?Qu¨¦ dice de M¨¦xico que sea el primer pa¨ªs del mundo que m¨¢s cine de terror consume?
Con unos 75 estrenos de este g¨¦nero al a?o, la sociedad mexicana tiene muchos motivos y alicientes para disfrutar con pel¨ªculas que la perturben
El Hijo del diablo, Escalera al infierno, Bestia, The black phone, ?Nop! Cinco pel¨ªculas de terror gobiernan la cartelera de cine este mes en M¨¦xico. Pero la relevancia de este g¨¦nero cinematogr¨¢fico en la programaci¨®n actual no obedece a una efem¨¦ride especial ni a una coincidencia comercial, y est¨¢ lejos de ser una exageraci¨®n o una excepci¨®n. Es m¨¢s bien una regla de oro del entretenimiento mexicano que las distribuidoras de cine nacionales e internacionales hace rato descubrieron: en M¨¦xico les encanta el cine de terror.
Un estudio realizado en 2016 por el Stephen Follows, films data and education, sobre el consumo de g¨¦neros de cine en todo el mundo, le otorg¨® a M¨¦xico el primer lugar como consumidor de pel¨ªculas de horror, seguido por Corea del Sur, Rusia y Estados Unidos. ¡°En M¨¦xico se estrenan, en promedio, entre 70 y 75 pel¨ªculas de terror al a?o, y solo tenemos 52 semanas de cartelera¡±, asegura Pablo Guisa, director de Grupo M¨®rbido, un conglomerado mexicano que cuenta con un emblem¨¢tico festival de terror, un programa de radio y un canal de tv exclusivo sobre este g¨¦nero y que, por d¨¦cadas, ha producido y distribuido cintas espeluznantes.
¡°En Sudam¨¦rica, competimos en ventas de boleter¨ªa con Brasil, por su tama?o, pero M¨¦xico le lleva una gran ventaja en el consumo de este g¨¦nero. El terror gusta m¨¢s en Colombia y Per¨², y luego en Chile y Argentina¡±, a?ade Guisa, quien en realidad considera que el ¨²nico pa¨ªs que a veces puede disputarle este reinado a M¨¦xico es Corea del Sur que en algunas temporadas capitaliza muy bien todo el terror que se produce en Jap¨®n.
Pero m¨¢s all¨¢ del dato y de su contundencia irrefutable, ?qu¨¦ dice de la sociedad mexicana esa fijaci¨®n y disfrute particular con las pel¨ªculas de espanto?
¡°Cuando se detona un consumo excesivo de terror en un pa¨ªs, hay que preguntarse qu¨¦ est¨¢ pasando ah¨ª. Es sintom¨¢tico de algo¡±, explica Blanca L¨®pez, doctora de la Universidad Aut¨®noma Metropolitana (UAM) y experta en narratolog¨ªa y psicoan¨¢lisis, quien se?ala: ¡°Somos una sociedad muy angustiada, el consumo de series, videojuegos y pel¨ªculas de horror nos permite poner distancia con cosas reales que nos angustian en la vida cotidiana. Mientras est¨¢n correteando a la protagonista, no me est¨¢n persiguiendo a m¨ª. Hay un monstruo que est¨¢ encima del sujeto, no sobre m¨ª. En M¨¦xico vivimos con la angustia de no saber si vamos a llegar a casa por la violencia, no sabemos si podemos chocar en el metro o caer en una coladera, y la posibilidad de que eso horrible no me pase a m¨ª y le pase a alguien m¨¢s en la pantalla genera una catarsis que resulta, incluso, saludable¡±.
Sin embargo, L¨®pez advierte de que los ataques de nervios de un pa¨ªs no se curan solo con cine, aunque la ficci¨®n ayude a sacar el estr¨¦s y la presi¨®n que se carga. En realidad, este desfogue de angustia lo proporciona tambi¨¦n otro g¨¦nero por el que M¨¦xico siente fervor: el melodrama. ¡°Nos encanta ver c¨®mo sufre esa gente de la telenovela, as¨ª que es lo mismo: no estoy sufriendo yo, est¨¢ sufriendo Mar¨ªa Mercedes. En el cine de terror es lo mismo, pero con distinta experiencia est¨¦tica¡±.
