Kurt Hollander: ¡°La gentrificaci¨®n es culpa de los gringos, pero no podr¨ªa existir sin los gobiernos de M¨¦xico¡±
El escritor estadounidense publica las memorias de su paso por Ciudad de M¨¦xico, donde vivi¨® 25 a?os y tuvo familia, con la tristeza de quien ve devorado un viejo hogar por el turismo y la gentrificaci¨®n
El escritor neoyorkino Kurt Hollander (64 a?os) se define como anarquista, anticolonial, antiimperialista y antipatriota. No le gusta ¡ªde hecho le ofende¡ª que le llamen gringo. La cabeza rapada, la barba de candado blancuzca, una arracada en la oreja izquierda y un tatuaje en el brazo que dice ¡°Viva la muerte¡±, Hollander parece m¨¢s el bajista de una banda setentera de rock empe?ada en seguir tocando en foros underground. Pero la pinta de viejo rebelde es un distractor de lo importante. M¨¢s all¨¢ de todo a lo que se opone, se esmera en explicar su inclinaci¨®n marxista a favor de la clase trabajadora, la cultura popular, la migraci¨®n, el derecho a la vivienda digna y barata y las libertades.
Hollander public¨® a finales del a?o pasado su libro Desde las entra?as (editorial Turner), una colecci¨®n de textos que ¨¦l llama ensayos autobiogr¨¢ficos sobre su vida en Nueva York, donde naci¨®, y la Ciudad de M¨¦xico, donde vivi¨® 25 a?os y tuvo tres hijos, hasta que parti¨® en 2013. Pocos a?os despu¨¦s, entrevistado por este diario, se rehusaba a decir a d¨®nde se hab¨ªa ido a vivir porque ¡°no quer¨ªa que aquello se llenara de pinches gringos¡±. Hoy por fin lo dice: se ha marchado a Cali, Colombia, donde comenz¨® otra vida. El libro cuenta sus andanzas por el Centro Hist¨®rico de Ciudad de M¨¦xico y por Tepito, por las pulquer¨ªas, los billares, los mercados y las cantinas. Avecindado en la Condesa el tiempo que estuvo en la capital, sali¨® huyendo horrorizado al ver c¨®mo las rentas sub¨ªan y sub¨ªan. Descendiente de migrantes jud¨ªos rusos, Hollander se considera tambi¨¦n un migrante sin patria, pero con hogar. Los textos de Desde las entra?as son un alegato contra la gentrificaci¨®n, y un llamado a la resistencia comunitaria contra el turismo voraz, los gobiernos indolentes y las corporaciones.
Hollander recuerda la ¡°compra¡± de Coney Island por parte de los conquistadores holandeses a los indios americanos a cambio de algunas armas, p¨®lvora y cuentas de cristal, ¡°en una de las m¨¢s lucrativas transacciones inmobiliarias de la historia¡±, dice en su libro. Con el espa?ol que se ha empe?ado en aprender a hablar, un espa?ol con marcado acento gringo, muy a su pesar, platica durante una hora con EL PA?S en un caf¨¦ frente al edificio Victoria, cuyos habitantes han sido desalojados por los due?os para alquilar los departamentos a trav¨¦s de Airbnb. Hollander est¨¢ de paso por la ciudad unos d¨ªas y se ha hospedado en ese edificio, donde renta su hijo mayor, que ya es, dice, el ¨²ltimo inquilino, pues ha corrido con la misma suerte que el resto de los vecinos: la de los desplazados por la gentrificaci¨®n, los negocios inmobiliarios y el abandono del Gobierno de Claudia Sheinbaum, que ha entregado la ciudad a las plataformas y a los digital nomads.
Pregunta. ?Cu¨¢l es la anatom¨ªa del gringo?
Respuesta. En Nueva York, yo crec¨ª en barrios de inmigrantes latinos, indios y asi¨¢ticos. Ah¨ª no hab¨ªa gringos. El gringo es imperialista y forma parte del sistema, de una sola cultura y una sola religi¨®n.
