Diego Enrique Osorno: ¡°No tengo ning¨²n otro referente pol¨ªtico que respete cabalmente como el zapatismo¡±
¡®Mundo Enfermo¡¯, el ¨²ltimo libro del periodista mexicano, formado por 17 cr¨®nicas con las que recorre pa¨ªses de Latinoam¨¦rica, Europa y Oriente Medio, acaba de ver la luz este octubre
El 1 de enero 1994, Diego Enrique Osorno ten¨ªa 14 a?os, escrib¨ªa poes¨ªa y era obrero en una fundici¨®n en Monterrey, en el norte de M¨¦xico. Ese d¨ªa, el Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional (EZLN) se alz¨® en armas desde la selva Lacandona, en Chiapas. Las ideas de ese grupo revolucionario de ind¨ªgenas, que hablaban de cosas como la libertad, la justicia social o el acceso a la tierra, impactaron al joven, que empez¨® a politizarse al leer los comunicados del Subcomandante Marcos ¡ªhoy renombrado Galeano¡ª, aquel portavoz carism¨¢tico que, como ¨¦l, ten¨ªa algo de poeta. Ahora, un viernes de oto?o, Osorno recuerda: ¡°Yo soy poeta frustrado, pero afortunadamente me di cuenta r¨¢pido de que no ten¨ªa lugar ah¨ª y me met¨ª al periodismo¡±. Casi 30 a?os despu¨¦s de aquello, se ha convertido en un reportero, escritor y cineasta que ha colaborado con algunos de los principales diarios del mundo (New York Times, Al Jazeera, Gatopardo, Clar¨ªn, EL PA?S¡), grabado documentales para Netflix y publicado m¨¢s de una docena de libros. El ¨²ltimo, Mundo Enfermo (Debate, 2021), acaba de ver la luz este octubre.
A lo largo de 17 art¨ªculos, Osorno (Monterrey, 1980) mezcla el periodismo de viajes, la cr¨®nica pol¨ªtica o el perfil, siempre desde una perspectiva de largo alcance. ¡°Son historias que buscan salirse de la inmediatez¡±, aclara el autor, escritas a lo largo de m¨¢s de 15 a?os ¡ªy algunas de ellas publicadas anteriormente¡ª. ¡°Se trata de hacer registros que no queden obsoletos al d¨ªa siguiente¡±, a?ade por videollamada desde su residencia en Hermosillo, Sonora. El sedentarismo de la pandemia, la necesidad de viajar sin salir de casa durante el confinamiento y una dosis de nostalgia por haber alcanzado la cuarentena le hicieron revisar sus viejos textos. Una experiencia cercana a la muerte ¡ªtuvo un accidente en una moto a la que le fallaron los frenos colina abajo¡ª fue la guinda definitiva que le hizo decidirse a recopilarlos en una misma obra.
?El criterio para escoger las piezas? ¡°A mi generaci¨®n nos toc¨® una llegada a la democracia muy abrupta. Se supone que a partir de 2000 ¨ªbamos a tener un pa¨ªs con mayores libertades, y de repente se vino toda esta crisis interminable de violencia, sobre todo en el sexenio del presidente Felipe Calder¨®n [2006-2012]. Entonces, la demanda principal como periodista era clavarte en esos temas. Las historias que est¨¢n en este libro iban sucediendo a la par, pero quedaban relegadas, no ten¨ªan el protagonismo o la urgencia de las otras, pero son importantes para m¨ª y reflejan una realidad no solo de M¨¦xico, sino del mundo¡±, sintetiza el autor.
Con cada cr¨®nica, un salto alrededor del globo: una constelaci¨®n de hilos rojos sobre el mapa que marcan su camino. De un viaje tur¨ªstico a Israel y Palestina para visitar los lugares sagrados de la mano de Los Legionarios de Cristo a un amplio perfil del escritor mexicano Juan Villoro durante una estancia en Barcelona; cuatro viajes a Cuba; una visita a los fiordos noruegos; Venezuela; Francia; L¨ªbano; las Islas Caim¨¢n; un reportaje sobre el actor mexicano Gael Garc¨ªa Bernal mientras este asiste a una convenci¨®n por la legalizaci¨®n de la marihuana en Brasil. A priori, no hay un nexo en com¨²n entre cada destino. Pero, si se observa con atenci¨®n, aparece: la obsesi¨®n de Osorno con el escritor chileno Roberto Bola?o y su novela Los detectives salvajes (1998).
El subt¨ªtulo de Mundo Enfermo ¡ªViajes infrarrealistas¡ª hace referencia al movimiento po¨¦tico que Bola?o y Mario Santiago Papasquiaro crearon en la d¨¦cada de los 70, cuando el autor chileno se encontraba en Ciudad de M¨¦xico, exiliado de la dictadura de Augusto Pinochet. El libro incluso abre con un poema del escritor. ¡°Recuerdo perfectamente la primera vez que le¨ª Los detectives salvajes: estaba en Venezuela, despu¨¦s del primer golpe de estado a Hugo Ch¨¢vez [2002]. Me acuerdo de la fascinaci¨®n que sent¨ª al leerlo. Conecta con mi alma de poeta frustrado y tambi¨¦n con mis preguntas de investigador que trata de entender la realidad, pero no entiende nada¡±, evoca Osorno.
