Jorge F. Hern¨¢ndez: ¡°El que quiera encontrar M¨¦xico en Madrid lo encuentra y, al rev¨¦s, tambi¨¦n¡±
El escritor mexicano publica ¡®Caf¨¦ de Madrid¡¯, una compilaci¨®n de las columnas que escribi¨® bajo el mismo nombre en este diario durante tres a?os
En la librer¨ªa m¨¢s antigua de Madrid, sobre una pared, hay colgado un peque?o texto. Es un escrito que nunca vio la luz, aunque estaba previsto que se publicara en la edici¨®n espa?ola de este diario, en alg¨²n momento entre 2015 y 2018. Gajes del oficio: la muerte imprevista de alguien le arrebat¨® el espacio en el papel. Aquel texto era un homenaje a esa misma librer¨ªa, la P¨¦rgamo, fundada en 1946 y rescatada del cierre hace un a?o; y el autor de la columna, el escritor mexicano Jorge F. Hern¨¢ndez, quien ahora atiende a los lectores desde el otro lado del mostrador. Iron¨ªas de la vida. Hern¨¢ndez (Ciudad de M¨¦xico, 61 a?os) ha reunido en un libro todas las piezas que escribi¨® semanalmente para el peri¨®dico bajo el t¨ªtulo Caf¨¦ de Madrid, el mismo que da nombre a la recopilaci¨®n (La pereza, 2023). Todas, o casi todas, menos esa, que no lleg¨® a publicarse y que ya solo puede leerse en la pared del antiguo comercio, salvado en el tiempo de descuento de convertirse en pizzer¨ªa.
La librer¨ªa a¨²na las dos vocaciones de este mexicano reconvertido en madrile?o que, si a algo se ha dedicado en la vida, es a leer y a escribir. Ha navegado por el cuento, la novela y el ensayo, pero por el camino se ha convertido en un experto opinador para la prensa, una tarea a la que le tiene especial aprecio. ¡°Es hermoso que t¨² cada ocho d¨ªas sepas que alguien te lee. A ellos est¨¢ dedicado el Caf¨¦ de Madrid¡±, reconoce. En realidad, no todos los seguidores de la columna eran lectores. ¡°Se divid¨ªan entre los que la le¨ªan y los que no la le¨ªan, pero les gustaba el dibujo que la acompa?aba. Por ejemplo, en un chino de la calle Jorge Juan, pegaban los dibujos en la ventana. No se enteraba de qu¨¦ escrib¨ªa, pero a¨²n as¨ª era como un homenaje a la columna. Eso me gustaba¡±, recuerda con ternura.
La costumbre de ilustrar sus propias piezas se la debe al dise?ador y artista mexicano Alejandro Magallanes, al que admira, y que un d¨ªa vio su libreta ¡°y le fue con el chisme¡± a un editor de Almad¨ªa, que decidi¨® publicar un libro de sus cr¨®nicas con sus propios dibujos. Desde entonces no ha dejado de hacerlo. ¡°Kafka era un gran dibujante. Gabo, Ibarg¨¹engoitia... Carlos Fuentes se pudo haber dedicado a ser caricaturista, pero descubri¨® que era un gran escritor¡±, enumera a sus ¨ªdolos, a cuyo h¨¢bito compartido le gustar¨ªa dedicar uno de sus pr¨®ximos textos.
Ante todo, sus escritos son una alianza entre la cultura mexicana y la madrile?a, un reflejo de su propia experiencia y de una imaginaci¨®n que siempre vuela entre los dos lados del Atl¨¢ntico. En realidad, no distan tanto el uno del otro. ¡°El que quiera encontrar M¨¦xico en Madrid lo encuentra y, el que quiera encontrar la a?oranza de Madrid en M¨¦xico, tambi¨¦n¡±, sentencia. Eso mismo piensan algunos de sus personajes, como el protagonista de su novela La emperatriz de Lavapi¨¦s (1999), que confunde el madrile?o Paseo de la Castellana con el mexiquense Paseo de la Reforma, o la Plaza Mayor de una capital con el Z¨®calo de la otra.
A ¨¦l, de Madrid le gusta sobre todo caminarla. Tambi¨¦n sol¨ªa hacerlo en la Ciudad de M¨¦xico, pero desisti¨® por la inseguridad, y cuando se fue a estudiar a Espa?a, hace 40 a?os, le ¡°impresion¨® la posibilidad¡± de volver a pasear. Tambi¨¦n le fascina lo ¡°extraordinariamente bien¡± que se come all¨ª pero, sobre todo, de la ciudad le fascina lo mucho que habla. ¡°Todos los d¨ªas entra alguien en la librer¨ªa que me cuenta su versi¨®n de Gulliver o su interpretaci¨®n de El busc¨®n, de Quevedo. P¨¦rgamo es una librer¨ªa para hablar y Madrid es eso. Los caf¨¦s de Madrid son para la tertulia¡±, se entusiasma. ¡°Te sientas y te puedes enrollar con el de al lado. La mayor¨ªa de mis amigos de Madrid empezaron siendo desconocidos¡±, admite el que tambi¨¦n fue agregado cultural de M¨¦xico en Espa?a.
Las an¨¦cdotas se amontonan y todas han ido nutriendo sus columnas a lo largo de los a?os, donde los temas nunca se agotan: el metro, los m¨²sicos callejeros, las ferias del libro, la tauromaquia... Junto con la que re¨²ne ahora, Jorge F. Hern¨¢ndez cuenta otras dos secciones en este mismo diario: Cartas de Cu¨¦vano y Estar sin estar. ¡°La primera es un homenaje a Ibarg¨¹engoitia y solo escribo cosas que podr¨ªan emparentarse con el surrealismo maravilloso de Guanajuato, de mi familia y de ¨¦l¡±, explica. ¡°La segunda es sobre cosas que tienen que ver con M¨¦xico, aunque yo no est¨¦ aqu¨ª¡±, concluye. Habla desde una librer¨ªa de la capital mexicana, tras la resaca emocional de la Feria del Libro de Guadalajara, pero al d¨ªa siguiente le espera un viaje de vuelta a Madrid.
All¨ª le esperan la librer¨ªa y nuevas ideas con las que seguir escribiendo sus novelas y sus columnas, que algo beben las unas de las otras. ¡°Yo creo que una columna debe tener lo que tiene un cuento: que sea una trama contagiosa, que logres condensar sin paja qui¨¦n es el personaje, y que tenga un final contundente, siempre ching¨®n. Si no, no tiene chiste¡±, admite con humor. En definitiva, ¡°ventanas que siguen abiertas¡± ¨Dconcede m¨¢s po¨¦tico en el pr¨®logo de su libro¨D, y que ¡°a menudo no son m¨¢s que puro cuento, intento de ensayo y aperitivo de cr¨®nica¡±.
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