalidad terrible que vivimos en este pa¨ªs, tiene que ver, primero, con la impunidad. Para que pueda haber impunidad debe haber corrupci¨®n. La autoridad en encochupa con los delincuentes. El que roba una vez y no sancionan, vuelve a robar. El que mata y no lo sancionan, lo vuelve a hacer. Y ah¨ª va creciendo la impunidad. Y luego, el problema es la teor¨ªa equ¨ªvoca de los derechos humanos. Los derechos humanos son para los humanos, los que trabajan, como usted, como yo, como la mayor parte de la sociedad, no para los delincuentes.
P. Hablando de los derechos humanos, hay otras cosas que me llaman la atenci¨®n. Afirmaciones que hace usted sobre la ofensiva contrainsurgente del Estado en los 60, 70 y 80. Una, por ejemplo: ¡°Siempre he sostenido que no hubo guerra sucia¡±.
R. Y lo sigo sosteniendo. La guerra sucia fue de ellos. ?Cu¨¢l es la obligaci¨®n fundamental de un Estado? La protecci¨®n y la defensa de sus ciudadanos.
P. Si, pero bajo la idea de protecci¨®n igual se refugian acciones del Estado que no casan con lo que deber¨ªa ser protecci¨®n, ?no?
R. Ah¨ª le voy. Los estudiantes fueron carne de ca?¨®n. Yo interrogu¨¦ a muchos guerrilleros, j¨®venes que los llevaron a China y Cuba y los entrenaron. ?Para qu¨¦? ?Para cambiar un sistema? Yo me hago una pregunta, ?que no Rusia desapareci¨® a la Uni¨®n Sovi¨¦tica? ?Por qu¨¦? Por una pol¨ªtica equivocada.
P. Bueno, pero una cosa no quita la otra.
R. No, ah¨ª voy. ?Usted ha visto que le hayan hecho un homenaje a los soldados, a los polic¨ªas?
P. Todos los a?os hay un d¨ªa de las Fuerzas Armadas.
R. ?Para qu¨¦, para que vaya el presidente y aviente un discurso? ?Por qu¨¦ permitimos que cacheteen a los soldados, que persigan a la polic¨ªa?
P. Bueno, pero de todas formas yo hablaba de los a?os de la Guerra Sucia.
R. A ver, ?qu¨¦ edad tiene usted?
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R. Hablamos de hace¡ 50 a?os. Era lastimoso ver c¨®mo las oficinas que hab¨ªa antes, los cuartelitos que ten¨ªa la polic¨ªa en cada colonia, los ametrallaban, dormidos. Una vez interrogu¨¦ yo a un guerrillero. Le dije, ¡®oiga amigo, asaltaron un banco¡¯. Y me dijo, ¡®no, no, no, licenciado, est¨¢ usted equivocado, lo expropiamos¡¯. Ah, esp¨¦rate tantito. Entonces, ?qui¨¦n hizo la guerra sucia? Es como Espa?a
P. ?C¨®mo en Espa?a?
R. Los etarras mataban a la gente impunemente.
P. Usted compara con ETA, pero, sin meterme a valorar, no s¨¦ si estaba muy mal vista durante los a?os del franquismo¡
R. Bueno, porque hab¨ªa una dictadura.
P. ?Aqu¨ª no?
R. Pero era una dictadura democr¨¢tica.
P. Ah, bueno
R. Todo lo que usted quiera, pero el PRI dej¨® instituciones muy s¨®lidas. Mire, en mis a?os de secretario de Gobierno en Chiapas [a finales de la d¨¦cada de 1970] me di cuenta de algo: se ha repartido el territorio nacional tres veces a los ejidatarios. Tres veces se ha repartido.
P. Pero y eso, ?qu¨¦?
R. No, la idea de L¨¢zaro C¨¢rdenas era perfecta. Nada m¨¢s que se olvid¨® de algo: La gente tiene hijos. Una parcela est¨¢ bien para una pareja de campesinos, pero luego tienen hijos, y m¨¢s hijos. No digo que est¨¦ mal.