Casi todas las cr¨®nicas tienen alg¨²n gui?o, alg¨²n rastro que, de seguirlo, lleva hasta el escritor chileno: ¡°A partir de la lectura de Los detectives salvajes todas las experiencias con la obra de Bola?o fueron muy reveladoras. En honor a ello voy dejando las marcas de su presencia en m¨ª a trav¨¦s de los viajes. Se convirti¨® en una referencia, en una manera de hacer periodismo siguiendo su faro¡±. Quiz¨¢ venga de ah¨ª la elecci¨®n de historias que suceden en los m¨¢rgenes de la actualidad, los destinos err¨¢ticos e inconexos entre s¨ª. ¡°Yo leo el libro y es una especie de Bola?o, Jack Kerouac, una cosa as¨ª. Mi generaci¨®n creci¨® con Ryszard Kapu?ci¨½ski: el periodismo casi era una misi¨®n, un apostolado. En estos textos no hay tanta ceremonia ni solemnidad, y s¨ª m¨¢s aventurerismo, m¨¢s ultra realismo: un intento visceral por obtener y registrar una experiencia¡±.
Cuatro viajes a Cuba
Para Osorno, el siglo XX no termin¨® el 31 de diciembre de 1999, sino el 25 de noviembre de 2016: el d¨ªa en que muri¨® Fidel Castro, el l¨ªder de la Revoluci¨®n Cubana. ¡°Pertenec¨ªa a una estirpe de personajes muy trascendentes en la historia del siglo XX¡±, justifica. Por eso, incluy¨® una cr¨®nica sobre su funeral en Mundo Enfermo. Adem¨¢s, el libro recoge la huelga de hambre de Guillermo Fari?as en 2010 por el derecho a internet en Cuba, conversaciones con la bloguera opositora Yoani S¨¢nchez, o un viaje a la isla caribe?a con los integrantes del grupo puertorrique?o Calle 13, con los que acaba de fiesta a ritmo de reggaeton en el Gato Tuerto, el bar emblem¨¢tico de los cantantes de la nueva trova.
El pa¨ªs caribe?o fue el primero al que viaj¨® en su vida, y desde entonces le fascina. ¡°No es casualidad que haya cuatro cr¨®nicas en este libro sobre Cuba. Yo siempre he distinguido la Revoluci¨®n Cubana como la gran epopeya latinoamericana del siglo XX. Trato de no ser lapidario con una realidad tan compleja, le tengo mucho respeto. A m¨ª me desaf¨ªa bastante, hay mucha fiebre y mucha feria al respecto¡± contin¨²a. ¡°Es un referente muy importante, la lucha de David contra Goliat, sin ignorar las complejidades del r¨¦gimen cubano hoy en d¨ªa¡±.
Su pasi¨®n por Cuba solo es similar a la que siente por los zapatistas. Tanta que, cuando a principios de este verano, una delegaci¨®n de los de Chiapas anunci¨® que iba a viajar a Europa en un velero, Osorno paraliz¨® un rodaje con una productora de Hollywood para poder hacerse con una plaza a bordo. Volvi¨® con 120 horas de grabaciones y cuatro libretas llenas de apuntes. Ahora trabaja en un documental sobre la experiencia y una cr¨®nica larga, que puede acabar convertida en su pr¨®ximo libro ¡ªadem¨¢s de editar una serie documental para Paramount, ¡°sobre unos cr¨ªmenes en la frontera entre Texas y Nuevo Le¨®n en los a?os 60¡±, escribir dos columnas semanales y preparar proyectos con su productora, Detective¡ª.
¡°Es impresionante ver la manera en la que han prosperado [los zapatistas] y han consolidado muchas de las iniciativas. Creo que yo no tengo ning¨²n otro referente pol¨ªtico que respete cabalmente en M¨¦xico ni en ning¨²n otro sitio como el zapatismo. Son un ejemplo de dignidad frente a la descomposici¨®n pol¨ªtica que predomina. Cuando uno siente que esto ya vali¨® madre, est¨¢s noqueado por la realidad pol¨ªtica, llegan ellos y dicen ¡®vamos a cruzar el Atl¨¢ntico, organizar la resistencia, no importa que haya una pandemia, y lo vamos a hacer en un velero¡±, alaba el autor. Una suerte de fuente de esperanza para almas ut¨®picas, necesaria en un ¡°mundo enfermo¡±.
Como Ulises Lima y Arturo Belano, los protagonistas de Los detectives salvajes, que huyen de Ciudad de M¨¦xico en la tercera parte de la obra ¡ªLos desiertos de Sonora¡ª, Osorno encontr¨® refugio hace tiempo en el calor de Hermosillo. Desde all¨ª espera, lee, investiga, graba, escribe. Y planea su pr¨®ximo movimiento: el momento de volver a coger una libreta, una c¨¢mara y buscar un nuevo caso: un nuevo destino.
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