Tres d¨ªas de protestas en Ciudad de M¨¦xico por el ¡®caso Ayotzinapa¡¯: de pintadas en la embajada de Israel a petardos frente a la Fiscal¨ªa
El pr¨®ximo 26 de septiembre se cumplen ocho a?os de la desaparici¨®n de los 43 normalistas
Ya no hablan. Ya nadie habla. Ni los periodistas tienen preguntas que hacer, ni los estudiantes se afanan en contestarlas. S¨®lo miran, desconfiados, a trav¨¦s de un hueco en la camiseta que muchos se anudan alrededor de la cabeza. Apenas responde uno, que se come un bocadillo escondido entre los autobuses que les han tra¨ªdo hasta las puertas de la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica (FGR), en la Ciudad de M¨¦xico. ¡°Hay que llevarlas¡±, dice. ¡°Ya hemos perdido a alguno. Utilizan las c¨¢maras de seguridad y los drones para identificarnos y vienen por nosotros¡±.
Han pasado ocho a?os, casi, de la desaparici¨®n el 26 de septiembre de 2014 de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, un pueblo de 84 personas en el Estado de Guerrero. Estudiantes y familiares de esa escuela organizan desde hace tres d¨ªas manifestaciones y actos de protesta en distintos lugares de la capital, ¡°para ir aumentando la energ¨ªa para el 26¡å, aseguraba un estudiante que se negaba a dar su nombre. El mi¨¦rcoles estuvieron en la embajada israel¨ª, protestando para exigir que se agilice la entrega de Tom¨¢s Zer¨®n, exjefe de la Agencia de Investigaci¨®n Criminal de la PGR, pr¨®fugo en Israel desde hace al menos tres a?os. La Fiscal¨ªa le acusa de tortura y desaparici¨®n forzada, m¨¦todos que presuntamente utiliz¨® para crear la famosa, por estar llenas de mentiras, ¡°verdad hist¨®rica¡±.
El discurso no ha empezado todav¨ªa, pero todo el mundo est¨¢ en silencio. Despu¨¦s de tantos a?os protestando, no debe quedar mucho que decir. Los estudiantes no se r¨ªen, no juegan, ni siquiera parecen aburrirse, pese a que la mayor¨ªa de ellos (unos 200) no tienen m¨¢s de 16 a?os. Luego empieza el discurso, y todos escuchan atentos, de pie, colocados en filas de a uno como si estuvieran a punto de entrar a clase, o tambi¨¦n, como en el Ej¨¦rcito. En frente, detr¨¢s de los 100 polic¨ªas que est¨¢n apostados a la entrada, tienen a un enemigo al que en los ¨²ltimos meses se han visto obligados a escuchar, la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica. Sus antiguos jefes crearon la ¡°verdad hist¨®rica¡±, pero los nuevos detuvieron hace un mes a Jes¨²s Murillo Karam, el exprocurador que lider¨® su creaci¨®n, y propiciaron que un juez mandase a prisi¨®n preventiva al general Jos¨¦ Rodr¨ªguez, vinculado al ataque.
El portavoz de los estudiantes agarra el micr¨®fono y rompe el silencio: ¡°... por eso levantamos la voz en esta Fiscal¨ªa, para que informen a los padres y madres qu¨¦ ha pasado con las investigaciones y con las ¨®rdenes de aprehensi¨®n que hay¡±. ¡°?Por qu¨¦ no se han ejecutado esas ¨®rdenes de aprehensi¨®n?¡±, se pregunta el chico, antes de gritar a sus compa?eros ¡°?Vivos se los llevaron!¡±. Los estudiantes se agarran las mascarillas o las camisetas que les tapan la cara y tiran para que se les escuche bien alto cuando gritan: ¡°?Vivos los queremos!¡±. Luego otra vez, el silencio.
Ahora es el turno de la madre de uno de los estudiantes desaparecidos. ¡°Llevamos ya ocho a?os exigiendo la verdad de lo que fue de nuestros hijos¡±, dice. Las madres y padres de los 43, en un acto el mi¨¦rcoles en la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la UNAM, lamentaron que, pese a los avances que ha habido durante el Gobierno del presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, todav¨ªa no les han podido dar ninguna certeza sobre el paradero de sus hijos, seg¨²n recog¨ªa el diario La Jornada. ¡°Nos abrieron las puertas, pero hay verdades a medias. Nada m¨¢s nos han dicho ¡®sus hijos ya no est¨¢n¡¯, pero nosotros queremos pruebas de eso, porque de lo contrario nosotros vamos a seguir luchando¡±, aseguraba una de ellas.
Frente al mastodonte acristalado e impersonal de la Fiscal¨ªa, se terminan los discursos y muchos estudiantes rompen filas y se van subiendo a los autobuses, que arrancan y desaparecen. Pero la polic¨ªa, abajo en la puerta, y los periodistas, arriba en la rotonda, no se mueven de su sitio. Tampoco se van dos autobuses (aunque arrancan los motores) y un grup¨²sculo de 20 estudiantes encapuchados, que proceden a sacar de sus mochilas aerosol de grafiti, piedras y petardos, y a lanzarlos al foso en el que se encuentran los polic¨ªas. Ellos, lejos de responder, se repliegan y utilizan sus enormes escudos de pl¨¢stico para hacer crear una barrera donde no puedan pasar las piedras o los petardos. Uno de los polic¨ªas se queda rezagado y, justo en el momento en el que se da la vuelta para unirse a sus compa?eros, una piedra del tama?o de su cabeza le da justo debajo de la nuca.
Los estudiantes lanzan sus ¨²ltimos petardos mientras se suben a un autob¨²s en marcha al grito de ¡°?corran chicos, corran, v¨¢monos!¡±. Los polic¨ªas deshacen su estructura de escudos y atienden a los heridos. Los sanitarios ponen vendas en cabezas, tobillos y pantorrillas. De la puerta de la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica salen cinco ambulancias con cinco polic¨ªas en sus cinco camillas.
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