El riesgo Lilly T¨¦llez
Estamos ante el pr¨®logo de una largu¨ªsima campa?a en la que sabremos si el pa¨ªs logra zafarse de la ciza?a y la discordia
Ya marcharon, ora qu¨¦. Las preguntas importantes casi siempre llegan de forma inoportuna.
La marcha del 13N fue un ¨¦xito tal que calcular el n¨²mero de participantes en esa manifestaci¨®n se volvi¨® una r¨ªspida griter¨ªa. De ambos lados hubo desesperados. Unos por desaparecer almas, otros por multiplicarlas cuasi exponencialmente. Jes¨²s palidece frente a ellos, pero al menos sab¨ªa para qu¨¦ llenaba redes de peces y copas de vino, ?sabe en cambio la oposici¨®n qu¨¦ hacer con la protesta m¨¢s grande en tres lustros? ?Tiene con qui¨¦n patear ese penalti? Si s¨ª, ?se les jodi¨® la rodilla?, si no, que Lilly T¨¦llez nos ampare.
Pocas cosas tan pesadas como que algo salga muy bien. A quien anota gran gol se le exigen m¨ªnimo dos en el siguiente encuentro; ?cortaste orejas y rabo?, al aparecer tu nombre en el siguiente cartel se augura la puerta grande o te cortar¨¢n la coleta. As¨ª es esto de hacer que florezcan, en pleno oto?o, las esperanzas.
Hoy es ma?ana. Hace una semana miles salieron a la calle en personificaci¨®n de ese ocasional milagro que se llama libre ejercicio de ciudadan¨ªa. Marcharon y triunfaron. ?Golazo! Pero siempre llega el siguiente domingo: ahora, qui¨¦n es la guapa o el guapo que toma la estafeta, que da el paso al frente, que dice en el soleado ruedo opositor, sin miedo, con ri?ones e ideas (peque?o detalle), dejadme sola¡ dejadme solo.
La marcha ya fue. Tanto que se avecina, cual estampida de elefantes, la contramarcha. El orgullo de la bestia est¨¢ herido y esta brama porque no soporta que nunca ¡ªnadie¡ª jam¨¢s le dispute la calle. Qu¨¦ reacci¨®n m¨¢s previsible, qu¨¦ recurso menos sorpresivo, salvo porque los que d¨ªas atr¨¢s ganaron hoy ni siquiera hacen f¨²tbol estufa para machacarle al campe¨®n que, lero lero, no tiene el monopolio de la protesta. ?Sorprendidos por el ¨¦xito? ?O es que su baraja no tiene ases?, o es que s¨ª tiene pero ?ay!, ?son cartas que chirr¨ªan?
Desde el domingo los apetitos andan sueltos. Se ve a la capital como bot¨ªn asegurado para los no lopezobradoristas. Y de ah¨ª, juran entre ellos, al alcance de la mano opositora est¨¢ toda la naci¨®n nacional. Diagn¨®sticos m¨¢s propios del entusiasmo febril que de las matem¨¢ticas, pero qu¨¦ pol¨ªtico no se brinca los n¨²meros mientras estos no le arrastren en el PREP.
As¨ª que se vale so?ar con la CDMX: X¨®chitl, L¨ªa y Kenia ya se vieron: la segunda jefa de gobierno capitalino, pap¨¢. Bendita marcha. Claudia escucha, ya perdiste la capirucha. Solo falta otro peque?o detalle: ganar de veras la elecci¨®n. Las elecciones locales y la federal. La mar de confrontaciones que se avecinan, cada una m¨¢s dif¨ªcil y singular que la otra.
Pero antes de los comicios toca armar la plataforma, esa resultante del qu¨¦ y el c¨®mo antes del con qui¨¦n ir.
Porque si lo que sigue es adaptar las posibilidades del triunfo opositor a los perfiles existentes, la meta a los recursos, la campa?a a los suspirantes, entonces el futuro ser¨¢ una batalla de la estridencia oficial contra la estridencia opositora, entre Persona Grosera I vs Persona Grosera II: duelo de injurias, competencia de denuestos, descalificaciones a muerte s¨²bita. M¨¦xico como trofeo para quien gane m¨¢s likes al desenfundar groser¨ªas. Tik-tok tik-tok. Triunfo cultural (es un decir) del insultador en jefe L¨®pez Obrador.
El presidente de la Rep¨²blica, como nunca antes, despilfarrar¨¢ energ¨ªas en descalificar las candidaturas opositoras. Y vaya que tiene callo. Se da por hecho que esa ser¨¢ la tesitura con que tratar¨¢ de manchar a los contrincantes de sus delfines. ?En la ruta por definir candidatura y campa?a, qu¨¦ par¨¢metros definir¨¢, por su parte, la oposici¨®n?
Estos a?os en la granja opositora han crecido medi¨¢ticamente gallas y gallos (como dicen en Chile) que se han trenzado con el oficialismo en destempladas sesiones del Congreso; entre esas figuras destaca la sonorense Lilly T¨¦llez, que habiendo llegado al Senado bajo las siglas de Morena ahora act¨²a desde la bancada del PAN.
