Genaro Garc¨ªa Luna, culpable: los nervios, la tensi¨®n y las l¨¢grimas detr¨¢s de un fallo hist¨®rico
El secretario de Seguridad P¨²blica de Felipe Calder¨®n se aferraba a una duda razonable y se encontr¨® con una derrota aplastante
Genaro Garc¨ªa Luna estaba desencajado. Nunca se le hab¨ªa visto tan nervioso en el juicio. A las puertas del momento que lo definir¨ªa todo, ya no hab¨ªa espacio para las apariencias. El acusado entr¨® escoltado por dos guardias tras esperar durante casi seis horas que se decidiera su destino. Como antes de cada audiencia, mand¨® besos a sus dos hijos y a su esposa, Cristina Pereyra. Esta vez, el ritual fue mucho m¨¢s corto. Nadie sab¨ªa qu¨¦ iba a pasar, con excepci¨®n de 12 ciudadanos de Nueva York que, hasta hace poco m¨¢s de un mes, nunca hab¨ªan o¨ªdo hablar del secretario de Seguridad P¨²blica de Felipe Calder¨®n, del arquitecto de la guerra contra el narcotr¨¢fico, del superpolic¨ªa ambicioso, todopoderoso y temido. El exfuncionario se aferraba a una duda razonable y se encontr¨® con un veredicto aplastante. Fue declarado culpable de los cinco delitos que pesaban en su contra. Un fallo hist¨®rico.
Conspiraci¨®n para la distribuci¨®n internacional de coca¨ªna. Conspiraci¨®n para la distribuci¨®n y posesi¨®n de coca¨ªna. Conspiraci¨®n para importar coca¨ªna. Delincuencia organizada en la modalidad de pertenecer a una empresa criminal continua. Dar declaraciones falsas a las autoridades estadounidenses en su solicitud de naturalizaci¨®n. ¡°Culpable¡±, dijo el juez Brian Cogan cinco veces al leer cada uno de los cargos en el veredicto. Cogan nunca azot¨® el mazo como en las pel¨ªculas, pero cada palabra martillaba la leyenda del arquitecto de la guerra contra el narco y desenterraba a un polic¨ªa desarmado de 54 a?os. Estados Unidos, el pa¨ªs que lo vio como un socio incondicional y un h¨¦roe digno de condecoraciones, lo hund¨ªa para acercarlo cada vez m¨¢s a la posibilidad de pasar el resto de su vida en la c¨¢rcel.
El fallo lleg¨® en el momento menos esperado. No hay fase m¨¢s impredecible de un juicio que las deliberaciones del jurado. Los periodistas hicieron guardia pasada la medianoche del d¨ªa anterior, sin ninguna certeza de qu¨¦ iba a pasar, en medio de la lluvia, en mitad de la madrugada, y sin ning¨²n acto rese?able durante la ma?ana de este martes. Los abogados de ambas partes platicaban de cosas anodinas e irrelevantes. Y los familiares del acusado vivieron su calvario en privado por primera vez en m¨¢s de un mes que consumi¨® el juicio. Todo cambi¨® cuando lleg¨® un anuncio del jurado cerca de las dos y media de la tarde. Hab¨ªa un veredicto.
A esas alturas, ya no hab¨ªa espacio para las apariencias ni las estrategias. Genaro Garc¨ªa, el primog¨¦nito del exfuncionario, cerraba los ojos y mov¨ªa la cabeza de lado a lado. Su hermana, Luna, tambi¨¦n era un manojo de nervios. Cristina Pereyra, su madre, solo clavaba la mirada en el vac¨ªo. Todo el mundo estaba nervioso, emocionado, impaciente. De pronto, hubo un silencio total. Solo se escuch¨® cuando los ayudantes de Cogan tocaron la puerta, como tantas otras veces, para anunciar que el juez estaba listo para entrar en la sala y que todos deb¨ªan levantarse. Clac, clac, clac. ¡°?Hay alguna raz¨®n por la que no deba emitirse este veredicto?¡±, se pregunt¨® a las partes. ¡°No, su se?or¨ªa¡±. Dos minutos despu¨¦s se escucharon otra vez los golpes contra la madera para anunciar la entrada de los 12 miembros del jurado y sus seis suplentes. Todos volvieron a levantarse en autom¨¢tico.
