La activista trans que sepulta a sus amigas olvidadas: ¡°Los primeros cuerpos los velaba yo sola, solita¡±
Kenya Cuevas se ha dedicado a buscar sepelio para sus amigas desde hace siete a?os. Ahora est¨¢ construyendo el primer mausoleo para mujeres trans de M¨¦xico
Muerte, muerte y m¨¢s muerte. La primera vez que Kenya Cuevas, la activista trans m¨¢s conocida de M¨¦xico, mir¨® a la muerte a los ojos fue a los nueve a?os, cuando se escap¨® de casa y empez¨® a prostituirse en las calles de la capital. La segunda fue cuando la enviaron a la secci¨®n de personas con VIH de la c¨¢rcel de Santa Marta, al norte de Ciudad de M¨¦xico, y empez¨® a acompa?ar a sus compa?eras en su ¨²ltimo suspiro. Las enfermeras no se atrev¨ªan a tocarlas. Ella se sentaba a su lado y les dec¨ªa: ¡°Todo va a salir bien, ya vas a poder irte a descansar¡±. As¨ª lo hizo con hasta 200 mujeres. La tercera vez fue con la muerte de su compa?era Paola Buenrostro, que recibi¨® un disparo del hombre que la recogi¨® en la esquina en la que las dos ejerc¨ªan la prostituci¨®n.
Paola muri¨® en los brazos de Kenya, y ella, ¡°del puro enojo¡±, comenz¨® un activismo que ha terminado acaparando su vida y que se ha convertido en una lanza de tres puntas: cort¨® carreteras para que encarcelaran al presunto asesino, cre¨® la primera casa para que las mujeres trans pudieran salir de la calle y educarse (ahora tiene tres en distintos Estados). Y una tercera actividad, mucho m¨¢s silenciosa y solitaria: Kenya comenz¨® a rescatar cuerpos de compa?eras muertas y enterrarlos dignamente. Ya lleva 60. Al principio lo hac¨ªa sola, ¡°solita¡±, sin apenas recursos y pidiendo a los sepultureros que por favor le cavaran gratis el hoyo. Ahora est¨¢ construyendo el primer mausoleo para mujeres trans de M¨¦xico.
¡°Y del mundo¡±, se aventura Kenya desde el cementerio de San Lorenzo Tezonco, en la Alcald¨ªa Iztapalapa, Ciudad de M¨¦xico. Ha venido hasta aqu¨ª el primer jueves de junio para revisar el trabajo de los obreros y de la alcald¨ªa que est¨¢ financiando el proyecto. Viste unos pantalones vaqueros ajustados, una camiseta blanca con escote, y un mont¨®n de collares y anillos. Hace dos semanas hubo un gran acto para dar comienzo la construcci¨®n. Kenya puso el primer ladrillo del mausoleo en compa?¨ªa de Clara Brugada, la alcaldesa, y Ernestina Godoy, la titular de la Fiscal¨ªa de la capital, que dieron discursos en apoyo a una comunidad que ha sido ignorada, o directamente criminalizada y marginada durante d¨¦cadas por las autoridades.
Despu¨¦s de revisar los trabajos en la obra, Kenya y las tres amigas que la acompa?an se acercan a ver a Paola Buenrostro, que est¨¢ enterrada a unos cientos de metros del mausoleo. All¨ª se sientan a fumar y platicar sobre sus nuevos proyectos, el mucho trabajo que le dan las organizaciones que lideran o la dificultad para conseguir financiaci¨®n. Si la conversaci¨®n se pone demasiado seria o aburrida, alguna de ellas siempre tiene un chiste o una broma macabra en la punta de la lengua.
