Santa Ana Tlacotenco, el ¨²ltimo reservorio del n¨¢huatl en la capital mexicana
Los pobladores del peque?o municipio de Milpa Alta rechazan la desaparici¨®n de su cultura, pese a la p¨¦rdida del arraigo de su idioma originario m¨¢s extendido
Las colinas y los campos de cultivo de nopal dibujan el paisaje rural de Milpa Alta, el segundo territorio m¨¢s extenso de Ciudad de M¨¦xico y, a su vez, el menos poblado. En uno de sus peque?os municipios, Santa Ana Tlacotenco, Jos¨¦ Ortiz muestra efusivamente algunas de sus coloridas obras. Los tonos azulados ti?en uno de los cuadros, que simboliza el Akakilistle, algo as¨ª como el sonido que produce el agua al caer sobre una superficie. El t¨ªtulo de la obra mantiene la sensibilidad hacia la naturaleza que ha acompa?ado al pueblo n¨¢huatl desde su origen. La localidad, que cuenta con unos 11.000 habitantes, y que ha visto c¨®mo su lengua insignia ha perdido fuerza en las ¨²ltimas d¨¦cadas, busca ahora revitalizar la identidad n¨¢huatl desde la cultura.
¡°Puede que la lengua deje de existir, pero seguimos pensando en n¨¢huatl¡±, asegura. Ortiz es una especie de fil¨®sofo del idioma, un sabio contempor¨¢neo que ha tratado de reflejar la visi¨®n del universo de los n¨¢huatl en una serie de cuadros y esculturas repletas de met¨¢foras hacia la naturaleza y las deidades. Tambi¨¦n es el presidente del Consejo de la Lengua N¨¢huatl. Explica la esencia del idioma con entusiasmo, inflando las gesticulaciones. ¡°Hay una especie de magia. Y la magia es la misma naturaleza. Las mismas plantas, la posici¨®n del sol con respecto a la luna. Todo eso es m¨¢gico y en ese lapso en el que la luna y el sol cambian de posici¨®n se pueden hacer ciertas cosas. Aqu¨ª todav¨ªa se conserva esa creencia¡±, afirma.
Ciudad de M¨¦xico cuenta con 9,2 millones de habitantes. De ellos, 124.540 hablan alg¨²n idioma originario. Con cerca de 40.000 hablantes, el n¨¢huatl es la lengua originaria m¨¢s extendida en la capital, de acuerdo al ¨²ltimo censo del Inegi de 2020. En Milpa Alta no existe un conteo concreto, pero los datos recogidos por el Instituto Nacional de los Pueblos Ind¨ªgenas (Inpi) mostraban c¨®mo el m¨²sculo de un idioma que lleg¨® a 9.506 personas en 1940 (el 64,3% de las 14.785 personas que entonces viv¨ªan en la alcald¨ªa), se fue desinflando hasta quedarse en las 1.909 que se mantuvieron en 1990 (el 3% del total, que en ese a?o era de 63.654 personas). Las cifras de la capital son solo una peque?a muestra de los 7,3 millones de hablantes de lenguas ind¨ªgenas que se expanden por todo el pa¨ªs.
En Santa Ana, Ortiz ha tratado de reunir en los ¨²ltimos a?os a las 50 personas mayores que a¨²n manten¨ªan el n¨¢huatl como lengua materna, para tratar de armonizar el lenguaje popular del lugar. ¡°Les hicimos grabaciones, escritos y los llevamos incluso hasta la computadora para ver la vibraci¨®n del sonido, para diferenciar los matices de sus voces¡±, explica. Con el tiempo, las personas m¨¢s conocedoras del idioma han ido muriendo, y ahora, el peque?o pueblo milpaltense cuenta con menos de 10 de esos hablantes. El profesor quiere mantener la supervivencia del lenguaje popular: ¡°S¨¦ el valor que tiene [la lengua] y soy consciente de la sabidur¨ªa que guarda¡±. De fondo, el portavoz del Consejo, Alejandro Ortiz, matiza las respuestas del artista: ¡°Mantener el idioma es defender una alianza y una preservaci¨®n de la naturaleza¡±.
Danzas tradicionales
En pleno centro del pueblo, el maestro de n¨¢huatl Javier Galicia pasea por una de las humildes aulas que cada fin de semana acogen a cerca de 80 alumnos, en el edificio de Coordinaci¨®n Territorial. ¡°Milpa Alta es una regi¨®n de pueblos originarios, el ¨²ltimo basti¨®n donde se sigue hablando la lengua n¨¢huatl [en la capital]. Aqu¨ª tenemos a los ¨²ltimos hablantes que lo tuvieron como lengua materna. Y estamos hablando de que es una cantidad sumamente peque?a¡±, afirma. Galicia pertenece a una de las asociaciones civiles que siguen luchando por mantener vivo el idioma, y sabe que de la ense?anza de esta lengua no se puede vivir. ¡°No te contratan. Cada uno [de los maestros] tiene su trabajo individual, y dedica un poco de tiempo para esto. Por eso [las clases son] los s¨¢bados y domingos¡±, asegura.
El maestro asume que en unos 10, quiz¨¢s 20 a?os, la lengua corre el peligro de desaparecer. Considera que mantener su vigencia popular es importante, m¨¢s all¨¢ de una mera perspectiva acad¨¦mica. ¡°Los diccionarios son geniales, important¨ªsimos. Pero les hace falta una visi¨®n que tenga que ver con las comunidades [...] hay traducciones a las que se les da una espiritualidad que las traducciones sacadas de los diccionarios pierden¡±.
