¡°En la escritura azteca eran muy comunes las t¨¦cnicas que hoy vemos en publicidad¡±
Dedicado al n¨¢huatl desde los 16 a?os, el epigrafista Gordon Whittaker publica ¡®Deciphering Aztec Hieroglyphs¡¯, el primer tratado sobre la lengua del viejo imperio mesoamericano
En la d¨¦cada de 1960, una serie de errores y confusiones canalizaron la curiosidad del joven Gordon Whittaker al vasto mundo de los aztecas y su escritura, un campo yermo, que la academia apenas hab¨ªa tomado en serio. Los expertos de la ¨¦poca andaban enfrascados en descifrar los glifos mayas, dejando de lado los viejos c¨®dices del Valle de M¨¦xico, dando por buenas las traducciones e interpretaciones de los frailes espa?oles. Ignorando todo aquello, Whittaker top¨® con un par de libros que cambiaron su vida para siempre, reproducciones de obras cl¨¢sicas que encontr¨® en la librer¨ªa de su barrio, algunas con frases en n¨¢huatl. "Aquello me cautiv¨® y quise aprender el idioma", cuenta.
Eminencia mundial en los sistemas de escritura antiguos, Whittaker acaba de publicar un libro, Deciphering Aztec Hieroglyphs (Thames & Hudson, 2021), que es casi una eleg¨ªa, una carta de amor a un lenguaje maltratado, ninguneado, una gu¨ªa al idioma del ¨²ltimo gran imperio de Mesoam¨¦rica. "Uno de los cr¨ªmenes de la conquista, cuyos efectos a¨²n se notan, es que se destruyeron los grandes logros de los aztecas a nivel intelectual", lamenta el acad¨¦mico.
A diferencia del mundo maya o el antiguo Egipto, la academia carece de manuscritos aztecas anteriores a la conquista, aspecto que dificulta entender la profundidad y la riqueza de la escritura. Los c¨®dices del Valle de M¨¦xico son producciones posteriores, muchas veces dirigidas por frailes, que interpretaban la informaci¨®n que recopilaban escribas y estudiantes. Whittaker considera que esa carencia instal¨® la idea de que el sistema de escritura del imperio era menor, poco sofisticada. "Es un tema de discriminaci¨®n pasiva", explica, "la idea de que las culturas del nuevo mundo no eran tan importantes como las de Euroasia. No tiene sentido, pero es una actitud antigua que cambia muy despacio".
Tras d¨¦cadas de estudio, Whittaker considera que el sistema de escritura del n¨¢huatl es rico y sofisticado, una mezcla ¨²nica de "jerogl¨ªficos, notaci¨®n e iconograf¨ªa", explica en el libro. "En su sistema eran muy comunes las t¨¦cnicas que hoy vemos en publicidad", defiende. Whittaker pone de ejemplo el p¨®ster de una pel¨ªcula de Dr¨¢cula o el logotipo de McDonald's. "Con Dr¨¢cula, tienes el nombre en rojo y como goteando. Y con McDonald's ves una eme may¨²scula amarilla que tiene una forma particular y piensas en hamburguesas. Si la eme fuera azul y tuviera otra forma, ni siquiera pensar¨ªas en comer ah¨ª. No es solo la escritura, sino la escritura y su valor simb¨®lico", argumenta.
Ling¨¹ista, antrop¨®logo, epigrafista, profesor de la Universidad de G?ttingen, en Alemania, Whittaker atendi¨® a EL PA?S por videollamada hace unos d¨ªas. En el fondo de su pantalla hab¨ªa colocado un glifo de Tonatiuh, el dios solar de los mexicas, con sus rayos y chalchihuites. Luego lo quit¨® porque, dijo, le molestaba. Entre explicaci¨®n y argumento, el acad¨¦mico lamentaba la dictadura de la simplificaci¨®n, habitual de los no iniciados en estos temas. "A veces recibo llamadas diciendo, '?me puede decir la palabra india para esto o lo otro?' Con la noci¨®n de que todos los indios hablan el mismo idioma y la palabra va a sonar incre¨ªble, ?no?", protesta el experto. "Lo que hago generalmente es buscar la palabra m¨¢s larga que puedo en n¨¢huatl y as¨ª no vuelvo a saber de ellos. Es una batalla constante tratar de ense?ar que las culturas nativas van m¨¢s all¨¢ del sacrificio humano".
