Noche de cine en territorio zapatista para ¡°rehacer el mundo¡± y un velero en el Atl¨¢ntico
Diego Enrique Osorno estrena ¡®La monta?a¡¯, un documental sobre el viaje en barco a Europa en 2021 del EZLN, en una comunidad de los guerrilleros en Chiapas
Un velero destartalado surca el Atl¨¢ntico por ¨²ltima vez. Su br¨²jula apunta hacia las costas europeas. Las olas en calma del oc¨¦ano mecen con ternura el cascar¨®n blanco. En sus entra?as esconde a cinco tripulantes y siete guerrilleros del Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional (EZLN) con una misi¨®n: cambiar la mirada para cambiar el mundo. Pero esa improbable traves¨ªa sucedi¨® en 2021. Aqu¨ª y ahora, el primer s¨¢bado de mayo en el Caracol Jacinto Canek, basti¨®n de los zapatistas en San Crist¨®bal de las Casas, Chiapas, centenares de ojos no pierden detalle de la aventura mar¨ªtima en una pantalla improvisada para la ocasi¨®n. El proyector revela por primera vez en M¨¦xico La Monta?a, el ¨²ltimo documental del periodista Diego Enrique Osorno, testigo privilegiado junto a la fot¨®grafa Mar¨ªa Secco de aquel viaje ins¨®lito.
El estreno, solo precedido por otro en el Festival de R¨®terdam, es la declaraci¨®n de intenciones de dos viejos simpatizantes de la causa zapatista. El lugar y el p¨²blico, tambi¨¦n. Este fin de semana, el Caracol ¡ªnombre que reciben los centros administrativos y de Gobierno del EZLN¡ª acoge a militantes de todo el mundo en un encuentro organizado por el Congreso Nacional Ind¨ªgena (CNI) mexicano. Es la ¨²ltima parada en el camino de El Sur Resiste, una caravana internacionalista que ha recorrido estas latitudes ¡ªChiapas, Tabasco, Veracruz, Oaxaca, Campeche, Yucat¨¢n y Quintana Roo¡ª en protesta contra el Tren Maya, el Corredor Trans¨ªstmico y otros megaproyectos del Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, enemistado desde hace a?os con el EZLN.
El escuadr¨®n 4-2-1 del EZLN ¡ªcuatro mujeres, dos hombres, y una persona no binaria¡ª zarp¨® de las aguas turquesas del puerto de Islas Mujeres, en el Caribe mexicano, el 2 de mayo de 2021. El mundo, que parec¨ªa haber olvidado en el caj¨®n de las revoluciones perdidas a aquel grupo de guerrilleros ind¨ªgenas que trat¨® de sacudir la historia, a¨²n se escond¨ªa de la covid cuando ellos se aventuraron al Atl¨¢ntico. Las cr¨®nicas de aquel d¨ªa cuentan que el viento soplaba con una brisa moderada de 13 nudos en la escala de Beaufort y el velero puso rumbo sur-sureste. Osorno y Secco iban a bordo, armados con c¨¢maras y cuadernos para registrar la bit¨¢cora de una traves¨ªa que nadie esperaba en una sociedad desilusionada ante el futuro y cansada de la enfermedad y la muerte que trajo la pandemia. 52 d¨ªas despu¨¦s atracaban en Vigo, Galicia. El zapatismo hab¨ªa desembarcado en Europa.
¡°No vamos a saquear, vamos a sembrar¡±
La idea de la traves¨ªa zapatista era una suerte de conquista a la inversa, 500 a?os despu¨¦s de que los espa?oles desembarcaran en estas tierras. ¡°No vamos a saquear, vamos a sembrar¡±, dice en la pantalla Lupita, una de las tripulantes. Ir, ver, escuchar al otro, conocer c¨®mo sobrevive, piensa, resiste y lucha la gente al otro lado del oc¨¦ano.
¡ªLos zapatistas, en su iniciativa, est¨¢n planteando una cosa muy sencilla y muy puntual: rehacer el mundo.
Osorno (42 a?os) est¨¢ sentado en las escaleras del porche de una caba?a de madera con dibujos de colores, algo alejada del bullicio que domina en el resto del Caracol. La luz se est¨¢ escapando del d¨ªa mientras recuerda el viaje. Su caracter¨ªstico perfil, su barba canosa, su camisa remangada, se recortan contra la casa. Mientras habla, un pu?ado de mujeres que cargan beb¨¦s amarrados a sus cuerpos con telas pasan por detr¨¢s. Le miran de reojo y ponen el o¨ªdo discretamente.
