El pulso de los Mexicles: el crimen atomizado aterroriza Ciudad Ju¨¢rez
Miedo y confusi¨®n tras el ataque de la pandilla en la ciudad fronteriza hace 10 d¨ªas, acostumbrada a sufrir oleadas de violencia, siempre vinculadas a la corrupci¨®n de los cuerpos de seguridad
A un lado de la c¨¢rcel de Ciudad Ju¨¢rez, el acad¨¦mico Salvador Salazar se?ala con el dedo un punto cualquiera del interior. ¡°Est¨¢n separados all¨¢ dentro: los Aztecas, los Mexicles, los Doblados¡ Cuando yo trabaj¨¦ ah¨ª, los ¨²nicos a los que no pod¨ªamos ir a ver eran los Mexicles. Era demasiado peligroso¡±, dice. Cantan los p¨¢jaros junto al penal, sobre los charcos que ha dejado la lluvia tempranera, con la sierra al fondo. Parece tranquilo all¨¢ dentro. Cualquiera que vea ahora el edificio podr¨ªa pensar en palabras como control, calma u orden. Se equivocar¨ªa, claro.
Hace semana y media, una ri?a al interior de la c¨¢rcel dej¨® dos internos asesinados y provoc¨®, horas m¨¢s tarde, el ataque de criminales contra viandantes, trabajadores, tiendas y gasolineras, que acab¨® con nueve muertos m¨¢s. Lo extraordinario de Ju¨¢rez fue la embestida directa e indiscriminada contra cualquiera que estuviera en la calle en ese momento: el locutor y los productores de una radio local, trabajadores de una pizzer¨ªa, despachadores de una tienda de autoservicio¡ A d¨ªa de hoy, no hay un solo detenido por los asesinatos.
Salazar inicia en el reclusorio un recorrido que pasa por diferentes puntos del ataque. La mayor¨ªa, dice, fueron en la franja noreste de la ciudad, donde abundan barrios y urbanizaciones de clase media y media alta. El acad¨¦mico, que hace unos a?os trabaj¨® durante meses con los diferentes grupos que pueblan el penal, conoce las din¨¢micas criminales de la ciudad, en clara interdependencia con el reclusorio. ¡°La l¨®gica de autogobierno es muy fuerte ah¨ª dentro¡±, explica. ¡°Una trabajadora social nos contaba incluso que los internos manejaban las listas m¨¦dicas. De forma que el m¨¦dico atend¨ªa primero a quienes ellos dec¨ªan¡±, a?ade.
Tanto en la calle como en el penal, la autoridad ha se?alado a los Mexicles, pandilla carcelaria surgida en el sur de Estados Unidos, que ech¨® ra¨ªces a este lado de la frontera ya hace a?os. Mexicles, Aztecas y otras pandillas pelean por la venta de droga al interior y al exterior de la c¨¢rcel. Lo que no est¨¢ claro es el motivo del ataque. La inc¨®gnita se repite estos d¨ªas en otro pu?ado de regiones de M¨¦xico, vista la semejanza en las respuestas que los grupos criminales han dado a cualquier tipo de amenaza o embestida de la autoridad, real o imaginada.
En Ju¨¢rez, ciudad de mill¨®n y medio de habitantes dedicada a la industria de autopartes y componentes electr¨®nicos, las c¨¦lebres maquilas, cualquier explicaci¨®n se pierde en una mara?a de nombres de grupos criminales, escisiones, alianzas y traiciones. Es la nueva cara del crimen, atomizado e interconectado, con una capacidad de fuego brutal. Lo que pas¨® en la c¨¢rcel tuvo repercusiones fuera, igual que el intento de captura de criminales hace semana y media en Jalisco provoc¨® bloqueos en Guanajuato, o la detenci¨®n de un capo en Ciudad de M¨¦xico d¨ªas despu¨¦s levant¨® al crimen en Colima.
La fragmentaci¨®n de los grupos dificulta ensayar explicaciones, dada la tendencia, adem¨¢s, a explicar la violencia como peleas entre c¨¦lulas delictivas. No es que no ocurran, es que el argumento de la pugna por la plaza suele obviar el papel de polic¨ªas municipales y estatales. En Ju¨¢rez, las corporaciones han estado vinculadas hist¨®ricamente a grupos de narcotraficantes, tanto al cartel de Ju¨¢rez como al de Sinaloa, igual que las pandillas y las redes criminales vinculadas a los primeros. El caso m¨¢s claro es el de La L¨ªnea, grupo delincuencial cuyos primeros integrantes fueron polic¨ªas de la entidad, que han secuestrado y asesinado personas para el cartel desde hace 20 a?os.