A Kenya no le gusta hablar de su edad, as¨ª que su amiga Andrea le pregunta: ¡°?Y cu¨¢ntos a?os ten¨ªas t¨²?¡±. Kenya se limita a sonre¨ªr. ¡°En los medios de comunicaci¨®n se habla de 78 y m¨¢s¡±, insiste ella. Eso no es verdad: la Wikipedia dice que est¨¢ por cumplir los 50. Aun as¨ª, Kenya se r¨ªe y contesta: ¡°Pero qu¨¦ andas diciendo, si t¨² eres de mi camada¡±. ¡°Ay, no¡±, contesta Andrea. ¡°Ya te vamos a ir haciendo el registro para que inaugures el mausoleo¡±, bromea Kenya. ¡°No te creas, a ver si voy a ser de las que lo cierran¡±, contesta divertida su amiga.
La actitud valiente y divertida con la que miran a la muerte estas mujeres solo se entiende dentro de un colectivo cuya esperanza de vida no supera los 40 a?os, seg¨²n la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos, en un pa¨ªs donde la gente muere alrededor de los 75 a?os. Las mujeres trans sufren un nivel de violencia en M¨¦xico que no tiene comparaci¨®n en otros lugares del mundo. Despu¨¦s de Brasil, M¨¦xico es el pa¨ªs que registra m¨¢s asesinatos contra personas trans, 461 en los ¨²ltimos cinco a?os, seg¨²n la ONG LetraEse. Eso, unido a las adicciones y enfermedades que conlleva una vida trabajando en la calle, acorta gravemente la vida de muchas de estas personas.
El mausoleo que est¨¢ construyendo Kenya pretende ser un sitio donde se las dignifique. ¡°Ahora van a tener un lugar bonito, vistoso, impresionante, donde su presencia sea respetada despu¨¦s de todo lo que han pasado en vida¡±, dice mientras comprueba que el mausoleo tenga las tumbas necesarias. Todav¨ªa est¨¢ desnudo de toda la parafernalia que le van a poner ¡ªvidrieras de colores, luces, una cafetera¡ª, pero el objetivo es tener espacio para 126 personas entre ata¨²des, urnas y huesos.
Es jueves por la tarde y las chicas platican junto a la tumba de Paola Buenrostro. El sepulturero, Jos¨¦ Luis, saca con una esponja el agua podrida de las macetas y pone flores nuevas en la tumba. ¡°Los primeros casos los velaba yo sola, solita¡±, cuenta. ¡°Ahora convoco y viene gente que ni conozco y traen agua, caf¨¦, pan, siento acompa?amiento, pero al principio iba sola, sola, sola¡±, dice sin rastro de tristeza ni rabia en la voz. ¡°Las velaba durante toda la noche, no ten¨ªa dinero ni para las veladoras, me dorm¨ªa a su lado y por la ma?ana hablaba con los sepultureros y la verdad es que me hac¨ªan el paro [la ayudaban] y no me cobraban para hacer el hoyo. Y luego entre los tres, los dos sepultureros y yo, carg¨¢bamos el ata¨²d y la enterr¨¢bamos¡±, dice Kenya.
¡°Tener una sepultura digna deber¨ªa ser un derecho humano¡±, dice Kenya con un cigarrillo entre los dedos. ¡°No puede ser que se sigan violentando a las mujeres trans tambi¨¦n despu¨¦s de muertas¡±. Como las familias de muchas de estas mujeres las han olvidado o nunca han aceptado su identidad, nadie reclama sus cuerpos y al cabo de un tiempo terminan en una fosa com¨²n. Todav¨ªa viene aqu¨ª de corrido, compra flores para que se vean bonitas las tumbas de sus amigas y ahora s¨ª, le paga una buena propina al sepulturero. Luego se sienta frente a Paola y le cuenta c¨®mo le va. ¡°Yo cuando la enterr¨¦ la promet¨ª que yo no iba a parar de luchar por nosotras, pero la verdad que en ese momento hablaba el enojo, no sab¨ªa que iba a hacer tantas cosas. Ahora que lo tengo no paro de pensar, qu¨¦ padre es seguir avanzando¡±.
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