¡ªLo que m¨¢s me impact¨® es el planteamiento de cambiar la mirada. Para cambiar el mundo primero tienes que cambiar la forma en la que lo ves.
El velero, llamado tambi¨¦n La Monta?a, cargaba a los hijos y nietos de los guerrillos que tomaron las armas en los noventa. ¡°Es un relato del zapatismo m¨¢s all¨¢ de los estereotipos. El EZLN se ha concentrado casi siempre alrededor del alzamiento del 1 enero 1994, de la v¨ªa armada por la que ellos optaron, para m¨ª con mucha congruencia y legitimidad, pero el movimiento va mucho m¨¢s all¨¢ de toda esa m¨ªstica que se gener¨®, de figuras emblem¨¢ticas como el Subcomandante Marcos o el Subcomandante Mois¨¦s. La pel¨ªcula muestra el nuevo zapatismo, lo que ha construido¡±.
La traves¨ªa marc¨® a todos los tripulantes. Osorno evoca las guardias nocturnas frente al tim¨®n, atisbando el horizonte en busca de otros barcos. Los turnos para cocinar, las conversaciones entre marineros ¡ªcuatro alemanes y un colombiano¡ª y zapatistas, la vista de 360 grados. Como contrapunto para la historia, un capit¨¢n antiautoritario con algo de fil¨®sofo de bar, que cuando acab¨® la traves¨ªa se retir¨® a vivir como un campesino en las monta?as gallegas. Durante 22 d¨ªas de camino, el aislamiento fue total. No tuvieron comunicaci¨®n con el mundo exterior.
¡ªNo sab¨ªamos si segu¨ªa existiendo la vida en la tierra. Hab¨ªa agua, pero no sab¨ªamos si hab¨ªa algo m¨¢s.
Centro de Resistencia Aut¨®noma y Rebeld¨ªa Zapatista
En la puerta del Caracol hay un enorme cartel: Centro de Resistencia Aut¨®noma y Rebeld¨ªa Zapatista. Un par de vigilantes custodian la puerta. Una vez dentro, el camino se pierde por una comunidad llena de verde y ¨¢rboles, en la falda de una de las monta?as que cercan San Crist¨®bal de las Casas. Un grupo de ni?os juega bajo el sol en una cancha de f¨²tbol. El lugar es tambi¨¦n una escuela popular donde acuden chavales de barrios pobres a aprender oficios como la herrer¨ªa o la carpinter¨ªa. La senda avanza entre un conjunto de construcciones de ladrillo decoradas con colores vivos y caba?as de madera.
La comunidad se ha vestido de domingo para el encuentro. Hay banderillas de colores por el camino y centenares de personas de todas partes del mundo, simpatizantes del zapatismo. El bullicio es mucho mayor al de un d¨ªa normal por aqu¨ª: puestos que venden fanzines, cuadernos, p¨®steres, camisetas, artesan¨ªa, postales, casi todo relacionado con el EZLN. Sin embargo, no se ven pasamonta?as, pipas de tabaco ni fusiles al hombro. Los guerrilleros han cedido su espacio y despu¨¦s han desaparecido, siguiendo la estrategia de silencio que mantienen desde hace a?os. Aunque est¨¢n presentes en cada conversaci¨®n y ser¨¢n la guinda del d¨ªa con el documental.
¡ªLa pel¨ªcula es el presente zapatista, una retrospectiva de qu¨¦ ha sido y una proyecci¨®n de lo que ellos est¨¢n buscando: organizar a grupos que son muy distintos, pero coinciden en que este mundo hay que rehacerlo. Est¨¢ aqu¨ª ocurriendo, es impresionante ver colectivos de Austria, Alemania o Italia discutiendo con la asamblea del Istmo de Oaxaca y tratando de encontrar paralelismos, generar puntos de encuentro y alianzas para resistir.
La Monta?a, adem¨¢s de narrar el viaje, esboza a trav¨¦s de im¨¢genes de archivo a modo de flashbacks la historia del zapatismo. La semilla que dio origen a la organizaci¨®n se plant¨® el 17 de noviembre de 1983, pero el mundo no los conocer¨ªa hasta una d¨¦cada despu¨¦s: el 1 de enero de 1994, el mismo d¨ªa que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio (TLC). Un ej¨¦rcito de miles de campesinos tom¨® las armas y puso en jaque al Gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Quer¨ªan acabar con la lacerante desigualdad que sufr¨ªan los ind¨ªgenas en M¨¦xico y los avances imparables de la globalizaci¨®n. Seis a?os despu¨¦s, en 2001, una delegaci¨®n de los guerrilleros liderada por el Subcomandante Marcos, un portavoz con algo de poeta, desfil¨® por el Z¨®calo de la Ciudad de M¨¦xico, desarmada y arropada por un mill¨®n de almas para exigir la autonom¨ªa en sus territorios, decisi¨®n que les negar¨ªa el Congreso semanas despu¨¦s.