Los diez d¨ªas que han pasado desde los ataques en la ciudad han dado para mucho. En la prensa se han publicado diferentes historias sobre lo ocurrido. Algunas se?alan el enfado de los Mexicles con la autoridad por preferir a otro grupo, llamado La Empresa. Otras apuntan al temor del capo de una de las facciones de los Mexicles a un posible traslado. Pero en Ju¨¢rez la sospecha es otra, idea que el mismo presidente, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, ha planteado de pasada esta semana desde Palacio Nacional. En una de sus ruedas de prensa matutinas, el mandatario se?al¨® a los custodios. Dijo que no hab¨ªan dejado pasar al Ej¨¦rcito.
Los Mexicles
No hay forma de entender Ju¨¢rez desde una l¨®gica peatonal. Nadie camina en la calle por gusto. Nadie pasea. El acad¨¦mico Salazar cuenta que es com¨²n que las quincea?eras celebren sus fiestas en centros comerciales, caminando pasillos llenos de tiendas, rodeadas de sus chambelanes. Es cosa del clima, el calor extremo, pero tambi¨¦n de la seguridad. M¨¢s ahora, despu¨¦s de la escalada inmoral del crimen.
En el eje vial Juan Gabriel, l¨ªmite entre el noreste y el centro, funciona la base de la polic¨ªa estatal en la ciudad. Es un predio enorme, a espaldas de un campo de beisbol, atrapado en una trenza de puentes, cruces y dem¨¢s parafernalia vehicular. Los guardias parecen sorprendidos de que alguien llegue caminando. Adentro, el comandante Ricardo Realiv¨¢zquez, director operativo de la corporaci¨®n en Ciudad Ju¨¢rez, da algunos datos del lugar. ¡°Tuvimos que subir la barda¡±, dice, se?alando la valla del predio. ¡°Hubo una ¨¦poca en que pasaban y desde el carro nos balaceaban aqu¨ª adentro¡±.
Realiv¨¢zquez es un veterano de Ju¨¢rez. Lleg¨® a la ciudad en 2014 como comandante de la estatal. De 2016 a 2020 fue comandante de la polic¨ªa municipal y luego volvi¨® a la estatal. El polic¨ªa comparte su lectura de lo ocurrido el jueves negro, como llaman en la ciudad a los ataques de hace semana y media. ¡°Los Mexicles no quer¨ªan que entr¨¢ramos a su m¨®dulo. Fue el ¨²nico lugar donde no entramos y la ¨²nica manera de evitar que lo hici¨¦ramos fue mantenernos ocupados en la calle¡±, explica.
Seg¨²n el comandante, la polic¨ªa estatal fue la primera en llegar a la c¨¢rcel el d¨ªa de la ri?a. ¡°Yo creo que fue como a las 13.00, porque el primer video llega del helic¨®ptero a las 13.40 y nosotros ya est¨¢bamos all¨ª¡±, dice. La pelea hab¨ªa empezado a eso del mediod¨ªa. Seg¨²n la cuenta del polic¨ªa, un grupo de mexicles pas¨® al m¨®dulo de otro grupo, ¡°al parecer cercano al cartel de Sinaloa¡±. No est¨¢ claro el motivo del asalto, pero en la ri?a, dos internos murieron por disparo de arma de fuego. La autoridad no ha explicado c¨®mo es posible que los presos tuvieran armas de fuego. Tampoco ha dejado claro si los atacantes se dirigieron a las v¨ªctimas directamente o murieron en la trifulca.
Al entrar al penal, los polic¨ªas estatales llegaron al ¡°¨¢rea de los agredidos¡±, como dice Realiv¨¢zquez. ¡°Hab¨ªa prendido un fuego en la caseta de entrada y nos tiraban piedras. Del otro lado, tuvimos que hacer retroceder a un grupo de mexicles hasta su m¨®dulo¡±, a?ade. ¡°Nosotros nunca entramos donde ellos, solo los custodios. Los Mexicles no quer¨ªan¡±. Al final, la polic¨ªa estatal lleg¨® al m¨®dulo de los agredidos. Una vez all¨ª, con la ayuda de la polic¨ªa municipal, intervinieron los servicios de emergencia. Las familias de los internos, de visita aquel d¨ªa, pudieron salir de prisi¨®n. A finales de la semana pasada, el director de la c¨¢rcel de Ju¨¢rez dimiti¨®, sin que el esc¨¢ndalo haya escalado de momento m¨¢s all¨¢ de ¨¦l.