P. ?T¨² no eres gringo?
R. Pues s¨ª y no. Lo que pasa es que yo siempre hablo mal de los gringos. Yo crec¨ª en Estados Unidos, pero en Nueva York. T¨² pregunta a todos los jud¨ªos, los intelectuales, los republicanos y los anarquistas de Nueva York si son gringos y te van a decir que no. Yo sal¨ª a los 30 a?os de Estados Unidos y he vivido m¨¢s de la mitad de mi vida fuera. Soy residente permanente en Am¨¦rica Latina, o como dicen Los Tigres del Norte: somos todos americanos, desde la Pampa hasta Canad¨¢. Es que fuera de Estados Unidos ven al pa¨ªs como de puro blanco, pero dentro de Estados Unidos est¨¢ el mundo.
P. ?Por qu¨¦ te fuiste de Nueva York y por qu¨¦ llegaste a M¨¦xico?
R. Me fui porque las rentas estaban subiendo, ya estaba llegando mucho turista europeo y la globalizaci¨®n hizo estragos en los barrios donde yo viv¨ªa. Llegu¨¦ a M¨¦xico para estudiar espa?ol un verano en la UNAM, y me encant¨®. M¨¦xico es una mezcla muy profunda. Nueva York es muy profundo en cuanto a historia, pero M¨¦xico lo supera por siglos. Aqu¨ª me top¨¦ con el mundo de artistas locales, con sus voces, con toda una cultura popular, los billares, los cines, las cantinas, las pulquer¨ªas. Todo eso para m¨ª era muy digno de estudiar y de vivir.
P. ?Lo que t¨² viniste a hacer aqu¨ª no se puede considerar gentrificador?
R. No, para nada. La gentrificaci¨®n es un proceso complejo, como la globalizaci¨®n. T¨² puedes comprar un iPhone o unos Levi¡¯s y obviamente est¨¢s ayudando a la globalizaci¨®n. Pero la globalizaci¨®n no la hacen los individuos, la hacen poderes econ¨®micos muy grandes. Hay ciclos de la econom¨ªa global que el capitalismo aprovecha. En las ciudades, cuando un barrio se vuelve peligroso, cuando hay prostituci¨®n y drogas, es algo intencional. Es para bajar el valor de los bienes ra¨ªces, para que los grandes inmobiliarios, los bancos o el gobierno puedan comprar grandes cantidades de terreno, es esperar el momento econ¨®micamente propicio en la escena global para invertir. Lo que hace un individuo se puede ver mal, pero realmente no cambia nada. En Nueva York yo tuve una revista, The Portable Lower East Side. Y como el gobierno usaba el crimen y las drogas para atacar a los barrios de clase baja y de inmigrantes, mi revista buscaba mostrar el valor cultural de los barrios, que es la resistencia contra la gentrificaci¨®n. La clase trabajadora y los inmigrantes son el enemigo del capitalismo, lo que le impide expandirse.
P. ?Qu¨¦ es la gentrificaci¨®n?
R. Es una estrategia inmobiliaria de gobiernos, bancos e inversores a largo plazo con la idea de correr a la clase trabajadora para ganar m¨¢s dinero. El capitalismo y el negocio inmobiliario tienen que crecer. En mi barrio introdujeron crack y quitaron las escuelas, los hospitales y los fondos para la cultura. Lo dejaron morir. ?Para qu¨¦? Para luego comprar grandes pedazos de terreno de bienes ra¨ªces, para que los bancos invirtieran. En Am¨¦rica Latina y en los pa¨ªses que fueron coloniales, la gentrificaci¨®n est¨¢ ligada a la globalizaci¨®n. Las nuevas tecnolog¨ªas y las apps son extractivistas. Ellas no invierten ni un centavo y ganan millones. La gentrificaci¨®n es culpa de los gringos, pero no podr¨ªa existir sin los gobiernos corruptos de M¨¦xico. Lo vemos con Sheinbaum, que est¨¢ apoyando a Airbnb. La corrupci¨®n pol¨ªtica en M¨¦xico es lo que les permite entrar y saquear todo lo que quieran.
