Una bala en la cabeza, 16 cartuchos y 24 horas muerto: el final de El Chueco en Sinaloa
L¨®pez Obrador confirma que el cad¨¢ver hallado en Choix es el de Jos¨¦ Noriel Portillo Gil, presunto asesino de dos sacerdotes jesuitas, un gu¨ªa tur¨ªstico y otro hombre en la Sierra Tarahumara
El cuerpo ten¨ªa el agujero de un balazo en la cabeza y un rastro de 16 cartuchos de munici¨®n gastados a su alrededor. Cuando alg¨²n vecino dio por fin la voz de alarma a la polic¨ªa, el cad¨¢ver llevaba ya 24 horas abandonado sobre el polvo de un camino entre las aldeas de El Chinal y Picachos, en lo alto de la sierra de Choix. Ten¨ªa indicios de llevar muerto ya un tiempo. El hallazgo podr¨ªa no haber ido a m¨¢s: otra v¨ªctima en Sinaloa, un Estado hist¨®ricamente castigado por la violencia, tierra caliente para los carteles de la droga que se disputan el control de M¨¦xico. Pero sus rasgos recordaban a los de un hombre al que las autoridades tratan de dar caza, sobre cuya cabeza pesa una recompensa del Gobierno de cinco millones de pesos: Jos¨¦ Noriel Portillo Gil, alias El Chueco. Y los rumores comenzaron a extenderse por todo el pa¨ªs. El presidente de la Rep¨²blica, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, ha confirmado este jueves que los restos humanos son los del criminal.
El nombre de El Chueco se volvi¨® familiar entre la poblaci¨®n el pasado junio. El criminal, un jefe de plaza de Gente Nueva, considerado como el brazo armado del Cartel de Sinaloa en Chihuahua, desat¨® 24 horas de plomo y terror en el coraz¨®n de la Sierra Tarahumara. El saldo final fue el asesinato a sangre fr¨ªa de dos sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales (78 a?os) y Joaqu¨ªn Mora (80); un gu¨ªa tur¨ªstico de la zona, Pedro Palma (60), y otro hombre, Paul Osvaldo.
Nadie oy¨® el disparo en las monta?as de Choix. No hubo denuncias por tiroteos. No se sabe si el muerto fue asesinado all¨ª o si el crimen sucedi¨® en otro lugar y su cad¨¢ver fue luego abandonado en aquel camino. La Compa?¨ªa de Jes¨²s, la organizaci¨®n religiosa a la que pertenec¨ªan los dos sacerdotes, ha asegurado en un comunicado: ¡°Su aparici¨®n sin vida de ninguna manera puede considerarse como un triunfo de la justicia ni como una soluci¨®n al problema estructural de violencia en la sierra Tarahumara. Por el contrario, la ausencia de un proceso legal conforme a derecho con relaci¨®n a los homicidios implicar¨ªa un fracaso del Estado mexicano frente a sus deberes b¨¢sicos y confirmar¨ªa que en la regi¨®n las autoridades no detentan el control territorial¡±.
1/3 ?Compa?¨ªa de Jes¨²s ha recibido, de las autoridades de Chihuahua, informaci¨®n preliminar sobre el hallazgo del cuerpo sin vida de una persona que podr¨ªa ser el perpetrador del homicidio de nuestros queridos hermanos Javier y Joaqu¨ªn.