La historia
El comandante Realiv¨¢zquez da una explicaci¨®n del panorama de los grupos criminales en la ciudad. ¡°Antes, los Aztecas eran m¨¢s fuertes¡±, dice. El polic¨ªa se refiere a una de las pandillas m¨¢s longevas de Ju¨¢rez, nacida en el sur de Estados Unidos, estos concretamente en la prisi¨®n de Coffield, en Dallas, a mediados de la d¨¦cada de 1980, como explica la periodista Sandra Rodr¨ªguez en su brillante libro sobre la violencia en la ciudad, La f¨¢brica del crimen.
De una manera parecida a la Mara Salvatrucha con El Salvador, los Aztecas salieron de Estados Unidos y llegaron a la madre patria, en este caso M¨¦xico. Al sur del r¨ªo Bravo, los Aztecas no tardaron en operar para el cartel de Ju¨¢rez, organizaci¨®n constituida en la d¨¦cada de 1990 alrededor de la figura de Amado Carrillo, m¨¢s conocido como El Se?or de los Cielos. As¨ª fue al menos desde principios de siglo. Los Aztecas eran un grupo armado al servicio de los Carrillo Fuentes, para los que adem¨¢s distribu¨ªan droga.
En esa ¨¦poca, los Mexicles eran una pandilla menor. ¡°Entre los Mexicles se contaba la mayor cantidad de adictos a la hero¨ªna y sus miembros viv¨ªan en las condiciones m¨¢s sucias y pobres del reclusorio¡±, escribe Rodr¨ªguez. Por entonces naci¨® tambi¨¦n, pero ya en territorio mexicano, una de las pandillas m¨¢s extra?as que ha visto M¨¦xico, Los Artistas Asesinos, apelativo que adoptaron grupos de j¨®venes crecidos en el sureste de la ciudad en los a?os 90, un desierto del que brotaban f¨¢bricas y barrios enteros de la noche a la ma?ana, al calor del tratado de libre comercio firmado a?os atr¨¢s con Estados Unidos y Canad¨¢.
Las tres pandillas y otras menores convivieron en Ju¨¢rez y su c¨¢rcel, siempre a merced de la agresividad de los Aztecas, que pretend¨ªan el monopolio de la venta de drogas. Pero todo cambi¨® en el ¨²ltimo tercio de la primera d¨¦cada del siglo XXI. Rodr¨ªguez y otros autores han narrado hasta la saciedad el empuje del cartel Sinaloa en esos a?os, que libr¨® una batalla a muerte con el cartel de Ju¨¢rez, pandillas mediante, por el control de los pasos fronterizos. En 2008, adem¨¢s, el Gobierno de Felipe Calder¨®n (2006-2012) puso en marcha el Operativo Conjunto Chihuahua. Miles de militares llegaron a la ciudad fronteriza. Nunca en la historia de la ciudad hubo tantos asesinatos como en aquella ¨¦poca.
La historia de los Mexicles cambia entonces. Sinaloa vio en ellos una oportunidad de hacerle da?o a sus contrincantes y el poder¨ªo de los Mexicles aument¨®. La guerra entre c¨¢rteles nunca termin¨®, aunque es verdad que el grado de violencia de aquellos a?os no se ve ahora. Va a oleadas y a veces prende en la prensa, caso por ejemplo de finales de 2019, cuando un grupo de integrantes de La L¨ªnea asesin¨® a un grupo de mujeres y ni?os del clan morm¨®n de los Lebar¨®n, en los l¨ªmites entre Sonora y Chihuahua.
Seg¨²n el comandante Realiv¨¢zquez, ¡°los Mexicles nunca han sido tan fuertes como ahora, aunque es verdad que ya se han fragmentado, igual que los Aztecas¡±. Su explicaci¨®n resulta un tanto contradictoria. Quiz¨¢, tambi¨¦n, por el car¨¢cter parad¨®jico de los grupos y las din¨¢micas que se establecen entre ellos. ¡°Todos se pelean contra todos, siempre por la lucha del terreno, dentro y fuera de prisi¨®n¡±, zanja.
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