La ¡®S¡¯ del dijistes y la riqueza del espa?ol. Atujkp
Entre todas las ricas variantes del castellano hay una a la que se le ha dado m¨¢s prestigio, mientras que se desde?a a las otras. Quienes son especialistas en ling¨¹¨ªstica saben que todas son importantes
A m¨ª me gusta la ¡°ese¡± de la palabra ¡°dijistes¡± y todas las ¡°eses¡± que se agregan a los verbos de segunda persona en pret¨¦rito perfecto simple: comistes, leistes, tradujistes. Voy eligiendo los espacios y los momentos en que voy a usar esa forma que para ciertas personas es incorrecta. Yo aprend¨ª el castellano como segunda lengua, pero no lo aprend¨ª por completo, ?el castellano tiene tantas variantes!. Cuando lo hablo, decido, ahora ya muy conscientemente, qu¨¦ variante en espec¨ªfico voy a utilizar. Tampoco es que yo hable muchas variantes de esta mi segunda lengua, ya quisiera yo poder utilizar tanto el espa?ol que se habla en Santiago de Cuba como el castellano de Culiac¨¢n, que siempre me ha parecido muy interesante; ojal¨¢ pudiera aprender el castellano que escuch¨¦ hablar en el barrio de Tepito y que me sorprendi¨® por su gran innovaci¨®n y riqueza l¨¦xica o el castellano andaluz cuyas caracter¨ªsticas fon¨¦ticas me parecen muy interesantes.
Alguna vez vi una pel¨ªcula llamada Los lunes al sol (pel¨ªcula que recomiendo much¨ªsimo, por cierto), para disfrutarla tuve que activar los subt¨ªtulos, puesto que mi muy escaso conocimiento del castellano de Vigo hizo que los di¨¢logos me fueran ininteligibles; los subt¨ªtulos estaban en otra variante del castellano, una que llaman est¨¢ndar, esta es la variante que se usa en la academia y en los medios de comunicaci¨®n masivos, pero es, al final, una m¨¢s entre las tant¨ªsimas variantes de esta querida lengua en la que les escribo.
?Se imaginan si yo pudiera hablar much¨ªsimas m¨¢s variantes del castellano? Mi mente podr¨ªa procesar caracter¨ªsticas gramaticales variadas, mi boca podr¨ªa articular sonidos que ahora mismo no puedo emitir, mi inventario l¨¦xico se ampliar¨ªa con m¨²ltiples palabras del castellano que ahora desconozco, porque ning¨²n hablante de esta lengua conoce absolutamente todas las palabras de todas las variantes de su idioma. Lo que llamamos castellano o espa?ol es un complej¨ªsimo y siempre cambiante aglomerado de sub-sistemas ling¨¹¨ªsticos, por ejemplo, en la variante del castellano que se habla en los Valles de Oaxaca, s¨®lo existe un fonema que se escribe como <y> o como <ll> mientras que en los Andes, cada una de estas letras corresponden a dos fonemas distintos que se pronuncian diferenciadamente. Ser¨ªa imposible aprender, eso s¨ª, todas las variantes que conforman ese organismo viviente que es el castellano o espa?ol, nadie habla toda esta lengua. Del castellano, sus hablantes, nativos o no, participamos a trav¨¦s de peque?as parcelas que todas juntas crean este idioma.
Yo hablo algunas variantes del castellano, una de ellas la fui aprendiendo a lo largo de mis a?os de escolarizaci¨®n y que, como dije l¨ªneas arriba, llaman variante est¨¢ndar; es una variante que sigo aprendiendo hasta la fecha, es la favorita que se utiliza para la escritura formal y es la que despliego cuando doy una ponencia o cuando escribo columnas como esta; la otra variante de castellano la aprend¨ª en mi contexto, es la que utilizan las personas hablantes de mixe que adquieren castellano como segunda lengua sin ir a la escuela. Esta segunda variante est¨¢, por supuesto, bastante influido por las caracter¨ªsticas del mixe, tiene una entonaci¨®n y una sintaxis particulares, en esta variante, por ejemplo, preferimos que los adjetivos en oraciones de predicaci¨®n secundaria aparezcan en posici¨®n inicial, decimos, ¡°bonito se ve ese vestido¡± y no ¡°ese vestido se ve bonito¡± como se dice en otras variantes. Esta ¨²ltima es una variante del castellano muy propio de mi contexto, tiene sus propias reglas y nos da identidad, es una m¨¢s entre la riqueza de variantes del idioma espa?ol.
