La impunidad en L¨®pez Obrador
Desconozco en qu¨¦ medida el presidente L¨®pez Obrador es consciente del papel que juega o pretende jugar respecto de la impunidad
La impunidad es un concepto de dif¨ªcil comprensi¨®n para el presidente L¨®pez Obrador. Esto tiene su origen en suponer que el derecho y sus procesos de creaci¨®n se limitan a expresar la ileg¨ªtima dominaci¨®n que los m¨¢s poderosos ejercen sobre quienes no lo son. Con base en esta suposici¨®n asume que el derecho no debe aplicarse o, de manera m¨¢s espec¨ªfica, que solo debe hacerse valer el marco jur¨ªdico donde ¨¦l lo decida. Por ello no puede aceptar que mediante el derecho se castigue sin m¨¢s a quien lo contravenga. Si por definici¨®n el derecho le resulta ileg¨ªtimo, necesariamente lo son sus condiciones y efectos. Entre ellos las sanciones que conforme a las normas jur¨ªdicas deben aplicarse.
El tema de las condiciones de producci¨®n del derecho y su vinculaci¨®n con la dominaci¨®n pol¨ªtica es importante y conocido. No es posible desconocer su existencia ni su profundidad. Sin embargo, el derecho no puede ser tratado con la generalidad con la que L¨®pez Obrador lo hace ni, mucho menos, desde la funci¨®n que desempe?a. Lo primero, porque anal¨ªticamente es equivocado definir al todo por uno de sus elementos. Lo segundo, porque ¨¦l mismo se comprometi¨® a jugar con las reglas institucionalizadas del derecho, inclusive ¨Cy como dice pretenderlo¡ª para modificar su actual estructura de dominaci¨®n. Con independencia de la falacia en que se incurre al confundir los planos de la cr¨ªtica, as¨ª como de la deslealtad constitucional con que act¨²a, el tratamiento que el presidente de la Rep¨²blica le da a la impunidad tiene importantes implicaciones pr¨¢cticas.
L¨®pez Obrador habla de la impunidad en un amplio enfoque que, en un extremo, tiene la m¨¢s dura aplicaci¨®n y, en el otro, la m¨¢s relajada de las implementaciones. En efecto, en casos como Ayotzinapa o Garc¨ªa Luna, el Presidente exige con raz¨®n que las sanciones se apliquen pronto y bien. Sin embargo, en el caso de sus familiares o colaboradores se?alados por corrupci¨®n, se alude a excluyentes para evitarlas. En alg¨²n punto, entre ambos l¨ªmites de su narrativa est¨¢ el muy delicado asunto de la delincuencia organizada. El no comprometerse a la imposici¨®n de sanciones a quienes considera que act¨²an para satisfacer necesidades derivadas de una pobreza hist¨®rica o, simplemente, son ¡°gente buena y trabajadora¡±.
La inconsistencia del entendimiento y de la operaci¨®n que de la impunidad hace el presidente de la Rep¨²blica, es m¨¢s que evidente. En su pr¨¦dica matutina no queda claro qui¨¦nes deben ser castigados y por qu¨¦. Tampoco, y como contrapartida, qui¨¦nes deben ser absueltos y por qu¨¦. Los efectos funcionales de este tan err¨¢tico proceder son evidentes y lastimosos. Quienes suponen que est¨¢n actuando conforme a las normas jur¨ªdicas se ven atacados, y quienes saben que las est¨¢n violando reciben, si no perd¨®n, s¨ª, al menos respaldo. Para la poblaci¨®n en general el asunto es intrascendente. Para quienes comulgan con L¨®pez Obrador, sus juicios son infalibles. Para los delincuentes, hay esperanza, cuando no respaldo. Para las autoridades, confusiones y, por ellas, par¨¢lisis.
El err¨¢tico proceder presidencial manda las se?ales m¨¢s confusas. Los m¨²ltiples destinatarios est¨¢n haciendo sus ajustes sobre la marcha en aquello para lo que, en un estado de cosas tan fragmentado, siga siendo importante la determinaci¨®n de la punibilidad o la impunidad marcada desde el p¨²lpito presidencial. Sin embargo, de entre todo el ruido de las se?ales, pareciera que hay una constante. El posicionamiento dentro de uno u otro segmento depende del compromiso con el designio presidencial. La impunidad se dar¨¢ para aquellos que est¨¦n cerca; las sanciones, para quienes no lo est¨¦n.
Es evidente que, entre la significaci¨®n mediante la palabra presidencial y la realizaci¨®n de la conducta sancionatoria, hay un amplio espacio. Que no todo lo que el Presidente quiere que sea sancionado lo ser¨¢, ni que todo lo que ¨¦l perdona tendr¨¢ ese efecto. Lo que, sin embargo, es de la mayor importancia, es comprender que en uno u otro caso existe un intento por definir los ¨¢mbitos, los m¨¢rgenes de la aplicaci¨®n normativa y sus sanciones. Un intento por sustituirse, as¨ª sea mediante la palabra en la institucionalidad del derecho, a fin de constituirse, a su vez, en se?or del mismo.
Desconozco en qu¨¦ medida el presidente L¨®pez Obrador es consciente del papel que juega o pretende jugar respecto de la impunidad. En ocasiones da la impresi¨®n de que act¨²a como mera extensi¨®n de las comprensiones que sobre el derecho y sus funciones antes relat¨¦. En otros momentos, pareciera que tiene plena comprensi¨®n de lo que hace y que ello tiene ¨Ccomo casi todo en ¨¦l¡ª una intencionalidad pol¨ªtica. En esta posibilidad, me inclino a pensar que la respuesta est¨¢ en la segunda condici¨®n.
William Sheridan Allen escribi¨® hace algunos a?os un excelente libro sobre la manera como la poblaci¨®n de un peque?o pueblo alem¨¢n (Northeim) termin¨® adoptando al nazismo. Una de sus reflexiones m¨¢s importantes tiene que ver con el car¨¢cter del aut¨®crata y el modo como la poblaci¨®n lo asimila. Se?ala que, en el fondo, este tipo de personalidades se caracteriza por ser polic¨ªas. Por su necesidad de imponerle a los dem¨¢s sus conductas. Modos de vestir o de comer. Las palabras que pueden ser utilizadas y las que est¨¢n prohibidas. Los modos leg¨ªtimos de ser ciudadanos y tantas otras cosas m¨¢s. L¨®pez Obrador ha dado cuenta de manera reiterada de estas pretensiones. Ha identificado palabras neoliberales, derechos espurios, comidas adecuadas y otras tantas intervenciones en nuestra realidad cotidiana.
Creo que los elementos anteriores explican, al menos en parte, su relaci¨®n con la impunidad. Me parece que estamos frente a la pretensi¨®n de construir un ¨¢mbito de discrecionalidad en la que ¨¦l, finalmente, se constituya como el determinador del derecho en su conjunto. En especial, en la muy cr¨ªtica fase de la asignaci¨®n de responsabilidades y sus correspondientes sanciones. Administrar la impunidad significa, finalmente, controlar el derecho mismo. Implica mantener abierto un punto de fuga, dado que la institucionalidad completa no acaba de cerrar. El administrador del proceso que comienza con la palabra termina por ser, ya lo dije, el se?or del derecho. De sus beneficios, de sus horcas y de sus cuchillos.
@JRCossio
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