Nadie hace caso de la prohibici¨®n a Uber en el aeropuerto de Ciudad de M¨¦xico
Las autoridades no aplican una sanci¨®n que ha sembrado la pol¨¦mica entre los usuarios de las aplicaciones de transporte
El aeropuerto de Ciudad de M¨¦xico despliega desde la semana pasada letreros amarillos cada 20 metros que alertan de la prohibici¨®n de Uber y el resto de plataformas de transporte. La medida ha sido criticada por los viajeros, ya acostumbrados a la comodidad de las aplicaciones, y aplaudida por los taxistas, arrinconados ante el auge de las plataformas. En realidad, todo sigue igual. Los conductores de las aplicaciones contin¨²an dejando y recogiendo pasajeros sin interferencia de la polic¨ªa. ¡°La prohibici¨®n solo est¨¢ en los carteles¡±, dice Mayra Mora, que acaba de pedir un veh¨ªculo a dos pasos del letrero amarillo.
El conductor Luis Alberto P¨¦rez, de 52 a?os, ha dudado antes de aceptar el viaje al aeropuerto, operado por el Gobierno federal. Antes, solo estaba prohibido ir a recoger pasajeros, pero no se pon¨ªa en pr¨¢ctica. La semana pasada, escuch¨® hablar de operativos contra los veh¨ªculos de aplicaciones. Personal de las instalaciones rodearon el carro de un compa?ero de P¨¦rez y amenazaron con multarlo con 43.000 pesos si no se retiraba. ¡°Es excesivo. No lo ganamos ni en un mes¡±, dice. ¡°No s¨¦ si la aplicaci¨®n te da un apoyo para este tipo de situaciones. Lo voy a investigar¡±. Normalmente, le salen unos tres viajes diarios al aeropuerto. Ya ha pensado en maneras de sortear los operativos; si ve uno, le pedir¨¢ al usuario que camine unos metros hasta el Hotel Marriott.
Pese a la preocupaci¨®n, parece que la tormenta ya ha pasado. ¡°Un compa?ero fue hace una hora y dijo que estaba tranquilo, que no hay operativos¡±, se?ala P¨¦rez. ?l cree que los ciudadanos van a seguir usando las aplicaciones. En el pa¨ªs, las dos principales plataformas, Uber y Didi, tienen m¨¢s de 200.000 y 350.000 conductores y repartidores, respectivamente. ¡°Los taxis del aeropuerto son car¨ªsimos, casi el doble que nosotros¡±, se?ala. Al llegar a la terminal, el conductor se pone alerta, pero no se ve m¨¢s presencia policial de lo habitual. Un agente de polic¨ªa, que est¨¢ controlando el tr¨¢fico, dice que no ha recibido instrucciones de sancionar a nadie. Otro empleado del aeropuerto confirma la falta de instrucciones.
Efectivamente, los veh¨ªculos de plataformas vienen y van con normalidad, y casi todos los viajeros tienen el celular en la mano con la aplicaci¨®n abierta. Mayra Mora no se hab¨ªa fijado en el letrero detr¨¢s de ella que dice: ¡°Prohibido prestar servicio o abordaje en taxis de plataforma digital¡±. Le parece una tonter¨ªa. ¡°Dejan de lado nuestras necesidades. Tenemos derecho a elegir el medio de transporte porque nosotros lo pagamos¡±, afirma esta ¨¢rbitro de f¨²tbol de 33 a?os, que ha llegado a la capital de visita. Las aplicaciones permiten compartir la ubicaci¨®n de los veh¨ªculos con familiares u amigos, lo que da m¨¢s seguridad a los clientes, sobre todo si son mujeres.
A unos pasos, una familia de Zacatecas reci¨¦n aterrizada tiene una opini¨®n dividida sobre la prohibici¨®n. No recuerdan haber pedido un taxi en el aeropuerto desde que aparecieron las plataformas, pero V¨ªctor Acevedo y Marcela Reyes creen que hay argumentos a favor y en contra. ¡°Entiendo el motivo de los taxistas porque ellos pagan al aeropuerto por usar las instalaciones...¡±, dice ¨¦l. ¡°... Pero el servicio de Uber s¨ª est¨¢ mejor¡±, completa ella. Su conductor llega y se van r¨¢pido con sus maletas.
Dentro del aeropuerto, los puestos de taxis autorizados est¨¢n un poco menos vac¨ªos de lo habitual. No hay filas de espera, pero cada tantos minutos se acerca un viajero para preguntar por las tarifas. En uno de los mostradores, Zaira Morales, de 40 a?os, afirma que los viajes han aumentado un 30% desde que aparecieron los carteles de la prohibici¨®n.
El aumento de la demanda es bienvenido despu¨¦s de a?os de declive. Hace un lustro, Morales vend¨ªa m¨ªnimo 100 boletos al d¨ªa; ahora es la mitad como mucho. ¡°?Cu¨¢nto es para Huixquilucan?¡±, pregunta un viajero. Morales revisa las tarifas y le responde. El viajero se da media vuelta y ya no regresa. ¡°No les es nada grato pedir un taxi. Se les comenta que hay una diferencia de precios porque se cobra un derecho de piso¡±, indica. A diferencia de las plataformas digitales, las empresas de taxis pagan al aeropuerto 90 pesos por viaje.
¡°?Tiene su boleto?¡±, pregunta el taxista Arturo Arellano, primero en una larga fila de veh¨ªculos que esperan pasajeros. ?ltimamente, aguardan casi una hora para que salga un viaje, cuando antes se demoraba media hora. ¡°Las aplicaciones est¨¢n de moda, pero nosotros tenemos un permiso. Somos cuatro empresas y ya no alcanza¡±, dice. La llegada de un turista salva a Arellano de una espera a¨²n m¨¢s larga. Sube las maletas y se mete en el carro: ¡°Ya ves. Como hay menos veh¨ªculos de aplicaci¨®n, tenemos trabajo¡±.
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