Para muchas personas, se trata de un castellano despreciable porque se aparta del est¨¢ndar y evidencia que quienes lo hablamos somos ind¨ªgenas. Algo parecido sucede con las variantes de castellano asociadas a las clases bajas.
Dado que viv¨ª algunos a?os en la Ciudad de M¨¦xico para hacer los estudios universitarios, mi castellano hablado tambi¨¦n adquiri¨® muchos rasgos de ese nuevo contexto; un d¨ªa, un amigo de mi comunidad lleg¨® a visitarme, usualmente yo hablaba en mixe con ¨¦l as¨ª que se sorprendi¨® much¨ªsimo cuando me escuch¨® hablar castellano con otras personas en esa variante que hab¨ªa aprendido en las aulas; extra?ado, me dijo ¡°?por qu¨¦ hablas espa?ol como si no fueras mixe?¡±, lo que ¨¦l esperaba es que, cuando yo no hablara nuestra lengua materna, utilizara la variante de castellano que me correspond¨ªa, la de nuestro contexto, escucharme hablar en ese otro castellano me revelaba ante sus o¨ªdos como una persona extra?a.
Entre todas esas ricas variantes del castellano, hay una a la que se le ha dado m¨¢s prestigio, mientras que se desde?a a las otras. Quienes son especialistas en ling¨¹¨ªstica saben que todas las variantes del castellano son importantes, que ninguna vale m¨¢s que otra. Sin embargo, desde un sistema de valoraci¨®n arbitrariamente construido, la llamada variante est¨¢ndar, una m¨¢s entre muchas, se ha vuelto un marcador de clase y se establece como norma. En lugar de disfrutar de la riqueza de esta diversidad de variantes y garantizar el acceso a la variante est¨¢ndar para ciertos contextos, una ola de desprecio pretende cubrir la diversidad asombrosa de las variantes del espa?ol.
En una de las variantes del castellano, la prestigiosa porque se asocia a las clases altas, hay una excepci¨®n en el paradigma de conjugaci¨®n de la segunda persona, cada vez que un verbo se conjuga en segunda persona del singular, el verbo termina con ¡°s¡±: t¨² amas, tu amar¨¢s, t¨² amabas, tu amar¨ªas, t¨² ames; pero hay una excepci¨®n, en pret¨¦rito no se cumple la regla, donde esperar¨ªamos un ¡°t¨² amastes¡± como en el resto del paradigma, el verbo aparece sin su esperada ¡°ese final¡± y queda solo como ¡°t¨² amaste¡±.
En otras variantes del castellano, sin embargo, se cumple la regla en todo el paradigma; en todos los tiempos, los verbos en segunda persona portan su ¡°ese¡± final, incluyendo el pret¨¦rito que se pronuncia entonces como ¡°t¨² amastes¡±; cuando los hablantes de esta variante usan esta ¡°ese¡± final despliegan sus capacidades para establecer analog¨ªas y nivelar el paradigma de segunda persona que queda ya sin ninguna excepci¨®n. Por el contrario, en la variante de castellano en donde se dice ¡°t¨² amaste¡±, los hablantes dejan intacta la excepci¨®n y no nivelan el paradigma. Para algunos, como el periodista Carlos Loret de Mola, mantener esa excepci¨®n les da prestigio y la ausencia de una peque?a letra, la ¡°ese¡± final en pret¨¦rito, les da identidad de clase social, por eso la defienden tanto; todo eso, claro est¨¢, surge del prejuicio ling¨¹¨ªstico y del clasismo. ?Cu¨¢l variante es la mejor? ?con ¡°ese¡± o sin ¡°ese¡± final? objetivamente hablando, ninguna; ambas contribuyen a la gran riqueza de este idioma.
La escritura formal utiliza preferentemente una variante del castellano, aquella que utiliza ¡°t¨² amaste¡±, pero esta variante no es la medida de perfecci¨®n contra la cual las dem¨¢s variantes deber¨ªan medirse, es una variante que cumple con ciertas funciones sociales como las dem¨¢s cumplen las suyas. Es posible ense?ar en la educaci¨®n primaria los contextos en los que se utiliza cada opci¨®n y estoy completamente a favor de que la variedad y la riqueza del espa?ol sean un tema a abordar en las escuelas, esa riqueza no puede negarse, es una realidad patente que podemos aprender a disfrutar y valorar aunque lamentablemente los prejuicios ling¨¹¨ªsticos aderezados de clasismo y racismo nos lo impidan muy frecuentemente.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S M¨¦xico y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este pa¨ªs
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.