Los jurados tomaron sus asientos casi con dramatismo y despu¨¦s entregaron la hoja con el veredicto. Cogan ley¨® el documento y despu¨¦s pidi¨® a la Fiscal¨ªa y a la defensa que se acercaran al estrado. Una vez m¨¢s, la incertidumbre se apoder¨® de todo. Hab¨ªa un error sobre el trozo de papel que condensaba las cuatro semanas de declaraciones que sacudieron M¨¦xico y las tres jornadas de deliberaciones que lo mantuvieron en vilo. Todo a 3.000 kil¨®metros de la frontera, probablemente sin que los protagonistas, los 12 integrantes an¨®nimos del panel, lo supieran. Sin que pasaran otros dos minutos de su llegada, los jurados se ten¨ªan que volver a retirar. Un imprevisto para abonar al nerviosismo: olvidaron marcar la casilla de culpable en uno de los cargos.
Pero la decisi¨®n estaba tomada: en segundos que se hicieron largu¨ªsimos y en los que nadie pudo abandonar la sala, los ciudadanos regresaron. Cogan empez¨® por el segundo cargo: conspiraci¨®n para la distribuci¨®n internacional de coca¨ªna. ¡°No pod¨ªa creer lo que estaba pasando¡±, confiesa Anabel Hern¨¢ndez, la periodista que ha seguido la sombra de Garc¨ªa Luna desde hace m¨¢s de 17 a?os y que debi¨® abandonar su pa¨ªs en 2014 tras denunciar amenazas de muerte del exfuncionario ante la justicia y en cadena nacional. Hubo l¨¢grimas de varias personas, contenidas y manifiestas, de rabia y emoci¨®n. Hubo miembros del jurado que estaban visiblemente consternados y otros que estaban impasibles. El juicio se hab¨ªa terminado.
Antes de ser retirado de la sala, Garc¨ªa Luna volte¨® a ver una ¨²ltima vez a su familia. Asinti¨® con la cabeza e intent¨® decirles que iba a estar bien. Adem¨¢s de declararlo culpable, el jurado concedi¨® todos los agravantes que solicit¨® la Fiscal¨ªa. La defensa perdi¨® cada una de las batallas. Todo sucedi¨® en 20 minutos.
Antes de despedirse, Cogan agradeci¨® el trabajo del jurado. ¡°Pocos pa¨ªses hacen esto, pero nosotros s¨ª lo hacemos. Lo hacemos porque confiamos en ustedes, confiamos en su sentido com¨²n¡±, dijo el juez sobre la decisi¨®n de dejar la decisi¨®n a 12 ciudadanos. No hay jurados del otro lado de la frontera. Y aun as¨ª, los mexicanos volvieron a seguir al mil¨ªmetro lo que suced¨ªa en Nueva York: como sucedi¨® con Joaqu¨ªn El Chapo Guzm¨¢n hace cuatro a?os, meses antes de que detuvieran a Garc¨ªa Luna.
Los protagonistas se retiraron y los periodistas corrieron, disparados para dar la noticia cuanto antes. Teclearon, hablaron y ocultaron sus ojeras ante las c¨¢maras. Formaron un avispero alrededor de los abogados de la defensa, casi obligados a hablar pese a la derrota. Un pu?ado de manifestantes desafi¨® a la lluvia con pancartas, tamales y atole.
Los fiscales se retiraron discretamente, mientras el Departamento de Justicia lanzaba una ¨²ltima bomba: ¡°Garc¨ªa Luna vivir¨¢ el resto de sus d¨ªas como un traidor a su pa¨ªs¡±. El antiguo m¨¢ximo responsable de la Seguridad P¨²blica del pa¨ªs colabor¨® con el Cartel de Sinaloa a cambio de sobornos millonarios. La sentencia est¨¢ prevista para el pr¨®ximo 27 de junio.
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