— Compa?¨ªa de Jes¨²s en M¨¦xico (@Jesuitas_Mexico) March 22, 2023
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Un partido de b¨¦isbol y 24 horas de terror
La b¨²squeda de El Chueco ven¨ªa de antes. Todo comenz¨® con un partido de b¨¦isbol el 19 de junio de 2022 en Cerocahui, un id¨ªlico pueblo enclaustrado entre el inmenso verde de las monta?as tarahumaras, pero bajo el f¨¦rreo control del narco local. El equipo financiado por El Chueco perdi¨® su partido aquel domingo. El criminal, un cacique de la zona que hac¨ªa y deshac¨ªa a su gusto, no pudo asumir la derrota. El d¨ªa siguiente, irrumpi¨® con sus hombres en casa de dos de los jugadores del equipo contrario, los hermanos Paul Osvaldo y Jes¨²s Armando Berrelleza R¨¢bago. Abri¨® fuego contra el primero, secuestr¨® al segundo e incendi¨® la casa. No aparecieron hasta 18 d¨ªas despu¨¦s. Jes¨²s Armando estaba vivo. De Paul Osvaldo ya solo pudieron recoger su cad¨¢ver, arrojado en un ejido de la comunidad.
Otra mujer y su hijo desaparecieron para ser encontrados con vida despu¨¦s. Para El Chueco no fue suficiente. Ese mismo d¨ªa, Pedro Palma, que trabajaba como gu¨ªa tur¨ªstico de la regi¨®n desde hac¨ªa m¨¢s de 40 a?os, com¨ªa con un grupo de clientes en el lujoso hotel Misi¨®n Cerocahui. El Chueco apareci¨® e ¡°interactu¨®¡± con ¨¦l, seg¨²n testigos presenciales. Nunca se lleg¨® a conocer el contenido de la conversaci¨®n, pero despu¨¦s de esa charla, el criminal orden¨® el secuestro de Palma.
El hombre, herido y golpeado, consigui¨® escapar y pidi¨® refugio en la iglesia del pueblo a los sacerdotes, Campos y Mora. Los jesuitas corrieron a socorrerle. Los sicarios de El Chueco acribillaron a los tres all¨ª mismo, en el interior del templo. Arrastraron los cuerpos hasta una camioneta y huyeron de all¨ª. Los cad¨¢veres aparecieron al d¨ªa siguiente y despertaron la indignaci¨®n de todo el pa¨ªs. La rabia alcanz¨® incluso a El Vaticano. ¡°Expreso mi dolor y tristeza por el asesinato del otro d¨ªa de dos religiosos, hermanos m¨ªos jesuitas, y un laico. ?Cu¨¢ntos asesinatos en M¨¦xico!¡±, lament¨® el Papa Francisco. Campos llevaba casi 50 a?os viviendo en la Sierra Tarahumara. Mora, 23.
Cuatro muertos en 24 horas a las espaldas de El Chueco. Se convirti¨® en un asunto de Estado: intervino el Ej¨¦rcito; se estrech¨® el cerco sobre el criminal; las autoridades decomisaron droga, armamento y arrestaron a varios miembros de su familia. Seg¨²n la filtraci¨®n masiva de documentos de la Secretar¨ªa de la Defensa Nacional (Sedena), los militares ten¨ªan conocimiento desde dos a?os atr¨¢s de los movimientos del capo: alianzas con el Cartel de Sinaloa, las rutas de tr¨¢fico de droga que utilizaba y el r¨¦gimen de terror que impuso a la poblaci¨®n civil de la zona. Formaba parte de una lista de objetivos prioritarios de su aparato de inteligencia, que, sin embargo, no intervino hasta el asesinato de los jesuitas, lo que encendi¨® la indignaci¨®n de la comunidad religiosa por la pasividad del Gobierno ante un crimen que podr¨ªa haberse evitado.
El curr¨ªculum criminal de El Chueco ya contaba con el asesinato del profesor estadounidense Patrick Braxton-Andrews, al que acribill¨® despu¨¦s de confundirlo con un agente de la DEA (Agencia Antidrogas de Estados Unidos) en octubre de 2018. Nunca fue detenido y a la lista se sumaron m¨¢s, como el secuestro y homicidio del activista Cruz Soto Caraveo en 2019, del que tambi¨¦n es sospechoso. Ahora, su final ha llegado de la misma manera que ¨¦l mataba. Un cuerpo abatido a sangre fr¨ªa y abandonado por los caminos perdidos de la sierra.
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