Para Pablo Guisa, de Grupo M¨®rbido, la razones por las que cada fin de semana millones de mexicanos se entregan a la experiencia del horror no solo se debe a un s¨ªntoma de una sociedad atribulada, tambi¨¦n a una herencia fant¨¢stica y oscura con la que desde ni?os se familiarizan en este pa¨ªs. ¡°Estamos llenos de im¨¢genes que nos remiten a la fantas¨ªa y a elementos que mucha gente podr¨ªa considerar como de terror. La iconograf¨ªa prehisp¨¢nica est¨¢ hecha de huesos, esqueletos, calaveras, una diosa con falda de serpientes, otra diosa descarnada, partida en pedazos porque sus hermanos la aventaron desde unas escaleras. Esa violencia visual, enti¨¦ndase sin un juicio de valor, la consumimos desde ni?os. Nos llevan al Museo de Antropolog¨ªa a ver muros llenos de cr¨¢neos y nos familiarizamos con las historias de los sacrificios humanos en donde les arrancaban el coraz¨®n¡±.
Esa temprana introducci¨®n a una imaginer¨ªa que puede describir los elementos t¨ªpicos de cualquier filme aterrador no termina ah¨ª. ¡°Cuando eres ni?o, adem¨¢s, te ponen frente al altar de muertos y te dicen que va a venir tu abuelito difunto y la t¨ªa a la que quer¨ªas tanto que falleci¨®, y que hay que ponerles cigarros, y la comida que les gustaba. Crecemos con esta idea arraigada de que una vez al a?o todos los parientes muertos te vienen a visitar. Con esa mezcla de elementos, tu relaci¨®n con fantasmas, muertos o monstruos es de convivencia, de igual a igual. Es como reafirmar: ?esto existe!¡±, sentencia Guisa.
Esa descripci¨®n de herencias hist¨®ricas e iniciaciones infantiles, es algo que Antonio Camarillo, cr¨ªtico de cine, maestro y consultor en la estructura de guiones de terror, observa como la fuente de una de las grandes paradojas de los mexicanos. ¡°G¨¦neros como el horror o la ciencia ficci¨®n son g¨¦neros de lo que llamamos hist¨®ricamente la modernidad. Este discurso que se compran los humanos de que el mundo en el que vivimos es un mundo que podemos controlar, ordenar y dominar si lo entendemos a trav¨¦s de la raz¨®n. La gran paradoja de M¨¦xico es que es un pa¨ªs que no ha terminado de insertarse en esa modernidad, esa es la verdad, vivimos en esta contradicci¨®n perpetua. Vivimos en un mundo moderno y, sin embargo, de superstici¨®n, brujer¨ªa, pensamiento m¨¢gico. El g¨¦nero del horror nos habla de la intromisi¨®n de algo irracional en un mundo ordenado, pero los mexicanos no vivimos en un mundo racional¡±, a?ade Camarillo con iron¨ªa.
Si puedes solucionar todo m¨¢gicamente con unos polvos y unos brebajes, si los muertos vienen una vez al a?o a comer lo que les gustaba, si desde ni?o ves en el cine a El Santo, o a Caperucita y Pulgarcito pelear contra las momias aztecas y las hijas de Dr¨¢cula, lo m¨¢s normal, dice Pablo Guisa, es que el cine de terror sea como ¡°un producto nacional¡±.
La tradici¨®n judeocristiana arraigada en M¨¦xico termina de sumar un elemento adicional a este c¨®ctel perfecto que conjura el goce y la cercan¨ªa con el terror. Esto lo saben muy bien quienes traducen al espa?ol los t¨ªtulos de pel¨ªculas de miedo que llegan al pa¨ªs: la clave est¨¢ en bautizar el filme usando cualquier palabra que refiera al diablo, lo diab¨®lico, los exorcismos, la muerte, lo paranormal o las casas embrujadas.
¡°Aunque el horror es como el chile, no cualquier clase de horror funciona aqu¨ª. El cine de asesinos seriales, tan apetecido en Estados Unidos, aqu¨ª no se ve. Las pel¨ªculas de seres sofisticados europeos que viven en castillos u hombres lobo, no funcionan. Tampoco son ¨¦xito de taquilla los aliens, eso no est¨¢ entre nuestras fantas¨ªas. Aqu¨ª funciona todo lo que nos remite a la culpa cristiana¡±, explica Guisa, cuya conclusi¨®n no dista mucho de lo que se expresa en los t¨ªtulos de las carteleras de cine que esta semana convocar¨¢n a millones de mexicanos en busca de un poco de turbaci¨®n terap¨¦utica.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.