Betsabe¨¦ Romero: ¡°Los muralistas iban por el mundo con su machismo, sus privilegios y una historia aplanada¡±
La artista pl¨¢stica mexicana expone en el Museo de la Ciudad en mayo, y en septiembre tiene un proyecto en los Kew Gardens de Londres
En la grabadora suenan los aviones, como en la pel¨ªcula mexicana Roma, mientras habla Betsabe¨¦ Romero, arriba en su estudio. Abajo, tambi¨¦n como en la famosa pel¨ªcula de Alfonso Cuar¨®n, un patio alargado da aparcamiento a dos coches, sin espacio para mucho m¨¢s. La artista pl¨¢stica (Ciudad de M¨¦xico, 59 a?os) acaba de ilustrar el nuevo n¨²mero de Otros Di¨¢logos, la revista digital del Colegio de M¨¦xico, dedicada a China; el 12 de mayo inaugura exposici¨®n en el Museo de la Ciudad de la capital y tiene proyectos en Tel Aviv. Pero lo que la llena de contento es la instalaci¨®n que colocar¨¢ en los Kew Gardens de Londres en septiembre. ¡°Los ingleses s¨ª tienen rollo con el jard¨ªn y una relaci¨®n interesante con los artistas, aqu¨ª [en M¨¦xico] no te dejan tocar casi nada cuando se producen estas sinergias entre espacios y arte¡±, dice. Con una carrera consolidada, Romero muestra cierto descreimiento sobre el poder del arte para cambiar el mundo, mucho menos el de la gran pol¨ªtica. Y se duele del machismo que impera en su mundo, donde, ¡°en todo el mercado, las artistas, vivas o muertas, tienen una representaci¨®n del 2%¡±. Ella misma, de abultado curr¨ªculo internacional, no encuentra galer¨ªa que quiera representarla en su tierra.
Pregunta. Su arte muestra un enorme compromiso con causas como la migraci¨®n, el machismo, el individualismo, la contaminaci¨®n. ?El compromiso es el camino de un artista?
Respuesta. Despu¨¦s de a?os, las exposiciones mesi¨¢nicas me parecen inoperantes. La impotencia es cada vez m¨¢s grande. Desde hace mucho pienso que los grandes cambios se dan en microcomunidades, hay que poner atenci¨®n a lo que hacen, c¨®mo respetan el medio ambiente, la historia. He aprendido mucho de las comunidades ind¨ªgenas con las que trabajo. El artista a lo m¨¢s que puede llegar es a poner a disposici¨®n todo lo que pueda en relaci¨®n al significado de las cosas, pero no me siento con la posibilidad de tener mayores alcances para cambiar el mundo. La ideolog¨ªa no est¨¢ en nuestras manos como artistas.
P. Sin embargo, ?el arte a veces tiene capacidad de cambio, no?
R. ?S¨ª?
P. ?No?
R. Yo he estudiado el papel de los muralistas posrevolucionarios: qu¨¦ gran decepci¨®n al ver todo ese machismo y esos privilegios con los que ellos iban por el mundo, con esa historia tan aplanada, llena de h¨¦roes magn¨¢nimos, donde las mujeres o eran putas o viejas horribles o burguesas asquerosas, qu¨¦ cosa.
P. Ay, el machismo.
R. Aqu¨ª, en el pa¨ªs donde est¨¢ la m¨¢s famosa, Frida Kahlo, la Academia no le puede dedicar un libro serio. Yo s¨¦ perfectamente que, en el Instituto de Investigaciones Est¨¦ticas, si t¨² quieres hacer una tesis profunda seria, analizando la obra, no el dolor, no la patita, no el ovario de Frida Kahlo, pues no puedes. Est¨¢ mal visto, se ve cursi, clich¨¦, y as¨ª todo sobre ella es anecdotismo sin parar.
P. ?C¨®mo est¨¢ tratada, entonces, Frida Kahlo en M¨¦xico?
R. Como un fetiche, solo se habla del exotismo de su figura y de su dolor y pasi¨®n por un hombre que la enga?¨®. Pero a su exposici¨®n en Par¨ªs fue Kandinsky, Mir¨®, Duchamp. La suya fue la primera obra de arte latinomericano que compr¨® el Estado franc¨¦s. Y Peggy Guggenheim le invit¨® a exponer en Londres. Si todos esos no significan nada para legitimarla como artista, que me digan qu¨¦.
P. La inspiraci¨®n de su obra surge en buena medida de motivos prehisp¨¢nicos. ?Betsabe¨¦ Romero s¨ª puede inspirarse en esos dise?os, en esos tejidos, y Carolina Herrera no?