Galicia dice que los j¨®venes llegan a las aulas para fortalecer los lazos con su comunidad y mantener as¨ª su sello de identidad. Pero tiene en cuenta las dificultades: ¡°En un pa¨ªs donde hay una discriminaci¨®n hacia lo ind¨ªgena, ser indio no te brinda todas las mismas oportunidades¡±. El maestro, como Ortiz, cree que la cultura ¡ªlas danzas tradicionales, la m¨²sica o el propio acto de sembrar¡ª seguir¨¢ ocupando el espacio que pudiera dejar la lengua.
En la plaza del edificio municipal, dos j¨®venes bailan bachata. En uno de los bancos, un cartel invita a unirse a ellos: ¡°?Quieres bailar?¡±. Durante las fiestas patronales, la plaza da un giro distinto: ni?as, j¨®venes y adultas bailan danzas aztecas tradicionales, acompa?adas del sonido de violines, guitarras y l¨ªricas en n¨¢huatl. La etnomusic¨®loga ¡ªexperta en el estudio de la m¨²sica con enfoques culturales¡ª y maestra de danza tracalera Taly Guti¨¦rrez cuenta que la danza, aunque tiene rasgos contempor¨¢neos, mantiene un trasfondo hist¨®rico que abraza a la cultura prehisp¨¢nica: ¡°Conecta con esa memoria sobre la comunidad, la memoria sobre los pueblos originales de Milpa Alta¡±.
Considera que la danza sirve como una estrategia para acercar a las nuevas generaciones a un idioma que actualmente se refugia sobre todo en los entornos de la tercera edad. ¡°Ayuda a conocerla no solo en lo abstracto o en las estructuras ling¨¹¨ªsticas, sino en la acci¨®n. Las ni?as cantan y bailan¡±, resume. Las letras cl¨¢sicas que se cantan en las fiestas mantienen la cosmolog¨ªa de la naturaleza que interiorizaban los n¨¢huatls. Una de las canciones que resuenan esos d¨ªas es la de Aztecatzitzin (venerables aztecas). Entre estrofas, dice: Totetlazo tlatonaltzin macenemihacac. En espa?ol, algo as¨ª: ¡°Como hoy en este sagrado d¨ªa, en esta alegre festividad¡±. La observaci¨®n en esta estrofa se encuentra en la referencia al d¨ªa. ¡°Habla del hoy, de este d¨ªa. Pero enfatiza la importancia de un d¨ªa en particular, que en este caso es la fiesta. No es cualquier d¨ªa, sino que es ¡®el d¨ªa¡±, incide.
Un tel¨¦fono y muchas expectativas en Milpa Alta
A unos 50 kil¨®metros del centro de Santa Ana, el coordinador del museo Regional Altepepialcalli, Marco Laubarraquia, reflexiona desde su modesto despacho. ¡°Los chavos de ahora, la gente de hoy, no est¨¢ tan identificada como cuando nuestros abuelos nos inculcaron la situaci¨®n del idioma y de las costumbres¡±, sostiene.
Minutos despu¨¦s, el jefe de Atenci¨®n a Pueblos Originarios, Gabriel S¨¢nchez, entra por la puerta con un celular en la mano. Cuenta que desde la Jefatura plantean un programa para revitalizar la cultura y la lengua n¨¢huatl en Milpa Alta. ¡°[El idioma] es una parte de todo el desarrollo cultural. Lo dem¨¢s se refiere a la gastronom¨ªa, la danza, la m¨²sica y los usos, costumbres y tradiciones. Lo que implica la vida comunitaria¡±. De su boca, como de la del resto de entrevistados, sobresalen dos palabras: ¡°comunidad¡± e ¡°identidad¡±. S¨¢nchez propone una lucha contra el individualismo, enfocada en defender la idea de comunidad.
Levanta su brazo y muestra el tel¨¦fono. ¡°Puedes usar la tecnolog¨ªa para trabarte en el rollo del individualismo, dentro de un tel¨¦fono; o puedes utilizarlo como herramienta para poder crecer, para poder proponer modelos sociales, culturales, pol¨ªticos, medioambientales y econ¨®micos¡±. Un segundo despu¨¦s, a?ade: ¡°El proceso de revitalizaci¨®n de la lengua y cultura implica la utilizaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas¡±. Desde hace unas semanas, el departamento en el que trabaja ha tratado de lanzar una aplicaci¨®n para aprender el idioma. A¨²n contin¨²a en proceso.
En el peque?o estudio art¨ªstico de Santa Ana, Jos¨¦ Ortiz contin¨²a explicando el significado de sus obras. Habla de deidades, de la planta del maguey ¡ªel agave, con gran simbolog¨ªa para ¨¦l¡ª y de las fuerzas de la naturaleza. Lo hace en n¨¢huatl. Cada vez que termina una frase, Alejandro la traduce al espa?ol: ¡°Aqu¨ª est¨¢ la invitaci¨®n, si tienen alguna pregunta...¡±. El maestro cree firmemente que una desaparici¨®n de la lengua no acabar¨ªa con la estrecha relaci¨®n cultural de las actividades como la siembra. Ha tomado un vaso de pulque natural antes de entrar al estudio, y al salir de ¨¦l, habla con los visitantes: ¡°?Volver¨¢n m¨¢s tarde? Puede que no est¨¦, voy al campo¡±.
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