P. ?C¨®mo contribuye el turismo a la gentrificaci¨®n?
R. El turismo es un brazo de la globalizaci¨®n. M¨¦xico es adicto al turismo. La ciudad es adicta al turismo. Porque es dinero gratis, el Gobierno no tiene que hacer casi nada. M¨¦xico siempre ha tenido problemas de turismo. Es lo que convirti¨® en burdel a toda la frontera de Tijuana. Pero tambi¨¦n ha ganado mucho dinero el Gobierno de eso. Cuando existen lugares bravos [inseguros o violentos], el turismo se centra solo en unas partes, como Coyoac¨¢n, el Centro, la Condesa, y ahora se est¨¢ expandiendo m¨¢s y m¨¢s. As¨ª como con el Tratado de Libre Comercio Estados Unidos quiso convertir a M¨¦xico en un pa¨ªs consumidor, ahora sirve para recibir a sus trabajadores remotos. Ese tipo de turismo es una plaga, y que la alcaldesa de la Ciudad de M¨¦xico [Sheinbaum] lo est¨¦ foment¨¢ndolo es corrupci¨®n. Los cambios que se han hecho a la ciudad no son para los mexicanos, mucho menos para la clase trabajadora. De hecho, la clase alta de M¨¦xico tiene m¨¢s dinero que los gringos que vienen a trabajar aqu¨ª.
Hablar de ¡°gringos¡± y ¡°mexicanos¡± es un error, porque eso ignora las diferencias de clase. La clase trabajadora mexicana tiene m¨¢s en com¨²n con la clase trabajadora gringa. Siempre hay m¨¢s diferencias dentro de un grupo que entre los grupos. Hay m¨¢s diferencias entre los mexicanos que entre mexicanos y gringos. El enemigo no es el gringo. Sobre todo ahora, el enemigo son las corporaciones globales que acaparan todo el poder econ¨®mico y est¨¢n tomando el espacio p¨²blico en las ciudades para ellas. Las corporaciones se expanden, matan la resistencia, buscan solo las ganancias. No son fuerzas del bien para los humanos, viven para ellas mismas, son par¨¢sitos.
P. ?C¨®mo es la gentrificaci¨®n en donde vives ahora?
R. Vivo en un barrio de clase trabajadora de Cali, y all¨ª la gentrificaci¨®n casi no existe. La violencia sigue vigente ah¨ª, y esa es una de las pocas cosas que puede frenar tanto el turismo como la globalizaci¨®n. Tepito es resistencia, es una de las pocas fuerzas que le gana a Hollywood, que le gana a las grandes corporaciones. Tepito resiste, pero no va a resistir por mucho. Cali es como Tepito, es una cultura muy brava.
P. ?La violencia es un ant¨ªdoto contra la gentrificaci¨®n?
R. No. Eso suena a que la idea es crear m¨¢s violencia. ?Qu¨¦ es la violencia? Es la exclusi¨®n del bienestar p¨²blico. Los gobiernos que quieren matar a la clase trabajadora, que quieren excluir a los minor¨ªas y a los de abajo, eso es lo que causa violencia. Los que no reparten la riqueza, lo que se quieren quedar con todo y excluyen a la mayor¨ªa de la gente, ellos causan violencia. Y eso va contra la globalizaci¨®n y contra todos esos privilegios que tiene la clase alta. Entonces, no que sea bueno tener violencia, sino que la violencia es una estrategia de supervivencia de los de abajo.
P. ?Las rentas bajas son un derecho humano?
R. Hay que buscar las rentas bajas. Que t¨² trabajes de tiempo completo toda tu vida y la mitad de tu dinero se vaya a pagar renta no es humano. Las nuevas tecnolog¨ªas siempre las venden diciendo que uno va a tener que trabajar menos, y eso es mentira. Con las nuevas apps como Uber o Didi la gente trabaja much¨ªsimo y gana menos que antes. Entonces, esa tecnolog¨ªa es solo para explotar y extraer m¨¢s. Airbnb es una app que no invierte un centavo. Ese no es el futuro. Se necesita otra cosa.
P. ?Hay manera de resistir a la gentrificaci¨®n?
R. Una persona no puede parar un movimiento global del capital. Una persona puede resistir a su casero y hacer una huelga de renta. Un grupo de personas puede resistir y tratar de defender su edificio. Antes el Gobierno [de la ciudad] ayudaba a los inquilinos, y ahora ellos est¨¢n muy expuestos. Es muy dif¨ªcil poner freno a las corporaciones. En EE UU, las corporaciones ya tienen derechos como individuos. La ley est¨¢ favoreciendo m¨¢s y m¨¢s a las corporaciones y pone en desventaja a los humanos. Frenar la gentrificaci¨®n es muy dif¨ªcil. La ¨²nica manera es votar a pol¨ªticos no corruptos que apoyen a la gente de un edificio, de un barrio, de una ciudad.
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