Las felices confusiones
Criado en Australia, medio ingles, medio irland¨¦s, Whittaker creci¨® fascinado con los romanos. Su padre, marino mercante, sab¨ªa que le gustaba la historia, aunque no estaba muy seguro de qu¨¦ parte de la historia. En uno de sus viajes le compr¨® un par de comics, uno de los cuales adaptaba las memorias de Bernal D¨ªaz del Castillo, soldado de Hern¨¢n Cort¨¦s, autor de una de las cr¨®nicas de indias m¨¢s celebradas. El ni?o, que esperaba p¨¢ginas nuevas sobre Ner¨®n o C¨¦sar Augusto, top¨® con la saga de Moctezuma y Cuauht¨¦moc.
Aquella primera confusi¨®n aliment¨® la fantas¨ªa del muchacho, al imaginar la bella Tenochtitlan rodeada de agua, en medio del mar y no de un lago, una Atl¨¢ntida mesoamericana. Durante a?os, el inter¨¦s por Roma se mantuvo, pero a los 16, ya en Inglaterra, su librera le descubri¨® un par de libros entre tantos que le guardaba de historia, la mayor¨ªa del viejo imperio europeo. Uno era una edici¨®n de parte del C¨®dice Florentino, "una suerte de enciclopedia del mundo azteca, encargada, editada, comentada y compilada por el fraile franciscano Bernardino de Sahag¨²n", explica el acad¨¦mico.
La segunda confusi¨®n fue la m¨¢s feliz. Obsesionado con el C¨®dice Florentino, el adolescente Whittaker trataba de traducir los p¨¢rrafos en n¨¢huatl del manuscrito. "En aquella ¨¦poca ten¨ªa la idea ingenua de que todos los idiomas del mundo estaban relacionados", cuenta. Ve¨ªa lexemas que le parec¨ªan latinos, morfemas de aroma familiar. "Imag¨ªnate que incluso le escrib¨ª a ?ngel Garibay, eminencia en la ¨¦poca, con traducciones de mi propia cosecha pregunt¨¢ndole si estaban bien", r¨ªe. Por desgracia, el mexicano Garibay hab¨ªa muerto poco antes, pero su disc¨ªpulo, Alfredo L¨®pez Austin, le contest¨® en una extensa carta corrigiendo errores y confusiones en sus traducciones. No hab¨ªa dado una, pero no importaba, aquella carta acab¨® por convencerlo: dedicar¨ªa su vida al n¨¢huatl.
Han pasado m¨¢s de 40 a?os y la obra que ahora presenta es fruto de aquella carta y aquellos libros; de aquellas confusiones. Desde la introducci¨®n y los primeros cap¨ªtulos, el experto se?ala la paradoja mencionada arriba, la falta de inter¨¦s de la academia, producto de la sensaci¨®n err¨®nea de que los c¨®dices coloniales hab¨ªan descifrado un lenguaje m¨¢s bien simpl¨®n. "Cuando se trabaja en la iconograf¨ªa de los manuscritos de M¨¦xico central es muy f¨¢cil entender mal y subestimar el significado de los jerogl¨ªficos y traducir mal los nombres y t¨¦rminos que representan", escribe Whittaker. A falta de bibliotecas y documentos antiguos, el error ha sido la norma. El experto trata de luchar contra ello.
En El Infinito en un Junco, de Irene Vallejo, la autora evoca la aparici¨®n de Alejandr¨ªa y su biblioteca, el af¨¢n de acumular saberes y manuscritos, la industria del papiro y luego el pergamino, la s¨ªntesis de la erudici¨®n en un mundo que apenas iniciaba. Y luego cuenta su destrucci¨®n, la p¨¦rdida incalculable de conocimiento, de efectos tan inasibles como las cenizas de los incendios que acabaron con ella. En su obra, Whittaker habla de otras p¨¦rdidas silenciosas, las bibliotecas de las capitales del imperio mexica, Tenochctitlan, pero tambi¨¦n Tlacopan y Texcoco. Y claro, Tlatelolco. "La cuesti¨®n es, ?qu¨¦ tipo de g¨¦neros literarios existieron que se perdieron en los incendios de las librer¨ªas? En Tenochtitlan y Tlatelolco, por supuesto debieron haber bibliotecas. Familias de nobles tuvieron sus propias colecciones de manuscritos. Lo sabemos porque incluso en el siglo XVI, algunas de estas familias aun ten¨ªan libros y eran consultados. Desafortunadamente, ninguno o muy pocos sobrevivieron", lamenta el autor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.