P. Bueno, pero est¨¢bamos hablando de la dictadura democr¨¢tica. ?Qu¨¦ tiene que ver la repartici¨®n de tierras?
R. Fue parte de eso. ?Qu¨¦ pas¨® con la dictadura democr¨¢tica? Que se olvidaron y usaron a los campesinos y al pueblo como votos. ?Me entiende? (...) Pero bueno, en esas ¨¦pocas la sociedad viv¨ªa tranquila, los ni?os jugaba futbol en la calle, los j¨®venes iban a las discos, no hab¨ªa asaltos, ?por qu¨¦? Porque hab¨ªa autoridad. Un gobernante no puede permitir que se le pierda el respeto a las instituciones legalmente constituidas. Bien o mal, pero legalmente constituidas.
P. Lo legalmente constituido ven¨ªa de una corrupci¨®n brutal, ?o en eso tampoco estamos de acuerdo?
R. Estamos de acuerdo, lo mismo que ahora.
P. Lo de L¨®pez Obrador, ?no fue una victoria limpia?
R. Ay, amigo¡
P. ?Y la de Pe?a Nieto?
R. Tampoco. Pero bueno, lo que tenemos que hacer es vivir el presente y planear el futuro, pero viendo el pasado. ?Ay de aquel que no revise el pasado para planear el futuro!
P. ?Qu¨¦ deber¨ªamos mirar del pasado ahora?
R. (...) A los j¨®venes hay que ense?arles la moral, se ha perdido los valores morales mi amigo.
P. En una cosa s¨ª est¨¢ de acuerdo con L¨®pez Obrador entonces.
R. D¨ªgamela.
P. La cartilla moral.
R. ?La respetan ellos?
P. ?Usted cree que no? De todas formas me refiero a la idea.
R. Ah, la idea. Tambi¨¦n Hitler tuvo la idea de fregar a los jud¨ªos. Como idea. Y mire nom¨¢s qu¨¦ result¨®.
P. Bueno, pero eso como idea no est¨¢ bien, ?no?
R. A ver, yo no creo en la cuatro te. He vivido muchas cosas. Pienso que L¨®pez Obrador es un hombre de buena fe. Pero est¨¢ mal asesorado (...) Recuerdo una frase de un pol¨ªtico, que a lo mejor era corrupto, Carlos Alberto Madrazo. Dijo, ¡®periodista que vende su pluma traiciona la ¨¦poca¡¯. Usted ve c¨®mo se ha podrido el poder judicial, la procuraci¨®n de justicia.
P. ?Le parece que est¨¢ m¨¢s podrida ahora que en ¨¦pocas de personajes que menciona en el libro, personas que adem¨¢s usted llama amigos, como El Negro Durazo o Nazar Haro?
R. Nunca he dicho que Durazo fuera honesto. Es mi amigo. Cuando ¨¦l trabaj¨® conmigo en asuntos, lo sacamos adelante. Que traicion¨® sus convicciones, las traicion¨®. Pero Nazar¡ Amigo, Nazar fue premiado por muchos gobiernos del mundo.
P. S¨ª bueno, era otra ¨¦poca. Pero el tiempo pasa y el pasado se revisa de acuerdo a ¨®pticas distintas.
R. Pues s¨ª, pero f¨ªjese¡ ?Qu¨¦ habr¨ªa pasado si en M¨¦xico se instala el comunismo?
P. ?Y eso no era una excusa para que los que estaban gobernando siguieran con sus cosas?
R. No¡ Tan es as¨ª que f¨ªjese bien, con el paso del tiempo desapareci¨® la URSS, el comunismo.
P. El PRI no.
R. No, pero perdi¨®. Y mire, a m¨ª me decepcion¨® mucho Pe?a Nieto. Lo conoc¨ª jovencito, un gran gobernador, un p¨¦simo presidente. No lo entiendo, de veras. Por eso yo critico, es incre¨ªble que sexenio tras sexenio salgan funcionarios millonarios. Cuando la verdad, y no es que yo sea purista, a M¨¦xico hay que servirlo, no servirse de M¨¦xico.