T¨¦llez tiene a su favor que no se arredra cuando Morena llevas las sesiones al lodo. Con su menuda figura ha resistido y hasta revertido rasposas incriminaciones. Ese talante le ha ayudado a personificar una, seg¨²n algunos, esperanzadora candidatura presidencial. ?Picar¨¢ la oposici¨®n el anzuelo morenista y propondr¨¢ un combate insulto por insulto en la siguiente campa?a? La experiodista senadora ha probado que puede torear en ese coliseo. Que pueda no necesariamente significa que resulte exitosa al convocar votantes.
Hay especialistas en lides electorales, como Jorge G. Casta?eda, que defienden la tesis de que la selecci¨®n de la persona que ha de encabezar una candidatura de eventual arrastre se hace con lo que hay, no con lo que desde el escritorio se futurea en el terreno de lo que ser¨ªa ideal. Los Obama no se dan en maceta, es parte del argumento, y al mismo tiempo candidatos competitivos los ha habido siempre, aunque no sean ¡°ideales¡± (v. gr. Fox).
Hablando de malos modales, el Vicente Fox opositor en su tiempo tambi¨¦n fue criticado no solo por populachero sino por sus majader¨ªas. Es famoso el debate en que revir¨® al priista Francisco Labastida, que le reproch¨® lo corriente de sus cr¨ªticas, apuntando que en una de esas a ¨¦l lo grosero se le quitaba, pero lo que no ten¨ªa remedio era la deriva corrupta de los priistas.
Mandar al demonio a alguien, comparar a otros con alima?as o aves de insoportable graznido, ha sido, pues, cosa normal en las campa?as. Pero no eran la campa?a. ?Tiene Lilly T¨¦llez algo m¨¢s que buenos reflejos para el pleito y la descalificaci¨®n? El alivio de encontrar a alguien que no reh¨²ya el liarse en la baja marea del lopezobradorismo puede resultar en alimentar todo aquello que indebidamente se ha normalizado en estos a?os.
Y decir Lilly T¨¦llez no pretende descalificar un modo y menos a una persona. Nada garantiza que una candidatura moderada, sesuda y comedida tenga ¨¦xito, pero antes de creer que es tiempo de premiar a quien atiza tanto como los de enfrente, conviene cuestionar si ese es el tenor al que estamos destinados: uno en donde se recurre a todo eso que se critica en el oficialismo. ?Polarizaci¨®n con polarizaci¨®n se paga? ?No hay acaso un camino intermedio, que incluya la reivindicaci¨®n de la deuda social sin la idealizaci¨®n del pasado?
Porque Claudia Sheinbaum y Ad¨¢n Augusto L¨®pez ya demostraron que est¨¢n listos para rebajar el debate cuanto haga falta seg¨²n el designio de Palacio y, si es necesario, mandar al carajo a las instituciones y, de paso, a la civilidad m¨ªnima que lleg¨® a tener la incipiente democracia mexicana. Tal certidumbre, sin embargo, no cancela la obligaci¨®n de las y los opositores de reflexionar sobre el tipo de contracampa?a que merece M¨¦xico.
Con aislados arranques de histeria ¨Cdescontextualizados por las redes sociales y uno que otro medio-, la marcha del 13N fue un modelo de civilidad. La del 27N podr¨ªa ser igualmente blanca en incidentes a pesar de la previsible candela de una arenga descalificadora de YSQ.
Ambas demostraciones en la calle constituyen el pr¨®logo de una largu¨ªsima campa?a en la que sabremos si el pa¨ªs logra zafarse de la ciza?a y la discordia, si a¨²n todos coincidimos, al menos, en que hay un destino com¨²n y un espacio posible en este pa¨ªs as¨ª pensemos diferente. Veremos si los debates son algo m¨¢s que darse la mano al inicio y al final de los mismos, si las ideas tienen derecho de piso en la definici¨®n de un futuro en el que las descalificaciones baratas deber¨ªan ser la excepci¨®n y no la regla.
Contra esa probabilidad, empero, atentan dos circunstancias. La primera es que las campa?as son, aqu¨ª y en China (ah¨ª no porque en ese pa¨ªs no hay democracia, pero se entiende el punto) el tiempo donde se premia eso llamado contraste, reduccionismo que engloba la licencia para recurrir a todo tipo de recursos a fin de socavar al otro, desde filtraci¨®n de chismes, invenci¨®n de esc¨¢ndalos y, por supuesto, ataques en eso que demasiado a la ligera llamamos guerra sucia.
Y el segundo factor es el talante nada republicano de Palacio Nacional, cuyo ocupante ser¨¢ el primer y principal instigador del todo vale en esta contienda.
Qu¨¦ gran paradoja que el presidente que trata de desprestigiar al escritor Guillermo Sheridan, que de tiempo atr¨¢s ha puesto en letras un espejo que desmonta la imagen id¨ªlica con que en buc¨®licas pachangas ¨Ccomo el Mundial¡ª nos choreamos a nosotros mismos para decirnos due?os de atributos que no resisten la prueba del respeto al derecho ajeno, sea precisamente quien le da la raz¨®n al proferir insulto tras insulto a quienes piensan diferente o se le resisten, sea ejemplo del no pueblo bueno.
Pero ni por eso la oposici¨®n y sus figuras como Lilly T¨¦llez deber¨ªan intentar emular al presidente, cuyo ¨¦xito polarizador es a la larga una derrota segura para todos.
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