Vecinos distantes y ensangrentados
La mutua incomprensi¨®n no solo se ha acentuado, ahora tiene detr¨¢s un ba?o de sangre que la hace cada vez m¨¢s insoportable
Algo dr¨¢stico cambi¨® para que los republicanos de derecha quieran enviar tropas a M¨¦xico a combatir a los c¨¢rteles. Dej¨® de funcionar el tradicional esquema seg¨²n el cual ellos pon¨ªan los consumidores del tr¨¢fico de drogas y nosotros los muertos que dejaba la lucha para combatir la producci¨®n y el trasiego. Las cifras se invirtieron: se dice que en Estados Unidos alrededor de cien mil personas al a?o pierden la vida por el abuso en el consumo de estupefacientes, particularmente de fentanilo, mientras que poco m¨¢s de treinta mil fallecen en M¨¦xico como resultado de la violencia criminal.
Para desgracia nuestra, la muerte de cien mil personas es un bot¨ªn electoral de muchos legisladores que, desde el Capitolio, pueden pulsar las emociones xen¨®fobas con cargo a los vilipendiados ¡°latinos¡±. Y desde luego no ayuda en nada el fallo en contra de Genaro Garc¨ªa Luna en Nueva York, el llamado zar antidrogas encontrado culpable de trabajar para un c¨¢rtel, porque ellos no hacen distingo entre gobiernos de Calder¨®n o de la 4T; es un dato que remite a la incapacidad del Estado mexicano para atender el problema. Y resulta lluvia sobre mojado la noticia de los ¨²ltimos d¨ªas sobre los cuatro estadounidenses que fueron confundidos en Matamoros y acribillados por sicarios, con saldo de dos muertos. Lo cierto es que, con otros incidentes o sin ellos, podemos asumir que este tema, como el de la migraci¨®n, se convertir¨¢ en la pi?ata a golpear por todo pol¨ªtico de centro o de derecha que quiera subir pelda?os entre las poderosas corrientes conservadoras.
O no tan conservadoras. Las pretensiones de reelecci¨®n de Joe Biden lo han hecho abandonar pol¨ªticas progresistas relacionadas con temas latinos y muy probablemente endurecer¨¢ a¨²n m¨¢s sus posiciones al aproximarse las campa?as electorales. Si bien es improbable, si no es que imposible, que un gobierno dem¨®crata considere el uso de tropas directamente y de manera unilateral en suelo mexicano, en Washington no descartan que frente a la p¨¦rdida de popularidad la administraci¨®n Biden acceda a considerar a los c¨¢rteles como organizaciones terroristas: es una clasificaci¨®n administrativa dentro de las atribuciones del Departamento de Estado. ?Qu¨¦ significar¨ªa? Permitir¨ªa a las autoridades y a las agencias de seguridad intervenir con mayores atribuciones que las usuales: confiscar cuentas bancarias y propiedades, intervenir en comunicaciones sin necesidad de estrictas autorizaciones legales y considerar sentencias mucho m¨¢s severas para varios delitos.
Si bien puede entenderse, desde la perspectiva de ellos, el valor de una herramienta jur¨ªdica y pol¨ªtica como esta para el combate a las drogas, tambi¨¦n es cierto que podr¨ªa convertirse en un flagelo adicional de discriminaci¨®n en contra de los latinos, ya de por s¨ª afectados por las pol¨ªticas anti inmigratorias. Las atribuciones que esta cobertura legal ofrecer¨ªa a las autoridades para afectar intereses de miembros de la comunidad, a partir de meras presunciones, podr¨ªan ser una tragedia para muchos paisanos.
Y, por lo dem¨¢s, el combate a las drogas en Estados Unidos nunca ha dependido de leyes sino de voluntad pol¨ªtica o, m¨¢s bien, la falta de ella. Nunca se ha empleado a fondo en contra de las cadenas de transporte, distribuci¨®n y venta al menudeo que tiene lugar en su territorio. Recordemos que la distancia entre los laboratorios clandestinos en M¨¦xico y la frontera es menor que la que separa a Ciudad Ju¨¢rez o Matamoros de Nueva York, Detroit o Baltimore. El grueso del negocio transcurre de su lado, en sus carreteras, en almacenes, en laboratorios en donde es alterada y mezclada, en la distribuci¨®n de menudeo, en el flujo de dinero que implica todo este proceso.
Atribuir toda la culpa al ¡°fabricante¡± sin asumir la responsabilidad por la manera en que es transformada, distribuida, financiada y consumida por su poblaci¨®n es absurdo. Si fuese as¨ª, tendr¨ªan que aceptar el argumento de que ellos son los responsables de los cientos de miles de muertos que ha dejado la violencia en nuestro pa¨ªs, porque la mayor parte han sido asesinados con armas producidas en Estados Unidos. Nadie en su sano juicio pensar¨ªa que M¨¦xico tiene derecho a atacar plantas de armamento en parques industriales de Michigan o Texas, o establecer sanciones e incautaciones en contra de accionistas de esas empresas.
El presidente mexicano ha respondido con argumentos de esta naturaleza y en su reacci¨®n hay un rechazo tajante a todo tipo de intervencionismo. Explicable como es el sentimiento nacionalista en M¨¦xico en lo que respecta a Estados Unidos, producto de una historia tan desigual con el poderoso vecino, tambi¨¦n es cierto que la integraci¨®n comercial e industrial, los flujos migratorios y las transferencias de dinero, el turismo, y la frontera pr¨¢cticamente convertida en un tercer pa¨ªs por las relaciones simbi¨®ticas entre muchas de nuestras ciudades, obliga a un replanteamiento de fondo respecto a esta vecindad.
Todo indica que la casa de seguridad en la que se encontraban los cuatro estadounidenses secuestrados en Matamoros, fue localizada por el FBI y el dato fue transmitido a las autoridades mexicanas. Hay temas de inteligencia, recursos y tecnolog¨ªa aprovechables, sin duda. Pero eso no puede abrirse unilateralmente sin poner sobre la mesa una agenda integral que incluya armas, el flujo de d¨®lares, redes de distribuci¨®n y el fen¨®meno del consumo en Estados Unidos. Como la vida fronteriza, son temas simbi¨®ticos que no pueden ser tratados, mucho menos extirpados, sin una visi¨®n de conjunto de las dos partes implicadas. La figura pol¨ªtica de Estados nacionales surgida a partir del siglo XVI est¨¢ siendo desbordada por nuevas realidades. Sigue vigente en muchos sentidos, pero para efectos de los procesos de integraci¨®n se requiere de formas novedosas capaces de abordar perspectivas de conjunto. Los paneles de controversia a prop¨®sito del TMEC son tibios avances en esa direcci¨®n.
Desafortunadamente, la pol¨ªtica de todos los d¨ªas provoca que los responsables de los destinos de la cosa p¨²blica encuentren m¨¢s rentable para sus prop¨®sitos la estrategia de insuflar los orgullos, los sentimientos y los miedos envueltos en banderas anacr¨®nicas. Y lo estamos viendo en el debate patriotero por ambos lados.
Hace 40 a?os, el periodista brit¨¢nico brasile?o Alan Riding, corresponsal del New York Times en M¨¦xico durante alg¨²n tiempo, public¨® el influyente libro Vecinos Distantes, para dar cuenta, entre otras cosas, de esa mutua incomprensi¨®n. Desde entonces no solo se ha acentuado, ahora tiene un ba?o de sangre que la hace cada vez m¨¢s insoportable. @Jorgezepedap
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.