La culpa y la muerte en un viaje de autob¨²s por M¨¦xico
¡®Zapatos rojos¡¯, la ¨®pera prima de Carlos Eichelman Kaiser estrenada en La Mostra, se adentra en una peculiar derivada de la violencia de g¨¦nero entre el desierto y la lluvia
Tacho viaja en autob¨²s desde su desierto potosino hasta la Ciudad de M¨¦xico para traer el cuerpo de su hija muerta. Contra la ventanilla que acelera el paisaje va rumiando una culpa antigua. La violencia de g¨¦nero vuelve una y otra vez al inter¨¦s de los cineastas mexicanos, acostumbrados como pocos a sufrir sus consecuencias cada d¨ªa. Carlos Eichelman Kaiser lo aborda en este ¡°drama disfrazado de road movie¡± que ha presentado en la secci¨®n Horizontes del festival de Venecia y que se estrenar¨¢ a principios del a?o que viene. No gan¨®, pero el director traslad¨® en esta cinta una peculiar visi¨®n de esta realidad que martiriza a las mujeres y a veces tambi¨¦n a los victimarios. El espectador se enternece con este agricultor de mil arrugas que cuece su pena a fuego lento bajo el sombrero vaquero. ?Se redime al que maltrata? En absoluto, niega Eichelman Kaiser: ¡°Tacho est¨¢ destinado a morir con su culpa despu¨¦s de una miserable y solitaria vida¡±.
Zapatos rojos es la ¨®pera prima de este cineasta (San Luis Potos¨ª, 42 a?os) que ha ido a buscar sus primeros aplausos a Venecia. La pel¨ªcula se pone en marcha cuando el campesino recibe una mala noticia, 30 a?os despu¨¦s, desde la capital mexicana, hasta donde arrastrar¨¢ sus huesos en un viaje colmado de sinsabores, que es tambi¨¦n el viaje de la vida. Eichelman Kaiser espera que la gente se meta en los zapatos del protagonista, pero tambi¨¦n en los de otros personajes que aparecen en la grabaci¨®n porque piensa que todo el mundo se acaba identificando con unos y otros, con los malos y los buenos. De todos ellos hay algo en nosotros. Esa es quiz¨¢ la primera verdad de este drama rodado en M¨¦xico bajo el sol impenitente del norte y las lluvias de la capital.
Con un exigente ritmo lento, el trayecto de Tacho va desnudando las dificultades de un pa¨ªs como M¨¦xico, donde es tan f¨¢cil caer muerto como ser enterrado. No es, sin embargo, un filme descarnado de sangre y violencia, sino contemplativo, ¡°que no violenta al espectador, aunque muestra la herida¡±. ¡°Me interesa ayudar a sanar con un cine m¨¢s po¨¦tico¡±, dice Eichelman Kaiser, que huye del ¡°brutalismo¡±, as¨ª le llama, de otras cintas que abordan asuntos similares. En el eterno debate, el cineasta se decanta por un ¡°arte con dimensi¨®n social¡±. Sus contactos con la activista mexicana Elina Chauvet, que saca al espacio p¨²blico cientos de zapatos rojos para denunciar la violencia machista, no solo ha dado t¨ªtulo a la pel¨ªcula, sino que ha sido una de las fuentes que ha conformado la visi¨®n que sobre este asunto plasma el director en la obra.
Tacho es Eustacio Ascacio Vel¨¢zquez, ¡°un actor natural¡±, es decir, un hombre al que Eichelman Kaiser descubri¨® viendo un reportaje sobre una minera de Coahuila y lo transport¨® sin visado al mundo del cine. Es un hombre de extracci¨®n humilde, inseparable de su Cipriana, qui¨¦n se embarc¨® con ¨¦l hasta Venecia, pero el viaje, ese viaje, no pudo ser despu¨¦s de innumerables tribulaciones, con el boleto ya comprado, por una huelga de la compa?¨ªa a¨¦rea Lufthansa. El matrimonio, como en la pel¨ªcula, perdi¨® una hija, pero con el andar del tiempo, pueden contar que el director de cine ha llegado para quedarse, a decir de ¨¦l mismo: ¡°Son ya mi familia¡±.
Familia. Ese es otra de las ideas que movi¨® este rodaje. Eichelman ven¨ªa de una mala temporada con su padre, un sentimiento que decant¨® el acercamiento hacia los lazos que atan el linaje. ¡°La familia es la herida primaria, la fractura m¨¢s ¨ªntima y esencial. Por m¨¢s amor y organizaci¨®n que haya siempre hay una herida que atender y si no se hace pasar¨¢ de generaci¨®n en generaci¨®n¡±, explica el director. Cuenta que la pel¨ªcula le ha servido para sanar tambi¨¦n a ¨¦l. Su padre muri¨® en plena preproducci¨®n, cuando ambos hab¨ªan alcanzado ya una ¡°relaci¨®n linda¡± en los ¨²ltimos a?os. ¡°Ahora Tacho es mi familia, ah¨ª est¨¢ la magia de mi pap¨¢¡±. Eichelman Kaiser asegura que la mayor importancia de cualquier proceso art¨ªstico ¡°es situarlo en la dimensi¨®n de un cambio personal. Si no hay transformaci¨®n, el proyecto servir¨¢ de poco¡±. Esa vertiente sanadora quiz¨¢ surta efecto tambi¨¦n desde las butacas a oscuras de las salas comerciales.
Con la humildad del que empieza (con buen pie, aunque la cinta que gan¨® en su categor¨ªa fue la iran¨ª World War III), el director reconoce que esta primera pel¨ªcula, una coproducci¨®n italomexicana con el apoyo del Eficine, ¡°puede ser un producto con errores y fracturas¡±. ¡°Pero lo abrazo, me gustan las ¨®peras primas, donde siempre hay algo torpe, pero muy de verdad, esa verdad que se va perdiendo con los a?os¡±.
Mientras pasa el tiempo, Eichelman Kaiser ya piensa en su nueva pel¨ªcula, un guion que sit¨²a a dos hermanas en la huasteca potosina, ¡°con una energ¨ªa femenina, tropical, h¨²meda y misteriosa¡±. Nada que ver con el desierto ¨¢spero, lleno de vejez y olvido donde el cineasta encontr¨® a su Tacho.
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