Al Litri
Ha muerto tranquilo un torero llamado Miguel B¨¢ez conocido como Litri, habiendo sobrevivido tantas cornadas de la vida en blanco y negro
Me expongo a diatribas y descalificaciones, pero no exentar¨¦ a estas l¨ªneas de su obligatorio homenaje a D. Miguel B¨¢ez apodado como su padre y su hijo, Litri. Ha muerto a los noventa y un a?os de edad y con ¨¦l se va entre los dedos como arena sepia y ocre una Espa?a de hambre y posguerra, de infinitas limitaciones y peque?as epifan¨ªas en las recetas de patata a lo pobre y hogazas de pan como corazones al horno. Se esfuma la Espa?a profunda que se va quedando vac¨ªa en los pueblos de piedra y lodo y a m¨ª me dan ganas de llorar al evocar a las viejecitas que vest¨ªan sus lutos de la Guerra Incivil y en el recuerdo de los tel¨¦fonos con marcador a falta de m¨®viles, los viejos tax¨ªmetros de cuerda y Madrid sin cajeros autom¨¢ticos.
Hablo de un torero y me expongo a mentadas de madre e insultos baratos por evocar a un h¨¦roe del pret¨¦rito, cuando la vida de un torero val¨ªa m¨¢s que la de un gorila y el oscilante p¨¦ndulo de las aficiones no necesariamente vest¨ªa de luces a los fachas y las novelas en vida de maletillas hambrientos parec¨ªan salidos de una cr¨®nica de Chaves Nogales¡ y el Litri mirando al tendido. Caballero de Huelva sign¨® no pocas tardes de gloria en carteles donde rivalizaba con Julio Aparicio como clone de Manolete, caras alargadas de infinita seriedad y la majestuosa elegancia de los vestidos en seda con oro puro. De pronto, el Litrazo en los medios habiendo plegado la muleta para dejarla volar al paso de un burel como ferrocarril, sin mover un mil¨ªmetro las zapatillas negras sobre la arena del tiempo.
No lo v¨ª torear en vivo, pero lo vi andando sobre la calle de Alcal¨¢ y se congel¨® la realidad. Yo iba del brazo de mi amigo Pepe Balsa, a la vieja usanza, y Pepe se detuvo a la mitad de la acera temblando, mudo. Amigo de mi abuelo Pedro F¨¦lix y de la edad de mi padre, pens¨¦ que a Balsa le daba el soponcio o el torz¨®n y todos los males (como se dec¨ªa en el Foro). Cuando se anim¨® a balbucear, se?al¨® hacia el horizonte y dijo en voz baja ¡°Ai viene el Litri¡± sin que se distinguiera en el paisaje la figura que s¨®lo Pepe Balsa podr¨ªa detectar de tercio a tercio.
Conforme avanzamos a pasos cortos yo mismo empec¨¦ a delinear con la vista el porte distinguido y el andar levitando de un torero de gracia en medio del mundanal ruido. Era Litri ya viejo pero con un donaire imperial y pasos perfectos con los que volv¨ªa ¨Cliteralmente¡ªa partir plaza. Sabiendo que Balsa no se animar¨ªa a saludarlo, le dije ¡°?Salve, Maestro!¡± al cruzarnos en un paso de cebra¡ y le dije que era mexicano y que Pepe era su paisano de Huelva y que si parec¨ªa hipnotizado era no m¨¢s que por la inmensa admiraci¨®n que siempre me hab¨ªa contagiado por su leyenda.
Don Miguel B¨¢ez sonri¨® y le puso la mano en el hombro a Balsa. Agradeci¨® el piropo con gracias andaluzas y entonces se anim¨® Pepe a intentar recordarle que hac¨ªa casi tres d¨¦cadas le hab¨ªa enviado una carta donde le ped¨ªa que fuera padrino de bautizo de su hijo primog¨¦nito, a lo que Litri con entra?able cortes¨ªa respondi¨® que no recordaba la misiva ni la misi¨®n y entonces Pepe de pronto, con voz temblorosa, le dijo: ¡°Ust¨¦ no s¨®lo ha sido una estrella de admiraci¨®n en toda mi vida¡ Ust¨¦ me ha puesto los huevos aqu¨ª¡± se?al¨¢ndose la base de la nuca. Litri y yo soltamos la breve carcajada que el torero acompas¨® se?al¨¢ndose el cogote: ¡°Dir¨¢ ust¨¦ que se los puse en el cuello, ?no?¡± y Balsa acot¨® entonces un rotundo ¡°?Qu¨¦ no, Maestro: yo lo cargu¨¦ en hombros una gloriosa tarde de 1957!¡± y se nos prolongaba la risa con eso que llaman emoci¨®n y nostalgia.
Don Miguel B¨¢ez mir¨® entonces su reloj y en plena calle de Alcal¨¢ nos propuso desviarnos por un laberinto que fue paseo inolvidable por callecillas del Barrio de Salamanca hasta que llegamos a una taberna (de las que que a¨²n subsisten por fortuna, con aroma de calamar y restos de sardinilla en el suelo). Hubo un leve aplauso de tertulianos cuando Litri le pregunt¨® al ventero si a¨²n guardaba aquello y el tabernero baj¨® al s¨®tano y subi¨® con una hermosa fotograf¨ªa en blanco y negro, enmarcada en madera de d¨¦cadas, donde se observa un oleaje humano de delirio, unos camareros que izan grandes jarras de cerveza helada y un cortejo de temibles guardias a caballo; tambi¨¦n se observaban mujeres maquillas con claveles en vuelo y all¨ª mismo, en medio de las piernas del Litri, llev¨¢ndolo en hombros¡?Pepe Balsa con treinta a?os menos, perfectamente reconocible sin canas y la apretada sonrisa de quien est¨¢ haciendo el esfuerzo ol¨ªmpico por subir la cuesta que va de Las Ventas hacia la Plaza Manuel Becerra!
El Litri tom¨® la fotograf¨ªa y rompi¨® el cristal con la orilla de la barra del bar: Le dijo al ventero que luego le repondr¨ªa la copia de la fotograf¨ªa y con una pluma de punta ancha dedic¨® a Pepe Balsa un agradecimiento que ven¨ªa ferment¨¢ndose como la espuma desde hac¨ªa treinta a?os. Se abrazaron y yo so?¨¦ en instante que llegar¨ªa el d¨ªa en que todo ciudadano podr¨ªa cargar consigo un tel¨¦fono con c¨¢mara integrada para congelar estos instantes que ahora no puedo m¨¢s hilar en tinta para despedirme nuevamente de Pepe Balsa que se hizo a la mar del m¨¢s all¨¢ hace a?os, intentar memorizar el olor de las tabernas de anta?o, aquilatar los m¨ªnimos detalles de gitaner¨ªa deliciosa que duran para toda la vida y digerir que ha muerto tranquilo un torero llamado Miguel B¨¢ez conocido como Litri, habiendo sobrevivido tantas cornadas de la vida en blanco y negro.
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