R. Ah s¨ª, esos pleitos me parecen de una banalidad espantosa. Las referencias que yo tomo son hist¨®ricas, no es que agarre algo de una comunidad y lo haga. Los tejidos y bordados, en general, son parte de un patrimonio intangible comunitario, no son propiedades personales. Yo creo que uno debe dignificar el trabajo y la cosmovisi¨®n de todas esas culturas, que han sido inspiraci¨®n para muchas personas, pero hay gente que lo hace de una manera ventajosa, agresiva, irrespetuosa, pero no me parece interesante tomar posturas de tajo y monol¨ªticas. Sobre los dise?adores de moda, pues si se inspiran y luego no devuelven nada pues es una actitud muy colonialista y esa poca sensibilidad es de una taca?er¨ªa espantosa. Pero tambi¨¦n he visto lo contrario, gente que trabaja con ellos y que est¨¢n en una relaci¨®n de mucha camarader¨ªa y respeto.
P. ?C¨®mo ve a los pueblos ind¨ªgenas? Pasan los gobiernos y siguen presentando muchas necesidades.
R. No hay gran cambio, sinceramente. Desde luego no hay pol¨ªticas contra las grandes desigualdades del pa¨ªs. Fui jurado de un concurso sobre proyectos de calidad de vida y los m¨¢s interesantes ven¨ªan de adentro, espero m¨¢s de la sociedad civil y de organizaciones que generan soluciones autosustentables.
P. Pero el presidente L¨®pez Obrador visita muchos pueblos con collares de flores.
R. Hice el pabell¨®n de M¨¦xico para la Expo 2020 de Dubai, con m¨¢s de 100 tejedoras. Cuando se gan¨® el premio, el Gobierno felicit¨® a las artesanas, incluso quer¨ªan llevarlas a todas all¨¢. Qui¨¦n se iba a encargar de ellas, yo no quer¨ªa ponerlos ah¨ª como changuitos. La mujer que me acompa?¨® vino conmigo a todas partes, como una m¨¢s, hizo lo mismo que nosotros. Todas las campa?as del Gobierno mencionaban solo a las artesanas.
P. Usted conoci¨® otro M¨¦xico, el de ahora se ahoga en violencia. ?Qu¨¦ ha pasado?
R. Uno tarda en darse cuenta de c¨®mo la descomposici¨®n social penetra hasta llegar a saber que tienes miedo. Antes, los ni?os jug¨¢bamos en la calle, hasta la invasi¨®n de los carros. Por eso trabajo con los carros, porque invadieron la ciudad. Sal¨ª de la universidad en 1984, ya ven¨ªamos de una devaluaci¨®n terrible, y al a?o siguiente fue el terremoto. Todo se te ca¨ªa alrededor, est¨¢bamos en tierras movedizas. Mis paisajes entonces eran como el mole, espesos, calientes, movedizos. Nos dimos cuenta de que el mole no ofrece estabilidad m¨¢xima.
P. Pero la violencia¡ Un promedio de 100 muertos diarios.
P. Y como que no pasa nada. Yo creo que uno lleva mucho rato asustado de muchas cosas. Por eso me impacta la migraci¨®n, es raro un lugar en el mundo donde uno no est¨¢ a punto de emigrar. Movimientos forzados. La violencia¡ Es tanta la impotencia, tengo una gran desacreditaci¨®n de lo pol¨ªtico, no creo en los pol¨ªticos, hay una gran decepci¨®n.
P. ?La decepci¨®n persiste?
R. La decepci¨®n insiste [r¨ªe]. Es muy consistente. Despu¨¦s de ver la ilusi¨®n del 68. Aquellos j¨®venes eran lo m¨¢ximo para m¨ª. Siempre me quise ligar a alguien del 68. Y lo logr¨¦ [vuelve a re¨ªr]. Desde que sal¨ª del temblor y vi que todo se te ca¨ªa¡ Como generaci¨®n, me define la frase que da t¨ªtulo al libro de Marshall Berman: Todo lo s¨®lido se desvanece en el aire.
P. Dice que en M¨¦xico hay apego emocional por los carros, que son la columna de su obra.
R. Miles est¨¢n parados por la ciudad. Aqu¨ª tengo un ejemplo, mi pap¨¢ falleci¨® y mi mam¨¢ no puede mover este carro. Hay una relaci¨®n con el objeto auto que tiene una dimensi¨®n distinta que en otros pa¨ªses. Y la llanta fue lo que dio para m¨¢s, no solo es un c¨ªrculo, que es una forma at¨¢vica en s¨ª misma, est¨¢ el caucho con su historia de colonizaci¨®n, y la movilidad, que para m¨ª es importante, no solo por la migraci¨®n. Reciclar las ruedas supone un regreso antropol¨®gico, como veh¨ªculo de la memoria. Yo las vuelvo a grabar, como un sello, cuando ya han sido borradas por la velocidad de la modernidad. Reflejan todo lo que han atropellado, culturas, tambi¨¦n gente. Volver a grabarlas es tatuar la historia, cicatrizarla.
P. El coche es un objeto muy masculino.
R. Es verdad. ?Por qu¨¦ si nuestro territorio es la casa o la cocina los famosos son los grandes chefs, los grandes estilistas en salones de belleza, los grandes costureros? Pues yo me voy a meter con los carros, dije. ?Por qu¨¦ no?
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