P. Hablemos de los a?os de Salinas. Usted encabez¨® la lucha contra el narcotr¨¢fico desde la PGR. Y cuenta la detenci¨®n de F¨¦lix Gallardo. Dice que Estados Unidos no quer¨ªa que lo agarraran. Pero no acabo de entender por qu¨¦.
R. A ver, los americanos tienen una doble moral. Hablo de algunas autoridades. Ellos son los principales consumidores de la droga. ?Usted ha visto alg¨²n gringo en la c¨¢rcel por droga? Todos son colombianos y mexicanos. En el caso de Gallardo, ¨¦l ya no traficaba, ¨¦l cobraba por cada kilo que pasaba, era el capo de capos. Y en el caso Camarena -tengo las evidencias- los de la DEA llegaron a interrogarlo, contra mi voluntad, por ¨®rdenes del presidente.
P. Ah¨ª es cuando Gallardo le dice a Ed Heath [jefe de la DEA para M¨¦xico entonces], seg¨²n usted, que le ha traicionado.
R. As¨ª es. Hab¨ªa arreglos entre ellos. Pero critico profundamente a la autoridad mexicana. ?C¨®mo es posible que existiera el rancho Bufalo? ?Por Dios! Si se acababa la comida de los pueblos cercanos. ?Un comandante de la zona militar que no sab¨ªa? ?Un gobernador? ?Un secretario de Gobernaci¨®n? Pero, ?en d¨®nde viv¨ªan?
P. Hablando de Camarena. Usted mantiene la teor¨ªa de que era un agente doble y se?ala como refuerzo a su tesis los dichos del agente Berr¨¦llez [l¨ªder del equipo de la DEA que investig¨® el asesinato de Camarena]. Me puse a ver la serie documental que menciona, The Last Narc, donde Berr¨¦llez habla y en realidad ¨¦l dice que Camarena fue v¨ªctima de la informaci¨®n que pose¨ªa.
R. Eso de¡ Berr¨¦llez es un hombre¡ El defecto de la DEA es que compra la informaci¨®n.
P. Pero, ?por qu¨¦ lo dice en este caso?
R. Porque Berr¨¦llez lo dice: El jefe de la DEA en Jalisco estaba metido.
P. Bueno, pero el jefe de Camarena, no Camarena.
R. ?Y de qui¨¦n depend¨ªa Camarena?
P. Pero eso es solo una conjetura.
R. No, no es conjetura.
P. ?C¨®mo que no?
R. A ver, ?por qu¨¦ friegan a Berr¨¦llez?
P. Porque averigua demasiado.
R. ?Por qu¨¦?
P. ?Por qu¨¦ qu¨¦?
R. Cuando yo reviso el caso Camarena, me encuentro muchas cosas, grabaciones que nunca se conocieron. Y formulo las conclusiones para fregar a Caro Quintero y Don Neto. Y me encuentro con muchas cosas. Luego se lo digo al procurador de Estados Unidos: ¡®OK somos corruptos, pero tambi¨¦n ustedes¡¯. Y en aquella ¨¦poca le bajaron a lo de su h¨¦roe Camarena.
P. Yo no discuto si los estadounidenses tienen o no doble moral, pero no entiendo por qu¨¦ insiste en que Camarena era un agente doble.
R. Porque lo pude comprobar.
P. ?Y esa informaci¨®n d¨®nde est¨¢?
R. Mi obligaci¨®n era formular las conclusiones contra Don Neto y Caro.
P. ?Y sigue convencido de que era una agente doble?
R. S¨ª, s¨ª. Y pobre, eh, pobre. Porque el jefe le jugaba el dedo. Por eso lo mataron.
P. ?Nada que ver con el rancho Veracruz [hacienda donde supuestamente la CIA entrenaba a las contras nicarag¨¹enses que Berr¨¦llez vincula al caso Camarena]?
R. No, nada que ver.
P. Pues viendo el documental, que usted menciona, la idea que lanzan es que a Camarena lo matan porque sab¨ªa demasiado del rancho Veracruz.
R. S¨ª, pero¡ Lo que pasa es que Berr¨¦llez compone sus cosas. Yo no digo quien fue, pero lo doy a entender.
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