Los zapatistas vieron el gesto como una traici¨®n que los llev¨® a romper para siempre con la izquierda mexicana. Se replegaron a sus territorios y comenzaron a practicar una forma de Gobierno independiente en sus comunidades. Desaparecieron durante un tiempo de los focos. En 2006, volvieron a recorrer el pa¨ªs, antes de las elecciones que dar¨ªan el poder a Felipe Calder¨®n. El EZLN, con Marcos de nuevo a la cabeza, desarroll¨® una iniciativa que llamaron La Otra Campa?a, un intento de crear un frente desde la izquierda contra los partidos tradicionales. No funcion¨®. Desde entonces, el silencio ha sido la estrategia de puertas para fuera. De puertas para dentro, el EZLN ha seguido trabajando por consolidar su autonom¨ªa.
En 2012, para recordarle a la humanidad que segu¨ªan ah¨ª, una sombra latente en las selvas de Chiapas, miles de integrantes del EZLN ocuparon de nuevo las calles de San Crist¨®bal. ¡°Cuando se pronosticaba el fin del mundo del calendario maya, bajaron cerca de 50.000 zapatistas y tomaron la ciudad, pero en silencio y sin armas¡±, rememora Osorno. En 2018, promovieron a una candidata ind¨ªgena, Mar¨ªa de Jes¨²s Patricio Mart¨ªnez, Marichuy, para las elecciones presidenciales, las mismas que gan¨® su antiguo adversario, L¨®pez Obrador.
Es un ej¨¦rcito extra?o el zapatista, empe?ado en buscar la paz y evitar la guerra, apunta una voz en el documental. En lugar de levantar barricadas, durante los ¨²ltimos 30 a?os se ha dedicado a erigir hospitales y escuelas. Sin embargo, hay un sector de la izquierda que critica que el movimiento se ha aislado en sus comunidades, que ha dado la espalda al mundo y se ha cerrado sobre s¨ª mismo. ¡°Me parece esquizofr¨¦nico¡±, replica Osorno, ¡°est¨¢n recorriendo el mundo. En un momento en que los pa¨ªses y las izquierdas se han vuelto ranciamente nacionalistas y se cierran, ellos todav¨ªa tienen la capacidad de salir y querer entender al otro¡±.
Y la verdad es que en este peque?o reducto en las monta?as de San Crist¨®bal se respira un aire distinto. Centenares de personas de todo el mundo debaten y comparten ideas: se habla del reparto de la tierra y la riqueza, de salvar la naturaleza y detener el despojo, se escuchan risas y c¨¢nticos revolucionarios bajo el sol. Fuera de los muros del Caracol, la vida es otra: un barrio de favelas con casas levantadas a mano por sus pobladores, un mundo m¨¢s gris, triste, empobrecido e inseguro. Un reflejo de la nueva realidad que acecha el espejismo de paz en el que viv¨ªa Chiapas, amenazada ahora por el fantasma de la violencia que recorre el resto del pa¨ªs.
¡ªLa diferencia entre esto que est¨¢s sintiendo aqu¨ª y lo que pasa a 20 metros es un contexto de violencia econ¨®mica, grupos criminales, carteles, las propias fuerzas de seguridad¡ Los zapatistas est¨¢n resistiendo y preservando la autonom¨ªa y la digna vida que han construido con mucho sudor y sangre. Conservar la paz y la democracia tan directa que han tenido en este contexto no es poca cosa, es un chingo de trabajo.
Cuando la noche empieza a caer sobre la ladera de la monta?a y los faroles se encienden, la vida no remite en el Caracol. El murmullo no cesa y las risas son constantes. Y aunque solo sea durante el tiempo que dura una conversaci¨®n, por un d¨ªa, por un fin de semana, entre los muros de esta aldea contra el mundo moderno y la globalizaci¨®n, es f¨¢cil contagiarse de aquella vieja idea que los guerrilleros encapuchados de Chiapas gritaron el 1 de enero de 1994: quiz¨¢ otro mundo es posible.
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